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Authors: Anton Szandor LaVey

Tags: #Filosofía, #Esoterismo

La biblia satánica (7 page)

Píos profetas le han enseñado al hombre a temerle a Satán. ¿Pero qué hay de términos como «temeroso de Dios»? Si Dios es tan misericordioso, ¿por qué la gente ha de temerle? ¿Hemos de creer que no hay a dónde escapar de dicho temor? Si has de temerle a Dios, ¿por qué no ser «temerosos de Satán» y tener la diversión que te niega el ser «temeroso de Dios»? Sin ese temor, los religiosos no habrían tenido con qué esgrimir poder sobre sus seguidores.

La Diosa Teutona de los muertos e hija de Loki se llamaba
Hel
, diosa pagana de castigo y tortura. Cuando se transcribieron los libros del Antiguo Testamento, le sería añadida una «L"
[11]
. Los profetas que escribieron la Biblia no conocían la palabra «
Hell
»; utilizaban el vocablo Hebreo
Sheol
y el vocablo griego
Hades
, que significaba 'sepulcro', así como el griego
Tartaros
que era la morada de los ángeles caídos, el inframundo (bajo la tierra), y
Gehenna
, el cual era un valle cercano a Jerusalén donde reinaba Moloc, y que a la vez era donde se tiraba y quemaba la basura de la ciudad. Fue de allí de donde la Iglesia Cristiana desarrolló la idea del «fuego y azufre» del Infierno.

El Infierno Protestante y el Infierno Católico son lugares de castigo eterno; sin embargo, los Católicos también creen que existe un «Purgatorio» donde todas las almas van durante un tiempo, y un «Limbo» donde van las almas sin bautizar. El Infierno Budista está dividido en ocho secciones, de los cuales son expiables las primeras siete. La descripción eclesiástica del Infierno es la de un lugar horrible de fuego y tormento; en el
Infierno
de Dante, y en los climas nórdicos, se creía que era una región fría y helada, como un refrigerador gigante. (Aún con todas sus amenazas de condenación eterna y almas rostizadas, los misioneros Cristianos se han topado con algunos que no eran tan rápidos para tragarse sus boberías. Al igual que la belleza, el dolor y el placer están en el ojo de quien observa. Así pues, cuando los misioneros se aventuraron a Alaska y advirtieron a los Esquimales de los horrores del Infierno y del lago de fuego que esperaba a todos los transgresores, preguntaron ansiosamente: ¡«¿Y cómo llegamos allá?»!)

La mayoría de Satanistas no aceptan a Satán como un ser antropomorfo con pezuñas hendidas, cuernos y cola terminada en punta. Simplemente representa una fuerza de la naturaleza: los poderes de la oscuridad, que se les llama así porque ninguna religión ha sacado esos poderes
de
la oscuridad. Ni la ciencia ha sido capaz de dar un término técnico a esta fuerza
[12]
. Es una reserva sin explotar, que muy pocas personas pueden utilizar, ya que carecen de la capacidad para utilizar una herramienta sin analizar e identificar previamente todos los mecanismos que la hacen funcionar. Es esta necesidad constante de analizar, lo que impide que la mayoría de la gente logre beneficiarse de esa polifacética llave a lo desconocido —a la cual el Satanista prefiere llamar «Satán».

Satán, como un dios, semidiós, salvador personal, o como quieras llamarle, fue inventado por los formuladores de toda religión sobre la faz de la Tierra con un único propósito —controlar las actividades y situaciones supuestamente reprobables del hombre aquí en la Tierra. En consecuencia, cualquier cosa que llevara a la gratificación física o mental fue definido como «mala», ¡asegurando así toda una vida de culpa injustificada para todos! De modo que, si nos han llamado «malos», malos somos —¡y qué! ¡La Edad Satánica está sobre nosotros! ¿Por qué no aprovecharse de ello, y VIVIR
[13]
?

AMOR Y ODIO

El Satanismo representa amabilidad con aquellos que se la merecen en lugar de amor desperdiciado en ingratos.

No puedes amar a todo el mundo; es ridículo pensar que puedes. Si amas a todo y a todos perderás tus poderes naturales de selección y acabarás siendo un pésimo juez de carácter y de calidad. Si algo es usado con demasiada libertad pierde su verdadera importancia. Por lo tanto, el Satanista cree que debes amar fuertemente y por completo a quienes merecen tu cariño, pero ¡nunca des la otra mejilla a tu enemigo!

El amor es una de las emociones más intensas sentidas por el hombre; otra es el odio. Obligándote a sentir amor indiscriminado es algo poco natural. Si tratas de amar a todo el mundo, lo único que consigues es disminuir tus sentimientos hacia quienes merecen tu amor. El odio reprimido puede causar muchas enfermedades físicos y emocionales. Al aprender cómo descargar tu odio y dirigirlo a quienes se lo merecen, te limpias a ti mismo de todas ésas emociones malignas y no necesitarás descargar tu odio reprimido sobre tus seres queridos. Nunca ha existido un gran movimiento de «amor» en la historia de la humanidad que no haya terminado asesinando un incontable número de personas —¡debemos suponer que era para demostrar cuánto las amaban! ¡Todo hipócrita que ha caminado sobre la faz de la Tierra ha tenido sus bolsillos rebosantes de amor!

