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Authors: Kim Stanley Robinson

Tiempos de Arroz y Sal (62 page)

BOOK: Tiempos de Arroz y Sal
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Ibrahim estaba desesperado.

—Ahora, en el corazón de los represores, todos los musulmanes de China son jahriyas.

—Tal vez sea así —decía Kang cínicamente—, pero veo que eso no les impide aceptar las tierras de los jahriyas confiscadas por el gobierno.

Pero también era cierto que de repente estaban surgiendo órdenes jahriyas por todas partes, en el Tíbet, en el Turquestán, en Mongolia, en Manchuria y por todo el sur hasta el lejano Yunán. Ninguna otra secta musulmana había atraído nunca a tantos seguidores, y muchos de los refugiados que llegaban atropelladamente escapando de las guerras del lejano occidente se adherían a los jahriyas apenas llegaban, felices — después de la confusión de la guerra civil musulmana— de unirse a una jihad franca y sencilla contra los infieles.

Incluso durante todo el conflicto, Ibrahim y la pesadamente embarazada Kang solían retirarse por las tardes a la terraza a observar cómo el agua del río Tao se mezclaba con el río Amarillo. Hablaban de las noticias y del trabajo cotidiano y comparaban poemas y textos religiosos, como si esto fuera lo único realmente importante. Kang intentaba aprender el alfabeto arábico, algo que le resultaba bastante difícil pero instructivo.

—Mira —solía decir—, la verdad es que, con este alfabeto, no hay manera de escribir los sonidos chinos. ¡Seguro que lo mismo pasa al revés!

Ella hacía gestos señalando la confluencia de los ríos.

—Tú has dicho que los dos pueblos pueden mezclarse como el agua de esos dos ríos. Tal vez sea así. Pero observa la onda que se forma allí donde se encuentran. Mira el agua clara, aún visible en la amarilla.

—Pero cien lis aguas abajo... —sugirió Ibrahim.

—Tal vez. Sólo me pregunto. En serio, debes convertirte en uno de estos sijs de los que hablas, que combinan lo mejor de las antiguas religiones y crean algo nuevo.

—¿Qué hay del budismo? —preguntó Ibrahim—. Dices que ya ha cambiado completamente la religión china. ¿Cómo podemos aplicarlo de la misma manera al islamismo?

Ella lo pensó un buen rato.

—No estoy segura de que eso sea posible. Buda dijo que no hay dioses; antes bien, hay seres sensibles en todas las cosas, incluso en las nubes y en las rocas. Todo es sagrado.

Ibrahim suspiró.

—Tiene que haber un dios. El universo no pudo haber surgido de la nada.

—Eso no lo sabemos.

—Yo creo que Alá lo creó. Pero bien podría ser que ahora dependiera de nosotros. Nos ha dado libre albedrío para decidir qué haríamos. Una vez más, islam y China podrían tener dos partes de la misma, única y absoluta verdad. Tal vez el budismo tiene otra parte. Y lo que tenemos que hacer es ver el todo. O todo terminará siendo desolación.

La oscuridad cayó sobre el río.

—Debéis elevar al islamismo al próximo nivel —dijo Kang.

Ibrahim se estremeció.

—El sufismo ha estado intentando hacer eso durante siglos. Los sufis intentan elevarse, los wahabitas los hunden otra vez, asegurando que nada puede mejorarse, que no puede haber progreso. ¡Y aquí el emperador aplasta a los dos!

—No es así. La Antigua Enseñanza tiene cierta reputación ante la ley imperial; los libros de tu querido Liu Zhu forman parte de la colección imperial de libros sagrados. No pasa lo mismo que con los taoístas. Ni siquiera el budismo goza del respeto del emperador, comparado con el islamismo.

—Así solía ser —dijo Ibrahim—. Mientras todo estuviera en orden, aquí en el oeste. Ahora, estos jóvenes precipitados están empeorando la situación, acabando con cualquier posibilidad de coexistencia.

Ante aquello no había nada que Kang pudiera decir. Eso era lo que ella había estado diciendo sin cesar.

