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Authors: John Curran

Tags: #Biografía, Ensayo, Intriga

Los cuadernos secretos

 

Una fascinante exploración del contenido de los 73 cuadernos de notas de Agatha Christie recientemente descubiertos, que incluyen ilustraciones, extractos eliminados y dos novelas inéditas de Poirot.

Tras la muerte de la hija de Agatha, Rosalind, a finales de 2004, se reveló un extraordinario legado. Entre sus objetos personales de la residencia familiar de Greenway se desenterraron los cuadernos privados de Agatha Christie, 73 volúmenes escritos a mano que habían permanecido en gran parte ignorados, probablemente debido a que la inconfundible caligrafía de Agatha era muy dificultosa de leer. Pero cuando el archivero John Curran comenzó a descifrar los cuadernos, se hizo evidente la magnitud de este tesoro escondido…

John Curran

Los cuadernos secretos

Agatha Christie - 1

ePUB v1.0

Elle518
14.08.12

Título original:
Agatha Christie’s Secret Notebooks

John Curran, 2009.

Traducción: Miguel Martínez-Lage

ePub base v2.0

Para

Joseph, Conor,

Francis, Oisin y Lorcan

Notas fechadas en 1965, tomadas del Cuaderno 27, en las que se resumen los primeros capítulos de su
Autobiografía
, publicada en 1977.

Agradecimientos

Este libro se ha beneficiado sobremanera de todo el ánimo y del respaldo que me han prestado muchas personas cuyos nombres no figuran en la página de créditos.

Ante todo, quiero dejar constancia de mi agradecimiento a Mathew Prichard y a su esposa, Lucy. La existencia misma de este libro se debe a la generosidad de Mathew. Sin la menor vacilación, estuvo de acuerdo en que me pusiera a escribir sobre los cuadernos cuando lo abordé por vez primera. Y no sólo me garantizó acceso completo y sin restricciones de ninguna clase a todos los papeles de su abuela, sino que Lucy y él también me ofrecieron su hospitalidad ilimitada en las muchas ocasiones en que acudí a estudiar los papeles.

También doy las gracias a David Brawn, de HarperCollins, por la fe que siempre tuvo en el proyecto, y a Steve Gove por su trabajo de edición, que llevó a cabo con ojo de águila.

Mi hermano Brendan leyó uno de los primeros borradores del libro, y sus palabras de ánimo me sirvieron de gran apoyo en la empresa; junto con su esposa, Virginia, me proporcionó un hogar lejos del hogar, aunque con una provisión técnica muchísimo mejor.

Mi amigo y compañero, también devoto de Christie, Tony Medawar me hizo muchas sugerencias de utilidad, además de compartir conmigo los resultados de sus investigaciones.

Han sido asimismo indispensables Felicity Windmill, archivista en HarperCollins; la doctora Christine Faunch y sus adjuntos en la Biblioteca de la Universidad de Exeter, así como Tamsen Harward y Jemma Jones, de Agatha Christie Ltd.

Agradezco a David Headley, de Goldsboro Books, su valiosísima ayuda y sus consejos.

A mis muchos colegas y amigos del Dublin City Council les agradezco todo su apoyo, en especial a Michael Sands, jefe de prensa, y a Jane Alger, bibliotecaria responsable de Servicios a los Lectores.

Por razones muy variadas, quiero también dejar constancia de mi gratitud a Eurion Brown, Pete Coleman, Julius Green, John Perry, John Ryan, John Timon, Andy Trott y Nigel Wollen.

Notas aclaratorias

He «arreglado» las notas originales de Agatha Christie en la mínima medida de lo posible. Cada una de las páginas de cada uno de los cuadernos está salpicada de guiones, corchetes y signos de interrogación; una frase completa es más la excepción que la regla. He suprimido algunas mayúsculas, así como paréntesis y guiones de inciso, pero sólo en aras de una mayor legibilidad. En algunos casos he hecho enmiendas en un párrafo en el que las palabras, separadas por medio de guiones, más bien formaban distintas frases. Todos los signos de interrogación que se conservan, así como los subrayados, las tachaduras, los signos de exclamación y los guiones, amén de algunos errores gramaticales, están igual que se encuentran en los cuadernos. Si he omitido algún pasaje dentro de los textos citados lo indico por medio de puntos suspensivos.

No he corregido ninguna peculiaridad ortográfica, sino que he optado por señalarlas con [sic].

Los corchetes se emplean para indicar aclaraciones o comentarios de tipo editorial.

Las fechas de publicación hacen referencia a la edición británica. Se han tomado en su mayor parte de los catálogos de la época que se conservan en los archivos de Collins. Tradicionalmente, los títulos de la serie «El Club del Crimen» se publicaban el primer lunes de cada mes; en los contados casos en los que no se dispone de la fecha real de manera fehaciente, me he basado en esta directriz.

