Authors: Lewis Carroll & Martin Gardner
Tags: #Clásico, Ensayo, Fantástico
[5] La especulación de Alicia sobre la leche del espejo tiene más importancia de la que Carroll sospechaba. Varios años después de la publicación de
A través del espejo
, la estereoquímica descubrió pruebas positivas de que las sustancias orgánicas tienen una disposición asimétrica de los átomos. Son sustancias isómeras las que tienen moléculas compuestas exactamente por los mismos átomos, pero enlazados en estructuras topológicamente distintas. Los estereoisómeros son isómeros idénticos incluso en estructura topológica, pero debido a la naturaleza asimétrica de esta estructura, forman parejas en espejo. La mayoría de las sustancias presentes en los organismos vivos son estereoisométricas. El azúcar es un ejemplo corriente: en su forma derecha se llama dextrosa; en su forma izquierda, levulosa. Debido a que la asimilación de alimentos comporta complicadas reacciones químicas entre los alimentos asimétricos y las sustancias asimétricas del cuerpo, a menudo se dan acusadas diferencias en el gusto, el olor y la digestibilidad entre las formas derecha e izquierda de una misma sustancia orgánica. Ningún laboratorio o vaca ha producido hasta el momento leche inversa, pero si se obtuviese el reflejo de la estructura asimétrica de la leche corriente, es casi seguro que tal leche en espejo
no
sería buena de beber.
En este juicio sobre la leche en espejo sólo se contempla una inversión de la estructura con que enlazan los átomos de la leche unos con otros. Naturalmente, un auténtico reflejo de la leche invertiría también la estructura de las partículas elementales mismas. En 1957, dos físicos chinoamericanos, Tung Dao Lee y Chen Ning Yang, recibieron el Premio Nobel por el trabajo teórico que condujo al «gozoso y extraordinario descubrimiento» (según la frase feliz de Robert Oppenheimer) de que algunas partículas elementales son asimétricas. Ahora parece probable que las partículas y sus antipartículas (es decir, partículas idénticas con carga opuesta), al igual que los estereoisómeros, no son más que formas en espejo de la misma estructura. Si esto es cierto, entonces la leche en espejo estaría formada por «antimateria», por lo que Alicia no podría beber la leche y estallarían en cuanto entrasen en contacto. Por supuesto, una anti-Alicia, al otro lado del espejo, encontraría la anti-leche la mar de sabrosa y nutritiva.
Recomendamos a los lectores que deseen saber más sobre las implicaciones filosóficas y científicas de este tipo de lateralidad el delicioso librito de Hermán Weyl,
Symmetry
, 1952; el artículo de Philip Morrison, «The Overthrow of Parity», en
Scientific American
, abril 1957; y mi artículo, «Is Nature Ambidextrous?», en
Philosophical and Phenomenological Research
, diciembre 1952. En plan más ameno está mi estudio de determinadas cuestiones sobre la derecha y la izquierda en el último capítulo del
Scientific American Book of Mathematical Puzzles and Diversions
, 1959, y mi relato «Left or Right?», en
Esquire
, febrero 1951. Un relato clásico de ciencia-ficción en el que se aborda la inversión derecha-siniestra es «The Plattner Story», de H. G. Wells. Y no debemos pasar por alto la Sección de Aclaraciones del
New Yorker
, que el número correspondiente al 15 de diciembre de 1956, pág. 164, el doctor Edward Teller habla con ingenio carrolliano de un poema anteriormente publicado en el
New Yorker
(10 de noviembre de 1956, pág. 52), el cual describe la explosión que tuvo lugar cuando el doctor Teller le estrechó la mano al doctor Edward anti-Teller.
En la época en que se escribe esto, los científicos nucleares especulan abundantemente sobre la posibilidad de crear antimateria en el laboratorio, mantenerla suspendida en el espacio mediante fuerzas magnéticas, y combinarla luego con la materia para conseguir una conversión total de la masa nuclear en energía (en contraste con la fusión y la fisión, en las que sólo se convierte una pequeña parte de la masa). Por tanto, puede que la última vía de acceso a la energía nuclear se encuentre al otro lado del espejo.
<<
[6] La repisa de la chimenea.
<<
[7] Obsérvese que, además de la cara sonriente del dorso del reloj, Tenniel ha puesto otra en la parte de atrás del jarrón. Era costumbre victoriana poner flores artificiales y relojes bajo fanales de cristal. Obsérvese también que Tenniel ha invertido su monograma en el grabado de la derecha. En las dos ilustraciones aparece sin invertir el apellido «Dalziel», presente en la mayoría de las ilustraciones de los dos libros de
Alicia
. Los hermanos Dalziel ejecutaron las xilografías de todas las ilustraciones de Tenniel.
