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Authors: Chuck Palahniuk

Tags: #Humor, Intriga

Pigmeo (4 page)

Tal como dictan los usos, los pies del agente-yo caminan hasta acercarse. La mano se extiende para aceptar apretón del aclamado cadáver arrugado. La boca le desea un feliz tránsito hasta convertirse nuevamente en tierra útil.

La muy respetada momia moribunda de podredumbre posa un ojo con catarata sobre este agente. La rendija de cera roja de sus labios faciales revela unos dientes protésicos blancos ocultos detrás y dice:

—Ya nos hemos conocido...

Al momento siguiente, este agente es asaltado por un individuo masculino que se acerca, blandiendo una mano abierta cuyos dedos atrapan los del agente-yo. Esa víbora de hombre me aplasta los dedos igual que cuando uno retuerce con las manos una cabra para matarla e ingerirla. Me agita el brazo igual que un perro rompe el espinazo de una rata. El depredador masculino en cuestión zarandea el brazo de este agente y dice:

—Encantado de conocerte, Pigmeo. —Dice—: Yo soy el reverendo Tony.

La boca del agente-yo dice:

—Encantado de tener contacto con usted, astuto títere de la superstición.

La boca del agente-yo dice:

—¿Cómo está de salud, marioneta de Satanás?

El líder del culto manipula la frente para levantar una sola ceja de pelo y enarcarla por encima del ojo. El diablo Tony no pierde la sonrisa. Dice:

—Este pequeño jovenzuelo necesita practicar el inglés.

La mano del agente-yo empieza a presionar los dedos del líder del culto, a aplastarlos, los huesos se hunden, la piel y el músculo soportan tanta presión que desprenden humedad, son estrujados igual que un trapo de tejido empapado de sangre. Sería posible, usando rodilla en punta, catacloc, hacer estallar la caja torácica del líder de la adoración. Sería posible impactar cabeza contra la cabeza del reverendo, pata-trunch, y crear contusión del cerebro. Pero en cambio, este agente se limita a decir:

—Repitamos encuentro pronto, por favor, víbora chupona del mal.

El líder del culto retira a toda prisa la mano aplastada y se la cobija dentro de la otra mano. Con la mano aplastada estrujada y blanca, el líder dice:

—Si me disculpan, esta mañana tenemos un nuevo cordero al que dar la bienvenida a nuestro rebaño. —Posando la mirada sobre este agente, el diablo Tony dice—: Si no me equivoco, Pigmeo, nuestro nuevo cordero viene de tu misma exótica tierra natal...

En esta capilla de adoración, todos los cuellos masculinos deben ir atados con banderolas anudadas, banderolas de seda anudadas sobre la tráquea de manera que dos tiras largas queden colgando sobre el pecho hasta la cinturilla del pantalón. Todos los individuos femeninos tienen que refugiar cabeza dentro de cubierta de gorro. Entro en la ubicación en compañía del padre-vaca jadeante, madre-huésped pollo con tics, hermano perro-puerco y hermana-huésped-gata. Emprendemos pequeño desfile hasta sentarnos en banco alargado.

En situación estratégica, posicionados entre las víboras venenosas cristianas, se encuentran sentados el agente Ling, número 9; el agente Tibor, número 23; la agente Bokara, número 54; y la agente Sheena, número 7. Los ojos de todos los agentes atestiguan, monitorizan, barren la ubicación del culto. Ponen a punto los afilados colmillos. Preparan: Operación Estrago.

A lo lejos, detrás de su cortina bamboleante de pelo amarillo-claro, con un moretón púrpura rodeándole cada ojo, con la nariz doblada para apoyarse a descansar de lado sobre una mejilla amoratada de la cara... el matón amarillo-claro posa sus ojos de color azul descarga eléctrica sobre el agente-yo. Con todos los músculos rígidos de odio. La boca del matón se abre por un costado para desvelar los dientes apretados que hay detrás. Uno de sus dientes incisivos tiene una esquina mellada.

En la mejilla de la cara del matón siguen grabadas las líneas cuadriculadas del cemento blanco de los azulejos de cerámica.

La hermana-huésped, la gata-sigilosa, dice:

—Pobre Trevor. —La hermana posa la mirada sobre el matón amarillo-claro y dice—: Parece que ha sufrido un accidente de tráfico...

Durante el largo posamiento de su mirada sobre el matón amarillo-claro, la hermana-huésped expulsa todo el gas de los pulmones, con un único y largo suspiro, los hombros se le derriten, la cabeza se le inclina a un lado y se le queda colgando así torcida, su boca de gata compone una sonrisa y dice:

—Trevor Stonefield es tan maravilloso... —La mano de la hermana se eleva para tocar la ubicación de su músculo cardíaco.

