Read Kolonie Waldner 555 Online

Authors: Felipe Botaya

Tags: #Intriga, #Ciencia Ficción, #Bélico

Kolonie Waldner 555 (4 page)

El rostro pétreo y afilado de Heydrich escudriñaba a Helmut y analizaba sus respuestas, podía notarlo sin dificultad. Sus ojos achinados no perdían detalle del lenguaje corporal de Helmut.

—Y de Wagner, ¿qué obra le gusta? —Helmut miró a Heydrich y con seguridad respondió—: todas tienen su atractivo por diferentes razones, pero me quedaría con
El holandés errante
. —Heydrich sonrió.

Reinhard Heydrich

—¿Sabía usted que es la única obra de Wagner con dos títulos? —Helmut afirmó con la cabeza y respondió:


El holandés errante
o el
Buque fantasma
. —Sin perder la sonrisa y mirando a Becker, Heydrich inquirió:

—Y ¿sabe usted por qué? —La cara de Helmut demostraba su desconocimiento.

—Muy fácil, teniente. Wagner nos habla simbólicamente de Holanda y su retorno al Reich. Le recuerdo que Holanda está por debajo del nivel del mar y por ello Wagner la llama el «buque fantasma», ya que no se ve en el horizonte. Y ¿quién es el pueblo errante por naturaleza? Los judíos, teniente. —Helmut puso cara de sorpresa ante esa explicación—. De ahí lo del «holandés errante», ya que la colonia hebrea en Holanda era muy numerosa y de difícil absorción incluso en la época de Wagner. Son errantes, como su historia y cultura. Es una obra que nos habla del regreso a la Santa Madre Alemania y la expulsión de los judíos de esa reunificación de dos pueblos, Alemania y Holanda, que siempre fueron iguales. Wagner deseaba esa unión, pero expulsando al pueblo parásito por antonomasia, que dinamitaba esa unión.

Helmut estaba sorprendido de esa explicación, pero haciendo acopio de valor y tratando aquella reunión como si fuese cualquier otra de negocios que había tenido a lo largo de su vida profesional, trató de llevar la iniciativa.

—Es una explicación muy curiosa y lejos de lo que podía imaginarme SS
Gruppenführer
Heydrich. De todas maneras y agradeciendo su amabilidad, me gustaría saber por qué estamos aquí reunidos. ¿En qué les puedo ayudar? Sólo soy un civil alemán en Brasil. —La cara de Becker cambió de color ante aquella osadía ante su jefe, que nadie hubiese tenido el valor de hacer en toda Alemania.

—Excelente, teniente Langert, llevar la iniciativa le va a ser muy útil en lo que hemos previsto para usted. —Heydrich parecía contento de que alguien le contestase con un cierto nivel. Parecía que se dirigía más a un colega melómano que a un posible colaborador—. Sabemos que el mundo militar sigue siendo importante para usted. —Aquel hombre parecía conocerle muy bien. Helmut intentó no demostrar la menor emoción ante sus palabras—. ¿Qué le parecería volver al servicio activo con nosotros en las SS y como
Standartenführer
? —La pregunta conmocionó a Helmut que, a pesar de sus gratos recuerdos militares, no se había planteado volver al servicio activo. Hacía demasiado que era un civil. Heydrich continuó—. Europa va a entrar en conflicto muy pronto. A pesar de la defensa por la paz de nuestro
führer,
las fuerzas ocultas del sionismo y el comunismo se han unido para la destrucción de nuestra obra y de Alemania. Estamos poniendo en peligro todo el sistema financiero sionista mundial, hemos creado nuestra propia moneda que además emitimos, hemos eliminado el patrón-oro y hemos creado el patrón-trabajo, nos hemos salido de la Sociedad de Naciones y hemos implantado con éxito el trueque con otros países. —Esas palabras proviniendo de Heydrich no podían ser tomadas a broma, pensó Helmut—. Por ello, nos han condenado a la guerra. Somos un gran peligro para los financieros mundialistas judíos y la emisión de deuda que atenaza a todos los países. Ese es el gran negocio inmoral de los banqueros internacionalistas y la creación artificial de las crisis para socavar cualquier resistencia. Alemania ha sabido salir con éxito de ese cerco infernal guiada por el
führer
con mano de hierro.

