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Authors: Leandro Zanoni

Tags: #Biografía, Historia, Otros

La gran manzana (7 page)

El sitio web de Apple puso en su portada el ya famoso retrato de Jobs en blanco y negro realizado por el fotógrafo Adam Watson
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con el texto: "Apple ha perdido un genio creativo y visionario, y el mundo ha perdido un ser humano maravilloso. Aquellos que hemos tenido la fortuna de conocer y trabajar con Steve hemos perdido un amigo y un mentor que nos inspiraba. Steve deja atrás una compañía que solo él podría haber levantado, y su espíritu siempre estará en los cimientos de Apple".

Martina Rua es una periodista argentina especializada en tecnología. Escribe para el diario
Perfil
y el día de la muerte de Jobs estaba en San Francisco cubriendo una conferencia organizada por Oracle.
[12]
Para este libro, cuenta:

Mentiría si dijera que en el momento que me enteré de la muerte de Jobs tomé real dimensión de lo que eso significaba y de lo que significaba estar en el lugar, a pocas horas del epicentro de la noticia que congeló la información mundial en cuestión de minutos. Fueron un par de horas más tarde cuando el celular, las redes y mi mail explotaron y mis editores me terminaron de despabilar. Salí a la calle y solo se hablaba de eso: en la puerta del Apple Store, en los taxis o en el recital de Sting al que asistí esa noche donde el músico le dedicó una canción.

Y al día siguiente fuiste hasta Cupertino, la ciudad donde está la sede central de Apple.

—Sí. Queda muy cerca de San Francisco. Decidir viajar a Apple fue crucial. La experiencia periodística fue adrenalina pura, casi no dormí en tres días. Luego de pasar todo el 6 de octubre buscando testimonios —varios empleados y fanáticos—, di con Josef Friedman, un ingeniero que trabajó durante 16 años codo a codo con Jobs. Y no solo eso, me quedé a dormir en su casa y a partir de ese día se forjó una relación con él y su mujer que aún continúa. Son una adorable pareja en sus sesentas. Pude volcar la intensidad de toda aquella vivencia en varios artículos en un suplemento especial del diario
Perfil
y cuando volví, me di el gusto de contar la experiencia en una crónica para el diario
El
Mercurio
de Chile.

Lo que sigue es una columna escrita por el autor de este libro, publicada en el diario
El Cronista
el 6 de octubre de 2011, al día siguiente de la muerte de Jobs:

Pensó diferente

En los ‘80, Steve Jobs usaba un reloj Porsche de titanio que lo había impresionado por su diseño moderno y compacto. Cada vez que alguien le hacía algún comentario referido al diseño, y que él consideraba valioso, se lo sacaba y se lo regalaba. Era su manera de reconocer el buen gusto ajeno. Minutos después, Jobs aparecía con un reloj idéntico en su muñeca. Cada uno costaba dos mil dólares, pero en su oficina tenía un cajón con un par de docenas del mismo modelo. Era un obsesivo del diseño.

Dicen los que lo conocieron que era tan obsesivo y exigente que resultaba muy tedioso seguirle el ritmo. No aceptaba un no. Le ponía a sus equipos de trabajo plazos imposibles de cumplir y ante la indignación de los ingenieros expertos que él mismo reclutaba, se daba media vuelta y se iba. Cuando les explicó que el iPhone debía tener un solo botón, sus empleados le dijeron que era imposible de fabricar. Pero fue un éxito y hoy es el teléfono inteligente más vendido del mundo, por encima de Samsung y la histórica Nokia.

Jobs veía el futuro y logró fabricarlo. Se anticipaba a los deseos de todos nosotros. Por eso estaba en contra de los "focus groups". Él decía que a la gente le da miedo innovar y arriesgar. Citaba al gran Henry Ford —uno de sus modelos, junto a Gutemberg— cuando dijo: "Si les hubiera preguntado a mis clientes lo que querían, me habrían dicho: "un caballo más rápido".

