Read Maestra del Alma (Spanish Edition) Online
Authors: Laura Navello
Esta vez, cuando Lorien llegó para escoltarlos a la fiesta, ofreció su brazo a Alina en lugar de a Mayra con una amplia sonrisa mostrando sus resplandecientes dientes blancos. Luego de titubear por un par de segundos, Alina tomó el brazo de Lorien con timidez y precedieron la comitiva hacia el centro del pueblo, donde se habían reunido por la tarde. El olor a jazmín y menta parecía aún más intenso en el claro del bosque iluminado con antorchas, incluso parecía provenir del propio Lorien. El faerlinga la guiaba con decisión, saludando a sus fans y presentando a Alina a cuanto faerlinga se cruzara en su camino. En el claro se habían armado mesas de madera alargadas con manteles de colores en donde Alina pudo distinguir había una variedad de platos apetecibles y cuyo aroma la hizo salivar.
Los faerlingas estaban vestidos sencillamente pero abundaban los colores y los accesorios adornando el atuendo. Si alguna vez Alina había deseado poder bailar con las hadas cuando era niña esta era su oportunidad, porque a las enjutas y ágiles personitas solo le faltaban las alas transparentes para serlo. El grupo fue dirigido a la mesa más adornada y colorida de todas y tomaron asiento dando inicio a la fiesta con un vitoreo de los faerlingas.
—¿Qué opinas de nuestro pueblo, Alina? –preguntó Lorien educadamente.
—Me cuesta distinguir qué es real y qué es una ilusión –respondió con franqueza.
—Es la idea, ¿qué mal hace vivir haciendo todo más bello con ilusiones? Agrega un poco de color y maravilla a la vida –dijo mientras hacía aparecer una flor de colores en su mano y la ponía sobre la oreja de Alina.
Al fondo de la mesa, Dai resopló exasperado disponiéndose a mirar a todo el mundo con cara de pocos amigos y poniendo los pies sobre la mesa, hamacándose en su silla. Ni si quiera le dirigió una mirada a los bocadillos y platos frente a él, haciendo volcar algunos y pisando otros.
—¿Te importaría? Algunos tenemos hambre –dijo Emir poniendo algunos de los bocadillos caídos nuevamente en los platos y alejándolos del demonio.
—No te preocupes, tiene los modales de una cabra como el animal que es –dijo Lorien quitándole importancia—. Cuéntame un poco sobre ti Alina, ¿cómo conociste a la iluminada?
—Ehhh... en el bosque, cruzamos caminos por casualidad –contestó Alina cuidadosamente tiendo la impresión que tenía los oídos de toda la mesa.
—¿Y qué hacía una chica tan bella como tu deambulando sola por el bosque?
Ahora entendía por qué las atenciones del faerlinga, quería información. No quería admitir que estaba un poco desilusionada, pero la realidad era que se había sentido alagada por sus atenciones. Alina no era una de las fans de Lorien así que no caería en la trampa del muchacho seducida por su atractivo físico, por más espléndido ejemplar que fuese.
—¿Una no puede buscar aventuras? –preguntó en el mismo tono que él.
—Digamos que no es normal ver caminando por los bosques a chicas sin compañía buscando problemas.
—Quizás no sea cualquier chica –continuó Alina intentando evadir las preguntas.
—Eso está claro, sino no estarías acompañando a la iluminada en este viaje. Mayra, ¿qué te hizo invitar a esta hermosa criatura? ¿Qué secretos guardan que no nos están compartiendo?
—Simplemente congeniamos rápidamente, su simpatía me conquistó –respondió Mayra sin movérsele un músculo.
—La sombra no puede ser derrotada con solo simpatía, seguramente hay algo más.
—Tu realmente no conoces la simpatía de Alina, bien podría derrotar a la sombra ella sola si se lo propusiera –agregó Elio masticando un trozo de tarta.
