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Authors: Federico Moccia

Tags: #Romántico

Carolina se enamora (22 page)

Insisto e intento que me lo explique, pero al final me dice que tengo que comprenderlo por mí misma. Así que me tumbo en la cama. Pongo el CD de Massi, estoy segura de que eso me ayudará. Y después de darle muchas vueltas me viene a la mente una respuesta. ¿Será la adecuada? Entro de inmediato en el Messenger y, por suerte, veo que está Clod.

«Perdona… No lo había pensado. Creo que ya lo he entendido… ¡Pero que sepas que tampoco ha sido fácil para mí! TQM…». No añadimos nada más, sólo nos prometemos que hablaremos en el colegio.

Así que al día siguiente vamos a charlar a un rincón durante el recreo.

—Clod… No es cierto que besaras a ese chico el verano pasado, ¿verdad?

Ella me mira un poco seria.

—¿Por qué?

—Dime si lo he entendido o no.

—Mmm —asiente disgustada.

Le sonrío y me encojo de hombros.

—Sea como sea, no es tan importante. A mí me ocurrió por casualidad, no me lo esperaba. Sucedió con Lorenzo.

—¡Sí, pero después con Gibbo y con Filo! ¡Y van tres!

—¡Eso me importa un comino! A quien yo quiero besar es a Massi.

—¡También!

—¡Sólo a él! He besado a los que no quería besar, de manera que, en cierto modo, no vale.

Clod se echa a reír.

—¡Eres increíble, tienes una capacidad extraordinaria para darles la vuelta a las cosas, como si de una tortilla se tratara! Mi madre siempre dice eso…

—¡Eh! ¿Qué te dijo ayer, cuando nos despedimos?

—Te puso verde…

—¿Qué quieres decir?

—Dijo que las personas no se comportan así. Pero yo te defendí, le dije: «Oye, mamá, ¿y tú qué sabes? No puedes hablar sin saber de qué va el asunto, no es justo. Además, es amiga mía». Y ella me respondió: «Sí, ¡pero el hecho de que sea amiga tuya no quita que no pueda equivocarse!». Y yo le repliqué: «Pero es que no se ha equivocado…, se vio involucrada y punto». Y ella: «Bueno, en ese caso espero que tú no te veas involucrada de ese modo». «¡Pues yo, en cambio, sí lo espero!», volvía replicarle, y me apeé del coche.

La miro. Me ha defendido a pesar de que le molesta lo que he hecho porque ella no ha tenido aún la oportunidad de hacerlo. Me ha defendido delante de su madre. Es una gran prueba de amistad. Le sonrío.

—No te preocupes, Clod, sucederá cuando menos te lo esperes. No es tan importante.

Me mira. Sus ojos están velados de cierta tristeza.

—Lo entiendo, pero todas estáis ya muy adelantadas. Alis salió todo el año pasado con Giorgio, el de II-D. Incluso se besaban a la salida delante de todos. Ya sabes cómo es ella, lo hacía adrede, quizá importase un comino, ¡pero lo hacía! ¿Cuándo besaré yo a un chico?

Sonrío y abro los brazos.

—Pronto, ya lo verás, muy pronto… —Y le rodeo los hombros con un brazo, la estrecho y caminamos juntas—. Te doy un poco de mi desayuno, ¿quieres? Todavía no me lo he comido. Está muy rico: pan con aceite y Nutella.

Pero cuando lo abro me siento un poco mal. Oh, no…, mi madre lo ha cambiado. Ha echado salchichón, unas lonchas finísimas. ¡Menuda lata! ¡He dicho que me avise cuando cambie el relleno del bocadillo! Pero nada, ella es así.

—¡Qué suerte tienes de que tu madre piense siempre en ti!

Y dicho eso, me quita el bocadillo de las manos y le da un buen mordisco. Cuando lo separa de la boca, veo que se ha comido más de la mitad. ¡Será caradura! Pero no digo nada y la sigo abrazando mientras acaba de comerse mi bocadillo. A continuación se vuelve, me mira y esboza una sonrisa.