Fanático de las manos, podía quedarse horas viendo la suya o investigando la capacidad motriz de esa parte del cuerpo humano. Cuando se aburría en alguna reunión, se miraba la mano y la giraba lentamente y movía los dedos sobre sus ojos. "Es la configuración perfecta", solía decir.

Tenía un enorme poder de convencimiento para lograr sus objetivos. Como un hechicero, lograba que cualquier persona termine aceptando su propósito. En 1984 cuando fue a contratar al difícil John Sculley, el entonces CEO de Pepsi, lo provocó con la frase que ya es leyenda: "¿Querés pasar el resto de tu vida vendiendo agua con azúcar o querés cambiar el mundo? ".

Sus presentaciones de productos eran un deleite para el público. Las practicaba hasta cien veces y salían perfectas. Por suerte, ahora florecen en YouTube, al igual que su famoso discurso para egresados en la Universidad de Stanford.

Millonario desde joven, era muy austero en su forma de vestir. En los ‘90 empezó a usar remeras y poleras negras, jeans claros y zapatillas grises New Balance. Nunca más abandonó ese conjunto, que ya se convirtió en su sello.

Su vida personal es digna de una novela. Sus padres biológicos lo dieron en adopción a una familia común del sur de San Francisco. Pero después, se casaron y tuvieron a su hermana, Monna Simpson, hoy escritora famosa en los Estados Unidos. Steve se hizo vegetariano y budista, fanático de los Beatles y Bob Dylan. En 1976, cuando tenía 21 años, creó Apple con su vecino y tocayo Steve Wozniak. Ninguno sabía que revolucionarían —junto con Microsoft e IBM— el mundo actual. De su cabeza salió la Macintosh, el iPod, el iPhone, el iPad y las Mac, además de Pixar, la empresa que fundó (hoy propiedad de Disney) y con la que revolucionó el cine animado con películas como
Toy Story
,
Cars
y
Buscando a Nemo
, entre otras. En apenas diez años, revolucionó el negocio de la música, del cine y de los medios. Es para lamentar que haya muerto muy joven, cuando todavía podía dar mucho más de su talento y su visión. Ahora nacieron el mito y la leyenda.

Pero la importancia de Jobs se verá en los próximos años. Su ausencia deja al mundo sin un gran creador y con grandes incógnitas: ¿Cómo será el futuro de Apple? ¿Qué personalidad ocupará su lugar? ¿Qué nuevos productos cautivarán al público a partir de hoy? No existen respuestas todavía. Pero sí estoy seguro de que con la muerte de Steve Jobs, todos los fanáticos de la tecnología, nos sentimos un poco más solos.

El discurso

En junio de 2005 Jobs fue invitado a dar un discurso a los egresados de la Universidad de Stanford. Él mismo escribió el texto en su casa unos días antes. Se trata de tres historias que se relacionan entre sí. Poco tiempo después, sus palabras comenzaron a circular por la Web. Después de su muerte, aquel discurso sincero e inspirador se convirtió en uno de los videos más vistos en la historia de YouTube y hoy es considerado una pieza ejemplar de oratoria. Este es el texto completo:

Tengo el honor de estar hoy aquí con ustedes en su comienzo en una de las mejores universidades del mundo. La verdad sea dicha, yo nunca me gradué. A decir verdad, esto es lo más cerca que jamás he estado de una graduación universitaria. Hoy les quiero contar tres historias de mi vida. Nada especial. solo tres historias. La primera historia versa sobre "conectar los puntos". Dejé la universidad de Reed (Portland, Oregon) tras los seis primeros meses, pero después seguí vagando por allí otros 18 meses, más o menos, antes de dejarlo del todo. Entonces, ¿Por qué lo dejé? Comenzó antes de que yo naciera. Mi madre biológica era una estudiante joven y soltera, y decidió darme en adopción. Ella tenía muy claro que quienes me adoptaran tendrían que ser titulados universitarios, de modo que todo se preparó para que fuese adoptado al nacer por un abogado y su mujer. solo que cuando yo nací decidieron en el último momento que lo que de verdad querían era una niña. Así que mis padres, que estaban en lista de espera, recibieron una llamada a medianoche preguntando:

—Tenemos un niño no esperado; ¿lo quieren?