—¿Por qué no comes nada? Toma, sírvete –le dijo Lorien alcanzándole un plato con algo que parecían vegetales a la parrilla y otro con tartaletas.
Alina todavía sentía el susurro de Dai aconsejando no comer nada de lo que le ofrecían, y al parecer él estaba cumpliendo con sus propias palabras. Su plato permanecía debajo de sus botas. Pero Alina tenía hambre, no había comido nada desde la noche anterior y los platos, aunque vegetarianos, le hacían agua la boca. Tentativamente, se sirvió unas tartaletas y comenzó a comerlas lentamente, sabían deliciosas y no tardó en servirse más de los bocadillos. Lorien sonriendo, le alcanzó una jarra de un vino dulce que sabía a fresas y moras.
—Dicen que eres muy enigmática, que nunca habías visitados los pueblos y no sabes nada de ellos. ¿De dónde has venido? –insistió acariciando un mechón de su cabello.
—¿No te has enterado? De un repollo –dijo seriamente Alina haciendo que Dai se atragantara con su propia risa.
Al calmarse, Alina noto que Dai buscaba su mirada disimuladamente y cuando lo logró llevó el dedo índice al parpado inferior de su ojo derecho y tiró hacia abajo. "¡Ojo!". Era un poco tarde para que le advirtiese sobre la comida considerando todas las sobras que había en su plato...
Tenía que admitir que Lorien era perseverante y a pesar de evadir todas sus preguntas e insinuaciones, se mantuvo a su lado sonriente. No parecía estar por perder la paciencia y solo calló cuando las antorchas se apagaron dando comienzo a un show de luces y sonido como nunca antes Alina había visto. Entre destellos de colores, formas y música, los faerlingas contaron la historia de cómo la madre los había creado y cómo ellos habían encontrado su camino al bosque. Si los battousanios eran guerreros, los faerlingas eran artistas. Artistas que usaban la ilusión para crear sensaciones en todos los sentidos y dejar al espectador boquiabierto, llorando o descostillado de risa. El espectáculo terminó con una pareja bailando una especie de vals, brillando en el medio del claro al son de una música melodiosa. La pareja comenzó a flotar entre destellos que parecían luciérnagas, bailando con su brillo dorado lentamente sin perder el ritmo.
Alina sentía que estaba en un sueño y como su espíritu hubiese escapado de su cuerpo y estuviese danzando junto con la pajera. Su alrededor se difuminó quedando únicamente ella, la pareja danzante, los destellos de las luciérnagas y la oscuridad. Sintió que flotaba junto con la pareja, que bailaba alrededor de ellos y reía con ganas. Las luciérnagas la rodearon un enjambre de luz y estiró una de sus manos para tocarlas, pero sentía solo aire.
No le importó, Alina siguió girando, y girando...
—Daesuke has visto a Alina? —pregunto Mayra preocupada seguida de Elio.
—No, no soy su niñera —respondió sin siquiera levantar su mirada
—Hace bastante tiempo que no la vemos y nadie parece haberla visto, estamos empezando a preocuparnos —añadió Elio
—¿No estaba con el insecto afeminado bailando?
—Hace tiempo que salieron de la pista y tampoco lo encontramos a él —respondió la chica
—No puede estar a más de cincuenta metros de nosotros —dijo Dai encogiendo los hombros.
El demonio pareció pensar en las posibilidades pero solo pudo sugerir que Alina se había ido a un lugar más privado con Lorien, cosa que todos desecharon al instante. Incluso él mismo no estaba muy convencido. Emir se les unió a los minutos habiendo recorrido la zona del otro lado de las mesas sin suerte tampoco por lo que decidieron pedirle ayuda a Gair. Mayra no dejaba de decir que tenía un mal presentimiento al respecto, algo que no tranquilizaba a ninguno de los presentes ya que los presentimientos de la iluminada usualmente eran hechos.
