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Authors: James A. Daron | Robinson Acemoglu
Sin duda, la transición a la agricultura condujo a una mayor productividad agrÃcola y permitió una expansión significativa de la población. Por ejemplo, en lugares como Jericó y Abu Hureyra se observa que el pueblo agrÃcola inicial era mucho mayor que el preagrÃcola. En general, los pueblos crecieron entre dos y seis veces después de la transición. Además, muchas de las consecuencias que tradicionalmente se ha defendido que fluyeron tras esta transición sin duda tuvieron lugar. Hubo una mayor especialización en las profesiones, un progreso tecnológico mucho más rápido y, probablemente, se desarrollaron instituciones polÃticas más complejas y posiblemente menos igualitarias. Sin embargo, que esto ocurriera en un sitio concreto no estuvo determinado por la disponibilidad de especies de plantas y animales, sino porque la sociedad experimentó los tipos de innovaciones institucionales, sociales y polÃticas que habrÃan permitido que apareciera la vida sedentaria y, posteriormente, la agricultura.
El Largo Verano y la presencia de cultivos y especies de animales permitieron que esto tuviera lugar, pero no determinaron dónde ni cuándo exactamente, sino que sucediera después de que el clima se hubiera vuelto más cálido. De hecho, lo determinaron la interacción de una coyuntura crÃtica, el Largo Verano, con pequeñas pero importantes diferencias institucionales. A medida que el clima se hizo más cálido, algunas sociedades, como la natufiense, desarrollaron elementos de jerarquÃa e instituciones centralizadas, pero a una escala muy pequeña en relación con la de los Estados-nación modernos. Como los bushongs bajo Shyaam, las sociedades se reorganizaron para aprovechar las mayores oportunidades que ofrecÃa el exceso de animales y plantas silvestres y, sin duda, fueron los miembros de la élite polÃtica los principales beneficiados de estas nuevas oportunidades y del proceso de centralización polÃtica. Otros lugares que tenÃan instituciones un poco distintas no permitieron a sus élites polÃticas que aprovecharan del mismo modo esta coyuntura y quedaron rezagados en su proceso de centralización polÃtica y en la creación de sociedades asentadas, agrÃcolas y más complejas. Aquello sentó las bases para una divergencia posterior exactamente del tipo que hemos visto con anterioridad. Una vez que aparecÃan estas diferencias, se extendÃan a algunos lugares pero no a otros. Por ejemplo, la agricultura se extendió a Europa desde Oriente Próximo a partir de 6500 a. C., sobre todo como consecuencia de la migración de agricultores. En Europa, las instituciones se distanciaron de otras partes del mundo, como Ãfrica, donde las instituciones iniciales habÃan sido diferentes y las innovaciones puestas en marcha por el Largo Verano en Oriente Próximo sucedieron mucho más tarde, e, incluso entonces, adoptaron una forma muy distinta.
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Las innovaciones institucionales de los natufienses casi con toda probabilidad se fundamentaron en la revolución neolÃtica, pero no dejaron un simple legado en la historia del mundo y no condujeron inexorablemente a la prosperidad a largo plazo de sus tierras de origen en los actuales Estados de Israel, Palestina y Siria. Siria y Palestina son partes del mundo moderno relativamente pobres y la prosperidad de Israel fue, en general, importada por el asentamiento de población judÃa después de la segunda guerra mundial y su nivel elevado de educación y fácil acceso a tecnologÃas avanzadas. El desarrollo inicial de los natufienses no pasó a ser prolongado por la misma razón que se detuvo el desarrollo soviético. A pesar de que fue muy significativo, e incluso revolucionario para su tiempo, era un desarrollo bajo instituciones extractivas. Para la sociedad natufiense, también era probable que este tipo de desarrollo creara conflictos profundos sobre quién controlarÃa las instituciones y la extracción que permitÃa. Para cada élite que se beneficia de una extracción, existe una no élite que querrÃa sustituirla. En ocasiones, las luchas internas simplemente sustituyen a una élite por otra. En otros casos, destroza toda la sociedad extractiva y desencadena un proceso de colapso estatal y social, como experimentó la espectacular civilización que construyó las ciudades-Estado mayas hace más de mil años.
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La extracción inestable
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La agricultura apareció de forma independiente en varios lugares del mundo. En lo que hoy es México, las sociedades formaron estos Estados y asentamientos estables y pasaron a la agricultura. Como los natufienses en Oriente Próximo, también consiguieron cierto nivel de desarrollo económico. De hecho, las ciudades-Estado mayas del área del sur de México, Belice, Guatemala y el oeste de Honduras, construyeron una civilización bastante sofisticada con su propio tipo de instituciones extractivas. La experiencia maya ilustra no solamente la posibilidad de desarrollo bajo instituciones extractivas, sino también otro lÃmite fundamental para este tipo de crecimiento: la inestabilidad polÃtica que aparece y que, en última instancia, conduce al colapso tanto de la sociedad como del Estado a medida que los diferentes grupos y personas luchan para llegar a convertirse en los extractores.