Ahora el cielo ya estaba completamente oscuro. Ningún ciudadano prudente estaría paseando por las calles de la pequeña y violenta ciudad, a pesar de que estaba amurallada. Era demasiado peligroso.

Junto con una nueva afluencia de refugiados del oeste llegaron noticias. Aparentemente el sultán otomano había formalizado algunas alianzas con los emiratos de las estepas al norte del mar Negro, estados descendientes de la Horda de Oro, que no hacía mucho tiempo habían salido del caos y juntos habían derrotado a los ejércitos del imperio safavida, destruyendo el baluarte chiíta en Irán, y siguiendo hacia el este, a los desorganizados emiratos de Asia central y de la Ruta de la Seda. El resultado fue el caos en todo el centro del mundo, más guerra en Irak y en Siria, la extensión de la hambruna y la destrucción; aunque se decía que con la victoria otomana la paz podía llegar a la mitad occidental del mundo. Mientras tanto, miles de musulmanes chiítas se encaminaban hacia el este más allá del Pamir, donde pensaban que los que tenían el poder eran reformistas bien dispuestos. Aparentemente, no sabían que China estaba allí.

—Cuéntame más de lo que dijo Buda —solía decir Ibrahim por las tardes en la terraza—. Tengo la impresión de que todo es muy primitivo y centrado en sí mismo. Ya sabes: las cosas son como son, uno se adapta a eso, se preocupa por uno mismo. Todo está muy bien. Pero evidentemente las cosas en este mundo no están muy bien. ¿Puede el budismo hablar de eso? ¿Hay una posibilidad que se insinúe siquiera en él, de la misma manera en que hay afirmaciones?

—«Si quieres ayudar a otros, practica la compasión. Si quieres ayudarte a ti mismo, practica la compasión.» Esto es lo que dijo el Dalai Lama de los tibetanos. Y el propio Buda le dijo a Sigala, quien rendía culto a las seis direcciones, que la noble disciplina interpretaría las seis direcciones como padres, maestros, cónyuge e hijos, amigos, sirvientes y empleados, y gente religiosa. Todos ellos deberían ser adorados, dijo. Adorados, ¿entiendes? Como cosas sagradas. ¡La gente que te rodea! De esta manera, la vida cotidiana se convierte en una forma de culto, ¿entiendes? No es cuestión de rezar el viernes, y aterrorizar al mundo el resto de la semana.

—Esto no es lo que pide Alá, te lo aseguro.

—No. Pero vosotros tenéis la jihad, ¿verdad? Y ahora parece que todo Dar al-Islam está en guerra, luchando unos contra otros o contra otros países. Los budistas nunca conquistan nada. En las diez directivas de Buda para el Rey Bueno, la no-violencia, la compasión y la bondad son la esencia de más de la mitad de ellas. Asoka había devastado la India cuando era joven, y luego se convirtió al budismo, y nunca mató a otro hombre. Era el rey bueno en persona.

—Pero no muy imitado.

—Es cierto. Pero vivimos en una época bárbara. El budismo se propaga a través de la gente que se convierte por sus propios deseos de paz y buenas acciones. Pero el poder se condensa alrededor de aquellos que están deseando utilizar la fuerza. El islamismo usará la fuerza, el emperador usará la fuerza. Gobernarán el mundo. O lucharán por él, hasta que todo sea destruido.

—Lo que me resulta interesante de todas esas figuras religiosas de tiempos inmemorables —dijo ella en otra ocasión— es que sólo Buda no sostuvo que era un dios ni que estaba hablando con Dios. Todos los otros aseguraron que eran Dios, o el hijo de Dios, o que estaban escribiendo al dictado de Dios. Mientras que Buda simplemente dijo: no hay dios. El universo en sí es sagrado, los seres humanos son sagrados, todos los seres sensibles son sagrados y pueden trabajar para ser iluminados y sólo debe prestarse atención a la vida cotidiana, al camino del medio, y dar gracias y adorar mediante las acciones cotidianas. Es la religión que tiene menos pretensiones. Ni siquiera es una religión, sino más bien un modo de vivir.

