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Authors: Chuck Palahniuk

Tags: #Humor, Intriga

Pigmeo (5 page)

Igual de rápido, el agente Tibor sustrae fortuna de papel del plato. El agente Chernok extravía en secreto un gran lucro.

La mano del líder del culto continúa presionando el esternón de Magda por debajo del agua que la envuelve. La mano opuesta del líder está abierta por encima de la cabeza propia, con el brazo extendido del todo y abierta en dirección al techo. Con el brazo apuntando al techo y los dos ojos cerrados. Y entonces los labios del diablo Tony articulan las palabras:

—Que esta diminuta criatura de Dios perezca y renazca en la perfección.

El torso del líder del culto está inclinado por encima de la superficie del agua de la cuba. Las piernas del líder arraigadas en las inmediaciones acuáticas de la agente Magda. La boca del líder se mueve y dice:

—Solo pedimos que esta humilde criatura abra su corazón a la bondad de Tu sangre...

Al momento siguiente, la banderola de seda a rayas del líder del culto se sale de la ranura que hay al frente de la blusa del líder. Del sitio donde estaba guardada entre los botones, la banderola se escapa y se queda colgando, desciende para asentarse en el líquido acuático y por fin sumerge una espiral serpenteante en el agua transparente para hacer cosquillas en la cara carente de aire de la agente Magda. Las dos manos de esa agente emergen con un estallido del agua plácida y cierran puño con fuerza en torno a la banderola a rayas. Ambos brazos estiran hasta que, patachof, derriban al diablo Tony y lo sepultan del todo bajo el agua. Carencia hambrienta de oxígeno.

Dentro de la cabeza del agente-yo resuena la palabra inglesa «sangre». Resuena «muerte». Resuena «sacrificio».

Magda estira y forcejea con el líder del culto sepultado en el agua, la agente 36 lo rodea por completo con sus manos y piernas. Su fuerza deja al líder indefenso. Capturado, desesperado por inhalar.

Para que conste en acta, el nido de víboras cristianas americanas no es capaz de aventurarse en el agua. Solo pueden ser testigos, de tan deprisa que ocurre todo. Las víboras permanecen sentadas a varios peldaños por debajo del nivel de la cuba, por debajo del nivel de la estatua con sangre falsa, por debajo de la parafina que arde y de los manojos de genitales de formas de vida vegetal. Visto desde donde están las víboras, el líder religioso se hunde en el agua. Desaparece. Al momento siguiente, una ola de espuma de agua sale por encima del borde de la cuba. Al momento siguiente, el agua queda completamente quieta y plácida. Sin burbujas. Las víboras no se mueven, solo esperan.

La agente Bokara extrae del plato hambriento una rica suma de dinero metálico. El agente Olek deduce una fortuna apestosa en dólares de nación capitalista.

Sería posible que Magda incrustara la mano implacable, pop-pop, taladrara con esa mano y practicara el Letal Vaciado de Ojos de la Barracuda. Le sería posible practicar con los dientes, raca-taca, el Ataque de la Piraña, abrir túnel enorme de sangre con una dentellada salvaje en la tráquea.

Los labios del agente-yo citan al glorioso tirano Mao Tse-Tung, con admiración total:

—«Las mujeres sostienen la mitad del cielo».

Al momento siguiente estalla una nube roja dentro del agua, volutas rojas dentro del agua, y el rojo se vuelve oscuro hasta perderse la transparencia. Hasta provocar que todas las víboras corran al borde de la cuba, ya incapaces de presenciar lo que hay debajo del agua. Rojo opaco. Ni olas ni burbujas ni salpicaduras. Solo el diablo Tony y la agente 36 desaparecidos, sepultados, muy por debajo del líquido rojo.

Sepultada en el fondo mismo de la cuba de agua, Magda agarra con los puños la banderola del cuello del líder del culto, y las manos de la agente aprietan con fuerza para despojarlo de oxígeno. Permiten que el líder dé una sola sacudida hacia arriba, como un delfín que salta, y atraviese la superficie del líquido rojo, con los ojos saliéndose de las órbitas y la boca devorando aire. Las manos del líder trepan por una escalera de aire. La blusa blanca, el pelo pegado a los costados de la cara, regueros rojos de sangre.

Al momento siguiente, los brazos llenos de regueros de sangre de la agente Magda devuelven al líder de un tirón al fondo de la cuba.

El líder religioso grita un estallido de burbujas desde el agua. Y al momento siguiente, silencio.

La superficie roja queda lisa, sin burbujas. Todas las víboras cristianas retuercen las manos juntas, con las respiraciones detenidas. La superficie quieta de la cuba de agua está completamente lisa y completamente roja. Ya no se producen chapoteos del líder.

No hay ningún líder del culto a la vista. No se ve a Magda.

El plato cristiano hambriento de dinero llega, y la hermana-gata lo abandona en manos del perro-puerco.

