Read La historia de Zoe Online
Authors: John Scalzi
—Creo que debería buscarte otro hobby —dijo Gretchen, devolviéndome la PDA—. El que tienes ahora es realmente deprimente.
—No intento asustarte. Creí que querías estar enterada de todo esto.
—No tienes que contármelo a mí —dijo Gretchen—. Tienes que contárselo a tus padres. O al mío. A alguien que sepa de verdad qué hacer.
—Ellos ya lo saben —contesté—. Oí a John y Jane hablar del tema anoche después de que él volviera de la Estación Fénix. Allí todo el mundo sabe que las colonias están siendo atacadas. Nadie
informa
de ello: la Unión Colonial tiene puesta la mordaza a los medios de comunicación, pero todo el mundo habla del tema.
—¿Dónde deja eso a Roanoke?
—No lo sé. Pero sí sé que no tenemos mucho tirón ahora mismo.
—Así que vamos a morir todos —dijo Gretchen—. Bueno. Vaya. Gracias, Zoë. Me alegro mucho de saberlo.
—La situación no es tan mala todavía —dije—. Nuestros padres están trabajando en ello. Encontrarán un modo de salvarnos. No vamos a morir.
—Bueno, al menos tú no.
—¿Qué quieres decir?
—Si las cosas se ponen jodidas, los obin te sacarán de aquí —dijo Gretchen—. Aunque si toda la Unión Colonial está siendo atacada, no estoy segura de dónde vas a acabar. Pero el asunto es que tienes una vía de escape. El resto de nosotros no.
Me quedé mirando a Gretchen.
—Eso es increíblemente injusto —dije—. No voy a ir a ninguna parte, Gretchen.
—¿Por qué? No estoy enfadada contigo por que tengas una vía de escape, Zoë. Sólo me da envidia. Ya he vivido un ataque. Sólo logró pasar un misil y ni siquiera explotó bien, y sin embargo causó daños increíbles y mató a alguien a quien quería y a toda su familia. Cuando vengan a por nosotros en serio, no tendremos ninguna oportunidad.
—Recuerda tu entrenamiento —dije.
—No voy a poder enzarzarme en ningún combate con un misil, Zoë —dijo Gretchen, molesta—. Sí, si alguien decide enviar a un ejército aquí, podría pelear con ellos durante un tiempo. Pero después de lo que le hemos hecho a la flota del Cónclave, ¿crees que alguien va a molestarse? Nos volarán desde el cielo y ya está. Tú misma lo dijiste: quieren deshacerse de nosotros. Y tú eres la única que tiene una posibilidad de salir de aquí.
—Ya te he dicho que no voy a ir a ninguna parte.
—Por Dios, Zoë. Te quiero, de verdad, pero no me puedo creer que seas tan tonta. Si tienes una posibilidad de irte, vete. No quiero que mueras. Tus padres tampoco lo quieren. Los obin te abrirán paso entre nosotros para impedir que mueras. Creo que deberías aprovechar la indirecta.
—Entiendo la indirecta. Pero no lo comprendes: he sido la única superviviente antes, Gretchen. Una vez es suficiente para cualquiera. No voy a ir a ninguna parte.
* * *
—Hickory y Dickory quieren que salgas de Roanoke —me dijo papá, después de llamarme con su PDA.
Hickory y Dickory estaban en el salón con él. Era obvio que yo era objeto de algún tipo de negociación entre ellos. El tono de voz de papá era tan ligero que noté que esperaba recalcar algo a los obin, y yo estaba bastante segura de que sabía qué iba a ser.
—¿Vais a venir mamá y tú? —pregunté.
—No.
Era de esperar. John y Jane estaban dispuestos a seguir el mismo destino que la colonia, aunque significara tener que morir. Era lo que se esperaba de ellos como líderes de la colonia, como antiguos soldados, y como seres humanos.
—Pues al infierno —contesté. Miré a Hickory y Dickory mientras lo decía.
—Os lo dije —le dijo papá a Hickory.
—No le ha dicho que venga.
—Ve, Zoë —dijo papá. Lo hizo con un tono tan sarcástico que ni siquiera Hickory y Dickory podían haberlo pasado por alto.