<<
[8] Obsérvese cómo Tenniel en la ilustración para esta escena, insinúa duplicados en espejo en el emparejamiento de las piezas de ajedrez. Carroll no menciona a los alfiles (en inglés «
bishops
», «obispos») en su relato (¿para evitar que se ofendiera el clero?); sin embargo, en el grabado, hay varios claramente visibles, vestidos con ropajes eclesiásticos.
<<
[9] El precario equilibrio del pobre Caballero Blanco sobre el atizador presagia su precario equilibrio sobre el caballo, cuando Alicia se lo encuentra más adelante, en el capítulo VIII.
<<
[10] Al principio, Carroll quería que se imprimiese en forma invertida el
Jerigóndor
entero; pero más tarde decidió limitarlo sólo a la primera estrofa. El hecho de que Alicia viese las letras de manera invertida es prueba de que ella no se había invertido al atravesar el espejo. Como se explica en la nota 5, hay en la actualidad razones científicas para sospechar que una Alicia sin invertir no podría existir más de una fracción de segundo en un mundo en espejo (véase también la nota 8 del capítulo V).
<<
[11] La estrofa inicial del
Jerigóndor
apareció por primera vez en
Misch-Masch
, el último de una serie de pequeños «periódicos» particulares que escribió a mano e ilustró el joven Carroll para diversión de sus hermanos. En un número fechado en 1855 (Carroll tenía entonces veintitrés años), bajo el título «Estancia de poesía anglosajona», aparece este «curioso fragmento».
Carroll pasa a continuación a interpretar las palabras de la manera siguiente:
—BRYLLIG [«cocillaba»] (der. del verbo «
BRYL
» o «
BROIL
»); «hora de cocinar la comida; es decir, cerca de la hora de comer».
—SLYTHY [«agilimosas»] (voz compuesta por «
SLIMY
» y «
LITHE
»). «Suave y activo».
—TOVA. Especie de tejón. Tenía suave pelo blanco, largas patas traseras, y cuernos cortos como de ciervo, se alimentaba principalmente de queso.
—GYRE [«giroscopar»], verbo (derivado de
GYAOUR O GIAOUR
, «perro»). «Arañar como un perro».
—GYMBLE [«barrenar»], (de donde viene
GIMBLET
[«barrena»]) «hacer agujeros en algo».
—WABE [«larde»] (derivado del verbo
«to swab»
«fregar») o «soak» «empapar»). «Ladera de una colina» (del hecho de
empaparse
por acción de la lluvia).
—MIMSY (de donde viene
MIMSERA-BLE
y
MISERABLE
): «infeliz».
—BOROGOVE [«burgovo»], especie extinguida de loro. Carecía de alas, tenía el pico hacia arriba, y anidaba bajo los relojes de sol: se alimentaba de ternera.
—MOME (de donde viene
SOLEMOME
,
SOLEMONE
, y
SOLEMNE
). Grave.
—RATH [«rasta»]. Especie de tortuga de tierra. Cabeza erecta, boca de tiburón, patas anteriores torcidas, de manera que el animal caminaba sobre sus rodillas; cuerpo liso de color verde; se alimentaba de golondrinas y ostras.
—OUTGRABE [«silbramar»]. Pretérito del verbo
OUTGRIBE
(emparentado con el antiguo to
GRIKE
O
SHRIKE
, de que proceden «
SHREAK
» [«chillar»] y «
CREAK
» [«chirriar»]: «chillaban».
Por tanto, el pasaje dice literalmente: «Era por la tarde, y los tejones, suaves y activos, hurgaban y hacían agujeros en las laderas; los loros eran muy desdichados, y las graves tortugas proferían chillidos».
Probablemente había relojes de sol en lo alto de la colina, y los
’borogoves'
tenían miedo de que les minasen sus nidos. La colina estaba probablemente llena de madrigueras de
'raths'
, las cuales salían chillando, asustadas al oír a las
'toves'
escarbar fuera. Se trata de un vestigio oscuro, aunque profundamente conmovedor, de poesía antigua.
Es interesante comparar estas explicaciones con las que da Tentetieso en el capítulo VI.
Son pocos los que ponen en duda que el
Jerigóndor
sea el más grande de los disparates poéticos que se han escrito en inglés. Era tan conocido por los escolares ingleses de finales del siglo xix que en la conversación entre estudiantes de
Stalky & Co.
, de Rudyard Kipling, se emplean de pasada cinco de sus vocablos. La propia Alicia, en el párrafo siguiente al poema, da con la clave del encanto del poema: «… Parece llenarme la cabeza de ideas… sólo que no sé exactamente cuáles». Aunque las extrañas palabras no tienen un significado preciso, tintinean con mil vibraciones sutiles.
