Maestra del Alma (Spanish Edition) (32 page)

—Sigues siendo Mayra, solo que completa. Todos tenemos esa oscuridad de la que hablas y aprendemos a vivir con ella intentando que no crezca.

—He hecho cosas horribles. He matado, torturado, castigado… y lo disfrutaba. ¿Cómo puedo vivir con eso? ¿Cómo puedo seguir adelante sabiendo que mandé a Emir a su muerte? ¿Cómo puedo enfrentar todo este odio que tengo contra el mundo?

—Un día a la vez, con el apoyo de la gente que te quiere  —la voz de Elio era suave y tranquila—. Recuerda que fui yo quien ensartó a Emir con una espada y no tú, todos sentimos culpa por dentro.

—Soy la que fue la iluminada, soy la que fue la sombra, nadie quiere estar cerca de mí. Soy un monstruo.

—Eres una chica como cualquier otra. Hace mucho tiempo, cuando yo estaba en la misma posición que tú, sin saber quién era, me ayudaste a descubrir mi verdadero “yo”. Ahora me toca a mí. Yo seré tu ancla en el mundo; cada vez que sientas que te pierdas dentro de ti misma aquí estaré a tu lado para recordártelo. Superaremos esto, tu y yo… y nuestros amigos.

Alina sintió que lloraba, y también sintió sollozos dentro de la habitación. No había forma que entrara ahora, interrumpiendo un momento tan íntimo entre Elio y Mayra. Dai pasó el brazo por sus hombros y la aplastó contra si en una inusual muestra de confortación. Ella escondió su rostro lleno de lágrimas en su pecho.

—Estás llorando mucho más que cuando te conocí… te he pedido mil veces que no lloraras en mi presencia… ¿Dónde está la valiente muchacha que le robó el sombrero al Demonio Supremo Daesuke?... Me agradecerás esto más adelante –dijo resoplando, y acto seguido tocó la puerta.

Alina entró en pánico, pero Dai no esperó a que pudiese huir y abrió la puerta de una patada.

—Por favor, ¡me tienen cansado con tanto melodrama! ¡Deja de tenerte lástima! Muévete, déjame un lugar –dijo subiendo el tono de su voz, ingresando a la habitación sin oportunidad de que nadie lo detuviese.

Acto seguido, se sentó a los pies de la cama de Mayra sin sacarse sus botas, apoyó su espalda contra la pared y se dispuso a dormir una siesta ignorando a todos. Elio lo miraba divertido, haciendo lo mismo en el sillón donde estaba sentado, mientras que Mayra miraba confundida para todos lados sin saber cómo actuar. Alina quedó petrificada en el umbral de la puerta, mirando el interior como si fuese el mismísimo infierno.

Esperó los gritos, los insultos y las acusaciones, pero no llegaron. Ante el silencio dio unos pasos tentativos dentro de la habitación y cuando Mayra no la echó se sentó con timidez inusual en uno de los almohadones al lado de la mesa ratona.

Epílogo

 

—¿Estás preparada? –le preguntó Joy entusiasmado, su jovial actitud recuperándose luego de más de un año de la batalla.

—No, para nada –respondió Alina sintiéndose incómoda  y nerviosa–. ¿Estás seguro que no te harás daño?

—Espero que no, si ven que entro en trance péguenme con algo –dijo Joy volteándose.

Se encontraban en una amplia habitación del palacio, vacía al punto que cada sonido retumbaba a lo largo de las grandes paredes. La recámara donde Joy practicaba sus experimentos estaba desprovista de todo mobiliario y adornos, lo ayudaba a controlarse y a concentrarse, pero eso significaba que no había estufa. Alina tiritaba de frio, o de nervios, o de ambas, no lo sabía.

A su lado Dai y Suke también parecían nerviosos, pero no se alejaban mucho de ella. Su relación con Dai se profundizaba cada día, lentamente es verdad, pero a un paso cómodo para ambos. A insistencia de Suke, quién decía que no tenía por qué vivir sus intimidades en su cabeza, ambos hermanos habían practicado cerrar su conexión durante algunos momentos. De todas maneras, eran extremadamente unidos, y los tres estaban usualmente juntos.

Pesadillas acosaron a Alina durante varias semanas con las visiones que la Demonio Suprema Naná le había mostrado tiempo atrás en la caverna. Se despertaba en un grito cada vez, pero con el tiempo, largas charlas y promesas tranquilizadoras por parte de Dai y Suke las fue superando. Los tres querían mirar hacia el futuro, no hacia el pasado.

Durante todo este tiempo, habían vivido de la cortesía del palacio. El Príncipe Mental no se cansaba en aclararles que siempre tendrían un lugar si así lo deseaban, pero los tres estaban convencidos de que era momento de seguir con sus vidas. El problema era encontrar un lugar y una profesión que permitiese al ex Demonio Supremo Desuke vivir en paz. Ya la encontrarían, estaba convencida.