—Sólo una cosa, Caro: ¡que no se te ocurra besar a Aldo!

La estrecho con más fuerza.

—No lo sé, guapa, la verdad es que tendré que pensarlo… Pero, perdona…, ¡queríais quitarme a Matt! Y, además, ¡vosotras mismas habéis dicho que somos amigas y que debemos compartirlo todo! ¿Me equivoco? ¡Y deja un poco de desayuno para mí!

Le quito el bocadillo y me marcho.

—Mira que eres…

—¡Adióóósss!

Entro en clase antes de que le dé tiempo a alcanzarme.

Por la tarde no ocurre nada especial. Octubre,
dolce far niente
… ¿O era abril? No recuerdo. Además, llueve. ¿Para qué leches llueve? Pruebo a hacer un juego. Un paso, te encuentro. Dos pasos, no. Tres pasos, quizá mañana. Cuatro pasos, dentro de poco. Cinco pasos, no es para mí. Me invento un nuevo juego sobre las baldosas cuadradas de mi habitación. Doy un salto con los ojos cerrados. Si caigo con los dos pies en la misma baldosa, equivale a un paso y significa que encontraré a Massi. En cambio, si caigo sobre dos baldosas nunca volveré a verlo. Si, por casualidad, salto más lejos y piso tres, quizá lo vea mañana. Si en lugar de eso piso cuatro, me lo encontraré dentro de una semana, pero si piso cinco, es que me he equivocado en todo. Una vez mi abuela me dijo que existía el beso de la baldosa. ¿O era el baile? Sea como sea, me falta tanto el tipo al que besar como el tipo con el que bailar, que en mi caso son la misma persona: Massi. En fin, pruebo. Ya está… he saltado con las piernas un poco separadas. No me lo puedo creer. La misma baldosa. Massi… ¡Te encontraré! Y dado que hoy las cosas me están saliendo bien, decido hacer un test. He encontrado muchos en internet, con preguntas diferentes. Me gustan. ¡Si uno relee las respuestas pasado cierto tiempo, comprueba que no ha cambiado!

¿Qué hora es? Las 19.00.

¿Dónde estás? En mi habitación.

¿Qué estabas haciendo? Escuchaba a Tokio Hotel mientras veía el vídeo de
By Your Side
en YouTube.

¿Estás de buen humor? Bastante, aunque estaba mejor esta mañana.

¿Qué hiciste ayer? Salí con Alis y Clod.

¿Crees que podrás contestar a las siguientes preguntas? Si no me secuestra el fantasma Huí Buh, sí.

¿Te gustan los pijamas de Benetton? ¿En qué sentido? ¿Por qué precisamente ésos? ¿Te dan algo para que les hagas publicidad?

¿Te gusta el olor de las cerillas nada más apagarse? Sí.

¿Te gusta que te abracen las personas altas? Sí, me parecen un techo.

¿Haces promesas a menudo? Sólo las que puedo mantener.

¿Tienes confianza en este momento? Sí.

¿Has cambiado de opinión acerca de algo últimamente? ¡Si, acerca de los flechazos!

¿En qué lugar te alegras de no estar en este momento? En clase.

¿En qué sitio te gustaría estar? En una moto, con Massi.

¿Te gustaría llamarte Chantal? No necesariamente.

¿Qué imagen tienes en la alfombrilla del ratón? Un perro.

Mira a tu derecha, ¿qué ves? Los estantes con los libros y el taburete.

Mira a tu izquierda… La puerta.

¿Qué sueles hacer el sábado después de comer? Por la tarde salgo con Alis y Clod, después de cenar sólo algunas veces, pero tengo que volver a las once y no alejarme mucho de casa.

¿Cuál es tu local preferido? El pequeño salón de té Ombre Rosse, en el Trastevere.

¿Te gusta beber? Agua, sí.

Si cambiases de
look
, ¿cuál elegirías? Probaría con el emo…, aunque no sé si me quedaría bien zapatillas convers o Vans, uñas negras, pelo liso con flequillo asimétrico. Creo que a Clod le sentaría mejor. En cualquier caso, he encontrado un sitio genial: www.starstyle.com para copiar el estilo de las estrellas. ¿Adivináis quién me lo ha dicho? ¡Alis!