Los ojos de color azul llameante del matón amarillo-claro no parpadean. Un espasmo muscular le agarrota los dos extremos de la mandíbula. De la mandíbula le descienden sendos túneles de sangre, abultando mucho bajo la piel, hinchados, con muchas ramificaciones y que desaparecen detrás de la tapia del cuello de su blusa blanca atado alrededor del cuello del matón con una banderola de seda anudada, la tira estrecha de banderola roja y luego azul. La cara del matón amarillo-claro está teñida del rubor de la sangre. Las comisuras de la boca las tiene agarrotadas y blancas por la ausencia de sangre. El brazo le cuelga, sin doblez, pero por debajo de la cintura de la muñeca de la manga de la blusa los dedos le forman un puño, también duro como la piedra y blanco por la ausencia de sangre. El cubre-cabeza de la hermana-gata está embellecido con genitales falsos de petunias fabricados a base de tela. Color rojo y color amarillo. Los brotes de la coronilla sugieren muchas vaginas dispuestas. Los ojos de la hermana-huésped siguen posados en el matón amarillo-claro, la hermana-gata sigue sonriendo y dice:

—Me pregunto cómo será Trevor en la cama...

Los dos hombros del agente-yo sufren sendos espasmos que los elevan casi hasta las orejas, lo que se llama encogimiento, y digo:

—Su ano de puta lacerado y costroso y rodeado de tejido cicatrizado demasiado estrecho.

Inmediatamente la hermana-gata posa la mirada en este agente. Los ojos se le ponen muy redondos, la piel de la cara se le alisa y la boca se le queda abierta hasta que dice:

—Para tu información, él es
hetero
.

Para que conste en acta, la dermis de la hermana-gata indica que alberga muchos óvulos humanos viables para la reproducción de futuros agentes. Dentro de su corpiño de algodón, las glándulas mamarias abultan listas para manufacturar dieta de muchos futuros agentes. A juzgar por largo mechón de pelo, ni roto ni seco ni piojoso, la hermana-gata no es portadora de ninguna enfermedad. La pelvis funciona con facilidad para aceptar semilla y luego alternar eso con la emisión constante de descendencia. Sus entrañas requieren muchas semillas.

El arma del agente-yo se empieza a inflar dentro del pantalón de este agente. El escroto constriñe su tamaño. El agente-yo se ve obligado a tragar saliva.

Con la mirada colocada en otra parte, la hermana-gata dice:

—¿Quién es esa
guarra?

Este agente sigue la mirada de la hermana a través de la gente religiosa, más allá del matón amarillo-claro y de los genitales aromáticos y cortados de una gran variedad de formas de vida vegetal. Más allá de los cordeles inflamados e incrustados dentro de cilindros de parafina blanca, hasta llegar debajo de los palos de madera cruzados donde cuelga desnudo el falso individuo masculino con sangre falsa pintada en las manos y los pies.

La mirada de la hermana-gata se posa debajo de la falsa víctima de torturas masculina.

La mirada de este agente descubre en esa ubicación, de pie, con la boca prieta como un puño y devolviendo la mirada, a la agente Magda, número 36. Una descarga eléctrica sale de los ojos marrones de Magda para atacar a la hermana-gata.

La hermana-gata dice:

—¿No querías hablar de putas...? —Dice—: Esa de ahí tiene pinta de querer matarme.

En las manos de Magda ya hay un dedo doblado y listo para el Golpe Único sin Sangre de la Cobra, patapam, que podría infligirle la muerte instantánea a la hermana-gata. Más deprisa de lo que podrían ver la mayoría de ojos.

Para que conste en acta, la agente Magda tiene un único co-agente reproductivo designado por el Estado, que soy yo. Permanente para siempre. Un amplio test cromosómico estableció al co-agente óptimo, asignado desde nacimiento, fertilizador único de los óvulos de Magda. Óvulos de agente 36 prorrateados propiedad legal exclusiva de agente copulador yo. Encima de la vagina de esa agente, debo fornicar yo de por vida por cuestión de noble deber óptimo.

Para que conste en acta, durante el momento presente, la mirada del agente-yo se posa en la agente Magda. Los ojos marrones de la agente Magda se posan en la hermana-gata-huésped. Los ojos de la hermana se posan en la puta amarillo-claro llena de moretones, Trevor Stonefield. La mirada de la hermana se posa en este agente. Las miradas de las cuatro personas trazan un cuadrado aproximado dentro de la capilla de adoración.

Una voz masculina se mete dentro de la cabeza del agente-yo y dice:

—Mira por dónde...

El líder vocal del culto, el diablo Tony, se queda mirando a la hermana-gata y a este agente y dice:

—Yo diría que el amor ha encontrado a Andy Hardy. —Su cara compone una media sonrisa. Le guiña el ojo al agente-yo.