Di una respuesta no del todo amable, y luego dije algo sobre Hickory y Dickory, y luego sobre la idea de que era algo especial para los obin. Porque me sentía locuaz, y también porque estaba cansada de todo el asunto.
—Si queréis protegerme —le dije a Hickory—, entonces proteged a esta colonia. Proteged a la gente que quiero.
—No podemos. Lo tenemos prohibido.
—Entonces tenéis un problema —respondí—, porque yo no voy a ir a ninguna parte. Y no hay nada que vosotros ni nadie pueda hacer al respecto.
Y entonces me marché, dramáticamente, en parte porque creo que era lo que esperaba papá, y en parte porque ya había terminado de decir lo que quería decir sobre el tema.
Luego me fui a mi cuarto y esperé a que papá volviera a llamarme. Porque lo que pasaba entre Hickory y Dickory y él no se terminó cuando me marché de la habitación. Y como decía, fuera lo que fuese, estaba claro que era por mí.
Unos diez minutos más tarde papá me volvió a llamar. Regresé al salón. Hickory y Dickory se habían ido.
—Siéntate, Zoë, por favor —dijo papá—. Necesito que hagas algo por mí.
—¿Implica dejar Roanoke? —preguntó.
—Así es.
—No.
—Zoë.
—
No —
repetí—. Y no te entiendo. ¿Hace diez minutos estabas la mar de contento haciendo que me plantara delante de Hickory y Dickory y les dijera que no iba a ir a ninguna parte, y ahora quieres que me marche? ¿Qué te han dicho para hacerte cambiar de opinión?
—Es lo que yo les he dicho a ellos. Y no he cambiado de opinión. Necesito que te vayas, Zoë.
—¿Para qué? ¿Para poder vivir mientras todos los que quiero mueren? ¿Mamá y tú y Gretchen y Magdy? ¿Para que yo pueda salvarme mientras Roanoke es destruida?
—Necesito que te vayas para poder salvar Roanoke.
—No comprendo.
—Probablemente será porque no me has dejado terminar antes de subirte al pulpito —dijo papá.
—No te burles de mí.
Papá suspiró.
—No intento burlarme de ti, Zoë. Pero lo que necesito de ti ahora mismo es que te calles para poder contártelo. ¿Puedes hacerlo, por favor? Facilitará mucho las cosas. Luego, si dices que no, al menos dirás que no por los motivos adecuados. ¿De acuerdo?
—De acuerdo.
—Gracias —dijo papá—. Mira. Ahora mismo la Unión Colonial está siendo atacada porque destruimos la flota del Cónclave. Todos los mundos de la Unión Colonial han sido golpeados. Las Fuerzas de Defensa Coloniales están apuradas, la cosa va a empeorar. Va a empeorar mucho. La Unión Colonial ya está tomando decisiones sobre qué colonias puede permitirse perder cuando haya que ponerse en lo peor.
—Y Roanoke es una de ellas —dije.
—Sí —contestó papá—. Decididamente. Pero hay algo más, Zoë. Existía la posibilidad de que yo pidiera a los obin que nos ayudaran aquí, en Roanoke, porque tú estabas aquí. Pero la Unión Colonial les ha dicho a los obin que no nos ayuden. Pueden sacarte de aquí, pero no pueden ayudarnos a defender Roanoke. La Unión Colonial no quiere que nos ayuden.
—¿Por qué no? —pregunté—. Eso no tiene ningún sentido.
—No tiene ningún sentido si das por hecho que la Unión Colonial quiere que Roanoke
sobreviva.
Pero míralo de otra forma, Zoë. Esta es la primera colonia con colonos procedentes de la Unión Colonial y no de la Tierra. Los colonos vienen de los diez mundos más poderosos y más poblados de la Unión Colonial. Si Roanoke es destruida, esos diez mundos quedarán afectados por la pérdida. Roanoke se convertirá en un grito de rabia en esos mundos. Y en toda la Unión Colonial.
—Estás diciendo que valemos más para la Unión Colonial muertos que vivos —dije.