Después de hacer el test, he salido y he vuelto a Feltrinelli, para ver si por casualidad Massi pasaba otra vez por allí, Mientras iba en el autobús he tratado de imaginarme su vida, lo que hace, quién es… Creo que… creo no, sé algunas cosas. Veamos: es romano, tiene unos dieciocho o diecinueve años, dado que se marchó con una bonita moto nueva y deportiva. Así que, además, debe de ser de buena familia. Tal vez incluso viva en el centro. ¡Oh, casi me caigo! El autobús se balancea mucho. El conductor va flechado… Me agarro a una asa que cuelga en lo alto intentando mantener el equilibrio. Miro afuera y me parece verlo por un instante. Lo adelantamos. No. ¡No es él! ¡Dios mío, tengo alucinaciones! Lo veo por todas partes, ¡pero ése es demasiado alto! Aunque… no está nada mal. No, no, va con una y, además… Massi es mucho mejor. De todas formas, no podría tener una historia con un chico que tiene novia. Hay tantos que ¿por qué debería ir a pillar a uno que ya está ocupado? Seguro que, cuando lo besase, notaría el sabor de la que lo ha besado antes. Sería algo así como besarla directamente a ella. ¡Puaj, qué asco! Y, sin embargo, es lo que se ve cada día en los periódicos y en televisión. Yo, cuando por fin bese a uno como Massi, no lo soltaré ni en sueños. ¿Quién lo dejaría escapar? En parte porque pienso que es realmente perfecto. Podría ser un gran deportista, me dijo que estudia, lo conocí en una librería, de modo que lee. En cualquier caso, no es un empollón, porque entiende de música. ¡Me regaló un CD de James Blunt! ¡Y además conocía a Amy Winehouse y a Eddie Vedder! Así que debe de ser lo más. Lo observé durante un rato en Feltrinelli y no se puso a jugar con esas estúpidas PlayStation ni hizo todas esas otras cosas propias de críos. Y de algunos adultos. También en eso mi hermano es distinto de los chicos que conozco. Bueno, aunque no es que conozca a tantos… Sea como sea, para mí Rusty James es el máximo, ¡mi novio debería ser como él! A mi hermano le gusta escribir, pintar, hacer fotografías, tiene una vena creativa, en fin, que es un soñador. Y, además su relato era precioso ¡Me encantó y, dado que lo han publicado, debe de haberle gustado también a algunas personas importantes! Nadie lo ha recomendado, de manera que lo que ha escrito es válido. A buen seguro ha impresionado el imaginario de alguien. O tal vez fue al periódico con el artículo y el director era una mujer. Sí, eso es, una mujer algo mayor que él. Eso también es extraño, pero todo puede suceder… El hecho de que una mujer se enamore de un tipo más joven que ella me resulta raro, quizá porque los de mi edad me parecen muy infantiles. ¡Si fuese mayor que mis compañeros de clase, les prestaría aún menos atención! ¡Bah! Además, los hombres siempre han tenido a mujeres más jóvenes a su lado. Bueno, la verdad es que no recuerdo con exactitud lo que ha ocurrido a lo largo de la historia. Adán y Eva, por ejemplo, fueron a buen seguro como digo yo, si bien por poco, probablemente, dado que ella salió de la costilla de él. Qué raros: vivían en un lugar fantástico, sin tráfico, tranquilo, verde, sin grafitis, contaminación ni colegio… Un paraíso, en pocas palabras, ¡y lo estropearon todo por comerse una manzana! Haber comido menos, ¿no? O, al menos, haber elegido otra fruta. Si te dicen que no la cojas, ¡no la cojas y punto! Que no hace falta hacer un gran esfuerzo para resistirse a una manzana. Y, por si fuera poco, ¿quién te lo ha dicho? ¡No un tipo cualquiera! ¡Te lo ha ordenado precisamente Él! ¿Y tú qué haces? ¡La coges como si nada! ¡Eso sí que es tener ganas de liarla!

