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Authors: John Curran

Tags: #Biografía, Ensayo, Intriga

Los cuadernos secretos (2 page)

Nunca ha dejado de asombrarme que a lo largo de los más de treinta años que han pasado desde su fallecimiento el interés que existe por todos los aspectos de la vida y la obra de Agatha Christie se mantenga a un nivel tan fervoroso. De John conviene decir que siempre se ha concentrado en su obra, dejando en manos de otros la morbosa fascinación por la persona que hay detrás de los libros. Éste es un volumen que detalla todos los entresijos, la materia prima de todas sus grandes obras. Es un libro sumamente personal y es sin duda un fragmento de la historia literaria. John nos ha hecho un obsequio a todos nosotros; confío firmemente que el lector lo disfrute.

Mathew Prichard es nieto de Agatha Christie
y presidente de Agatha Christie Limited

PREFACIO
Sombras a pleno sol.
Interludio en Greenway, verano de 1954

Mientras contempla el río que fluye a sus pies, un barco de recreo aparece resoplando con rumbo a Dartmouth. El sol arranca destellos del agua en la estela que deja a su paso. Las risas de los veraneantes que viajan en el barco alcanzan el punto elevado desde el que contempla el panorama, el mirador del Battery, y el perro adormilado a sus pies levanta la cabeza y se asoma con un gesto inquisidor por el pretil, mirando hacia el río. Sólo hay otro ruido que altere su paz: el zumbido de una abeja abotargada. En algún otro lugar de ese refugio de ensueño, Frank, el jardinero, se afana en preparar las flores para la muestra veraniega, y Mathew ha iniciado la búsqueda del tesoro cuyas pistas ha dispuesto su abuela, aunque en ese mirador semicircular, en la linde de los jardines, con una vista perfecta del río, ella está completamente en paz. Y aprovecha ese rato de soledad que no será dilatado para pensar en su siguiente libro después de un magnífico periodo de asueto, dedicado a comer las excelentes verduras que se cultivan en el huerto, a nadar en la playa, a salir de picnic por los páramos cercanos y a pasar el rato tumbada sobre la hierba y disfrutar de la compañía de familiares y amigos.

Sabe que con sólo dejar que su imaginación se desboque a su antojo le llegará la inspiración; a fin de cuentas, a lo largo de treinta y cinco años nunca le ha fallado la imaginación, por lo cual no hay razones para suponer que en ese apacible escenario vaya a dejarla en la estacada. Mira perezosamente en derredor. A su izquierda, visible por muy poco, se encuentra el tejado de la casa del embarcadero; más allá, a la derecha, los jardines ascienden en una suave pendiente hacia la imponente casa georgiana que domina el terreno. Oye, espaciados, algunos susurros entre los matorrales; es Mathew, que sigue las pistas que ella ha colocado.

Si ha seguido las pistas sin equivocarse, ahora mismo tendría que ir en dirección a la cancha de tenis… Me pregunto si podrá descubrir la pelota de tenis… Es lo que contiene la pista siguiente… La verdad es que resulta muy similar a una novela de detectives, sólo que más entretenida, con menos planificación… y sin tener que hacer correcciones ni leer galeradas… Y luego nadie escribe para señalar los errores en que haya incurrido una… Pero… si fuesen más los participantes aún sería mejor la cosa, más divertida, más disputada. Puede que la próxima vez sea capaz de conseguir que algunos de los sobrinos de Max se le sumen, de modo que sea más emocionante. Pero también puedo organizar la próxima vez una fiesta en el jardín para los chicos del colegio del pueblo… Podría trabajar en el mirador del Battery y en la casa del embarcadero…, aunque ésta en concreto resultaría un tanto siniestra…, sobre todo si una tiene que estar sola…

Ahora mira sin ver el río e imagina todo lo que la rodea bañado por una luz más siniestra…

Si en el césped se organizase un festejo ligero…, una reunión familiar… No, sería necesario que viniese más gente… ¿Una fiesta en el jardín? ¿Una ocasión para recaudar fondos que destinar a una obra de caridad? Por ejemplo, para los
boy scouts
o para las
girl guides
… Siempre están escasos de fondos… Sí, eso tiene algunas posibilidades… Se podrían montar unos tenderetes en el césped, servir el té y los bocadillos en una carpa, tal vez donde está el magnolio… La gente entraría y saldría de la casa a su antojo… Una adivina, un puesto donde se venden refrescos…, gran confusión a la hora de saber en dónde está cada uno de los presentes… Y en otro punto de la finca una fuerza más tenebrosa en pleno funcionamiento… que nadie ha reconocido, de la que nadie recela… ¿Y si fuese aquí, en el Battery? No, es demasiado abierto y demasiado…, demasiado… poco amenazador, además de que aquí no se podría ocultar un cadáver; en cambio, en la casa del embarcadero… Ahí sí que hay posibilidades, está tan lejos que queda aislada, hay que bajar esas escaleras destartaladas, pero sigue siendo fácilmente accesible para cualquiera. Y se puede cerrar la puerta con llave…, se puede acceder desde el río… ¿Qué tal la señora Oliver? Es perfecta para planear la búsqueda del tesoro como si fuera un juego… Podría torcerse por la razón que fuera, y entonces muere alguien. Veamos… ¿Qué tal un asesinato en vez de una búsqueda del tesoro? Sería como el Cluedo, sólo que en una casa y una finca auténticas, no sobre el tablero de juego. Veamos: Poirot o Marple… Marple o Poirot… A la señorita M no la veo recorriendo los terrenos de Greenway, un escenario que tampoco es del todo bueno para Poirot, aunque en el caso de ella no sería verosímil que… Y tampoco tiene trato con la señora Oliver, y tengo que utilizarla de todos modos… Así… La señora O tendría que invitar a Poirot por la razón que fuera… Tal vez podría hacerle llegar a la casa por medio de algún pretexto… ¿Necesita su ayuda para interpretar algunas de las pistas…? ¿O acaso Poirot ya sabe que el comisario jefe…? No, eso ya lo he utilizado en unas cuantas ocasiones. ¿Qué tal si fuese él quien hiciera entrega del premio al ganador de la búsqueda del tesoro?