Ni Gair ni ninguno de los faerlingas le dio demasiada importancia. "Deben haberse ido a dar un paseo por el bosque", "Mejor dejarlos solos y no interrumpirlos" decían. La falta de cooperación estaba empezando a superar la paciencia de Mayra.
—Por favor, seguro que no hay nada de qué preocuparse. Lorién es el mejor Maestro de todos nosotros y seguro que no le ha ocurrido nada —intentaba apaciguar Gair.
—Alina no se iría sola sin avisar. No conoce nada de esta zona y por precaución nos hubiera dicho si pensaba alejarse —respondió Elio.
—Ella ya es grande como para avisarles sobre todos sus movimientos —dijo Gair insinuando todavía que Lorien y Alina tenían una escapada romántica.
La fugaz mirada que le dirigió Mayra le hizo dar un paso hacia atrás y por un segundo pareció asustado, pero recuperó su compostura al instante y su orgullo se sobrepuso.
—Es claramente ofensivo que la propia iluminada desconfíe de sus aliados, no le pasará nada a la chica mientras esté con Lorién y dentro de los bordes del bosque. Quizás deberían preguntarle al demonio que tienen a su lado como perro faldero pues, si yo no recuerdo mal, es él quien forma parte del enemigo y no nosotros.
—¿Perro faldero? —repitió Daesuke acercándose hacia el faerlinga amenazadoramente— ¿Te atreves a llamarme perro faldero?
—¡¿Cómo no me atrevería?! Eres patético, siguiendo a la iluminada con tus poderes encerrados dentro de un mísero collar. No eres nada, lo único que tienes es fama. ¡Todos vieron que su amiga estaba encandilada y encantada con Lorién! Ya son muchachos bastante grandes como para entender lo que esto significa.
Mayra estuvo a punto de echársele encima a Gair si Elio no la hubiese sujetado por la espalda. De todas maneras, Daesuke se le adelantó y con una forma de moverse parecía hipnotizar a todos los presentes. Caminaba lento, cada movimiento controlado mientras su trenza se balanceaba de un lado al otro como un péndulo. Todos los faerlingas centraron su mirada en la pareja de hombres, nada estaba oculto entre ellos así que el festejo había terminado y todos esperaban expectantes el desenlace...
nada estaba oculto entre ellos
pensó Mayra como si se hubiesen aclarado varias de sus dudas.
—¡Están mintiendo! ¡Nada puede ocultarse entre ustedes! ¡Saben perfectamente dónde están! ¡Exijo que nos lo digan ahora mismo! —gritó Mayra desenfrenada
—Calma, calma... estas errada —interrumpió Daesuke tranquilamente—. No saben dónde está y por eso los insectos se han puesto a la defensiva—. No es así pequeña cucaracha.
Gair se movió incómodo pero no respondió.
—Sugiero que empiecen a contar toda la verdad sobre este asunto antes de que Mayra llegue a su punto de enojo de no retorno —acotó Emir mirando de reojo a la chica, que a su vez miraba a Gair como si estuviese a punto de saltar sobre él y arrancarle cada uno de sus brillosos cabellos—. No crean que la iluminada no se enoja... y créanme que es preferible que queden en la ignorancia sobre ese tema.
El hombre pareció considerarlo y luego de dirigirle una fugaz mirada de odio a Daesuke comenzó su relato.
—Han habido varias veces que Lorien ha escapado de nuestra visión, pero nunca nos hemos preocupado pues es razonable que con toda la atención que recibe necesite un poco de soledad, aunque sea un faerlinga. Sigo manteniendo mi posición que no hay nada de qué preocuparse.
—No me importa su posición en lo más mínimo —espetó Mayra—. Ahora junten sus cabecitas y encuentren al idiota.
—Primero que nada, Lorien no es un idiota. Segundo, él no está solo en esto; su pequeña amiga también es responsable —se atrevió a decir Gair.
