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Authors: Anton Szandor LaVey

Tags: #Filosofía, #Esoterismo

La biblia satánica (2 page)

Este es el libro de nuestra época.

El amanecer de la Edad Satánica fue celebrado el 30 de abril de 1966 —el año Uno. En esa fecha, Anton Szandor LaVey consagró la Iglesia de Satán en la ciudad de San Francisco y asumió el oficio de su primer Sumo Sacerdote.

Lo que había comenzado varios años antes como un foro intelectual dedicado a la investigación y aplicación de las Artes Negras se ha expandido desde entonces a un movimiento filosófico internacional de primera magnitud. El Satanismo, que alguna vez fuera la provincia aislada de exiliados furtivos y excéntricos radicales, se ha convertido en una seria alternativa a las doctrinas del teísmo y del materialismo. Al promulgar la complacencia en lugar de la abstinencia, el Satanismo rechaza la noción de que el progreso del hombre está condicionado por su aceptación de una moralidad auto-impuesta. Los Satanistas sostienen que un juicio deviene de la comparación y resolución de los opuestos, y uno no puede hacer alarde de justicia al honrar un solo parámetro de comportamiento.

Una aproximación empírica a la moralidad no es una innovación reciente; teóricos como Pitágoras, Hegel, Spencer, y Compte avanzaron la proposición original de la independencia intelectual del hombre del orden natural. Y aunque este concepto ha provocado invariablemente reacciones adversas de la sociedad, basta repasar los cataclismos espasmódicos de la Historia para ver qué tan inadecuadamente coopera el
homo sapiens
con sus semejantes.

Sin embargo, toda teoría por sí misma es inconsecuente. Los defensores de una moralidad subjetiva eran hasta ahora abstraccionistas de academia y —ocasionalmente— los dispersos y desorganizados devotos de la brujería «Blanca» tradicional
[4]
. De hecho estos últimos han disfrutado de cierta notoriedad últimamente, ya que su supuesta proclamación de una moralidad liberal atenuada por el correctismo social atrae a varios aburridos pero tímidos diletantes. Tales aficionados de lo oculto profesan un horror santurrón a la Magia negra o al Satanismo, al cual denuncian como una criatura maléfica y degenerada del abuso moral y carnal.

Por otro lado, el Satanista considera a la brujería tradicional simplemente como una reacción neurótica contra las religiones establecidas de la cultura patriarcal. La adoración de cualquier deidad o deidades —bajo cualquier aspecto— es repulsiva para el Mago Negro, quien considera todas las profesiones de fe o con fianza en una entidad protectora sobrenatural como demostraciones humillantes de cobardía e inseguridad emocional. El Satanismo ha sido malinterpretado frecuentemente como mera «adoración al diablo», cuando de hecho constituye un claro rechazo de toda forma de adoración como un componente deseable de la personalidad. No es tanto una anti-religión —un simple rechazo de cualquier creencia— sino una no-religión, una negativa sin compromiso de todo misticismo sustancial. Como tal, representa una amenaza mucho más seria a las teologías organizadas que lo que pueden ser los escritos arcaicos de las viejas demonologías.

El Ritual y la Fantasía juegan un papel muy importante en las actividades de la Iglesia Satánica, trabajando sobre el supuesto que la experiencia y el control de la irracionalidad metafísica y mental son necesarias para el fortalecimiento de la psique. De esta manera, se hace un esfuerzo para evitar lo que tal vez constituía el talón de Aquiles de la escuela Gurdjieff-Ouspensky de evolución psicológica subjetiva; los primerísimos discípulos de este trascendentalismo auto-determinado postularon que que todas las sensaciones no-materialistas eran un peligro para el estudiante. Un elemento crucial del Ritual Satánico es la apreciación de sus cualidades inspiradoras e ilustrativas, sin que por ello sea necesario considerarlo como una realidad inflexible.

El Satanismo queda mejor identificado como una
disposición
que como una
religión
, ya que se ocupa activamente de todas las facetas de la existencia humana, y no únicamente de los así llamados aspectos espirituales. Sin embargo quienes proclaman que el Satanismo constituye un peligro para el sistema de justicia y el orden cooperacional de la sociedad han pasado totalmente por alto la idea principal. El Satanismo defiende la libertad sin restricciones, pero sólo hasta el punto que las preferencias propias no violen las de otros. Cabe anotar que el Satanismo es una filosofía del individuo, no de las masas. No existen declaraciones políticas colectivas a excepción de la advertencia de Crowley: «El más grave de todos los 'pecados' es el autoengaño». Mientras la mayoría de la población puede inclinarse instintivamente a un Satanismo de hecho, hay que recordarles que los planteamientos del Satanismo no son para irresponsables. No existen misioneros Satánicos, y hay que cumplir ciertos requisitos precisos. La inexperiencia no es motivo de desdeño, pero la pretenciosidad, la hipocresía, y la pomposidad son tratadas con el desprecio que merecen. El Satanismo no es menos arte que ciencia, y no habrá «patrón de medida deificado».

