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Authors: Lewis Carroll & Martin Gardner

Tags: #Clásico, Ensayo, Fantástico

Alicia ANOTADA (41 page)

[6] Eddington, en el capítulo final de
The Nature of the Physical World
, cita este comentario de la Reina Roja en relación con una sutil discusión de lo que él llama el «problema del disparate» del físico. En pocas palabras, Eddington afirma que, aunque sea un disparate para el físico afirmar la existencia de una realidad cualquiera más allá de las leyes de la física, es tan sensato como un diccionario al lado del disparate de suponer que tal realidad no existe.
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[7] Se han escrito tantos pasajes memorables en los que se compara la vida a una inmensa partida de ajedrez, que con todos ellos se podría hacer una abultada antología. Unas veces los jugadores son los hombres mismos que tratan de manejar a sus semejantes como si fuesen piezas de ajedrez. El siguiente pasaje pertenece a
Félix Holt
, de George Eliot:

«Imagina cómo sería una partida de ajedrez, si todas las piezas tuviesen sus pasiones y sus entendimientos, más o menos pequeños y astutos; si no estuvieses seguro no sólo de las piezas de tu adversario sino un poco inseguro también respecto de las tuyas propias; si tu Caballo pudiera deslizarse a otra casilla furtivamente; si tu Obispo [tu alfil], para ruina de tu Enroque, embaucase a tus Peones para que abandonasen su sitio; y si tus Peones, llenos de odio hacia ti porque son Peones, pudiesen irse de sus puestos asignados, dejándote expuesto a un jaque mate repentino. Aunque fueses el más sagaz de los razonadores deductivos podrías ser derrotado, sobre todo si confiases arrogantemente en tu imaginación matemática, y tratases a tus apasionadas piezas con desprecio.

»Sin embargo, este ajedrez imaginario es fácilmente comparable a la partida que el hombre tiene que jugar contra sus semejantes, utilizando como instrumentos a otros semejantes…»

Otras veces los jugadores son Dios y Satanás. William James maneja este punto de vista en su ensayo sobre
The Dilemma of Determinism
, y H. G. Wells lo repite en el prólogo de su preciosa novela sobre la educación
The Undying Fire
. Como el libro de Job, al que toma como modelo, el relato de Wells empieza con una conversación entre Dios y el demonio. Están jugando al ajedrez:

«Pero el ajedrez con el que juegan no es ese ajedrez pequeño e ingenioso originado en la India; es de una escala totalmente diferente. El Legislador del Universo crea el tablero, las piezas y las reglas; ejecuta todas las jugadas; puede hacer los movimientos que quiera siempre que pueda; a su adversario, en cambio, se le permite cometer un ligero e inexplicable error en cada jugada, por lo que necesita efectuar nuevas jugadas para corregirlos. El Creador decide y oculta el fin de la partida, y nunca se ve con claridad si el objeto del adversario es derrotarle o ayudarle en su inescrutable proyecto. Evidentemente, el adversario no puede ganar; pero tampoco puede perder, ya que debe hacer que el juego continúe. Pero al parecer está empeñado en impedir el desarrollo de ningún plan razonado de la partida.»

Otras veces, los mismos dioses son piezas de una partida superior, y los jugadores de esta partida son a su vez piezas, en una interminable jerarquía de tableros cada vez mayores. «Y hay alegría en lo alto», dice Madre Sereda, después de extenderse sobre este tema, en
Jurgen
, de James Branch Cabell, «pero es muy lejos».
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[8] Alicia se ha tropezado ya con Lily, hijita de la Reina Blanca y Peón Blanco, en el capítulo anterior. Puede que al elegir el nombre de Lily, Carroll pensase en su joven amiga Lilia Scott Macdonald (véase nota 2, cap. 1). A Lilia, su padre la llamaba
«my White Lily» («mi lirio blanco»)
, las cartas que le escribió Carroll (cuando había cumplido ya los quince años) contienen muchas bromas sobre lo avanzado de su edad. La afirmación aqui de que Lily es demasiado joven para jugar al ajedrez puede ser una de esas bromas.

Hay una referencia (en la biografía de Carroll escrita por Collingwood, pág. 427) sobre una gatita blanca llamada Lily («mi gatita imperial», llama la Reina Blanca a su hijita en el capítulo anterior), que Carroll regaló a una de sus amiguitas. Puede, sin embargo, que todo esto fuera después de escribir
A través del espejo.
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[9] Es probable que sea éste el pasaje más citado (por lo general, en relación con las situaciones políticas rápidamente cambiantes) de los libros de Alicia.
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[10] Una ojeada a la posición de las piezas en el diagrama del prefacio de Carroll nos muestra que Alicia (el Peón Blanco) y la Reina Roja están en casillas adyacentes. La primera jugada del problema acontece ahora, al desplazarse la Reina a 4TR (cuarta casilla de la fila de torre del Rey Rojo, contando desde el lado de las rojas en el tablero. En esta anotación, las casillas se enumeran siempre a partir del lado de la pieza que mueve).
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Capítulo III