—¿Qué hay de estas estatuas de Buda que se ven por todas partes y del culto que se practica en los templos budistas? Tú misma pasas mucho tiempo rezando.

—En parte, Buda es venerado como el hombre ejemplar. Las mentes sencillas pueden creer todo lo contrario, sin duda. Pero sobre todo ésta es gente que rinde culto a todo lo que se mueve, y Buda no es más que un dios entre muchos otros. No entienden la idea. En la India lo han convertido en una encarnación de Vishnu, una encarnación que está intentando deliberadamente engañar a la gente para que se aleje de la adoración adecuada de Brahma, ¿no es así? No, mucha gente no entiende la idea. Pero la idea está ahí para que todos puedan verla, si quisieran.

—¿Y tus oraciones?

—Rezo por ver mejor las cosas.

La insurrección jahriya fue aplastada con bastante rapidez, y la parte occidental del imperio aparentemente quedó en paz. Pero ahora había fuerzas con raíces profundas, que se habían convertido en movimientos clandestinos de resistencia y que trabajaban sin descanso para desencadenar una rebelión musulmana. Ibrahim temía que incluso la Gran Empresa no fuera algo totalmente imposible. La gente hablaba de disturbios en el interior, de sociedades y hermandades secretas han, dedicadas al eventual derrocamiento de los gobernadores manchúes y al regreso de los Ming. Así que el gobierno imperial ni siquiera podía confiar en los chinos han; después de todo la dinastía era de los manchúes, unos forasteros, y el extremadamente puntilloso confucianismo del emperador Qianlong era incapaz de oscurecer este hecho básico de la situación. Si los musulmanes de la parte occidental del imperio llegaban a sublevarse, habría chinos en el interior y en las costas del sur que verían ahí una oportunidad para realizar su propia rebelión; y el imperio podría hacerse añicos. Desde luego, parecía que el
sheng shi
, el cénit de este ciclo dinástico en particular (si es que existía semejante cosa), había pasado.

Ibrahim dirigió repetidas veces un memorial al emperador con respecto a aquel peligro, recomendándole encarecidamente que en favor del imperio abrazara la Antigua Enseñanza aun con más firmeza, convirtiendo así el islamismo en una de las religiones imperiales tanto en la ley como en los hechos, tal como China había abrazado el budismo y el taoísmo en el pasado.

Nunca recibió respuesta alguna a sus memorándums y a juzgar por el contenido de la hermosa caligrafía roja al pie de otras peticiones devueltas por el emperador a Lanzhou, parecía poco probable que las de Ibrahim tuvieran mejor recibimiento.

«¿Por qué estoy rodeado de bribones y de tontos?», decía un comentario imperial, «las arcas se han estado llenando de oro y de plata de Yingzhou durante cada año de nuestro gobierno y nunca hemos sido tan prósperos».

Tenía razón, sin duda; sabía más acerca del imperio que ninguna otra persona. Aun así, Ibrahim perseveraba. Mientras tanto llegaban más y más refugiados que entraban en manada desde el este, hasta que el corredor Gansu, Shaanxi y Xining estuvieron atestados de recién llegados, todos ellos musulmanes, pero no necesariamente amistosos unos con otros, y ajenos a sus anfitriones chinos. Lanzhou parecía estar prosperando; los mercados estaban muy concurridos, las minas, las fundiciones, las herrerías y las fábricas continuaban produciendo armas, y nuevas máquinas de todo tipo: trilladoras, telares, carretas. Pero el destartalado extremo oeste de la ciudad ahora se extendía muchos lis a lo largo del río Amarillo y las dos orillas del río Tao eran barrios bajos, donde la gente vivía en tiendas de campaña o al aire libre. Nadie en la ciudad reconocía ya el lugar y, por la noche, todos se encerraban en su casa, si eran prudentes.

Niño mío, que llegas a este mundo, ten cuidado adónde vas.