—Realmente estás alcanzando el límite de mi paciencia engendro —intervino Daesuke claramente empezando a compartir el enojo de Mayra.
—Mi límite ya se alcanzó —dijo Elio avanzando mientras desenvainaba su espada—. Encuentren YA a Lorien y déjense de hablar o les puedo asegurar que ni su poder de la mente impedirá que rebane cada uno de tus miembros.
—Están empezando a caerme mejor —comentó Daesuke con una sonrisa.
—No podemos encontrarlo —respondió Gair mientras les hacía una seña a algunos faerlingas, que se habían acercado dispuestos a evitar el posible ataque, para que volviesen a sus posiciones.
—¿Lo qué? Por supuesto que pueden encontrarlo, solo usen su poder de la mente para encontrarlo, pueden detectar una mente a kilómetros a la redonda —dijo Emir.
—No con Lorien, él es el más poderoso de todos nosotros.
—¡SON TODO UN PUEBLO CONTRA UNA ÚNICA MENTE, MALDITA SEA! —rugió Mayra.
—Mucho de nuestro poder está enfocado en la ilusión de la vida cotidiana, si nos unimos para encontrar la cantidad necesaria de poder todo se desmoronaría
—Me importa muy poco su maldito sueño de vida perfecta, ¡HAGANLÓ YA!
—No —respondió Gair simplemente.
Tanto Elio como Emir pensaban que eso había sido la gota que derramaría el vaso para Mayra e inconscientemente se abalanzaron sobre ella para calmarla y hablarle suavemente. No fue necesario, alguien se le adelantó. El demonio Daesuke enfrentaba a Gair con la más aterradora de sus miradas en el rostro.
—Siempre me disgustaron insectos, creyendo que su pequeña ilusión los hace felices, usando el poder de la mente para una mentira, para aparentar belleza cuando en realidad están podridos. Los detesto.
—¿Y a ti que te importa demonio? Tú usas el poder para dar pesadillas al resto, todo el mundo te teme, pero cuando pierdes tu poder no eres nada. Mírate, te tienen atado un grupo de niños de tal forma que ni siquiera puedes alejarte unos pasos de ellos —espetó Gair y a continuación cometió el error de su vida; escupió las botas del demonio.
Todos lo sintieron, pero solo tres lo habían sentido antes y supieron de qué se trataba. La sacudida del entorno, una ola de viento mental sacudió a todos, pero a diferencia de las veces anteriores, ésta fue tan fuerte que dejó a varios mareados y muchos se llevaron su mano a la cabeza cómo si eso pudiese aplacar el repentino dolor. La segunda fue más fuerte, y provocó algunos gritos pero no de dolor sino de confusión y sorpresa.
Mayra vio como en un instante todo su alrededor cambiaba. Ya no se encontraba en el luminoso y colorido bosque sino en uno marrón y triste; lleno de hojas muertas y mojadas en el piso en lugar de césped verde brillante y troncos de árbol retorcidos y sin forma. Pero lo peor no era la naturaleza del bosque sino la de los faerlingas. Las mesas adornadas con manteles y vajilla de madera tallada se habían transformado en sucias repisas de madera sin pulir, dónde reposaban recipientes repletos de frutas apenas lavadas dispuestas sin orden ni fineza. Mayra sintió náuseas al darse cuenta lo que había comido y bebido.
Finalmente estaban los propios faerlingas. Mayra dejó a un lado su enojo para dar lugar al desagrado. Se había producido un caos en las criaturas, algunas gritando, otras llorando, otras corriendo para esconderse de la mirada ajena, otras que simplemente trataban de cubrirse con los brazos. Las ágiles y hermosas figuras se habían transformado en pequeñas inmundicias. Su cuerpo seguía siendo pequeño y esbelto, pero la higiene personal era tan carente que una capa de mugre cubría su piel y se encastraba debajo de sus uñas largas sin cortar. El pelo, nunca peinado, lavado o cortado formaba una maraña en las cabezas de las personas. Sus ojos también habían cambiado a ser unas bolitas del tamaño de pelotas de golf completamente negras, lo que les daba aspecto de insectos. Olían fuerte a suciedad y heces sin limpiar, dándole arcadas a Mayra que intentó cubrirse la nariz con su mano para evitar el olor. Mayra entendió entonces finalmente el apodo, muy apropiado por cierto, que había dado Dai a los faerlingas.