[1] Los riachuelos son las seis líneas horizontales que separan a Alicia de la octava casilla en la que va a ser coronada reina. Cada vez que cruza una línea, su movimiento se señala en el texto con tres filas de puntos. Su primera jugada, P4D, es un movimiento de dos casillas: el único «viaje» largo permitido a un peón. Aquí salta a la tercera casilla, y luego el tren la traslada a la cuarta.
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[2] Una comparación del hombre vestido de papel blanco con las caricaturas de políticos que Tenniel publicó en el
Punch
deja muy poca duda de que la cara que hay debajo del gorro de papel es la de Benjamin Disraeli. Quizá Tenniel o Carroll, o los dos, pensaban en los «papeles blancos» (documentos oficiales) de que estos estadistas se encuentran rodeados.

El dibujo de Alicia es una copia deliberada de «Mi primer sermón», famoso cuadro de la época ejecutado por el artista Victoriano John Everett Millais. Tenniel ha conservado el sombrero (con su pluma) y el manguito, pero ha sustituido la biblia por un bolso. Carroll menciona el cuadro en su diario (7 de abril de 1864), en una anotación en la que describe una visita a Millais.

Spencer D. Brown, de Altadena, California, es quien lo descubrió y me escribió en 1968 notificándomelo. Añadía que el paralelo es más sorprendente aún si consideramos el dibujo como una combinación de «Mi primer sermón» y otro cuadro posterior de Millais: «Mi segundo sermón», en el que se ve a una muchacha dormida durante su segunda visita a la iglesia.
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[3] («
Lass, with care
»). En Inglaterra, los paquetes que contienen objetos de cristal suelen llevar una etiqueta que pone: «
Glass, with care
».
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[3a] (En inglés dice:
she's got a «head» on her
…). Agradezco a Martin Burkenroad de Panamá, su aclaración del significado de esta frase.
«Head»
era una palabra de argot Victoriano que significaba sello postal. Alicia tiene cabeza; por tanto, debe ser enviada por correo.
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[4] El salto del tren completa la jugada de Alicia: P4D. En el manuscrito original, Alicia se agarra al pelo de una señora mayor que va en el compartimiento, pero el 1 de junio de 1870, Tenniel le escribe a Carroll:

MI QUERIDO DODGSON:

Creo que cuando sobreviene el salto en la escena del tren, podría hacer que Alicia se agarrara a la
barba
del chivo, ya que es lo que más a mano tiene, en vez de hacerlo al pelo de la señora. La sacudida arrojaría prácticamente a uno sobre el otro.

Le ruego que no lo considere una grosería, pero me veo en la obligación de decirle que el capítulo de la «avispa» no me ha despertado el menor interés, y no encuentro manera de ilustrarlo. Si quiere acortar el libro, no puedo por menos de pensar —con toda sumisión— que
ésta
es su oportunidad.

Con angustiosa premura,

le saluda atentamente,

J. Tenniel

Carroll aceptó las dos sugerencias, y suprimió a la señora y el capítulo XIII sobre la avispa. Desgraciadamente, no ha sobrevivido nada de dicho capítulo.
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[4a] «
Snapdragon
» (o «
flapdragon
» [también «boca de dragón»]) es el nombre de un pasatiempo navideño que encantaba a los niños de la época victoriana: se llenaba de coñac un cuenco poco hondo; se echaban pasas dentro, y se prendía fuego al coñac. Los jugadores tenían que sacar las pasas de entre las llamas azulencas y metérselas en la boca todavía ardiendo. Las pasas ardiendo se llamaban también
«snapdragons».
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[5] (En inglés):
«Frumenti»
(budín de trigo), y
«minee-pie»
(pastel relleno de fruta picada).
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[6] Alicia está pensando, naturalmente, en «Liddell», su apellido. Con «L» empieza también «Lily», nombre del Peón Blanco cuyo sitio en la partida ha ocupado Alicia.

Quizá, como sugieren los lectores Josephine S. J. Dyck y la señora Carlton S. Hyman, Alicia recuerda vagamente que el sonido de su primer nombre parece empezar por «L»: «L…is» (en su pronunciación inglesa).
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[7] El bosque en el cual las cosas no tienen nombre es en realidad el universo mismo, independientemente de las criaturas manipuladoras de símbolos que ponen etiquetas a sus elementos porque —como Alicia comentaba antes con pragmática sabiduría— «es útil para la gente que los nombra». El darse cuenta de que el mundo en sí no contiene signos, que no hay conexión alguna entre las cosas y sus nombres salvo en la mente que encuentra útiles las etiquetas… no es una idea filosófica trivial, ni mucho menos. La alegría del cervatillo al recordar su nombre recuerda uno de los viejos chistes sobre Adán, que le pone al tigre el nombre de tigre porque
parece
un tigre.
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[8] Carroll hace claramente que esta cláusula final y el título del capítulo siguiente formen un pareado:

Feeling sure that they must be

Tweedledum and Tweedledee.
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Capítulo IV

[1] En el decenio de 1770 hubo una enconada rivalidad entre el compositor anglo-germano Georg Friedrich Händel , y el compositor italiano Giovanni Battista Bononcini. Hohn Byrom, autor de himnos y profesor de taquigrafía del siglo XVIII, describe así la controversia:

Unos dicen que, al lado de Bononcini,

Mynheer Händel es un babieca;

otros que, comparado con Händel,

aquél no aguanta una vela.