—¿Cuál es nuestro plan, teniente Langert? Y aquí es donde usted entra de lleno. —La cara de Helmut mostraba interés por saber qué habían pensado para él—. Usted sabe que Alemania siempre ha tenido muy buena relación con Sudamérica y ello viene ya desde el siglo
xix
. —Era cierto y Helmut siempre había sentido el aprecio de los sudamericanos, independientemente del país, por todo lo alemán y su cultura. Y Helmut conocía toda Sudamérica, desde México hasta la Patagonia chilena y argentina—. Teniendo en cuenta lo que le he explicado sobre la situación en Europa y conociendo la cosmovisión de nuestro
führer,
queremos adelantarnos a lo que pueda llegar y estar preparados. Sudamérica es muy importante para nosotros por muchas razones, pero sobre todo por sus materia primas y su cercanía con los Estados Unidos. Por ello, estamos ya trabajando en secreto en varias fortalezas militares en Sudamérica, la más importante en Brasil, y queremos que usted las dirija. Tiene sentido de la organización, sabe dirigir equipos y tiene experiencia militar. Y, sobre todo, nadie le conoce hoy en el campo militar por lo que puede pasar más desapercibido allá donde vaya.

—Me está usted pidiendo,
herr
Gruppenführer
, que renuncie a mi carrera profesional en empresas civiles alemanas en el extranjero y reinicie mi carrera militar en un proyecto que entiendo secreto, en Sudamérica?

-Sí —respondió lacónico Heydrich y añadió—, así podrá servir a su patria con efectividad en el conflicto que vendrá. Sigue siendo alemán y renunció a la posibilidad de la ciudadanía brasileña hace un tiempo ¿verdad? —Era cierto y no entendía como Heydrich sabía aquello. Desde luego llevaban detrás de él desde hacía más tiempo del que podía imaginar. Helmut confirmó este último comentario—. Si acepta, no sólo será entrenado convenientemente, sino que su familia y usted gozarán de un nivel económico que no le planteará problemas en el futuro. Usted desaparecerá como civil, ya lo solucionaremos con AEG, y renacerá como un militar en nuestra operación secreta en Brasil.

—Pero
herr Gruppenführer,
entiendo que una operación secreta en el extranjero debería ser llevada a cabo por el Abwehr. —Heydrich miró a Helmut y sin sonreír contestó:

—El Abwehr del almirante Canaris se dedica a temas de espionaje y sabotajes en el extranjero. Tenemos reuniones con el almirante en su oficina de la Tirputz-Ufer, junto al edificio de la Kriegsmarine, pero sobre otros asuntos. Esta es una operación militar en toda regla, pero secreta y la dirigimos nosotros ya que pertenece a un asunto que implica la seguridad del Reich. Las SS controlamos este proyecto desde 1935 en que empezó la gestación del mismo. Durante 1936 y 1937 y a través de barcos mercantes civiles, pero bajo nuestro control directo se ha ido llevando material y gente hasta allí. Los trabajos han comenzado a buen ritmo y el presidente Getúlio Vargas nos ayuda desde la clandestinidad con personal alemán residente en Brasil y con la logística que necesita todo este entramado. Puede imaginarse que es una operación de alto nivel.

—Y ¿cuál sería mi trabajo en concreto allí,
herr Gruppenführer
? —inquirió Helmut, sabedor que no tenía muchas salidas desde ese momento y quizás no sería del todo complicado, pensó. Heydrich sacó de una carpeta un plano que desplegó ante Helmut. Era un mapa político de Sudamérica en el que habían señalado varios puntos con una esvática.

—En este momento estamos terminando la base central a la que llamamos Kolonie Waldner 555. —Señaló un punto en el estado brasileño de Mato Grosso Do Sul y muy próximo a la frontera con Paraguay, en la punta que forma este estado más hacia el sur y junto al río Paraná. Parecía ubicada para controlar dos países, e incluso como vía de escape si se daba el caso—. El nombre viene del ingeniero Gustav Waldner que ideó todo el sistema defensivo de las diferentes fortalezas que ahora le indicaré. El número 555 se refiere al número de pertenencia al partido de Martín Bormann, que es el iniciador de todo esto y como deferencia a su idea. —Helmut miraba aquel increíble sistema que estaba poniéndose en marcha y del que él sería responsable si aceptaba. Heydrich continuó—. Como verá, la Kolonie Waldner 555 está a casi dos kilómetros tierra adentro de la orilla del río Paraná y a unos veinte kilómetros al norte de la frontera con Paraguay. Es una plantación natural situada en una depresión del terreno, que lo convierte en una fortaleza por sí misma, que se alarga en un rectángulo de unos cincuenta kilómetros a lo largo del río Paraná y a casi doscientos kilómetros de distancia del mar. —Heydrich señalaba sobre el mapa todo lo que iba comentando, aunque Helmut conocía la región—. Hacia el este está protegida por el río, que en ese punto tiene unos quince kilómetros de anchura. Hacia el sur tiene una jungla impenetrable que la protege y el único camino que lleva hasta la fortaleza está vigilado por los indios, cuyo trabajo es alertar inmediatamente a nuestras tropas SS de la llegada de cualquier intruso. Los víveres y otros suministros se llevan en barco por el río y luego nuestros camiones lo llevan hasta el interior de la fortaleza. Los visitantes pueden llegar por el río o con nuestros Fieseler Storch Fi 156 o con helicópteros Kolibrí-Flettner Fi282, que pronto serán una realidad, en la pista habilitada para ello dentro del terreno. Tenemos hangares totalmente ocultos donde guardamos todo este material. Hemos llegado a utilizar el aeropuerto de Campo Grande cuando han sido grupos numerosos y luego los hemos trasladado con nuestro servicio interno de transporte.