Al momento siguiente, la capilla se llena de estruendo. Los fuelles que alimentan el instrumento de teclado hacen temblar la atmósfera y llenan la ubicación de ruido de vientos. Las bocas de todos los miembros del culto se ponen a aullar, a ulular, a vociferar palabras sacadas del libro de papel que tienen abierto en las manos. Cacofonía de ladridos de bocas abiertas de pez, todas abiertas al unísono, con las cabezas echadas hacia atrás para apoyar las miradas en la falsa víctima masculina de torturas con su sangre pintada. Muchos perros ladrándole a la luna. El aire de la capilla está bañado en una niebla de alientos pestilentes. Ladridos. Mientras duran esos ladridos de perro pastor, todas las miradas están en la luna falsa, la sangre falsa, el falso pincho de metal que sobresale falsamente de los pies del falso individuo masculino.

El agente-yo levanta la vista y observa por debajo del taparrabos, donde solo hay yeso. No hay arma. Yeso sin pintar. Una capa de polvo viejo sobre la sangre falsa de los pies. También cae sangre pintada del tocado craneal hecho de palos pinchudos, y de los ojos de yeso mana agua pintada de azul.

Debajo de los pies del falso individuo masculino, una cuba llena de agua, lo bastante grande para bañarse. Allí se sitúa la agente Magda, ataviada con túnica hecha de tejido blanco. Con cinturón en la cintura. Los pies se le ven descalzos debajo de la túnica, y cerrada en torno al cuello lleva una cadenilla dorada de metal de la que hay suspendida una miniatura del falso hombre torturado que pende de los palos cruzados. Los fríos ojos de tiburón de la agente Magda se posan en este agente. Detrás de los talones de sus pies descalzos se abre la cuba de agua. Llena hasta arriba de agua transparente. Situada al frente, elevada. El líder del culto posiciona a la agente 36 al borde de la cuba, de espalda al agua profunda.

El líder del culto ahueca las dos manos en el aire y da golpecitos al aire hasta que cesan los ladridos. El estruendo del teclado se detiene.

—Queridos hermanos y hermanas —dice el diablo Tony—, nos hemos reunido en este hermoso domingo para dar la bienvenida a un flamante cordero nuevo al seno de Cristo.

Entre los fíeles, Magda mira a la hermana-gata, mira al matón amarillo-claro y mira al agente-yo.

Durante esto, el líder del culto dice:

—Igual que Juan Bautista lavó los pecados de Cristo, redimamos también nosotros el alma de esta criatura pagana. —Durante lo que dice, el diablo Tony se quita sus propios zapatos. Pasa el pie por encima del borde de la cuba y sumerge los pantalones propios en el agua. Se sumerge más adentro, hasta que el agua profunda le llega a la cinturilla de los pantalones propios. El dedo del líder se abre un botón de la blusa, se mete la banderola del cuello en la ranura de blusa resultante y vuelve a insertar el botón de cierre en agujero. La banderola de seda queda a salvo, ya no más pez en el agua.

Los músculos de la cara de la agente Magda sufren espasmo, la superficie lisa se convierte en montañas y cañones mientras las manos del líder del culto la agarran por la espalda y tiran hacia atrás para hacer caer a la agente 36 de espaldas al agua. Sería posible un cata-claca, sería posible que Magda saltara y recogiera las piernas, el Puñetazo de Escapatoria del Canguro que Salta, y pulverizara el esternón del líder religioso, a continuación saliera de un salto de la cuba de agua y se alejara. Sería posible pero no. La agente 36 permite que las manos la trasladen hacia atrás y hacia abajo hasta quedar sepultada en agua. Los ojos de la agente miran hacia arriba a través de la lente del agua transparente en movimiento y se quedan observando el movimiento de la boca del líder religioso.

Las aguas se tragan a la agente Magda. La agente 36, el futuro útero de los futuros agentes.

El líder del culto sigue con las manos extendidas para mantener sumergida a la agente y dice:

—Recemos...

Los pulmones de la agente Magda sufren carencia de aire.

La boca del líder del culto dice:

—Limpiemos a esta criatura, nacida en la fe falsa en un profeta falso. En las mentiras insensatas de un Mahoma muerto o de un Buda o un hindú. —Dice—: Con esta inmersión, hagamos que esta criatura muera y renazca en el nombre del único Dios verdadero y eterno. —Dice—: Que esta muerte no sea en vano, sino que esta criatura diminuta se levante en perfecta unión con Jesucristo...

Desde el agua donde está introducida, leyendo los labios del líder del culto, los oídos de la agente Magda solo descifran: «Muerto... muera... muerte...».

Se está haciendo sacrificio humano con la agente 36. Los dos pulmones de esa agente se desesperan por adquirir oxígeno.

Las otras víboras cristianas sirvientes permanecen sentadas en sus bancos, amontonando muchos bonos monetarios en platos. Festín apestoso de muchos tipos de dinero. Platos atiborrados de moneda de curso legal. Las víboras sentadas alimentan los platos con dólares de dinero de papel sacados de sus billeteros. La madre-pollo huésped hunde la garra huesuda en las entrañas del bolso que lleva al hombro hasta extraer manojo arrugado de dinero y dárselo de comer al plato hambriento. Luego abandona el plato en manos del padre-huésped. El padre-vaca abandona el plato hambriento en manos de la hermana-gata.

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