Hay una evidente semejanza entre un disparate poético de este género y un cuadro abstracto. El artista realista se ve obligado a copiar la naturaleza, imponiendo a la copia las formas y colores agradables que puede; pero el artista abstracto es libre de jugar con la pintura cuanto le plazca. De manera parecida, el cultivador del disparate poético no tiene que buscar modos ingeniosos de combinar el ritmo y el sentido; simplemente, adopta el criterio opuesto al consejo que da la Duquesa en el libro anterior (véase cap. IX, nota 4): cuidar los sonidos, y dejar que el sentido cuide de sí mismo. Las palabras que utiliza pueden sugerir significados vagos, como un ojo aquí y un pie allá en una abstracción de Picasso, o puede que carezcan por completo de significado, y ser sencillamente un juego de sonidos agradables, como el juego de colores no figurativos en un lienzo.
Por supuesto, Carroll no es el primero en emplear la técnica del doble sentido en el verso humorístico. En esto le precedió Edward Lear; y es curioso que ninguno de estos dos líderes indiscutibles del disparate inglés haga referencia al otro ni una sola vez en parte alguna de sus cartas o de sus escritos, ni haya pruebas de que llegaran a conocerse. Desde la época de Lear y Carroll se han hecho intentos de escribir una poesía más seria de este género —los dadaístas, los futuristas italianos, o Gertrude Stein, por ejemplo—, pero en cierto modo, cuando la técnica se toma demasiado en serio, los resultados son tediosos. Todavía no sé de nadie que sea capaz de recitar uno de los esfuerzos poéticos de Stein; sin embargo, conozco a muchos carrollianos que han descubierto que se sabían el
Jerigóndor
de memoria sin haber hecho nunca un esfuerzo consciente para aprendérselo. Ogden Nash escribió un precioso disparate en su poema
Geddondillo («The Sharrot scudders nights in the quastran now, / The dorlim slinks undeceded in the grost…»)
; pero incluso aquí parece haber demasiada concentración en el efecto, mientras que el
Jerigóndor
tiene una cadencia y una perfección despreocupadas que lo hacen único.
El
Jerigóndor
era el poema predilecto del astrónomo británico Arthur Stanley Eddington, y aludió a él en varios de sus escritos. En
New Pathways in Science
compara la estructura sintáctica abstracta del poema con esa rama moderna de la matemática conocida como teoría de grupos. En
The Nature of the Physical World
afirma que la descripción que hace el físico de una partícula elemental es, en realidad, una especie de Jerigóndor: un número de palabras aplicadas a «algo desconocido» que «hace no sabemos qué». Dado que dicha descripción contiene números, la ciencia es capaz de imponer cierto orden en los fenómenos y hacer predicciones acertadas sobre ellos.
«Al contemplar ocho electrones circulando en un átomo y siete electrones circulando en otro», escribe Eddington, «empezamos a darnos cuenta de la diferencia entre el oxígeno y el nitrógeno. Ocho tovas agilimosas giroscopan y barrenan en el larde de oxígeno; siete en el de nitrógeno. Admitiendo unos pocos números, hasta el 'Jerigóndor' puede resultar científico. Ahora podemos aventurar una predicción: si una de sus tovas se escapa, el oxígeno se disfrazará con un ropaje que pertenece propiamente al nitrógeno. En las estrellas y las nebulosas encontramos lobos disfrazados de ovejas que de no estarlo nos habrían asustado. No sería mal recordatorio de la incognoscibilidad esencial de las entidades fundamentales de la física traducirla al 'Jerigóndor'; mientras todos los números —todos los atributos métricos— permanezcan inalterados, no sufrirá lo más mínimo.»
El
Jerigóndor
ha sido hábilmente traducido a varios idiomas. Hay dos versiones en latín. Una de ellas hecha por Augustus A. Vansittart, miembro del consejo rector del Trinity College de Cambridge, publicada en forma de folleto por Oxford University Press en 1881, y que puede encontrarse en la página 144 de la biografía de Carroll escrita por Stuart Collingwood. La otra versión, hecha por un tío de Carroll, Hassard H. Dodgson, está en
The Lewis Carroll Picture Book
, pág. 364 (
The Gaberbocchus Press
, extravagante editora de Londres, toma el nombre de la traducción hecha por el tío Hassard del Jerigóndor al latín).
La siguiente traducción francesa, de Frank L. Warrin, apareció por primera vez en
The New Yorker
el 10 de enero de 1931 (la tomo del libro de la señora Lennon, donde aparece reeditada):
LEJASEROQUE
Il brilgue: les tóves lubricilleux
Se gyrent en vrillant dens le guave,
Enmimés sont les gougebosqueux,
Et le mómerade horsgrave.