—Para ellos, valemos más como símbolo que como colonia —respondió papá—, lo cual es inconveniente para aquellos de nosotros que vivimos aquí y queremos seguir vivos. Pero así es, por eso no permiten que los obin nos ayuden. Por eso no tenemos recursos.
—¿Lo sabes a ciencia cierta? —pregunté—. ¿Alguien te dijo esto cuando volviste a la Estación Fénix?
—Alguien me lo dijo, sí. Un general llamado Szilard. El antiguo comandante en jefe de Jane. No es oficial, pero encaja con mis propios cálculos.
—¿Y te fías de él? —pregunté—. No es por ofender, pero la Unión Colonial no ha sido exactamente franca con nosotros últimamente.
—He tenido mis más y mis menos con Szilard. Y tu madre también. Pero sí, me fío de él en esto. Ahora mismo es el único en toda la Unión Colonial de quien me fío.
—¿Qué tiene esto que ver con que yo me vaya de Roanoke? —pregunté.
—El general Szilard me dijo otra cosa más cuando lo vi. Era también información extraoficial, pero de buenas fuentes. Me dijo que el general Gau, el líder del Cónclave...
—Sé quién es, papá. Me he estado poniendo al día al hilo de los acontecimientos.
—Lo siento —dijo papá—. Dijo que el general Gau iba a ser asesinado por alguien de su propio círculo de consejeros, y que el asesinato sucedería pronto, probablemente en las próximas semanas.
—¿Por qué te dijo eso?
—Para que yo pudiera utilizarlo. Aunque la Unión Colonial quisiera avisar al general Gau sobre el intento de asesinato (y no querrá, ya que probablemente le gustaría que tuviera éxito), no hay ningún motivo para pensar que Gau le diera crédito. La Unión Colonial voló su flota entera. Pero Gau podría escuchar la información si viniera de mí, puesto que ya ha tratado conmigo.
—Y tú fuiste quien le suplicó que no trajera su flota a Roanoke —dije.
—Eso es. Por eso nos han atacado tan poco. El general Gau me dijo que ni el Cónclave ni él se vengarían de Roanoke por lo que le sucedió a la flota.
—Nos han atacado.
—Pero no ha sido el Cónclave —dijo papá—. Fue alguien más, poniendo a prueba nuestras defensas. Pero si Gau es asesinado, esa garantía morirá con él. Entonces la veda quedará abierta en Roanoke, y nos atacarán enseguida, porque es aquí donde el Cónclave sufrió su mayor derrota. También somos un símbolo para el Cónclave. Así que tenemos que hacer saber al general Gau que corre peligro. Por nuestro propio bien.
—Si le dices eso, estarás dando información a un enemigo de la Unión Colonial —dije—. Serás un traidor.
Papá me dirigió una sonrisa irónica.
—Confía en mí, Zoë. Ya estoy metido en líos hasta el cuello. —La sonrisa desapareció—. Y, sí, el general Gau es enemigo de la Unión Colonial. Pero creo que podría ser amigo de Roanoke. Ahora mismo, Roanoke necesita todos los amigos que pueda conseguir, donde quiera que pueda encontrarlos. Los que teníamos nos están dando la espalda. Vamos a presentarnos ante este nuevo, con el sombrero en la mano.
—Y por «vamos» te refieres a mí.
—Sí —dijo papá—. Necesito que transmitas este mensaje de mi parte.
—No me necesitas para eso. Podrías hacerlo tú. Lo podría hacer mamá. Sería mejor que fuerais cualquiera de vosotros.
Papá negó con la cabeza.
—Ni Jane ni yo podemos dejar Roanoke, Zoë. La Unión Colonial nos vigila. No se fían de nosotros. Y aunque pudiéramos, no debemos marcharnos porque nuestro sitio está con los colonos. Somos sus líderes. No podemos abandonarlos. Lo que les pase a ellos nos pasará también a nosotros. Les hicimos una promesa y vamos a quedarnos a defender esta colonia, pase lo que pase. Lo entiendes, ¿no?
Asentí.
