Read La dama del arcángel: El Gremio de los Cazadores 3 Online
Authors: Nalini Singh
Tags: #Fantástico, infantil y juvenil, romántico
Elena deseaba decir que nadie pondría nunca en duda que Evelyn era una maldita Deveraux, pero se contuvo al contemplar la ansiedad que a la niña le resultaba tan difícil ocultar.
—Ven, Eve —dijo en cambio—. Vamos a hablar.
Rafael se reunió con Jason en el cielo que cubría Staten Island, donde la capa de nubes formaba un grueso manto de espuma blanca por debajo de ellas.
—Creí que ya habrías abandonado el país.
Su jefe de espionaje ya debería estar de camino hacia Europa.
—Tuve un encuentro inesperado.
Jason no dio más explicaciones, y Rafael no las pidió. Jason no sería tan buen espía si no pensara por sí mismo. Al igual que los demás miembros de los Siete, el ángel servía a Rafael no por obligación, sino por elección propia.
—Regresé a la Torre esta mañana antes del alba para recoger algo —continuó Jason—. Podría decir que… Estoy en posición de confirmar el nombre de quien mató a tu hombre anoche. Se hace llamar Belladonna, aunque también ha utilizado el nombre de Oleander Graves.
El nombre no era ninguna sorpresa. Ni tampoco el sexo de la asesina —las vampiras sufrían la sed de sangre igual que sus congéneres masculinos—, pero la velocidad con la que Jason había dado con ella sí lo era.
—¿Cómo la encontraste?
Jason recogió un poco las alas para protegerlas del viento.
—Elena podrá verificarlo gracias a la esencia, pero la asesina de Neha no es tan inteligente como ella se cree. Les comentó algunas indiscreciones a los bailarines de Erotique, así que relacionarla con los asesinatos fue un juego de niños.
Rafael enarcó una ceja.
—No sabía que ibas de vez en cuando a Erotique, Jason. —Era el club que prefería la mayoría de los vampiros de alto rango, donde tanto los bailarines como las chicas eran expertos y sofisticados.
—Illium —dijo Jason a modo de breve explicación—. Pasó algún tiempo allí después de ayudar a Veneno a vigilar el escenario. Cuando me vio llegar esta mañana, me preguntó si podía corroborar sus sospechas utilizando mis contactos. También he logrado localizar su residencia actual. —Le dio el nombre del bloque de apartamentos y el número.
Tras tomar nota mental de ambas cosas, Rafael dejó a un lado el asunto de la mascota vampírica de Neha para centrarse en el presente; sería fácil despachar a la asesina ahora que había sido localizada.
—Háblame de Illium. —La visita a Erotique podría no ser más que un medio para alejar su mente de la visita del Colibrí, pero dada la fascinación que aquel ángel de alas azules sentía por los mortales, también podía augurar algo mucho más peligroso.
—No hay por qué preocuparse —se apresuró a decir Jason—. De lo contrario, Galen nos habría avisado.
Rafael estaba de acuerdo. Galen e Illium se habían hecho amigos nada más conocerse, y lo habían sido durante siglos.
—¿Y qué hay de ti, Jason? ¿Quién me avisará en tu caso?
E
l jefe de espías se dio la vuelta para que la luz del sol incidiera de forma directa sobre su tatuaje, que ponía de manifiesto una dedicación que iba mucho más allá del dolor.
—Lo haré yo mismo, sire. Y entonces podrás ejecutarme, tal y como me prometiste cuando me convertí en uno de tus Siete.
Rafael enfrentó la mirada de Jason.
—Esa fue la promesa que te hice, y la cumpliré si es necesario, pero prefiero que sigas con vida. Eres el mejor jefe de espionaje del Grupo.
Los labios de Jason esbozaron la más sutil de las sonrisas. Una visión extraña.
—Todos han intentado reclutarme… sobre todo Charisemnon y Favashi.
—No habría esperado otra cosa.
Sin embargo, Rafael sabía que Jason no lo traicionaría. El ángel de alas negras le había jurado fidelidad en un prado cubierto de sangre que no le pertenecía, pese a que su espada estaba manchada. El siguiente objetivo de aquella hoja habría sido su propio cuerpo si el arcángel no hubiera intervenido.
Los vínculos forjados en semejante fuego negro no se rompían con facilidad.
—Le hablaré a Elena sobre la esencia —dijo Rafael para retomar el asunto que se traían entre manos. Su instinto le decía que debía protegerla de los aspectos menos agradables del mundo, pero lo cierto era que ella era una cazadora nata.
«No te atrevas a pedirme que deje de ser lo que soy. No te atrevas.»
Cuando Elena le dijo aquello estaba débil, ni siquiera era capaz de volar. Pero él jamás olvidaría la expresión de sus ojos. Si cruzaba aquella línea, si rechazaba esa parte de ella, la destrozaría. Se sabía capaz de semejante crueldad, pero también sabía que si destrozaba a Elena se destrozaría a sí mismo.