El Dr. LaVey está capacitado de modo singular para escribir la historia del nuevo Diabolismo.

Estadounidense de ascendencia gitana, rumana y alsaciana, desde muy temprana edad hizo gala de la inquietud característica de sus ancestros nómadas y mostró una simpatía inusual por su tradición arcana y mundana. Su temprana preocupación por las ciencias militares lo motivaron a leer diversas publicaciones logísticas de la Segunda Guerra Mundial, sólo para descubrir que las visiones de gloria militar que caracterizaron la primera guerra mundial habían cedido lugar al realismo mercenario y desapegado durante la segunda conflagración. Sus experiencias como estudiante nada hicieron para borrar el sabor de esta primera muestra del cinismo humano, y la creciente impaciencia de LaVey con la regimentación estéril de la educación convencional lo llevarían a buscar los extraños encantos surrealistas del circo.

Ayudó a Clyde Beatty como domador de animales salvajes y muy pronto desarrolló una fuerte afinidad por los grandes felinos, misma que marcaría de una manera bastante curiosa su personalidad.
Todas las criaturas animadas son básicamente bestiales
—razonaba LaVey— y lo único que logran los órdenes sociales más refinados es, cuando mucho, una supresión endeble de este salvajismo innato.

Del circo pasaría a las ferias ambulantes —
carnivals
— donde el brillo de las artes escénicas estaba matizado con la lucha cotidiana por conseguir el sustento diario. Aquí LaVey trabajó en un mundo patético pero digno, poblado de rebeldes, fenómenos, patiños, y rarezas humanas; y aprendería el arte de la magia de escena, cuyo éxito depende de el nivel de distracción que logre inducir en la atención de su audiencia.

Observaría, no sin cierta dureza, la fascinación que el hombre «normal» parece tener por sus camaradas deformes —regodeándose de satisfacción al ver cómo la desgracia se ensaña con su prójimo en lugar de ensañarse con uno mismo. Al interesarse cada vez más en este cruel y licantrópico atributo de la naturaleza humana, decidió estudiar criminología en la universidad, e incluso llegó a trabajar en calidad de fotógrafo con el Departamento de Policía de San Francisco.

Como profesional de circo había tenido la oportunidad de contemplar el lado carnal del hombre en su faceta más artística; ahora lo experimentaría en su aspecto más violento y salvaje. Tres años de vivir día a día con la sangre, brutalidad y abyecta miseria que permean la subcultura criminal lo dejaron hastiado, enfermo, desilusionado y lleno de ira hacia la hipocresía imperante de la sociedad amable. Para ganarse la vida, se dedicó a tocar el órgano de tubos y dedicó gran parte de sus esfuerzos a lo que habría de convertirse en la labor de su vida —la Magia Negra LaVey había rechazado desde hace mucho tiempo desde hace mucho tiempo los tratados estereotípicos sobre hechicería ceremonial por ser meros productos histéricos de imaginaciones medievales. El «Viejo Culto»
[6]
, con sus supersticiones, ademanes afectados y sus juegos de salón infantiles no son para nosotros; lo que buscamos es una psicología metafísica que atraiga al hombre intelectual únicamente después de haberle dado a sus orígenes brutales y animales las consideraciones apropiadas Esta es la razón por la cual nuestro símbolo es la Cabra de Mendes
[7]
.

Satán es, desde lejos, la figura más enigmática de la literatura. Poseedor de toda riqueza imaginable, y siendo el más poderoso de los Arcángeles, rechazó con desdén su excelsa lealtad para proclamar su independencia de todo lo que representaba su Jefe Celestial. Aunque condenado al más espantoso de los dominios, un Infierno absolutamente rehuído por la divinidad, aceptó tales privaciones como la carga de su prerrogativa intelectual. En su Imperio Infernal uno podrá complacerse impunemente en los placeres más extraordinarios, sin embargo en medio de tal licenciosidad desenfrenada, el Diablo ha mantenido una nobleza peculiar. Esta cualidad evasiva fue con la cual decidimos identificarnos.

Este es el principio guía del Satanismo: que la consecuencia definitiva del hombre yace no en la unidad sino en la dualidad. Únicamente la síntesis decide los valores; la adherencia a un orden único es arbitraria y, por tanto insignificante.

La Biblia Satánica
es un documento de lo más insidioso. Uno se siente fuertemente tentado a compararlo con esa mitología maléfica y oscura que es
El Rey en Amarillo
, un trabajo psicopolítico que supuestamente llevaba a sus lectores a la demencia y la perdición. Por muy cándida y coloquial que pueda parecer a primera vista, La Biblia Satánica no es un volumen que pueda ser pasado por alto fácilmente. Es un producto muy de nuestro tiempo, no sólo porque un libro así —a la par que su autor— probablemente habría sido destruido en una época anterior, sino porque su creación fue una inevitabilidad evolucionaria.