Busca en el bolso y saca un cuaderno rojo de buen tamaño.

No es que sea muy adecuado para llevarlo de un lado a otro, pero si pienso en el lema de los
scouts
… hay que estar siempre preparado. A ver, seguro que aquí tiene que haber una pluma… Mejor será apuntar todo esto mientras lo tengo fresco en la memoria; ya lo cambiaré más adelante. Sigo pensando que la idea elemental tiene claras posibilidades.

Abre el cuaderno, encuentra una página en blanco y se pone a escribir.

Ideas elementales y aprovechables

La señora Oliver cita a Poirot

Está en Greenway… por razones de trabajo… ha tenido que planificar una búsqueda del tesoro o una búsqueda del asesino para entretenimiento de los participantes en la feria benéfica que se ha de celebrar en la finca…

Se encuentra en esos momentos completamente absorta, llenando las páginas con su caligrafía, con su letra característicamente grande, apuntando ideas aun cuando vaya a desecharlas en una etapa más avanzada. La realidad de Greenway ha desaparecido a medida que va poblando la finca de personajes nacidos de su imaginación: estudiantes extranjeras, algunos
boy scouts
y las chicas del grupo de
girl guides
, participantes en la solución del asesinato propuesto como juego, junto con los policías… y Hércules Poirot.

Algunas ideas

Una excursionista (¿chica?) alojada en el albergue de al lado… en la realidad, el de lady Bannerman

Sí, la verdad es que al albergue para jóvenes que hay al lado se le podría sacar un buen rendimiento… Estudiantes extranjeras…, posibilidades de disfrazar a una de ellas de…, ¿de qué? Siempre van y vienen, nadie sabe en realidad quiénes son. Es más fácil disfrazar a una chica que a un hombre… A lo mejor podría ser la doble de la señora que regenta el albergue. Mmm, eso entrañaría que alguien, al menos uno, la conozca realmente bien… A lo mejor podría estar enferma, o a lo mejor ser inválida, una persona que siempre está en su habitación, o bien una retrasada mental en la que nadie se fija… O bien recién casada, nueva por tanto para todo el vecindario. Pero entonces llega alguien que ha tenido trato con ella en el pasado… El marido, por ejemplo, o tal vez un amante, o un pariente… Y ella tiene que librarse de ese recién llegado como sea…

La recién casada es reconocida por alguien que sabe que en realidad ya estaba casada… ¿chantaje?

Podría adaptar una de las búsquedas del tesoro que he confeccionado para Mathew y trabajar de alguna manera en la casa del embarcadero… e inventar la búsqueda de la señora Oliver… Podría aprovechar la idea típica del Cluedo, el emparejamiento de armas y sospechosos…, pero con un cadáver de verdad, no con uno fingido…

El plan de la señora Oliver

Las armas

Revólver… Cuchillo… Cuerda del tendedero de la ropa

¿A quién asesino? La estudiante extranjera… No, es necesario que forme parte del plan… Entonces, alguien inesperado… ¿Y qué tal el señor de la mansión…? No, es demasiado tópico, necesito que tenga más impacto… ¿Y un desconocido…? En tal caso, ¿quién? Y eso me ha de acarrear un montón de problemas… A lo mejor lo dejo para la próxima… ¿Y qué tal un niño…? Hay que manejarlo con mucho cuidado, pero podría ser una novedad. Un niño bueno… A lo mejor el presunto cadáver podría ser uno de los
boy scouts
: desaparece y resulta que ha muerto… O, mejor aún, una
girl guide
… Podría ser una metomentodo y haber visto algo que no debería saber… Creo que hasta ahora nunca ha sido un niño o una niña la víctima…

Cuestiones por dilucidar: ¿quién es el primer elegido para ser la víctima?