—Sire… —dijo Jason, sacándolo de aquel hilo de pensamientos—, he regresado a la ciudad por otra razón. Me pediste que mantuviera los oídos atentos a cualquier señal de comportamiento inquietante en los demás arcángeles.
Rafael recordó la neblina roja que había enturbiado su visión, la rabia que le había robado todo salvo su voluntad.
—¿Quién?
—Astaad. —Jason nombró al arcángel de las islas del Pacífico en el mismo instante en que una ráfaga de viento les azotó desde la izquierda—. Resulta muy difícil espiar dentro de su círculo interno. A su modo, su gente le es tan leal como los Siete lo son contigo.
Rafael acomodó sus alas sin darse cuenta y mantuvo la posición sobre las nubes.
—Gobierna con una mezcla de bondad y mano dura.
—También trata a sus mujeres como si fueran tesoros.
El harén de Astaad estaba formado por las más hermosas y exquisitas vampiras del mundo, criaturas a quienes mimaba y protegía. Aquel aspecto de su carácter era bien conocido, pero el hecho de que Jason lo pusiera de manifiesto…
—Le ha hecho algo a sus mujeres.
Un gesto de asentimiento que hizo que el cabello de Jason adquiriera un tono azul bajo la luz.
—La agente que conseguí introducir en su corte es una sirvienta de baja ralea, pero ha escuchado lo que dicen las mujeres que atienden el harén, y se ha enterado de que Astaad golpeó a una de sus concubinas favoritas hasta convertirla en una masa de carne sanguinolenta.
—Astaad consideraría una mancha en su honor algo semejante. —Rafael pensó una vez más en cómo había ejecutado a Ignatius. Sabía que si Astaad había caído presa de aquella misma furia, la concubina tenía suerte de seguir con vida—. Continúa vigilando la situación y avísame en cuanto tengas más información.
Rafael dejó a Jason y se dirigió de nuevo hacia Manhattan. Volaba lo bastante bajo para ver a otros ángeles que se dirigían a sus obligaciones sobrevolando el brillo del acero y el cristal de los rascacielos. Aquel día el sol brillaba con fuerza, y su ciudad resplandecía como una gema tallada bajo los rayos de luz; no era de extrañar que ciertos miembros del Grupo la miraran con ojos codiciosos. Lo que ellos no entendían era que para controlar aquella ciudad era necesario no sentir desprecio por la humanidad.
Arcángel
.
Cuando Rafael inclinó la cabeza hacia aquella voz teñida de primavera y acero, pudo ver el brillo inconfundible del cabello de Elena a un lado de la Torre. Contempló a su consorte, que volaba hacia él batiendo sus alas con movimientos lentos y marcados. Solo llevaba despierta unos meses, pero ya volaba con fuerza y elegancia.
Ven aquí, cazadora del Gremio
.
Elena cambió de dirección para seguir el camino que él mismo había tomado sobre los gigantescos edificios y aprovechó la corriente de aire del East River para elevarse hasta el tejado de un pequeño bloque de apartamentos. Tras situarse junto a las translúcidas aguas azules de la piscina que había en la parte central, Rafael se volvió para observar cómo su cazadora aterrizaba con suavidad a escasos metros de distancia. Las puntas de sus alas tenían el brillo dorado del alba.
—Has practicado los aterrizajes.
— Ayer Illium no me dejó descansar hasta que conseguí nueve aciertos de diez. Y Montgomery había preparado una tarta de melocotón, nada más y nada menos. —El intento de bromear no logró ocultar del todo la expresión dolida de sus ojos.
La furia recorrió las venas de Rafael, una furia fría y despiadada que no encontraba nada malo en el dolor, en la muerte.
—¿Qué te dijo tu padre?
Elena se pasó una mano por el pelo y caminó más allá de los enormes macizos de flores, hasta el borde de la piscina. Se puso en cuclillas para hundir los dedos en el agua con aire abatido.
—Nada. Solo… las gilipolleces habituales. —Luego le contó lo de su medio hermana con un tono airado—. Eso ha echado su jodida moral por los suelos, ¿no te parece?
—Me da la impresión de que tu padre es de ese tipo de hombres que nunca admiten sus errores. —Cierto, Jeffrey Deveraux estaba demasiado decidido a ganar a cualquier precio.
Elena se incorporó y se alejó del agua.
—Sí. —Y entonces hizo algo que Rafael jamás habría esperado. Dio un paso hacia delante y enterró la cara en su pecho.
Confianza, pensó el arcángel mientras la encerraba en la protección de sus brazos y sus alas; había mucha confianza en aquel gesto.
—Tengo una tarea para ti, cazadora del Gremio —dijo al tiempo que enterraba los dedos de una mano entre los sedosos mechones platino para deshacerle la trenza.
—Genial. —Un comentario seco.
—El vampiro que derramó sangre la pasada noche tal vez se encuentre en este edificio. Debes darle caza.
Rafael sintió un zumbido de energía en el cuerpo que tenía bajo las manos, y un instante después, Elena se apartó para encaminarse hacia la entrada del edificio.
—La esencia era intensa, inconfundible; y los matices, de lo más inusuales. Debería ser capaz de localizarlo muy rápido si ese tipo está, o ha estado, en algún lugar por aquí cerca.