Tú, lector, estás a punto de ser empalado en los afilados cuernos de un dilema Satánico. Si aceptas los postulados de este libro, condenarás a tus más preciados santuarios a la aniquilación. A cambio despertarás —al más feroz de los Infiernos. Si rechazas su argumento, te resignarás a una desintegración cancerosa de tu hasta entonces inconsciente sentido de identidad. ¡No es de extrañar que el legado del Archienemigo le haya prodigado enemigos tan amargos!

Cualquiera que sea tu decisión, no podrás postergarla por más tiempo.
La Biblia Satánica
finalmente articula lo que el hombre, instintivamente, siempre ha temido proclamar: que él es, potencialmente, divino.

Michael A. Aquino

IVº Magister Templi

Iglesia de Satán, 1972 (
VII Anno Satanas
)

PREFACIO

Este libro fue escrito porque, con muy pocas excepciones, todo tratado o libro, todo «
grimoire
» secreto, todas las «grandes obras» del pasado sobre el tema de la magia, no son otra cosa que fraudes santurrones —desvaríos culpabilizados y farfulleos esotéricos de los cronistas de la tradición mágica, incapaces, o bien no dispuestos a presentar una visión objetiva sobre el tema. Escritor tras escritor, en sus esfuerzos de declarar los principios de la «magia blanca» y «magia negra», lo único que han conseguido es confundir y nublar el tema hasta tal punto que el aspirante a estudiante de hechicería termina ante un tablero de Ouija, parado dentro de un pentagrama esperando a que se le aparezca un demonio, lanzando débilmente al aire fichas del I Ching como si fuesen rosquillas rancias, barajando naipes para predecir un futuro que ha perdido todo significado, dando conferencias con el fin garantizado de inflar su ego —a la vez que hace lo mismo con su cartera— y en general quedando como un tonto ante los ojos de quienes en verdad
saben
.

El mago verdadero sabe que las estanterías de libros ocultistas están repletas de las frágiles reliquias de mentes asustadas y cuerpos estériles, los diarios metafísicos de auto-engaño y los reglamentos constipados de misticismo oriental. Durante mucho tiempo el tema de la magia y filosofía Satánica ha sido escrito por furibundos periodistas del Camino de la Mano Derecha.

La antigua literatura es el efecto secundario de cerebros que supuran miedo y rencor; escrita, de modo ignorante, para ayudar a quienes realmente dominan la tierra, y quienes, desde sus tronos Infernales, ríen con nociva alegría.

Las llamas del Infierno arden con más fuerza, gracias a la leña suministrada por éstos volúmenes de desinformación vetusta y falsas profecías.

En esto hallarás verdad —y fantasía. Cada una es necesaria para que exista la otra; pero deben ser reconocidas por lo que son. Puede que no te guste lo que veas —pero ¡
verás
! Aquí hay pensamiento Satánico, desde un punto de vista verdaderamente Satánico.

Iglesia de Satán

San Francisco, Walpurgisnacht 1968

PRÓLOGO

Los dioses del Camino de la Mano Derecha han peleado y disputado la tierra durante toda una década cada una de estas deidades y sus respectivos sacerdotes y ministros han intentado encontrar hallar sabiduría en sus propias mentiras. En el gran esquema de la existencia humana, la Edad de Hielo del pensamiento religioso no puede durar más que muy poco tiempo. Los dioses de la sabiduría mutilada han tenido su saga, su milenio se ha convertido en realidad. Utilizando sus propios caminos «divinos» al paraíso, cada uno ha acusado a otro de herejías e indiscreciones espirituales. El Anillo de los Nibelungos carga sobre si una maldición eterna, pero esto solo se debe a que quienes lo buscan piensan en términos de «Bien» y «Mal» —siendo siempre los «buenos». Para poder sobrevivir, los dioses del pasado se han convertido en sus propios diablos. Débilmente, para poder llenar los tabernáculos y pagar las hipotecas de sus templos, sus ministros juegan el juego del diablo. ¡Ay! Han estudiado su «honradez» durante mucho tiempo, y por eso fabrican unos pobres diablos incompetentes. Así, juntan sus manos en unión fraternal, y para celebrar su ultimo concilio ecuménico se dirigen en su desesperación hacia el Valhalla. «Se acerca el crepúsculo de los dioses». Los cuervos de la noche han volado invocando a Loki, quien ha puesto fuego al Valhalla con la marca del tridente del infierno. El crepúsculo ha terminado. De la noche nace el resplandor de una nueva luz y una vez más, Lucifer asciende, para proclamar: «¡Ésta es la Era de Satán! ¡Satán gobierna la Tierra!» Los dioses de la injusticia están muertos. Este es el amanecer de la magia y la sabiduría pura. La CARNE prevalece, y en su nombre se construirá una gran Iglesia. ¡La salvación del hombre no dependerá nunca más del engaño a sí mismo. Y se sabrá que el mundo de la carne y de los vivos será la preparación más grande para todos y cada uno de los placeres eternos!

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