Bah, mejor no pensar en eso. Entro en Feltrinelli. Esas librerías han cambiado mucho respecto a como eran antes. Ahora hay mucha música, un bar en el interior y varias pantallas planas que emiten vídeos continuamente. Un vigilante controla a todos los que salen y, no sé por qué, de vez en cuando se escucha un pitido. Pienso que, en realidad, él detiene a las personas al azar, imaginando que pueden haber robado algo por su cara o por el modo en que van vestidos.

—Perdone, señora…

El guarda jurado detiene a una mujer tan seria, tan seria, que si ésa ha robado algo yo soy atracadora de bancos.

—¿Sí?

La mujer sonríe. ¡Debe de pensar que quiere ligar con ella!

—¿Me permite?

El vigilante se acerca a su bolsa. La abre, coge el recibo que hay en el fondo, lo alza a la altura de los ojos y lo lee verificando lo que la señora lleva dentro.

—Gracias…

Todo parece estar en orden. La mujer no le contesta. Levanta la barbilla, yergue la cabeza y el cuerpo y se marcha con aire altanero. En el fondo deseaba que el vigilante lo intentara con ella. Después de contemplar esa divertida escena decido dar una vuelta. Paseo entre las estanterías. Nada. Ni rastro de Massi. Ahí nos vimos la primera vez. O, mejor dicho, ahí fue donde nuestras miradas se cruzaron… Cojo los auriculares y escucho el nuevo CD de James Blunt, el que me regaló. ¿Y si fuese una especie de rito mágico que lo hace aparecer en cada ocasión? Cierro los ojos mientras escucho la música. Sujeto los auriculares con las manos, cabeceo un poco. Te lo ruego, haz que aparezca. Y canturreo ligeramente mientras lo pienso. Nada. El sitio donde se me apareció la primera vez sigue vacío. Pero luego, noooo, no me lo puedo creer.

—Hola, Carolina. Pero ¿no tienes ya ese CD? ¿No es el que te regaló ese chico al que perdiste la pista?

Es Sandro, el dependiente de siempre. Me quito los cascos. ¿Será posible? ¿Atracción o calamidad? Me lo encuentro cada vez que paso por aquí… ¡Y siempre me pilla! Pero ¿es que en esta librería no hacen turnos?

—Oh, sí, lo tengo, pero quería volver a escuchar una canción… Me apetecía.

Sandro arquea las cejas; por lo visto, no acaba de creerme. Pero después decide cumplir con su cometido.

—¡Pensaba que escucharías a los Tokio Hotel! ¿Sabes que ha salido ya el nuevo de Justin Timberlake? ¡Es genial! Les gusta mucho a las chicas de tu edad.

Lo miro. ¿Cuántos años cree que tengo? ¡Bah! La verdad es que no me importa mucho.

—Bueno, a mí no me gustan, prefiero a los Finley. De todas formas, he venido porque quiero comprar un libro.

—Ah, está bien, por fin has acabado el otro… ¿Te ha gustado Zoe Trope?

—Bastante.

Me acompaña mientras caminamos entre las diferentes secciones. La verdad es que durante este período no he leído otra cosa, en parte porque el colegio me ocupa mucho tiempo, pero en parte también porque, en mi opinión, no hay nada bastante bueno para leer, nada que te enganche nada más abrir el libro. Antes leía
Pesadillas
, que no están mal. Geronimo Stilton no me gustaba mucho, pero, en cambio, me divertí un montón con Harry Potter, sólo que no pasé del tercer libro.

—¿Has leído a Moccia? —Sandro se interfiere en mis pensamientos como una granada de mano.

—¡No!

Puede que sea la única de la clase que no lo ha hecho, pero es que me parece absurdo que alguien cuente unas historias como las suyas.

—¿Por qué? ¡A las chicas de tu edad les encanta!

—¡Precisamente por eso! No entiendo por qué habla sólo de chicos guapos, sin un solo grano, por si fuera poco forrados de dinero, que tienen coches maravillosos, van a todas las fiestas y viven en lugares fantásticos, ¡y que después se enamoran y acaban a tres metros sobre el cielo!

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