Garde-toi du Jaseroque, mon fils!
La gueule qui mord; la griffe qui prendí
Garde-toi de l 'oiseau Jube, evite
Lefrumieux Banda-prend.
Son glaive vorpal en main il va.
T-á la recherche dufauve manscant;
Puis arrivé á l'arbre Té-Té,
Il y reste, réfléchissant.
Pendant qu'ilpense, tout uffusé
Le Jaseroque, a l 'oeil flambant,
Vienf siblant par le bois tullegeais,
Et burbule en venant.
Un deux, un deux, par le milieu.
Le glaive vorpal fait pat-á-pan!
La béte défaite, avec sa tete,
Il rentre gallomphant.
As-tu tué le Jaseroque?
Viens a mon coeur, fils rayonnais!
O jour frabbejeais! Calleau! Callai!
Il cortule dans sajoie.
Il brilgue: les tóves lubricilleux
Se gyrent en vnllant dans le guave,
Enmimés sont les gougebosqueux,
Et le mómerade horsgrave.
Hay una magnífica traducción al alemán debida a Robert Scott, eminente erudito en griego que había colaborado con el decano Liddell (padre de Alicia) en un léxico griego. Primero apareció en un artículo: «The Jabberwock Traced to Its True Source»,
Macmillan's Magazine
, febrero 1872. Con el seudónimo de Thomas Charterton, Scott habla de su asistencia a una sesión en la que el espíritu de un tal Hermann von Schwin insiste en que el poema de Carroll es sólo una traducción al inglés de la siguiente balada alemana:
DER JAMMER WOCH
Es brillig war. Die schlichten Toven
Wirrten und wimmelten in Waben;
Und allermumsige Burggoven
Die mohmen Rath 'ausgrabe.
Bewahre doch vor Jammerwoch!
Die Zahne knirschen, Krallen kratzen!
Bewahr' vor Jubjub-Vogel, vor
Frumósen Banderschnatzchen!
Er griffsein vorpals Schwertchen zu,
Er suchte lang das manchsam ' Ding;
Dann, stehend unten Tumtum Baum,
Er an-zu-denken-fing.
Ais stand er tiefin Andacht auf,
Des Jammerwochn s Augen-feuer
Durch tulgen Wa/d mit wiffek kam
Ein burbelnd Ungeheuer!
Eins, Zwei! Eins, Zwei!
Und durch und durch
Sein vorpals Schwert zerschnifer-schnück,
Da blieb es todt! Er, Kopfin Hand,
Gelaumfig zog zurck.
Und schlugst Duja den Jammerwoch?
Umarme mich, mein Bohm' sches Kindl
O Freuden-Tag! O Halloo-Schlag!
Er chortelt froh-gesinnt.
Es brillig war, etc.
Se han escrito innumerables parodias del
Jerigóndor
. Tres de las mejores se encuentran en las págs. 36 y 37 de la antología carrolliana de Wells,
Such Nonsense
, 1918:
Somewhere-in-Europewocky; Footballwocky
, y
The Jabbenvocky of the Publishers («’Twas Haspers and the Little Browns / Dis Houghton Mifflin the book…»)
. Pero me inclino por la sombría opinión de Chesterton (expuesta en su artículo sobre Carroll al que he aludido en la introducción) a propósito de todos estos esfuerzos por hacer imitaciones humorísticas de algo humorístico.
En «Mimsy Were the Borogoves», uno de los más famosos relatos de ciencia-ficción de Lewis Padgett (seudónimo que emplearon el difunto Henry Kuttner y su esposa Catherine L. More para su obra en colaboración), las palabras del
Jerigóndor
se revelan como símbolos de un idioma futuro. Correctamente entendidas, explican una técnica para entrar en un continuo cuatridimensional. Parecida idea se encuentra en la novela detectivesca de Frederic Brown, espléndidamente divertida, titulada
Night of the Jabberwock
El narrador de Brown es un carrolliano entusiasta. Se entera por Yehudi Smith, al parecer miembro de una sociedad de admiradores de Carroll llamada «The Vorpal Blades», de que las fantasías de Carroll no son en absoluto ficticias, sino reales en otro plano de existencia. Las claves de las fantasías están hábilmente ocultas en los tratados matemáticos de Carroll, especialmente en
Curiosa Mathematica
, y en sus poemas no-acrósticos, que son en realidad acrósticos de tipo más sutil. Ningún carrolliano puede permitirse ignorar
Night of the Jabberwock
. Esta excepcional obra de ficción tiene lazos estrechos con los libros de
Alicia
.
<<