—¡Quiero ver! ¡Quiero ver! ¡Déjenme estar adelante!

Hikaru se hizo paso entre los tres para pararse frente a ella y estar en la primera fila del espectáculo. Alina no pudo hacer nada más que sonreír al niño y posar las manos en sus hombros en una muestra de afecto. Hikaru había recobrado sus ánimos, pero con los extraños era aún más reservado que nunca y no se dejaba ver en público sin su capa y capucha. Solo con sus más íntimos amigos dejaba su hermoso rostro al aire. Su relación con Marina no había mejorado, haciendo que el palacio volviese a ser más silencioso y con menos risas. La niña estaba claramente arrepentida de su primera actitud al ver el rostro expuesto de su amigo, pero Hikaru no daba tregua y se mantenía completamente alejado, evitándola en todo momento. Opal, sin embargo, se había convertido en un amigo inseparable.

A pesar de su corta edad, le habían ofrecido a Hikaru un puesto como asesor del Príncipe Mental, argumentando que su teoría sobre la relación entre las logias, la iluminada y la sombra había sido correcta e innovadora. La única condición era que continuara investigando varios temas de interés de Babia, en conjunto con Joy.

—¿Ya empezaron? –preguntó una voz melodiosa pero no mágica a su espalda.

Mayra y Elio entraron tomados de la mano a la habitación intentando mirar si sus amigos estaban tapando algún portal. Ellos eran otra pareja que buscaba algún rincón de paz en Babia para poder vivir tranquilamente, pero el estigma de ser la antigua iluminada y la antigua sombra era grande de esconder.

Su relación con Mayra había mejorado a pasos agigantados luego de aquél primer acercamiento y ya casi ni pensaban en los días cercanos a la batalla. Había sido un poco difícil aceptar a una Mayra que podía sentir envidia de otras mujeres y no tenía problemas en pisotear insectos, pero realmente se sentía como que una parte faltante de la chica había retornado. Era ahora uno más de ellos, no una entidad lejana y casi inalcanzable, sino una adolescente normal.

—Todavía no, pero ya estoy pronto. Voy a empezar ahora, recuerda Alina que no podrás hablar con ellos, pero sí podrás verlos. ¿Estás segura que quieres seguir adelante? –preguntó Joy por última vez.

Se había preguntado lo mismo millones de veces. ¿Valía la pena ver a su familia pero no poder interactuar con ellos? Cuando Joy se le había acercado entusiasmadamente anunciando a los cuatro vientos que podría hacer un portal doble, para que no solo vieran el mundo de Mayra sino también para que los del otro lado pudieran ver Babia, estaba segura que quería contactarlos. Ahora no estaba tan segura. ¿Cómo les explicaría que estaba bien?

Junto a un Maestro de la mente que podía obtener imágenes de la cabeza de los otros (el poder opuesto al de Dai), y transmitirlas hacia otra persona, Joy estaba convencido de poder abrir un portal a la imagen que ella quisiera. Había elegido la posición en donde estaba la televisión, un lugar donde seguro encontraría a los tres sentados en algún momento del día mirando las noticias o alguna película. Ahora, con los preparativos listos, estaba a punto de ver a su familia por primera vez en casi dos años.

Cuando Joy comenzó a usar su poder y una gran ventana apareció frente a ella, casi se hiperventiló. Allí estaban ellos, sentados en el sillón mirando la televisión. Joy le había bajado las expectativas, diciendo que era probable que las horas no coincidiesen en los dos mundos y no encontrara a su familia entera reunida. Pero el destino les había jugado una buena pasada para variar.

La familia se sobresaltó saltando del sillón cuando notaron la presencia de una ventana flotante abriéndose delante de ellos, tirando varios vasos y haciendo tambalear la mesa ratona. Alina saludó con la mano sin poder evitar que las lágrimas cayeran, pero su familia se mantuvo inmóvil. ¿Cómo lograría convencerlos de que era de verdad y no una visión? Se preguntó quedando inmóvil sin saber qué hacer.

Su hermana Carla tomó la iniciativa. Su hermosa, simpática y curiosa hermana estaba más adulta de lo que recordaba, pero aún mantenía un aire de inocencia en su maquillado rostro. Se acercó hacia el portal con curiosidad e intentó atravesarlo con su mano, pero Joy lo había previsto y no podría siquiera pasar un dedo. Lentamente, Alina llevó su mano a la misma posición que su hermana, negándole con la cabeza, señalando su garganta y sus oídos intentando explicarse que no podían escucharse mutuamente.

—Carla… mi hermana —dijo con la voz sofocada a modo de presentación para los que la acompañaban.

Carla se llevó la otra mano a su boca en sorpresa y volteándose gritó algo a sus padres, haciendo señales para que se acercaran. Uno de cada lado, su madre y su padre se acercaron boquiabiertos con lágrimas en los ojos. Parecían mayores, aplastados por el peso de una hija que había desaparecido. Su padre se mantenía boquiabierto intentando tocar el portal mientas su madre lloraba desconsolada golpeando con los puños intentando traspasar de mundo.