—Por supuesto, dijeron ellos.

Mi madre biológica se enteró de que mi madre no tenía titulación universitaria, y que mi padre ni siquiera había terminado el bachillerato, así que se negó a firmar los documentos de adopción. solo cedió, meses más tarde, cuando mis padres prometieron que algún día yo iría a la universidad. Y 17 años más tarde fui a la universidad.

Pero de una forma descuidada elegí una universidad que era casi tan cara como Stanford, y todos los ahorros de mis padres, de clase trabajadora, los estaban gastando en mi matrícula.

Después de seis meses, no le veía propósito alguno. No tenía idea de qué quería hacer con mi vida, y menos aún de cómo la universidad me iba a ayudar a averiguarlo. Y me estaba gastando todos los ahorros que mis padres habían conseguido a lo largo de su vida.

Así que decidí dejarlo, y confiar en que las cosas saldrían bien. En su momento me dio miedo, pero en retrospectiva fue una de las mejores decisiones que nunca haya tomado.

En el momento en que lo dejé, ya no fui más a las clases obligatorias que no me interesaban, y comencé a meterme en las que parecían interesantes. No era idílico.

No tenía dormitorio, así que dormía en el suelo de las habitaciones de mis amigos, devolvía botellas de Coca Cola por los 5 céntimos del envase para conseguir dinero para comer, y caminaba más de 10 kilómetros los domingos por la noche para comer bien una vez por semana en el templo de los Hare Krishna. Me encantaba. Y muchas cosas con las que me fui topando al seguir mi curiosidad e intuición resultaron no tener precio más adelante. Les daré un ejemplo: En aquella época la Universidad de Reed ofrecía la que quizá fuese la mejor formación en caligrafía del país. En todas partes del campus, todos los pósteres, todas las etiquetas de todos los cajones, estaban bellamente caligrafiadas a mano. Como ya no estaba matriculado y no tenía clases obligatorias, decidí atender al curso de caligrafía para aprender cómo se hacía.

Aprendí cosas sobre el serif y tipografías sans serif, sobre los espacios variables entre letras, sobre qué hace realmente grande a una tipografía. Era sutilmente bello, histórica y artísticamente, de una forma que la ciencia no puede capturar, y lo encontré fascinante.

Nada de esto tenía ni la más mínima esperanza de aplicación práctica en mi vida. Pero diez años más tarde, cuando estábamos diseñando la primer computadora Macintosh, todo eso volvió a mí. Y diseñamos el Mac con eso en su esencia. Fue la primer computadora con tipografías bellas. Si nunca me hubiera dejado caer por aquél curso concreto en la universidad, el Mac jamás habría tenido múltiples tipografías, ni caracteres con espaciado proporcional. Y como Windows no hizo más que copiar el Mac, es probable que ninguna computadora personal los tuviera ahora.

Si nunca hubiera decidido dejarlo, no habría entrado en esa clase de caligrafía y las computadoras personales no tendrían la maravillosa tipografía que poseen.

Por supuesto, era imposible conectar los puntos mirando hacia el futuro cuando estaba en clase, pero fue muy, muy claro al mirar atrás diez años más tarde. De nuevo: no puedes conectar los puntos hacia adelante, solo puedes hacerlo hacia atrás. Así que tienes que confiar en que los puntos se conectarán alguna vez en el futuro. Tienes que confiar en algo, tu instinto, el destino, la vida, el karma, lo que sea. Porque creer que los puntos se unirán te darán la confianza de confiar en tu corazón. Esta forma de actuar nunca me ha dejado tirado, y ha marcado la diferencia en mi vida.