Las ciudades mayas se empezaron a desarrollar alrededor de 500 a. C. y finalmente fracasaron en algún momento del siglo
I
d. C. Entonces, apareció un nuevo modelo polÃtico, que sentó las bases para la era clásica, entre 250 y 900 d. C. Este perÃodo marcó el florecimiento total de la cultura y la civilización mayas. Sin embargo, esta civilización más sofisticada también sucumbirÃa en el curso de los siguientes seiscientos años. Cuando los conquistadores españoles llegaron a principios del siglo
XVI
, los grandes templos y palacios de sitios mayas como Tikal, Palenque y Calakmul se habÃan desvanecido en la selva y no se volverÃan a descubrir hasta el siglo
XIX
.
Las ciudades mayas nunca se unieron en un imperio, aunque algunas estaban subordinadas a otras y, a menudo, parecen haber cooperado, sobre todo en guerras. La conexión principal entre las ciudades-Estado de la región, cincuenta de las cuales se pueden reconocer por sus propios glifos, es que sus habitantes hablaban unas treinta y una lenguas mayas, distintas pero estrechamente relacionadas. Los mayas desarrollaron un sistema de escritura, y existen como mÃnimo quince mil inscripciones que describen muchos aspectos de la cultura, la religión y la vida de la élite. Además, tenÃan la cuenta larga, un calendario sofisticado para registrar fechas que se parecÃa mucho a nuestro calendario, ya que contaba el transcurso de los años desde una fecha fija y era utilizado por todas las ciudades mayas. La cuenta larga empezó en el año 3114 a. C., aunque no sepamos qué significado daban los mayas a esta fecha, que hace referencia a un tiempo que precede a la aparición de cualquier cosa parecida a la sociedad maya.
Los mayas eran albañiles hábiles que inventaron el cemento. Sus construcciones e inscripciones proporcionan información vital sobre las trayectorias de las ciudades, ya que a menudo registraban acontecimientos fechados de acuerdo con la cuenta larga. Al estudiar todas las ciudades mayas, los arqueólogos pueden contar cuántos edificios se acabaron en años concretos. Alrededor del año 500 a. C., habÃa pocos monumentos fechados. Por ejemplo, la fecha de la cuenta larga correspondiente al año 514 a. C. registraba solamente diez. Hubo un aumento constante, que llegó a veinte en el año 672 d. C. y a cuarenta a mediados del siglo
VIII
. Después, el número de monumentos datados se desploma. En el siglo
IX
, es inferior a diez al año y en el siglo
X
, es de cero. Estas inscripciones que incluÃan fechas nos dan una imagen clara de la expansión de las ciudades mayas y su posterior declive a partir de finales del siglo
VIII
.
Este análisis de fechas puede complementarse examinando la lista de reyes que registraron los mayas. En la ciudad maya de Copán, actualmente en el oeste de Honduras, hay un monumento famoso conocido como Altar Q que registra los nombres de todos los reyes desde el fundador de la dinastÃa K'inich Yax K'uk' Mo', o «Primer Rey Dios Sol Verde Quetzal Guacamayo», llamado asà en honor no solamente al Sol, sino también al de dos pájaros exóticos de la selva de América Central cuyas plumas eran muy apreciadas por los mayas. K'inich Yax K'uk' Mo' llegó al poder en Copán en 426 d. C., dato que sabemos por la fecha de la cuenta larga del Altar Q, y fundó una dinastÃa que reinarÃa durante cuatrocientos años. Algunos de los sucesores de K'inich Yax también tenÃan nombres llamativos. El glifo del trigésimo gobernante se traduce como «18 Conejo», a quien siguieron «Humo Mono» y «Humo Concha», que murió en 763 d. C. El último nombre del altar es el rey Yax Pasaj Chan Yoaat o «Dios de la Primera Luz del Ocaso», que fue el decimosexto gobernante de esta lÃnea y asumió el trono tras la muerte de Humo Concha. Después de él, solamente conocemos a un rey más, Ukit Took («Rey Patrono de Pedernal») a partir de un fragmento de un altar. Después de Yax Pasaj, las construcciones y las inscripciones se detuvieron y parece que la dinastÃa fue derrocada al cabo de poco tiempo. Ukit Took probablemente no fuera el pretendiente real al trono, sino un pretendiente más.