—Caray, Pigmeo —dice el hermano-huésped perro-puerco, quieto en su asiento, mirando con los ojos guiñados por encima del borde de la cuba. La mano de perro-puerco se saca un dólar de papel americano del pantalón propio. El hermano huésped dice—: Justo cuando parecía que era seguro volver a la fuente bautismal... —La mano del hermano-huésped coloca el dólar de papel en el plato del dinero, un billete manchado de huellas de dedos ensangrentados y que apesta al ano de la puta Trevor y a la semilla del agente-yo.

Al momento siguiente, la hermana-gata huésped dice:

—¡Qué asco! —Dice—: ¿Qué es ese olor? —Agita la mano para despejar el aire que rodea la nariz propia, parpadea con las cubiertas de piel de los ojos y mira con los ojos guiñados al agente-yo.

Cita: «Las mujeres sostienen la mitad del cielo».

Y la hermana-huésped dice:

—Pigmeo, ¿te has dado un baño en Listerine?

COMUNICADO CUARTO

Empieza aquí el cuarto informe del agente-yo, número 67, sentado en el seno de la bóveda para dormir de la hermana-huésped. Estructura doméstica de los Cedar. Comunidad suburbana XXXXX. Fecha XXXXX. Para que conste en acta, todavía no he violado la seguridad de la entrada de la vagina de la hermana-huésped. Más fácil fue que este agente violara la seguridad de las fronteras de la nación americana.

En el momento presente, un zarcillo en forma de curva espiral parecido a rabo de humo blanco se eleva de la punta de la pistola de soldar, con el humo formando un dibujo en el aire, la pistola sostenida entre dedos de la gata igual que una boquilla de cigarrillo de las películas antiguas, y la hermana-huésped la blande y me dice:

—Eh, Pigmeo, cuando empiece la escuela... —Me dice—: ¿Vas a apuntarte a la feria de las ciencias?

La boca del agente-yo dice:

—¿Definición?

La hermana-gata frunce los ojos para protegerlos del calor del metal de plomo líquido fundido sobre la superficie de trabajo y dice:

—Es fácil.

Formando circuitos eléctricos con el soldador, dice:

—Tú te inventas alguna parida, y ellos te pagan un viaje a la ciudad. —Se tira de los hombros hacia las orejas, lo que se llama encogimiento, y dice—: Pero la ciencia es lo que más mola del mundo.

Los oídos del agente-yo nunca dejan de consumir las palabras de la hermana, lo que pasa es que no las pueden descifrar. Este agente permanece sentado sobre el borde de la cama de la hermana-huésped, llena de mantas apiladas encima del colchón y con las imágenes de muchos animales de tejido marrón bordadas en la manta superior. Todos los animales sonríen. Animal marrón aferra cordel que va hasta una pelota flotante inflada con helio. Animal humorístico.

La hermana-huésped gotea e inyecta metal plomo fundido, exhalando serpiente curvada de humo.

En la bóveda para dormir de la hermana-huésped, todas las superficies de yeso están coloreadas con pintura amarilla. El suelo es un revestimiento de capas amarillo fabricado con millones de hebras de hilo. La ventana muestra las hojas del árbol de fuera. La lámpara con cuello de cigüeña doblado ilumina el sitio donde está sentada la hermana, encorvada para observar el sitio donde el soldador funde. La bombilla eléctrica de luz es fuerte y potente.

La posición de la puerta está afianzada. Al momento siguiente, toc, toc, toc, golpes en la superficie opuesta de la puerta. Una voz en la sala contigua dice:

—Cariño, ¿me puedes prestar unas cuantas pilas?

La hermana-huésped, la hermana-gata, no levanta la cabeza. No aparta la vista de la punta de la varita soldadora. Y dice:

—¿De qué tamaño?

La puerta se abre para revelar a la madre-pollo huésped, que agarra con su zarpa el pomo del lado opuesto.

—Toc, toc —dice la madre. Su mirada se posa sobre el agente-yo, con la misma sonrisa falsa que tiene el animal marrón bordado en la manta. Su boca de pollo dice—: Doble A, Triple A, lo que tengas.

Sin apartar la vista del proyecto de soldadura, la hermana-gata dice:

—Mira en mi radio. —Dice—: Son tamaño D, pero están bastante nuevas.

La madre-pollo emprende un pequeño desfile altanero hasta la mesa, situada en el costado de la cama. La zarpa abre a arañazos una portezuela que hay en la parte trasera de un aparato en forma de caja de plástico negro. Deja caer uno, dos y hasta ocho cilindros, que aterrizan haciendo cloc-cloc sobre la manta que cubre la cama. Los cilindros rebotan y echan a rodar La madre-huésped los recoge y la garra huesuda afianza los ocho dentro de los bolsillos laterales de su pantalón. Su boca dice:

—¿Alguna más?

Detrás de un velo de humo, en medio de un halo y una neblina de humo de metal caliente, la cara de la hermana dice:

—Prueba en mi Osito de Peluche que Habla.