(?a) «El cadáver» ha de ser un boy scout y ha de estar en la casa del embarcadero… de ello ha de haber una clave entre las «pistas»

En ese momento mira distraída a lo lejos, sin ver la panorámica del río y de la ladera boscosa de la otra orilla. En ese momento es Poirot y se está tomando el té de las cinco en el salón, antes de salir con cuidado por las puertaventanas que se abren al jardín y caminar despacio. En ese momento es Hattie, resuelta a mantener por todos los medios la posición social que disfruta y el dinero que tiene. Es la señora Oliver, que sin mucha concentración urde la búsqueda del tesoro, descarta posibilidades, enmienda opciones, las cambia…

Trozos siguientes… P en la casa… Va caminando hacia el templete… ¿y qué encuentra?

Hattie entra tal cual es, sin disfraces… Se ha cambiado de ropa y sale (¿de la casa del embarcadero? ¿Del templete? ¿Del tenderete de la adivina?) convertida en la estudiante alojada en el albergue, lo que es

Ahora necesitaría sin duda a algunos miembros más de la familia… ¿Qué tal una madre de avanzada edad…? Podría vivir en la casita de Gate Lodge. Si le doy un aire de misterio, los lectores pensarán que ya han dado en el clavo… Las señoras de avanzada edad siempre funcionan bien como sospechosas. ¿Podría tal vez saber algo de muchos años atrás…? Tal vez conoce a Hattie, la ha visto en otra situación… O le parece que la conoce… O hace creer a Poirot que la conoce, que es casi igual de bueno… Veamos…

¿La señora Folliat? Personaje sospechoso… Sí que encubre algo que ha visto, o un delito de tiempo atrás… Una esposa que abandonó a su marido y se largó.

Deja de escribir y aguza el oído al percibir una voz que se acerca al Battery y la llama:

—Nima, Nima.

—Estoy aquí, Mathew —responde, y un chaval de doce años con el pelo revuelto baja corriendo las escaleras.

—¡Encontré el tesoro, encontré el tesoro! —exclama muy excitado, con voz melodiosa y una moneda de media corona en el puño.

—Bien hecho. Espero que no te haya sido muy difícil…

—La verdad es que no. La pista que estaba en la pelota de tenis sí me llevó un rato, pero por fin la vi pegada a la red.

—Vaya, y yo que pensé que ésa te iba a despistar… —dice con una sonrisa. Cierra el cuaderno y lo guarda en el bolso. El interrogatorio al que somete Hércules Poirot a la señora Folliat y la identidad de la posible segunda víctima van a tener que esperar—. Venga —añade—, vamos a ver si podemos merendar algo rico.

Agatha Christie, Reina de la Novela de Detectives, da el día por bueno; Agatha Christie, abuela, sube los escalones que ascienden desde el Battery para ir en busca de un helado que tomarse con su nieto.

Y la novela de Christie que se publicó en las Navidades de 1956 fue
El templete de Nasse House
.

Introducción

Julia se echó hacia atrás y se quedó boquiabierta. Miraba atónita lo que tenía ante los ojos, atónita…

Un gato en el palomar
, capítulo 17

Vi por vez primera los cuadernos de Agatha Christie el viernes 11 de noviembre de 2005. Mathew Prichard me había invitado a pasar el fin de semana en Greenway para que valorase el estado en que se encontraba antes de que el National Trust comenzara a realizar las amplias obras de restauración que iban a ser necesarias para devolverle la gloria de antaño. Me recogió en la estación de ferrocarril de Newton Abbot, escenario en el que se desarrolla
Personal Call [Llamada personal]
, una obra de teatro radiofónico, y fuimos en coche cuando ya atardecía hasta el pueblo de Galmpton, pasando por delante del colegio público de cuyo consejo escolar fue miembro Dame Agatha y por delante de la casa de campo en la que tuvo su residencia su amigo Robert Graves, a quien dedicó
Hacia cero
. Recorrimos una carretera asfaltada y negra como el carbón hasta pasar el pueblo, y no llegué a fijarme demasiado bien en la panorámica del río Dart, ya próximo a su desembocadura al mar, de la que muchos años antes había disfrutado Hércules Poirot cuando tomó el camino que lo llevaría a descifrar el asesinato cometido en Nasse House. Llovía en abundancia; un detalle tan tópico como es «una noche oscura y de tormenta» se hizo por completo realidad, lejos de ser una simple nota ambiental. Pasamos ante la entrada del albergue juvenil, donde se refugiaban las estudiantes extranjeras en
El templete de Nasse House
, y poco más adelante atravesamos la imponente cancela de Greenway House, ascendiendo entonces por las curvas que conducen hasta la mansión en sí. Estaban encendidas las luces y había un buen fuego de bienvenida en la chimenea de la biblioteca, en donde tomamos el té. Me senté en el sillón predilecto de Agatha Christie y me olvidé de los buenos modales, poniéndome a escrutar con avidez los anaqueles que me rodeaban, precisamente a la muy oportuna altura de la Edición Greenway de sus novelas completas, las versiones en numerosas lenguas extranjeras, las primeras ediciones muy sobadas, ya sin sobrecubierta; las novelas detectivescas de sus contemporáneos y los libros baqueteados por el uso que databan de su feliz infancia, pasada en Ashfield y rememorada con afecto en
La puerta del destino
.

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