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Authors: Howard Mittelmark & Sandra Newman

Tags: #Ensayo, Humor

Cómo no escribir una novela (28 page)

Tanto si estamos ante una huida en coche, un arma homicida o en la cama donde dos amantes han consumado su furtiva pasión, el autor debe poner un telón de fondo a esas acciones. Pero aunque ese telón de fondo tiene que describirse, no debe pintarse con unos detalles tan exhaustivos que impidan cualquier conato de acción.

La mayoría de los escritores nunca tendrán este problema. Es más común no encontrarse con ninguna descripción, ni el más leve amago, que toparse con un exceso descriptivo. Pero cierta minoría de autores obsequia a sus lectores con minuciosos detalles de todas las posesiones del protagonista, el apartamento donde vive y el reloj en el que mira qué hora es.

En algunos casos esto se debe a que el autor, tras haber descubierto que tiene buena mano para las descripciones, intenta utilizarlas para hacer avanzar la trama. Una escena de amor en una habitación de hotel puede consistir en numerosas páginas de descripciones, con unas pocas frases de amor dichas por los protagonistas plantadas allí en medio. A veces esto se debe a que al escritor le apasionan los detalles relativos a los chismes electrónicos, las armas o la ropa. En estos casos la acción se ve permanentemente interrumpida por pasajes que recuerdan poderosamente a una serie de televisión que hace publicidad indirecta de una serie de productos.

Aunque la típica novela sobre chicas de hoy en día debe contener obligatoriamente algunas escenas de descripciones babeantes de zapatos de marca, y un tecnothriller debe ser algo más que un esbozo narrativo recalentado para sentir el vértigo de las nuevas tecnologías, con un poco se puede conseguir mucho. Y el momento más adecuado para estas descripciones es antes de que empiece la verdadera acción, o cuando el protagonista está en una emboscada a la espera de poder reaccionar, no cuando está corriendo para ponerse a salvo mientras dispara como un loco su pistola Ruger SP 101 de acero inoxidable y 750 gramos de peso con retroceso reducido pero lo suficientemente compacta para que pueda llevarse escondida en los bolsillos de la mayoría de los pantalones.

Las tendencias imperantes en el mundo audiovisual han llevado a esta variante cada vez más popular:

Canal cocina

Cuando el autor detiene la trama para describir los platos

—Es un restaurante famoso por sus mariscos —dijo Roger Destroyer mirando a Mariano del Pueblo. Si Del Pueblo llegaba a sospechar que era un agente encubierto de la DEA, Roger nunca saldría vivo del restaurante.

El camarero les trajo los platos que habían pedido, pero cuando estaban a punto de atacar la comida los interrumpió el guardaespaldas de Del Pueblo, Barrigón. Mirando con el ceño fruncido a Roger, Barrigón se inclinó para decirle algo al oído a Del Pueblo. La alarma se apoderó del rostro de Del Pueblo, pero de inmediato su característica expresión de fría crueldad volvió a él mientras miraba a Roger con unos ojos distintos. Con un ademán despidió a Barrigón, sin dejar de mirar fijamente a Roger. Y entonces dijo tranquilamente:

—Bueno, Roger, ¿no te apetece comer todo lo que hemos pedido? Vamos a comer juntos como dos hombres civilizados que van a hacer su último almuerzo.

El buey de mar de Del Pueblo estaba servido en un lecho de mousse de
saucisson garni
, con un untuoso gulash de vegetales de temporada. Roger había pedido la
vieux morse
del menú del día, pero también tenía una generosa ración de áspic de alcaparras
à la ancienne
. Se lo comieron todo con deleite, junto con un
chutney
de
lapin au chocolat
, saboreando cada bocado. Como buenos gourmets que eran los dos, permitían que los sabores inundaran sus papilas gustativas sin prisa alguna. Incluso se ofrecieron el uno al otro pedacitos de sus platos.

Roger sabía que dentro de poco tendría un serio problema para hacerle un hueco al postre. Pero cuando el carro de los dulces hizo su aparición no pudo resistirse.

—Yo tomaré los profiteroles bañados en chocolate a la taza —dijo Roger.

Del Pueblo escogió el mundialmente famoso tronco semitibio de biscuit de pacana. De nuevo se hizo el silencio mientras los dos hombres paladeaban sus deliciosos platos.

Aunque debería ser obvio que el principio de economía debería aplicarse a las escenas donde la gente come igual que a cualquier otra acción o hecho, los escritores primerizos a menudo se sienten impelidos a darnos una relación completa de los platos de todos los personajes que se han sentado a la mesa, y luego informar al lector de la calidad de cada uno de ellos.

Es cierto que en la vida real la gente parece incapaz de comer algo sin comentar la relativa exquisitez del puré de patatas, pero ésta es una de las cosas de la realidad que las novelas no deberían imitar. Si tus personajes están comiendo, la única información sobre los platos que debes dar es aquella que permita que la trama avance o que ilustre el humor actual de tus personajes.

Si al sorbete de Roberto le han añadido unas gotas de un veneno de lenta acción, nos encantará leer una descripción detallada de esa escena en que Roberto se está tomando su sorbete. De la misma forma, si Brutus traiciona su nerviosismo no acertando a coger los fideos chinos con los palillos o dejando caer sobre su regazo un pegote de arroz con salsa, por favor, no dejes de contárnoslo.

De lo contrario, aligera las escenas de las comidas.

Si tu detective es un crítico gastronómico, o tu historia de amor es entre dos chefs, ni que decir tiene que puedes modificar los ingredientes de esta receta, pero incluso entonces no eches el freno a la acción sólo porque acaban de traer el delicioso carro de la
pâtisserie
.