Las garras de la madre abren a la fuerza la piel del oso de peluche. Oso falso en miniatura. La piel trasera se le abre parcialmente para revelar cilindro, y la zarpa de la madre hurga hasta vaciarla. Hasta destripar al oso. Luego se esconde el cilindro-pila en el pantalón. La boca dice en tono más alto:

—¿Alguna más?

Oculta tras la boquilla de cigarrillo de metal, tras la varita al rojo vivo, la cara de la hermana no dice nada. Silencio. La nariz sopla el humo del metal. Acre. La boca dice:

—Mira en mi sirena antiviolación, dentro de mi mochila —Soplando humo del soldador, dice—: Joder, mamá, eres patética.

La madre-pollo va pavoneándose hasta la ubicación donde el contenedor de tela descansa en el suelo, bajo la ventana. La zarpa escarba hasta sacar una trompetita del bolsillo, retuerce el extremo y extrae dos cilindros. Con los bolsillos del pantalón hinchados de la multitud de cilindros, la madre-huésped camina hasta la puerta y dice:

—Gracias, cariño. —Dice—: Que juguéis bien. —Arrastra la puerta hasta dejarla afianzada en la pared. Los ruidos de pie se hacen más pequeños y desaparecen.

Con la cara inclinada, las cubiertas de piel de sus ojos frunciéndose en medio del sendero flotante, de la curva espiral de hebras blancas de humo, la hermana-huésped dice:

—No me puedo creer que mi propia madre ponga su orgasmo por delante de la posibilidad de que a mí me violen...

Sus manos empujan el gusano de metal a soldar contra la pistola de soldar caliente. Dibujo de pintura metálica líquida sobre el panel de circuitos del proyecto de trabajo. Inhalando el humo blanco serpenteante, la hermana-gata dice:

—Confía en mí, Pigmeo, pásate un buen rato sin bajar al sótano. —Dice—: Mamá está montando una de sus fiestitas de cachivaches de folleteo. —Dice—: Antes ella y sus amigas se obligaban entre ellas a comprar unas cajitas de plástico para las sobras de comida. Ahora se sientan todas juntas para probar vibradores.

Los ojos del agente-yo se posan únicamente en la hermana. Al otro lado de la lámina de cristal de la ventana, por debajo del árbol, está de pie en la acera la agente Magda, no asfixiada, con los ojos marrones posados en donde estamos nosotros.

La hermana-huésped dice:

—Son unos juguetes sexuales que usan para alcanzar el clímax. —Dice—: Para eso quiere las pilas.

Un temblor invisible y en miniatura surge de la cama, de los muelles del colchón, haciendo vibrar el suelo de la cámara. Un temblor diminuto hace bailar el velo de tela amarilla de la ventana. Un estremecimiento en miniatura agita las entrañas del agente-yo, un pulso diminuto masajea mi arma dentro del pantalón.

El cuchillo de trabajo traza una ruta temblorosa sobre la superficie de trabajo, pasando junto al codo de la hermana-huésped y acercándose a caerse desde el borde. Al momento siguiente, la hermana-gata atrapa el cuchillo en el momento anterior a que se caiga al suelo. Deposita el cuchillo más lejos del borde de la superficie de trabajo y dice:

—Lo que me revienta es que la generación de mi madre inició una revolución para conseguir la igualdad de derechos y ha terminado matándose a pajas en el sótano. —Dice—: Pero supongo que podría formular la misma queja sobre la generación de mi padre e internet...

Detrás del cristal de la ventana, Magda está firme como un árbol. Arraigada en el suelo. Esperando.

Con la misma calma sigilosa que un oso perezoso arborícola verde, digo:

—Estimada hermana-huésped, ¿cuál es la posición laboral del estimado padre?

Repitiendo el gesto de encogimiento de hombros, la hermana-gata dice:

—Algo relacionado con el gobierno. Desarrollar cepas nuevas de un virus o algo parecido. —Comiendo humo con la boca, soplando humo de metal quemado con las narices.

Con el habla del agente-yo disfrazada de preocupación miedosa falsa, digo:

—¿Glorioso padre fabrica virus mortal?

La lámpara con cuello de cigüeña que ilumina la superficie de trabajo proyecta resplandor de bombilla para alumbrar trabajo de soldadura, pero al momento siguiente el resplandor disminuye. La bombilla se reduce del blanco al amarillo. La habitación queda en penumbra con capas de humo blanco. Al momento siguiente regresa el resplandor potente. La hermana-huésped mira la bombilla y dice:

—Qué asco, han pasado de la corriente continua a la alterna.

Este agente dice:

—¿Aclaración?

—De los juguetes sexuales a pilas a los que se enchufan a la corriente —dice la hermana-huésped.

Soldando partes de su diseño, adjuntando diodos, transductores y transistores a su proyecto misterioso, la hermana-huésped dice:

—Construye un vibrador superior, Pigmeo, y el mundo correrá a llamar a tu puerta.

Con los ojos parpadeando en medio del humo blanco, la hermana-gata dice:

—Lo que me da miedo es que los chinos van años luz por delante de nosotros en la carrera de los juguetes sexuales...

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