Todo religioso farisaico asegura amar a sus enemigos; aún cuando es atacado se consuela a sí mismo pensando «Dios los castigará». En lugar de admitir que son capaces de odiar a sus enemigos y tratarlos de la forma que se merecen, dicen: «Bueno, pero por la gracia de Dios, voy a rezar por ellos».

¿Por que habríamos de humillarnos y rebajarnos a nosotros mismos al sacar una comparación tan incorrecta?

Se ha pensado que el Satanismo es sinónimo de crueldad y brutalidad. Esto se debe únicamente a que la gente tiene miedo de enfrentar la verdad —y la verdad es que el ser humano no es tan benigno ni amoroso. Sólo porque el Satanista admite que el ser humano es capaz tanto de amar como lo es de odiar, es considerado odioso. Al contrario, como es capaz de dar rienda suelta a su odio a través de una expresión ritualizada, es mucho más capaz de amar —con el más profundo amor. Al reconocer y admitir honestamente tanto el amor como el odio que siente, no confundirá una emoción con la otra. Si no eres capaz de experimentar una de éstas dos emociones, no podrás experimentar la otra
completamente
.

SEXUALIDAD SATÁNICA

HA habido mucha controversia sobre los puntos de vista Satánicos sobre «el amor libre». A menudo se supone que la actividad sexual es el factor más importante de la religión Satánica, y que la disponibilidad de participar en orgías sexuales es un prerrequisito para convertirse en Satanista. ¡Nada podría estar más lejos de la verdad! De hecho, a aquellos oportunistas que no tienen mayor interés en el Satanismo que el de sus aspectos sexuales, se les recomienda enfáticamente que no acudan a él.

El Satanismo

pregoniza la libertad sexual, pero únicamente en el verdadero sentido de la palabra. En el concepto Satánico, el amor libre significa exactamente eso —libertad de ser fiel a una persona o de satisfacer tus deseos sexuales con tantas personas como creas necesario para satisfacer tus necesidades particulares.

El Satanismo
no
alienta la actividad orgiástica o el adulterio cuando se trata de gente que no podría hacer eso de manera natural. Para muchas personas, sería poco natural y perjudicial ser infiel a quien han escogido como pareja. Para otras, sería frustrante estar sometida sexualmente a una sola. Cada uno debe decidir por sí mismo qué forma de actividad sexual se adapta mejor a su personalidad. El forzarte a ti mismo a ser adúltero, o a tener pareja sexual cuando no estás casado sólo por querer probar a otros (o peor aún, probarte a ti mismo) que ya estás liberado de toda culpabilidad sexual, es tan erróneo —según los parámetros del Satanismo— como abstenerte de satisfacer tus deseos sexuales debido a sentimientos arraigados de culpa.

Muchos de quienes se preocupan constantemente por demostrar su emancipación de la culpa sexual, en realidad están atados por una esclavitud sexual
aún mayor
que quienes aceptan la actividad sexual como una parte natural de la vida y no hacen tanta alharaca de su libertad sexual. Por ejemplo es un hecho establecido que la ninfómana (la mujer de los sueños de todo hombre, y protagonista de toda novela erótica) no es libre sexualmente, sino que en realidad es frígida y va de hombre en hombre porque está tan inhibida que no es capaz de tener una descarga sexual satisfactoria.

Otra idea errónea es que la capacidad de tener actividad sexual grupal es un indicio de libertad sexual. Todos los grupos de sexo-libre tienen una cosa en común: No admiten actividad sexual fetichista o desviada.

De hecho, los ejemplos más reforzados de actividad sexual no-fetichista catalogados sutilmente como «sexo libre» tienen un formato en común. Cada uno de los participantes en la orgía se desviste, siguiendo el ejemplo de alguien, y fornican mecánicamente —siguiendo el ejemplo del líder. Ninguno de los participantes considera que su forma de sexo «emancipado» pueda ser vista como algo regimentado e infantil por quienes no son miembros, incapaces de igualar la uniformidad con la libertad.

El Satanista se da cuenta que si ha de ser un 'experto en sexo' (y estar libre por completo de la culpa sexual), no puede sentirse atacado por los supuestos 'revolucionarios sexuales' más de lo que puede sentirse atacado por la mojigatería de su sociedad culpabilizada. Los grupos de 'libertad sexual' no entienden el verdadero significado de la libertad sexual. A menos que la actividad sexual pueda expresarse a nivel individual, (lo cual incluye fetiches personales) no hay objeto en unirse a una organización de libertad sexual.

El Satanismo aprueba cualquier tipo de actividad sexual que tienda a satisfacer adecuadamente todos tus deseos individuales —ya sean heterosexuales, homosexuales, bisexuales e incluso asexuales, si lo prefieres. El Satanismo aprueba también cualquier fetichismo o desviación que enriquezca tu vida sexual, siempre que en ello no se vea inaplicado alguien que no desee tomar parte en ello.