—¡CALLENSE CUCARACHAS! —gritó Daesuke impaciente. Pero enmudeció al instante y haciéndoles una seña Mayra, Emir y Elio, tomó a Gair del cuello mugriento y lo arrastró rápidamente un una dirección fija.
Caminaron entre los árboles hacia el bosque sin dirigirse una palabra hasta llegar a la entrada de una pequeña cueva de piedra que se formaba a los pies de una colina. Sin vacilar, Daesuke entró seguido del resto del grupo.
Lo que descubrieron en el interior dejó a todos petrificados, incluso al mismo demonio Daesuke. Alina se encontraba contra una de las paredes de la caverna, con sus muñecas sujetadas con grilletes de metal y el rostro cortado, enrojecido e hinchado de tanto llorar. Lorien estaba a unos centímetros de ella, su mano derecha se había empezado a mover de forma atrevida por su cintura mientras la otra sostenía un cuchillo en la mejilla de Alina. Al ver a los recién llegados se puso de pie pero no se apartó de la muchacha encadenada hasta que Elio lo atacó con su espada provocando que retrocediera hasta la pared del fondo. Mayra corrió a soltar y consolar a su amiga, que aún seguía un poco desorientada de lo que Lorien le había dado para tomar en la fiesta, llorando de alivió cuando la reconoció.
A Daesuke parecía que le hubiese caído un balde de agua fría encima pues miraba a la chica como si nunca hubiese esperado encontrar a Alina en esta situación. Miró a Lorien fijamente y llevado por un ciego impulso, se acercó y le golpeó fuertemente con su puño, reventándole la nariz y el labio superior. El faerlinga retrocedió por el golpe y se llevó las manos al rostro sangrante antes de que Daesuke fuese despedido por el poder impuesto en el collar. Gritó de dolor y quedó tendido en el suelo con las manos en el rostro sangrante.
—¿Qué has hecho? —preguntó Emir incrédulo mientras iba hacia él— ¿Es que tu memoria falla?
—No me importa, valió toda la pena —respondió sonriendo y escupiendo sangre a un lado.
—¿Cuál es tu problema? Has ido contra los planes de la sombra —acusó Lorien incrédulo.
—A quién le importa.
—Tú sabías perfectamente que yo estaba bajo sus órdenes. ¿Es que no recuerdas lo que les sucede a los traidores? La sombra no da segundas oportunidades, sin importar el rango que tengan —dijo Lorien mientras le sonreía como si gozase de la fortuna que deparaba al demonio.
—Borra esa mueca de tu cara, fallaste en la misión que te encomendó, no te espera un futuro mejor que a mí.
—No es mi culpa tu traición. La sombra vendrá a buscarme
—Sigue pensando eso, insecto.
La conversación se vio interrumpida cuando Lorien cayó de rodillas aullando de pavor ante la fría mirada de Gair que había permanecido inmóvil hasta ese momento.
—Inmunda criatura, nos has deshonrado y traicionado a todos. El castigo de la sombra no será nada en comparación con lo que nosotros te tenemos deparado —espetó el gobernante de los faerlingas mientras Lorien seguía gritando y comenzaba a sollozar.
Dos faerlingas entraron en la cueva, se dirigieron directamente a Lorién y sin delicadeza lo tomaron de los brazos arrastrándolo hacia afuera donde Mayra pudo divisar que una multitud de nativos concentraban su mirada en él de forma amenazadora, no preocupándose más por su apariencia física.