Intentando calmarla, Alina le dijo que no con la cabeza, y se llevó sus manos a sus labios imitando una sonrisa para intentar que su madre sonriera. Cuando eso falló, empezó a presentar a cada uno de sus amigos, vocalizando todos los sonidos de sus nombres a modo de transmitirles cómo se llamaban.

Comenzó con Hikaru, sus manos aun en los hombros del niño quién frenéticamente  comenzó a saludar a los tres repitiendo su nombre una y otra vez por las dudas que no lo hubieran entendido.

—HI... KA… RU – decía señalándose a sí mismo— HI… KA… RU.

Siguió con Elio quien hizo una exagerada reverencia y Mayra quién sonrió ampliamente aunque mantuvo su disposición tímida al ser observada como cuando era la iluminada. Joy simplemente sonrió, su energía concentrada en la tarea que tenía en manos. Por su parte, Suke se concentró en Carla, quién lo miraba como si fuese una estrella de Hollywood para luego hacerle señas a Alina y transmitirle cuan sexy encontraba al chico de ojos verdes rasgados. Al momento de llegar a Dai, tiró de su trenza levemente y lo besó en la mejilla causando una protesta por parte del sorprendido chico. Su rostro enrojeció de vergüenza hasta parecer un tomate.

Cuando volvió a enfrentar a su familia, se encontró que estaba riendo a carcajadas y eso había sido la clave para calmar los llantos histéricos de su madre. Para enfatizar lo que sentía, Alina se llevó las manos al corazón y luego señaló a su alrededor riendo intentando transmitir el amor que sentía por este nuevo mundo. Su padre asintió con la cabeza, entendiendo y posando su mando en su corazón para luego señalarla a ella. Su madre hizo lo mismo con una sonrisa pequeña. Carla simplemente hacía señas diciendo que quería venir con ella mientras le lanzaba guiños a Suke.

No tenía más para decir, pero no lograba juntar las fuerzas para despedirse. Joy se quedaría sin fuerzas en cualquier momento. A su lado, Dai y Suke intercambiaron una mirada. Suke se acostó en el suelo sorprendiendo a todos y cerró sus ojos mientras que Dai entrelazó los dedos de su mano derecha con los de ella.

—Joy, intenta sostenerlo –dijo apresuradamente.

La fuerte sacudida del ambiente hizo temblar el mundo alrededor.

—¿Qué estás haciendo pequeño demonio? –preguntó Joy recobrando el aliento.

Dai sonrió mostrando todos sus dientes, al otro lado su familia estaba boquiabierta mirándolos.

—¡Puedo alcanzarlos! Joy, cierra tus ojos pintados, concéntrate y dime cuando parar. Alina, vete despidiendo –dijo estirando su brazo mostrando la palma hacia el portal.

¡Estaba transmitiéndole imágenes a su familia, ilusiones o recuerdos! Llorando pero riendo al mismo tiempo, Alina envió besos a su padre, madre y hermana, despidiéndose con la mano que tenía libre y diciendo palabras de cariño que no podían oír.

Los pulsos de Dai comenzaron nuevamente, uno, después otro, y otro, y otro… cada uno con un recuerdo sobre Alina en este mundo a través de los ojos de Dai. Cada uno mostrando un momento de su vida en este nuevo mundo a su familia. Alina vio cómo su madre se reía, por algo que había visto dentro de su cabeza, como su padre abría los ojos dándose cuenta que Dai y ella eran mucho más que amigos, y como Carla empezaba nuevamente a insistir en su empeño de querer venir a Babia.

—¡No puedo sostenerlo más! –gritó Joy entre dientes.

—¡LOS AMO! –gritó Alina con todas sus fuerzas.

Con un último pulso de Dai, el portal se cerró, pero Alina se sentía la persona más feliz de dos mundos.

 

 

FIN

Sobre la autora

 

Laura Navello ha amado leer y crear historias dentro de su cabeza desde la infancia, gracias a la influencia de su madre a quien siempre veía con un libro a mano. Siendo fomentada desde pequeña en la lectura, Laura comenzó a imaginar historias propias como pasatiempo para escapar de la rutina. Rompiendo con todos los estereotipos de la gente que la rodeaba, decidió focalizar su carrera en el área de la Ingeniería, manteniendo su pasión como pasatiempo.

Muchos años se necesitaron para pasar a papel las historias que había comenzado en la infancia, debido principalmente a la falta de entrenamiento en gramática, ortografía y estilo, cuando las integrales, los números y la física sobraban.

Siendo ahora una adulta, Laura se ha propuesto terminar por fin aquellos mundos que ha soñado a través de los años y hacerlos disponibles a todos quienes estén dispuestos a leerlos. 

 

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