Mi segunda historia es sobre el amor y la pérdida. Tuve suerte, supe pronto en mi vida qué era lo que más deseaba hacer. Woz y yo creamos Apple en la cochera de mis padres cuando tenía 20 años. Trabajamos mucho, y en diez años Apple creció de ser solo nosotros dos a ser una compañía valorada en 2 mil millones de dólares y 4.000 empleados. Hacía justo un año que habíamos lanzado nuestra mejor creación, el Macintosh, un año antes, y hacía poco que había cumplido los 30. Y me despidieron. ¿Cómo te pueden echar de la empresa que tú has creado?

Bueno, mientras Apple crecía contratamos a alguien que yo creía muy capacitado para llevar la compañía junto a mí, y durante el primer año, más o menos, las cosas fueron bien. Pero luego nuestra perspectiva del futuro comenzó a ser distinta, y finalmente nos apartamos completamente.

Cuando eso pasó, nuestra Junta Directiva se puso de su parte. Así que a los 30 estaba fuera. Y de una forma muy notoria. Lo que había sido el centro de toda mi vida adulta se había ido, y fue devastador. Realmente no supe qué hacer durante algunos meses. Sentía que había dejado de lado a la anterior generación de emprendedores, que había soltado el testigo en el momento en que me lo pasaban. Me reuní con David Packard (de HP) y Bob Noyce (Intel), e intenté disculparme por haberlos fastidiado tanto. Fue un fracaso muy notorio, e incluso pensé en huir del valle (Silicon Valley). Pero algo comenzó a abrirse paso en mí, aún amaba lo que hacía.

El resultado de los acontecimientos en Apple no había cambiado eso ni un ápice. Había sido rechazado, pero aun estaba enamorado. Así que decidí comenzar de nuevo. No lo vi así entonces, pero resultó ser que el que me echaran de la empresa fue lo mejor que jamás me pudo haber pasado. Había cambiado el peso del éxito por la ligereza de ser de nuevo un principiante, menos seguro de las cosas. Me liberó para entrar en uno de los periodos más creativos de mi vida. Durante los siguientes cinco años, creé una empresa llamada NeXT, otra llamada Pixar, y me enamoré de una mujer asombrosa que se convertiría después en mi esposa.

Pixar llegó a crear el primer largometraje animado por computadora,
Toy Story
, y es ahora el estudio de animación más exitoso del mundo. En un notable giro de los acontecimientos, Apple compró NeXT, y yo regresé a Apple, y la tecnología que desarrollamos en NeXT es el corazón del actual renacimiento de Apple. Y Laurene y yo tenemos una maravillosa familia.

Estoy bastante seguro de que nada de esto habría ocurrido si no me hubieran echado de Apple. Creo que fue una medicina horrible, pero supongo que el paciente la necesitaba. A veces, la vida te da en la cabeza con un ladrillo. No pierdas la fe. Estoy convencido de que la única cosa que me mantuvo en marcha fue mi amor por lo que hacía. Tienes que encontrar qué es lo que amas. Y esto vale tanto para nuestro trabajo, como para nuestros amantes. El trabajo va a llenar gran parte de nuestra vida, y la única forma de estar realmente satisfecho es hacer lo que consideres un trabajo genial. Y la única forma de tener un trabajo genial es amar lo que hagas. Si aún no lo has encontrado, sigue buscando. No te conformes. Como en todo lo que tiene que ver con el corazón, lo sabrás cuando lo hayas encontrado. Y como en todas las relaciones geniales, las cosas mejorarán y mejorarán según pasan los años. Así que sigue buscando hasta que lo encuentres. No te conformes.

Mi tercera historia es sobre la muerte. Cuando tenía 17 años, leí una cita que decía algo como: "Si vives cada día como si fuera el último, algún día tendrás razón." Me marcó, y desde entonces, durante los últimos 33 años, cada mañana me he mirado en el espejo y me he preguntado: "Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿Querría hacer lo que voy a hacer hoy?" Y si la respuesta era "No" durante demasiados días seguidos, sabía que necesitaba cambiar algo.

Recordar que voy a morir pronto es la herramienta más importante que haya encontrado para ayudarme a tomar las grandes decisiones de mi vida. Porque prácticamente todo, las expectativas de los demás, el orgullo, el miedo al ridículo o al fracaso se desvanece frente a la muerte, dejando solo lo que es verdaderamente importante.