No es él, sino ella, Elena
, la corrigió Rafael, que recordaba que una vez había puesto a prueba a la cazadora con dos vampiros recién Convertidos. A Elena la había desconcertado su aspecto huidizo y animal, pero no había vacilado en su tarea.
La asesina de Neha es una mujer
.
—Mira tú por dónde… —Vaciló después de abrir la puerta—. Este sitio es demasiado estrecho para las alas. No sería un buen movimiento táctico quedarse atrapado aquí, y además no es necesario. La esencia de las adelfas en flor… casi puedo tocarla. Demasiado intensa para que ella no esté dentro.
—No será difícil conseguir que salga —dijo Rafael en cuanto ella regresó a su lado. Sin embargo, cuando voló hacia la ventana de la habitación de la vampira, lo que vio hizo que suspendiera la cacería.
Está muerta. Tiene una soga alrededor del cuello… Estoy casi seguro que no es una soga, sino una serpiente
.
Elena descendió hasta situarse a su lado.
Neha ha decidido limpiar lo que ensució
.
Eso parece. Dmitri se encargará de recuperar el cuerpo
.
Una vez que la saquen de ahí, quiero verificar la esencia. Solo por si acaso
.
Voló por debajo de él y luego volvió a ascender con una elegancia que revelaba el increíble potencial de la criatura en la que se convertiría algún día. Elena se apartó los sedosos mechones de los ojos y le dijo: ¿
Tienes tiempo para entrenar conmigo
?
¿
Echas de menos a Galen
?
A ella no le hizo gracia la pregunta.
Ese cabrón era bueno. Pero tú eres más mezquino cuando estás de humor
.
Rafael no tenía claro si le gustaba el comentario.
Yo nunca te haría daño, Elena
.
Por supuesto que no
. Saludó a un joven ángel rubio que se había sentado en la barandilla de uno de los balcones más altos de la Torre, con las piernas colgando hacia fuera. El ángel sonrió de oreja a oreja y le devolvió el saludo.
Pero tampoco tendrás que preocuparte por la posibilidad de que un arcángel te haga pedazos si me sale un moratón. Podemos entregarnos a fondo, y lo cierto es que necesito unas cuantas sesiones sin trabas
.
Solo ella podía hablarle de aquella forma. Solo ella podía hacerle sentir como el jovenzuelo que no había sido en más de mil años.
Entrenaremos en casa
. Adelantaron a un grupo de ángeles que se disponían a aterrizar en el tejado de la Torre mientras avanzaban hacia el Hudson.
Después
, dijo mientras surcaba el aire sobre las aguas,
podrás mostrarle tu agradecimiento al entrenador de la más antigua de las formas
.
Elena notó una oleada de calidez en el vientre al escuchar aquella orden, y tenía en mente fastidiar un poco a Rafael cuando una feroz ráfaga de viento apareció de la nada, le aplastó las alas y amenazó con enviarla de cabeza a las rápidas aguas que corrían más abajo.
¡
Rafael
! El grito mental fue instintivo, un grito que la desgarró por dentro. Percibió una extraña esencia a su alrededor, una esencia exótica y desconocida tan sofocante para sus sentidos como una manta.
El viento y la lluvia inundaban su mente, una tormenta cargada de agua que eliminó todas las demás impresiones.
Mis disculpas, Elena
. Rafael se hizo con el control y aplastó su voluntad con mano de hierro. Retorció el cuerpo de Elena de una manera que a ella le habría resultado imposible a fin de permitir que pudiera volver a extender las alas y estabilizarse momentos antes de estrellarse contra el agua.
La cazadora volvió a recuperar el control de su mente un instante después.
Todo había ocurrido tan rápido que Elena no había tenido tiempo de sentir nada más que la descarga de adrenalina que inundaba su cuerpo, pero en aquel momento, mientras sacudía las alas para adoptar una posición equilibrada, dejó escapar un suspiro. En una ocasión, cuando se conocieron, Rafael le había dicho: «Podría hacer que te arrastraras, Elena. ¿De verdad quieres que te obligue a postrarte ante mí?».
—Creí que ya no podías hacer eso —susurró en voz alta, consciente de que el arcángel seguía conectado a ella—. Creí que ahora tenía escudos.
Y así es, pero debes concentrarte para mantenerlos firmes. El pánico te deja expuesta
.
—Mierda. —Sabía que él tenía razón. Le había entrado el pánico. Volar era todavía algo muy nuevo para ella, y el terror de la caída era tan visceral que resultaba difícil aferrarse al razonamiento lógico.
Rafael descendió para situarse a la misma altura que Elena, que a ella le costaba mantener ya que sus músculos aún estaban tensos a causa del shock, y voló a su lado en dirección a su casa. A Elena le pareció que el vuelo duraba una eternidad, pero al final realizó un vacilante aterrizaje en los terrenos que había bajo el dormitorio que compartían. Rafael se posó delante de ella un segundo después y sostuvo su tembloroso cuerpo sujetándola por los brazos.