Economías milagrosas

Cuando no se sabe de dónde viene todo el dinero que gasta un personaje

Tras salir de su dúplex en el East Side, Mary Tiesha se detuvo un momento y exhaló un suspiro. Otra audición más de la que no le habían llamado. Habían pasado meses desde que le habían ofrecido un papel. Se sentiría un poco depre si no fuera porque sabía que una buena terapia de compras lo curaba todo. Gracias a Dios ella vivía al lado de Barney’s.

Se pasó la tarde removiendo entre las perchas de las prendas más estilosas que se habían visto sobre la faz de la Tierra. De vez en cuando se planteaba si debía irse y apuntarse a esa agencia de trabajos temporales. De lo contrario, ¿cómo podría pagarse esas tres semanas en Venecia en el Palazzo Splendidorio? Y también necesitaba unos focos nuevos para su salón. Por no mencionar que tenía una cita con José Luis, el manicuro de las estrellas. Ojalá su familia fuera rica, entonces podría relajarse y concentrarse en su arte.

En determinados contextos los lectores desean dejar en suspenso su credulidad y vivir en un mundo de lujos. Nadie se pregunta cómo es que James Bond puede pagarse esos trajes con el sueldo de un funcionario. Pero si esos lujos son demasiado inverosímiles los lectores cerrarán el libro. Los personajes que viajan por todo el mundo para seguir a esa misteriosa mujer que les ha robado el corazón necesitan unos fondos para costearse los astronómicos gastos. Los aficionados a volar en avioneta los fines de semana necesitan unos ingresos para sufragar un pasatiempo tan caro.

Los intentos poco elaborados de justificar los misteriosos fondos con que cuenta tu protagonista pueden salirte por la culata. Las explicaciones deben ir un poco más allá de «De alguna manera John tenía un montón de dinero». Si John recibe una herencia o abandona un prestigioso bufete de abogados para dedicarse a pintar, sólo funcionará si esos hechos forman una parte coherente con el todo que es tu novela. Esto es, la herencia debe venir por una razón plausible y desempeñar un papel importante en la vida del personaje. Ese antiguo abogado de una firma de prestigio debe parecerse a toda esa gente que ha trabajado en un bufete importante y triunfado en esa profesión. Esto implica, entre otras cosas, que ese antiguo abogado no puede tener veinticinco años.

Sí, tu personaje puede ganar la lotería (o encontrar unos millones en un maletín o heredar un castillo) si tu novela trata de un sujeto que ha ganado la lotería, de la misma manera que tus lectores aceptarán una invasión alienígena si el libro ya va de eso, pero no lo harán si ese elemento aparece, como quien no quiere la cosa, muy avanzada esa historia tuya que se desarrolla en el marco de una reforma agraria (véase Por qué el oficio de escritor es más difícil que el de Dios).

Los personajes y los escenarios

El Bueno, el Feo y el Malo

Si descubres que has incurrido en el error de colocar a los siguientes personajes en los escenarios que acto seguido se describen, debes saber que ha llegado la hora de que lo arregles.

La mansión Playboy

Algunos libros están habitados únicamente por gente guapa. Esto está muy bien si la acción se sitúa en una agencia de modelos o en el paraíso de los musulmanes. Si la acción transcurre en una comisaría, un instituto o en cualquier otro escenario, los guapos deben aparecer con la misma frecuencia con que se les ve en la vida real.

El anuncio de la loción para después del afeitado

Una mujer muy guapa anuncia a los cinco minutos de conocerlo que se siente atraída por el héroe de una forma que no puede explicar y que el lector no se puede creer (a este error también se lo conoce como El anuncio del perfume).

Yo también soy socio del club

En este mundo todos los personajes comparten los mismos sentimientos libertarios; todos escuchan con reverencia y asombro a Pink Floyd, todos los personajes resuelven sus problemas con las flores de Bach…

Sólo para hombres

El escritor, un hombre, crea un mundo en el que todos los personajes de esa sociedad son varones, excepto —ojo al parche— cuando el protagonista necesita relajarse. Esto es muy frecuente en las novelas de ciencia-ficción. Aparentemente muchos escritores dan por supuesto que en el futuro todas las mujeres habrán desaparecido.

El club de campo

En este caso todos los personajes son blancos y de clase media o alta. A menos que tu novela transcurra en la Suecia rural, esto hará que tu lector tenga la rara impresión de que se ha producido alguna clase de limpieza étnica.

La parada de los monstruos

En este caso la Tierra está poblada únicamente por seres grotescos e infelices, deformes y oprimidos. Cada encuentro que tienen es ocasión de que conozcan a otro malvado matón o una envilecida prostituta adicta a las drogas. Este mundo tiene un estricto código de vestir: todas las prendas deben ser de colores estridentes, de lo más inapropiadas y con manchas. Por razones que se nos escapan los habitantes de estos mundos emplean gran parte de su tiempo en planear migraciones masivas.

14
LA DOCUMENTACIÓN HISTÓRICA

«Llama a la Oficina de Patentes —gritó Edison—. ¡Acabo de inventar el teléjono!»

Cuando un escritor primerizo se sienta para empezar a escribir su novela épica sobre las campañas de Ghengis Khan se da cuenta de que tiene dos caminos ante sí. El primero es dedicarle al libro horas y horas de meticulosa documentación, cuyos frutos deberá integrar inteligentemente en su historia, consiguiendo que esos conocimientos cobren vida y naturalidad en los personajes y su trama. El otro es el siguiente:

Buenas, soy caballero medieval

Cuando los personajes nos explican cómo es su época

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