Recordar que vas a morir es la mejor forma que conozco de evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás desnudo. No hay razón para no seguir tu corazón.

Hace casi un año me diagnosticaron cáncer. Me hicieron un chequeo a las 7.30 de la mañana, y mostraba claramente un tumor en el páncreas. Ni siquiera sabía qué era el páncreas. Los médicos me dijeron que era prácticamente seguro un tipo de cáncer incurable, y que mi esperanza de vida sería de tres a seis meses. Mi médico me aconsejó que me fuese a casa y dejara zanjados mis asuntos, forma médica de decir: prepárate a morir. Significa intentar decirle a tus hijos en unos pocos meses lo que ibas a decirles en diez años. Significa asegurarte de que todo queda atado y bien atado, para que sea tan fácil como sea posible para tu familia. Significa decir adiós.

Viví todo un día con ese diagnóstico. Luego, a última hora de la tarde, me hicieron una biopsia, metiéndome un endoscopio por la garganta, a través del estómago y el duodeno, pincharon el páncreas con una aguja para obtener algunas células del tumor.

Yo estaba sedado, pero mi esposa, que estaba allí, me dijo que cuando el médico vio las células en el microscopio comenzó a llorar, porque resultó ser una forma muy rara de cáncer pancreático que se puede curar con cirugía. Me operaron, y ahora estoy bien.

Esto es lo más cerca que he estado de la muerte, y espero que sea lo más cerca que esté de ella durante algunas décadas más. Habiendo vivido esto, ahora les puedo decir esto con más certeza que cuando la muerte era un concepto útil, pero puramente intelectual: nadie quiere morir. Ni siquiera la gente que quiere ir al cielo quiere morir para llegar allí. Y sin embargo la muerte es el destino que todos compartimos. Nadie ha escapado de ella. Y así tiene que ser, porque la muerte es posiblemente el mejor invento de la vida. Es el agente de cambio de la vida. Retira lo viejo para hacer sitio a lo nuevo.

Ahora mismo lo nuevo son ustedes, pero dentro de no demasiado tiempo, de forma gradual, se irán convirtiendo en lo viejo, y serán apartados. Siento ser dramático, pero es bastante cierto. Nuestro tiempo es limitado, así que no lo gastes viviendo la vida de otro. No te dejes atrapar por el dogma que es vivir según los resultados del pensamiento de otros. No dejes que el ruido de las opiniones de los demás ahogue nuestra propia voz interior. Y lo más importante, ten el coraje de seguir a tu corazón y tu intuición. De algún modo ellos ya saben lo que tú realmente quieres ser. Todo lo demás es secundario. Cuando era joven, había una publicación asombrosa llamada
The Whole Earth Catalog
(Catálogo de toda la Tierra), una de las biblias de mi generación. La creó un tipo llamado Stewart Brand no lejos de aquí, en Menlo Park, y la trajo a la vida con su toque poético. Eran los últimos años de la década de 1960, antes de las computadoras personales y la autoedición, así que se hacía con máquinas de escribir, tijeras, y cámaras Polaroid. Era como Google con tapas de cartulina, 35 años antes de que llegara Google. Era idealista, y rebosaba de herramientas claras y grandes conceptos. Stewart y su equipo sacaron varios números del
The Whole Earth Catalog
, y cuando llegó su momento, sacaron un último número. Fue a mediados de los ‘70, y yo tenía su edad.

En la contraportada de su último número había una fotografía de una carretera por el campo a primera hora de la mañana, la clase de carretera en la que podrías encontrarte haciendo autostop si eres aventurero. Bajo ella estaban las palabras: "Sigue hambriento. Sigue alocado". Era su último mensaje de despedida. "Sigue hambriento. Sigue alocado". Y siempre he deseado eso para mí. Y ahora, cuando se gradúen para comenzar de nuevo, les deseo eso. Sigan hambrientos, sigan alocados.

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