A lo largo de todo este libro he vuelto a hacer uso del título
Diez negritos
, en vez del que hoy se tiene por más políticamente correcto:
Y no quedó ninguno
. En este aspecto sigo con escrupulosa fidelidad tanto los cuadernos como el libro tal como se publicó con el visto bueno de Christie en noviembre de 1939.

Al comienzo de cada capítulo he incluido una lista de títulos cuyas soluciones se revelan en el capítulo correspondiente. Desde el comienzo supe que era imposible comentar un título de manera inteligente, o bien compararlo con la versión contenida en los cuadernos, sin desvelar algunos de los finales, y, de todos modos, en muchos de los casos en las notas aparece el nombre esencial o el mecanismo crucial de la trama. La implacable creatividad de que hace gala Christie cuando decide quién es el asesino forma parte consustancial de su genio, y tratar de evitarla por medio de rodeos diversos o de ambiguos ejercicios de gimnasia verbal es un empeño con el que no se le puede hacer justicia.

Al decidir qué títulos incluir y qué otros omitir, he renunciado con toda intención a un listado alfabético o cronológico. El primero carece de sentido en el contexto de este libro; el segundo dio por resultado que todos los títulos clásicos apareciesen juntos en los años de madurez, en los años centrales de la trayectoria de Christie. Opté en cambio por una disposición temática, dotándola por consiguiente de variedad al mismo tiempo que me sirve de ilustración del modo en que Christie explotaba un determinado motivo. El agrupamiento de títulos por categorías es un tanto arbitrario. Algunos títulos podrían corresponderse con varios encabezamientos: por ejemplo,
Misterio en el Caribe
podría aparecer en el epígrafe titulado «Vacaciones de misterio» o en el que reza «Asesinato en el extranjero»;
Cinco cerditos
podría encajar perfectamente en «Canciones de cuna y muerte» y también en el apartado que titulo «Asesinato en retrospectiva». Los he seleccionado y los he clasificado procurando tener en cuenta la variedad y el equilibrio.

Son relativamente pocas las novelas cortas de las que se conservan notas detalladas. He escogido aquellas de las que tenemos notas suficientes para que la inclusión de las mismas realmente valga la pena.

En un libro de estas dimensiones no es posible dar cabida a todos los títulos, por lo que en caso de que esté ausente el preferido del lector es mi deber pedirle disculpas; tengo la esperanza de poder remediar esta circunstancia en una posterior edición ampliada.

Es importante que los lectores reparen en que los cuadernos no están disponibles para su consulta. Es de esperar, sin embargo, que en unos cuantos años se conceda acceso restringido a los mismos, cosa que en la actualidad no es posible.

Prólogo

MATHEW PRICHARD

Hace ya unos cuantos años hice mi primer viaje a Calgary, al oeste de Canadá, en compañía de Angela, mi primera mujer. Nuestra intención era asistir al estreno mundial de una obra teatral, todavía muy temprana, de Agatha Christie titulada
Chimneys
, que nunca se había puesto en escena. En el transcurso de la primera recepción que se ofreció con motivo del estreno conocimos a un irlandés tranquilo, un hombre que gastaba lentes llamado John Curran. Se tomó con su inveterado buen humor el modo en que lo abordé cuando le dije que tenía que estar loco de remate para haber viajado de Dublín a Calgary sólo para ver una obra teatral de Agatha Christie. Desde entonces no hemos dejado de ser buenos amigos.

Desde la muerte de mis padres, que tuvo lugar en Greenway, condado de Devon, en la misma casa que recientemente ha pasado a la tutela del National Trust (y que se acaba de abrir de nuevo al público), John nos visitó con frecuencia. La mayoría de las personas que hacen una visita a Greenway se quedan embelesadas con los jardines y con los paseos a la orilla del río. No fue el caso de John. Pasó todo el tiempo que estuvo allí encerrado en el «cuarto del fax», una habitación de la primera planta de poco más de tres metros de lado en la que se conservaba entonces el archivo de Agatha Christie. Había que sacarlo de allí con verdadero esfuerzo a la hora de la comida y la cena; a veces pasaba hasta doce horas al día inmerso en la historia de las numerosas obras de Agatha Christie.

Fue en ese cuartito donde floreció la historia de amor que John ha tenido y tiene con los cuadernos de Agatha Christie, y ni él ni yo dimos crédito a nuestra suerte (que es una suerte también para el lector) cuando HarperCollins acordó la publicación del libro de John sobre los cuadernos. Creo que cualquiera descubrirá que su fascinación y entusiasmo por los cuadernos es patente en todo el libro. De propina ha incluido dos relatos breves de Agatha Christie que eran realmente desconocidos hasta la fecha.

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