Extraña toda esta diferencia resulta

entre Patachún y Patachunta.

No se sabe si la poesía infantil sobre los hermanos Patachunta hacía referencia originalmente a esta famosa batalla musical, o si Byrom tomó el último verso de una poesía más antigua (véase el
Oxford Dictionary of Nursery Rhymes
1952, preparado por Iona y Peter Opie, pág. 418).
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[2] Patachún y Patachunta son lo que los geómetras llaman «enantiomorfos» formas idénticas en espejo. Que Carroll pretendía esto nos lo sugiere vivamente la palabra favorita de Patachún: «al revés», y el hecho de extender la mano derecha uno y la izquierda el otro, para estrechar las de Alicia. El dibujo de Tenniel de los dos enantiomorfos pertrechados para el combate, de pie en posturas idénticas, indica que imaginaba a los gemelos de la misma manera. Obsérvese cómo la posición de los dedos de la mano derecha de Patachunta (¿o es Patachún?; la collera se la había puesto Chun, pero el cazo le señala como Chunta) se corresponde exactamente con la de los dedos de la izquierda de su hermano.
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[3] Esta obra maestra del disparate está en el metro del
Dream of Eugene Aram
, de Thomas Hood; pero sólo satiriza el estilo del poema de Hood. Como advertencia contra la tendencia a encontrar demasiados simbolismos intencionados en los libros de
Alicia
, conviene recordar que cuando Carroll entregó el manuscrito de este poema a Tenniel para que lo ilustrase, le brindó al artista la posibilidad de dibujar un carpintero, una mariposa o un baronet. Cada una de estas palabras encajaba con la disposición de la rima, y Carroll no tenía ninguna preferencia en lo que se refiere al disparate. Tenniel eligió el carpintero. El gorro en forma de caja de papel que Tenniel ha puesto en la cabeza del carpintero no se lo ponen ya los carpinteros. Sin embargo, los operarios de las prensas de periódicos los siguen usando bastante: los confeccionan ellos mismos, plegando una hoja en blanco de imprimir, y los llevan para no mancharse el pelo de tinta. J. B. Priestley ha escrito un artículo divertido sobre «La Morsa y el Carpintero» (
New Statesman
, 10 de agosto de 1957, pág. 168) en el que interpreta las dos figuras como arquetipos de dos clases de políticos.
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[4]
Cabbages and Kings
es el título del primer libro de O. Henry. Los primeros cuatro versos de esta estrofa son los más conocidos y más frecuentemente citados del poema. En «The Adventure of the Mad Tea Party», el último relato de
The Adventures of Ellery Queen
, estos versos son un elemento importante del curioso método detectivesco para sacarle una confesión al asesino.
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[5] Para la opereta
Alicia
, de Savile Clarke, Carroll añadió una estrofa más:

El Carpintero dejó de llorar:

la Morsa dejó de gemir:

acabaron con las ostras

y se echaron a dormir:

y de su astucia y crueldad

el castigo recibir.

Una vez dormidos la Morsa y el Carpintero, salen a escena los espectros de las ostras, a cantar y bailar y castigar a los durmientes pateándoles el pecho. Carroll (y al parecer los espectadores coincidían con él) consideraba que esto aportaba un final más eficaz al episodio, y también aplacaba un poco a los espectadores simpatizantes con las ostras.

El espectro de la primera ostra baila una mazurca y canta:

El Carpintero duerme pringado de mantequilla;

¡el vinagre y la pimienta le salpican la barbilla!

que las ostras te acunen, como es derecho,

¡y si no, nos sentaremos sobre tu pecho!

¡Sobre tu pecho! ¡Sobre tu pecho!

¡Lo más sencillo es sentarnos sobre tu pecho!

El espectro de la segunda ostra baila un baile marinero llamado
horn-pipe, y
canta:

¡Oh, doliente, Morsa, tus lágrimas son vergonzosas!

Más glotona eres de ostras que los niños de compota.

Quieres a las Ostras para hacer la comida apetitosa.

¡Perdona, Morsa perversa, por patearte el pecho!

¡Por patearte el pecho! ¡Por patearte el pecho!

¡Perdona, Morsa perversa, por patearte el pecho!

(Tomo todas estas estrofas de las notas de Roger Green en
The Diarios of Lewis Carroll
, vol. II, págs. 446-447.)
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