Existe otra forma de ver estas pruebas de Copán, la desarrollada por los arqueólogos Ann Corinne Freter, Nancy Gonlin y David Webster. Estos investigadores registraron el auge y el declive de Copán examinando la extensión del asentamiento en el valle de Copán durante un perÃodo de 850 años, de 400 d. C. a 1250 d. C., utilizando una técnica denominada hidratación de obsidiana, que calcula el contenido de agua de ésta en la fecha en la que se extrajo. Una vez obtenida, el agua cae a un ritmo conocido, lo que permite calcular la fecha en la que se extrajo un trozo de obsidiana. Freter, Gonlin y Webster fueron capaces de trazar un mapa para situar en qué lugar del valle de Copán se habÃan encontrado los trozos de obsidiana datada y hacer un seguimiento de la expansión de la ciudad y su declive posterior. Como es posible hacer un cálculo razonable del número de casas y edificios de una zona en particular, se puede estimar la población total de la ciudad. En el perÃodo entre 400 y 449 d. C., la población era insignificante, estimada en unas seiscientas personas, y aumentó de forma constante hasta alcanzar un pico de veintiocho mil entre los años 750 y 799 d. C. Aunque no parezca una cifra elevada para los criterios urbanos contemporáneos, era enorme para aquel perÃodo; en aquel entonces, Copán tenÃa más habitantes que Londres o ParÃs. Sin duda, otras ciudades mayas, como Tikal y Calakmul, eran mucho más grandes. De acuerdo con las pruebas de las fechas de la cuenta larga, la población alcanzó su máximo histórico en Copán el año 800 d. C. Después empezó a descender y en el año 900 d. C. era de alrededor de quince mil personas. A partir de entonces, continuó la caÃda y, hacia el año 1200 d. C., el número de habitantes habÃa vuelto a ser el mismo que ochocientos años antes.
La base del desarrollo económico de la era clásica maya era la misma que para los bushongs y los natufienses: la creación de instituciones extractivas con algún tipo de centralización estatal. Estas instituciones tenÃan varios elementos clave. Alrededor del año 100 d. C. en la ciudad de Tikal de Guatemala, apareció un nuevo tipo de reino dinástico. Una clase dirigente basada en el
ajaw
(señor o gobernante) arraigó con un rey llamado
k'uhul ajaw
(señor divino) y, bajo él, una jerarquÃa de aristócratas. El señor divino organizaba la sociedad con la cooperación de estas élites y también se comunicaba con los dioses. Que sepamos, este nuevo grupo de instituciones polÃticas no permitió ningún tipo de participación popular, pero aportó estabilidad. El
k'uhul ajaw
cobraba impuestos a los agricultores y organizaba la mano de obra para que construyera los grandes monumentos, y la coalescencia de estas instituciones creó la base para que hubiera una impresionante expansión económica. La economÃa maya se basaba en una especialización ocupacional amplia, con hábiles alfareros, tejedores, carpinteros y creadores de herramientas y adornos. También comerciaban con obsidiana, pieles de jaguar, conchas marinas, cacao, sal y plumas, entre ellos y con otros Estados situados a largas distancias en México. Probablemente tuvieran dinero y, como los aztecas, utilizaban los granos de cacao como moneda.
La era clásica maya se fundó sobre la creación de instituciones polÃticas extractivas, de una forma muy parecida a la de los bushongs, en la que el Yax Ehb' Xook de Tikal tuvo un papel similar al del rey Shyaam. Las nuevas instituciones polÃticas condujeron a un aumento significativo de la prosperidad económica, gran parte de la cual fue extraÃda entonces por la nueva élite relacionada directamente con el
k'uhul ajaw.
Una vez que se consolidó este sistema, alrededor del año 300 d. C., hubo pocos cambios tecnológicos adicionales. Aunque haya pruebas de la mejora del riego y de las técnicas de gestión del agua, la tecnologÃa agrÃcola era rudimentaria y, aparentemente, no cambió. Las técnicas artÃsticas y las de construcción se hicieron mucho más sofisticadas con el tiempo, pero, en conjunto, hubo poca innovación.
Tampoco hubo destrucción creativa. Sin embargo, existieron otras formas de destrucción, ya que la riqueza que creaban las instituciones extractivas para el
k'uhul ajaw
y la élite maya condujo a una guerra constante que empeoró con el tiempo. La secuencia de los conflictos está registrada en las inscripciones mayas, con glifos especiales que indican que tuvo lugar una guerra en una fecha concreta en la cuenta larga. El planeta Venus era el patrón celestial de la guerra, y los mayas consideraban que algunas fases de la órbita de este planeta eran particularmente favorables para librar guerras. El glifo que indicaba la guerra, conocido como «estrella-guerra» por los arqueólogos, muestra una estrella tirando un lÃquido que podrÃa ser agua o sangre sobre la Tierra. Las inscripciones también revelan patrones de alianza y competencia. HabÃa largas luchas por el poder entre los Estados más grandes, como Tikal, Calakmul, Copán y Palenque, y otros más pequeños subyugados a un estatus de vasallos. Las pruebas de estas luchas proceden de los glifos que marcaban las ascensiones reales. Durante este perÃodo, empiezan indicando que los Estados más pequeños entonces estaban dominados por un gobernante exterior.