El predominio de conductas desviadas y/o fetichistas en nuestra sociedad haría estremecer la imaginación de quienes aún son sexualmente ingenuos. Hay más variantes sexuales de las que puede percibir quien no está versado en materia sexual: el travestismo, el sadismo, el masoquismo, el exhibicionismo —por citar sólo algunas de las desviaciones más predominantes. Todo el mundo tiene alguna forma de fetiche, pero debido a que no perciben la preponderancia de la actividad fetichista en nuestra sociedad, creen que si se someten a sus anhelos «antinaturales», serán tomados por depravados
[14]
.

Incluso el asexual tiene una desviación: su
asexualidad
. Es muchísimo más anormal tener una carencia de deseo sexual (a menos que se trate de un caso de enfermedad, de edad avanzada o de cualquier otra razón válida haya causado la disminución sexual) que ser sexualmente promiscuo. Sin embargo, si un satanista opta por elegir la sublimación sexual prefiriéndola a cualquier otra expresión sexual abierta, eso es asunto suyo. En muchos casos de sublimación sexual (o de asexualidad), cualquier intento por emanciparse sexualmente podría tener resultados devastadores para el asexual.

Los asexuales son invariablemente individuos que están sublimados sexualmente por sus empleos o por sus aficiones favoritas. Toda la energía e impulsos que normalmente estarían a la actividad sexual son canalizados hacia otros pasatiempos o hacia las ocupaciones que prefieran. Si una persona favorece otros intereses a la actividad sexual, es su derecho, y nadie tiene por qué a condenarla por ello. Sin embargo, esa persona debería por lo menos reconocer el hecho de que ello es una sublimación sexual.

Debido a la falta de oportunidades para expresarse, muchos deseos sexuales secretos no llegan jamás a trasponer el estado de la fantasía. El no descargarlos suele llevar a la compulsión y, por lo tanto, una gran cantidad de personas idean indetectables para dar rienda suelta a sus deseos. No por el hecho de que gran parte de la actividad fetichista no sea aparente exteriormente, quienes no son duchos en materia sexual han de engañarse pensando que tal actividad no existe. Para citar ejemplos de las ingeniosas técnicas utilizadas: El travestido masculino se dará gusto en su fetichismo llevando prendas interiores femeninas mientras se dedica a sus actividades cotidianas; o la mujer masoquista puede llevar una faja de goma varias tallas más pequeña que la suya, y de este modo estará todo el día en condiciones de obtener un placer de su incomodidad fetichista sin que nadie se aperciba de ello. Estas ilustraciones constituyen ejemplos mucho más suaves y prevalecientes que otros que podrían haberse dado.

El Satanismo alienta cualquier forma de expresión sexual que desees,
siempre y cuando no perjudiques a nadie más
. Para evitar confusiones, debemos aclarar la afirmación anterior. Al decir que no se debe perjudicar a nadie, no incluimos el daño no intencionado que pueda recaer sobre aquellas personas que, a causa de sus ansiedades concernientes a la moral sexual, puedan no estar de acuerdo con tus puntos de vista sobre el sexo. Naturalmente, deberías evitar el ofender a quienes signifiquen mucho para ti, y por ello me refiero a tus amigos y parientes más mojigatos. Sin embargo, si te esfuerzas sinceramente a evitar ofenderlos, y a pesar de tus esfuerzos ellos se dan cuenta accidentalmente, no es responsabilidad tuya, y por lo tanto no deberías sentir culpa alguna ya sea respecto a tus convicciones sexuales, como al hecho de que ellos se hayan ofendido debido a ésas convicciones. Si con tus actitudes sexuales temes constantemente ofender a los mojigatos, entonces no tiene sentido el intentar liberarte de la culpa sexual. Sin embargo, de nada sirve que hagas ostentación de tu permisividad.

La otra excepción a la regla hace referencia a la relación con los masoquistas. Un masoquista extrae placer de ser maltratado; en consecuencia, si se le niega al masoquista su placer a través del dolor, eso le hace sufrir tanto como el verdadero dolor físico hace sufrir al que no es masoquista. La historia del sádico auténticamente cruel ilustra bien la cuestión. El masoquista le dice al sádico: «golpéame». A lo cual el sádico despiadado responde: «¡NO!» Si una persona quiere ser maltratada y disfruta sufriendo, no hay razón alguna para no darle gusto en lo que acostumbra.

En el lenguaje popular, el término «sádico» describe a alguien que obtiene placer de la brutalidad indiscriminada. Sin embargo, un verdadero sádico es selectivo. De la amplia reserva de víctimas apropiadas, escoge cuidadosamente, y se deleita dándoles a quienes gustan vivir en el dolor la satisfacción de sus deseos. ¡El sádico «bien adaptado» es epicúreo al seleccionar aquellos en quienes su energía será bien invertida! ¡Si una persona es lo bastante saludable para admitir que es un masoquista y disfruta siendo esclavizado y azotado, un sádico verdadero estará dichoso de participar!

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