—Por eso no podemos marcharnos. Pero tú sí puedes, y en secreto. Los obin quieren que te marches de Roanoke. La Unión Colonial lo permitirá porque es parte de su tratado con los obin, y mientras Jane y yo nos quedemos aquí no levantarán una ceja. Los obin son técnicamente neutrales en la lucha entre el Cónclave y la Unión Colonial: una nave obin podrá llegar a la sede del general Gau, mientras que una nave de la Unión Colonial no podría.
—Envía entonces a Hickory y Dickory —dije yo—. O haz que los obin envíen una sonda de salto al general.
—No funcionaría. Los obin no van a poner en peligro su relación con la Unión Colonial para transmitir mensajes de mi parte. El único motivo por el que hacen esto es porque estoy de acuerdo en dejarles que te saquen de Roanoke. Estoy usando la única pieza de presión que tengo con los obin, Zoë. Esa pieza eres tú. Y hay algo más: el general Gau tiene que saber que creo que la información que le mando es buena, que no soy sólo un peón en un juego superior de la Unión Colonial. Necesito darle algo en prenda de mi sinceridad, Zoë. Algo que demuestre que corro tanto riesgo al enviarle esta información como él al recibirla. Aunque Jane o yo pudiéramos ir en persona, el general Gau no tendría ningún motivo para creer lo que le dijéramos, porque sabe que tanto Jane como yo fuimos soldados y somos líderes. Sabe que estaríamos dispuestos a sacrificarnos por nuestra colonia. Pero también sabe que no estoy dispuesto a sacrificar a mi única hija. Ni Jane tampoco. Así que ya ves, Zoë. Tienes que ser tú. Nadie más puede hacerlo. Eres la única que puede llegar hasta el general Gau, darle el mensaje y que te crea. No yo, ni Jane, ni Hickory y Dickory. Nadie más. Sólo tú. Entrega el mensaje y quizá podamos encontrar todavía un modo de salvar a Roanoke. Es una posibilidad pequeña. Pero ahora mismo es la única que tenemos.
Permanecí sentada unos minutos, reflexionando sobre lo que papá me había pedido.
—Sabes que si Hickory y Dickory me sacan de Roanoke, no van a querer traerme de vuelta —dije, finalmente—. Lo sabes.
—Seguramente no.
—Me estás pidiendo que me marche. Me estás pidiendo que asuma que tal vez no os vuelva a ver nunca más. Porque si el general Gau no me cree, o si lo matan antes de que pueda hablar con él, este viaje no significará nada. Sólo habrá servido para mantenerme lejos de Roanoke.
—Si sólo sirviera para eso, Zoë, no me quejaría —dijo papá, y levantó rápidamente la mano para impedirme que hiciera ningún comentario—. Pero si eso fuera lo único para lo que creyera que va a servir, no te pediría que lo hicieras. Sé que no quieres dejar Roanoke, Zoë. Sé que no quieres dejarnos a nosotros ni a tus amigos. No quiero que te suceda nada malo, Zoë. Pero también pienso que eres lo bastante mayor para tomar ya tus propias decisiones. Si cuando todo esté dicho y hecho quieres quedarte en Roanoke y aceptar lo que suceda, no intentaré hacerte cambiar de opinión. Ni tampoco Jane. Los dos estaremos contigo hasta el final. Lo sabes.
—Lo sé.
—Hay riesgos para todo el mundo —dijo papá—. Cuando Jane y yo le contemos esto al Consejo de Roanoke, cosa que haremos cuando te hayas marchado, estoy seguro de que nos depondrán como líderes de la colonia. Cuando la noticia llegue a la Unión Colonial, es casi seguro que nos arrestarán acusados de traición. Aunque todo salga a la perfección, Zoë, y el general Gau acepte tu mensaje y actúe en consecuencia e incluso se asegure de que Roanoke no sea molestado, tendremos que pagar por nuestras acciones. Jane y yo lo aceptamos. Pensamos que merece la pena a cambio de salvar Roanoke. El riesgo para ti, Zoë, es que si lo haces, podrías no volver a vernos a nosotros ni a tus amigos en mucho tiempo, o nunca más. Es un gran riesgo. Tienes que decidir si merece la pena correrlo.