—Me imagino,
herr Gruppenführer
, que la gente o los indígenas que viven en la zona conocen estos movimientos y deben sospechar que algo pasa por allí. —Helmut miraba la zona del mapa con cierta preocupación. Heydrich, levantando la mirada de soslayo hacia su interlocutor, indicó:

—Evidentemente, todo este proyecto está bajo el manto de una empresa brasileña pública, de construcción concretamente, que justifica el movimiento de tierra y el personal que se va incorporando. La ayuda del gobierno del presidente Vargas es decisiva en la consecución de los plazos temporales que nos hemos marcado. La supuesta mano de obra es cien por cien alemana, la mitad brasileña pero de origen alemán y la otra mitad enviada desde nuestra patria directamente. Los barcos que traen las provisiones, no sólo pertenecen a empresas navieras fluviales alemanas, sino que su tripulación es enteramente alemana. —Tras un breve silencio.

—¿Y los indios?
Herr Gruppenführer
, ¿son leales o pueden cambiar de bando? —Helmut exponía sus dudas sin restricciones, bajo la incrédula mirada de Becker. —Los indios —comenzó Heydrich— no tienen contacto con otros habitantes del país. Es más, rehuyen cualquier contacto. De hecho, poca gente sabe que están allí. Y los que lo saben, no tienen el menor interés por esa gente, que por otro lado aún vive en la edad de piedra. —Heydrich sonrió y Becker también.

—¿Y cómo hemos conseguido su ayuda,
herr
Gruppenführer
?

—Heydrich afirmó con la cabeza.

—Pregunta lógica, teniente. Tenemos a dos brasileños de origen alemán, geólogos concretamente, que están colaborando con nosotros y tienen fe ciega en lo que están haciendo. Y no sólo se comunican con nosotros perfectamente y entienden el proyecto, ya les conocerá, sino que han sabido convencer a los indios para que colaboren con nosotros. Somos como dioses para esa gente primitiva y así lo han explicado estos geólogos. De vez en cuando hemos de hacer alguna demostración de poder ante esos indios. —Helmut no preguntó en qué podía consistir esa demostración de fuerza y en principio parecía todo bastante claro hasta ahí.


Herr Gruppenführer
, me decía que hay otras fortalezas diseminadas por la zona además de la Kolonie Waldner 555. ¿Puede darme más detalles para que me pueda hacer una mejor composición de lugar? —dijo Helmut mientras miraba el mapa y las distintas esvásticas que aparecían sobre el mismo. Abarcaban una zona muy amplia, más allá de Brasil. Cada base acabada o en proyecto estaba marcada con una cruz gamada y el nombre de la misma.

Las diferentes fortalezas en Sudamérica.

—Verá, teniente Langert —inició Heydrich, utilizando un lápiz a modo de puntero—, la base más cercana a la Kolonie Waldner 555 es la que llamamos enclave Heide a unos cuatro cientos kilómetros al sur y en territorio argentino. Luego, junto a la ciudad de Córdoba, tenemos una instalación secreta de soporte en el Instituto Aerotécnico de dicha ciudad. Un poco más al sur, unos cien kilómetros aproximadamente está el enclave Santa Rosa. Luego, hacia el este y cerca de Rosario en pleno Río de la Plata, tenemos el enclave Isla Paraíso ideal como refugio de submarinos. En la misma bocana del Mar del Plata, hacia el este, tenemos el enclave Atlantis con un potente equipo de seguimiento de los movimientos navales de cualquier nación por la zona.

Other books

Blind Faith by Christiane Heggan
Damaged and the Dragon by Bijou Hunter
Worthy Brown's Daughter by Margolin, Phillip
The Deadwalk by Bedwell-Grime, Stephanie


readsbookonline.com Copyright 2016 - 2024