Hay tantas maneras de que las cosas salgan mal; a veces tengo miedo.

Si tan sólo viviéramos en la Edad de la Paz Grande, yo estaría feliz al ver tu cara inocente mirando el vuelo de los gansos hacia el sur en otoño.

Una vez, Kang estaba ayudando a Ibrahim a poner orden en el montón de libros y papeles, tinteros y pinceles que él tenía en su estudio, y se detuvo para leer una página de su trabajo.

«La historia puede verse como una serie de enfrentamientos entre civilizaciones, y son estos enfrentamientos los que crean el progreso y la innovación. Quizás esto no suceda en el momento mismo del choque, generalmente transido de trastornos y guerras, sino detrás de las líneas del conflicto, donde las dos culturas están sobre todo intentando definirse a sí mismas y prevalecer, a menudo se produce un rápido y gran progreso, con trabajos de permanente distinción en las artes y en las técnicas. Las ideas florecen a medida que la gente intenta hacer frente a los problemas y, con el tiempo, la competencia claudica ante las ideas más fuertes, las más flexibles, las más generosas. Así es que Fulán, la India y Yingzhou están prosperando en su desorden y desconcierto, mientras que China se hace cada vez más débil debido a su naturaleza monolítica, a pesar de la enorme inyección de oro proveniente del otro lado del Dahai. Ninguna civilización podría progresar sola; siempre es una cuestión del enfrentamiento de dos o más de ellas. De la misma manera en que las olas en la costa nunca suben tanto como cuando el retroceso de una anterior cae sobre la que llega, y una línea blanca de agua se lanza a una altura sorprendente. Puede que la historia no se parezca tanto a las estaciones del año como a las olas en el mar, yendo para aquí y para allá, cruzándose, formando dibujos, a veces un triple pico, exactamente una Montaña Diamante de energía cultural, durante un tiempo.» Kang bajó la hoja y miró a su esposo con cariño.

—Si tan sólo fuera cierto —se dijo a sí misma.

—¿Qué? —preguntó él levantando la vista para mirarla.

—Eres un buen hombre, esposo. Pero podría ser que te hayas propuesto una tarea imposible, sólo por tu bondad.

Más tarde, en el año cuarenta y cuatro del reinado del emperador Qianlong, llovió durante todo el tercer mes. En todas partes la tierra se inundó, justo cuando Kang Tongbi se acercaba a la fecha de parto. Nadie podía saber si la rebelión general en el oeste se había desencadenado por la miseria provocada por las inundaciones o si había sido provocada intencionadamente para aprovechar la confusión del desastre. Pero los insurgentes musulmanes atacaban a una ciudad tras otra, y mientras las facciones chiíta, wahabita, jahriya y khafiya se mataban mutuamente en mezquitas y callejuelas, las compañías Qing también cayeron ante los ataques furiosos de los rebeldes. La situación se puso tan seria que corrió el rumor de que la mayor parte del ejército imperial se dirigía hacia el oeste; pero entre tanto la devastación se extendía, y en Gansu comenzaron a escasear los alimentos.

Lanzhou fue asediada una vez más, esta vez por una coalición de rebeldes musulmanes inmigrantes de todas las sectas y nacionalidades. El hogar de Ibrahim hizo todo lo posible por proteger a la señora de la casa en sus últimos días de embarazo. Pero a pesar de que normalmente es caudaloso, el río Amarillo había crecido peligrosamente con las lluvias, y el hecho de que la casa estuviera situada en la confluencia con el Tao empeoraba aún más las cosas. El alto acantilado de la ciudad comenzó a no parecer tan alto. Daba miedo ver los ríos tan sorprendentemente crecidos, marrones y espumosos en las partes más elevadas de la orilla. Finalmente, el día quince del décimo mes, cuando el ejército imperial estaba a apenas un día de marcha río abajo, y por lo tanto el alivio del asedio estaba casi a la vista, la lluvia cayó con más fuerza que nunca, y los ríos se desbordaron e inundaron vastas zonas.

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