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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Histórico

Guía de la Biblia. Antiguo Testamento (31 page)

En esta época debió haber ciertas dificultades internas en Efraím que nosotros desconocemos, porque al frente de las tribus de Raquel parecía estar una mujer, situación de lo más insólito.

Jueces 4.4.
Juzgaba en aquel tiempo a Israel Débora, profetisa.

Jueces 4.5.
Sentábase... entre Rama y Bétel, en el monte de Efraím...

La zona entre Rama y Bétel era territorio benjaminita, y aquí tenemos un ejemplo de la utilización en sentido amplio del término «monte Efraím».

Monte Tabor

Pero a medida que la hegemonía cananea se hacía cada vez más amenazadora por el norte, o que la situación política de Efraím, se volvía más estable, Débora se preparaba para tomar medidas:

Jueces 4.6.
Mandó llamar Débora a Barac..., de Cades, de Neftalí, y le dijo: ... Ve a ocupar el monte Tabor y lleva contigo diez mil hombres, de los hijos de Neftalí y de los de Zabulón.

Jueces 4.7.
Yo te traeré allí, al torrente de Cisón, a Sísara, jefe del ejército de Jabín...

Cades, situada a once kilómetros al noroeste de Jasor, era la ciudad israelita más importante en Neftalí, y se la llamaba Cades de Neftalí para distinguirla de otras ciudades del mismo nombre. Posiblemente constituía el centro de la resistencia israelita, y Barac era un jefe guerrillero que mantenía vivas las esperanzas de Israel.

Entonces Débora le apremió para que reuniera todas las fuerzas de que pudiera disponer y se arriesgara a dar una batalla campal en el monte Tabor.

El monte Tabor se encuentra en la frontera sur de Neftalí, donde confluye con los límites de Zabulón e Isacar. Está a unos cuarenta kilómetros al suroeste de Jasor, formando un conveniente punto de reunión y un área de fácil defensa donde las tropas de varias tribus podían agruparse y prepararse. (El monte Tabor sólo está a unos ocho kilómetros al sureste de Nazaret, donde mil años después nacería Jesús.)

El torrente Cisón, de unos ochenta kilómetros de largo, corre en dirección noroeste por el norte de Palestina, atravesando el territorio de Isacar y de Zabulón, lo que ahora se llama bahía de Haifa. Tiene un afluente que se le une por el norte y nace justo al oeste del monte Tabor.

Barac se mostró reacio a arriesgar sus fuerzas en la incertidumbre de una batalla campal sin la promesa de un apoyo firme por parte de los efraimitas (igual que en siglos posteriores las ciudades-estado griegas se mostraron reacias a enfrentarse al enemigo extranjero sin la promesa de la ayuda espartana).

Jueces 4.8.
Díjole Barac
(a Débora):
«Si vienes tú conmigo, voy; si no vienes tú, no voy... »

Débora le hizo la promesa necesaria y Barac derrotó a Sísara al frente del ejército israelita conjunto más grande y más fuerte desde los tiempos de Josué. A Sísara lo mató una mujer a quien pidió ayuda mientras huía, y el ejército israelita prosiguió la guerra contra Jabín hasta que Jasor fue conquistado y destruido, esta vez para siempre.

El cántico de Débora

El capítulo quinto del Libro de los Jueces es famoso por el «Cántico de Débora», considerado como una de las partes más antiguas de la Biblia:

Jueces 5.1.
Aquel día cantaron Débora y Barac...

Es un himno de triunfo a la victoria sobre Sísara, y en él enumera Débora las tribus de la coalición que tomaron parte en la victoria. Efraím y su aliados, y Benjamín y Manasés se citan, por supuesto, en primer lugar:

Jueces 5.14.
Los de Efraím los exterminaron... detrás de ti
(Débora)
iba Benjamín con tu ejército. De Maquir bajaron los jefes, De Zabulón, los capitanes.

Jueces 5.15.
Los príncipes de Isacar están con Débora...

Jueces 5.18.
Pero Zabulón es un pueblo que ofrece su vida a la muerte... Lo mismo es también Neftalí...

Al parecer, Maquir es otro nombre de Manasés. La tribu de Manasés quizá sea realmente la unión de dos tribus, una de las cuales se llamaba Maquir, término más usado para la parte de la tribu que ocupaba el territorio al oriente del Jordán. La Biblia resuelve el problema convirtiendo a Maquir en hijo de Manasés.

Génesis 50.23. ...
recibió
(José)
sobre sus rodillas a los hijos de Maquir, hijo de Manasés.

Aquí se sugiere que Maquir era el único hijo de Manasés, por lo que Manasés y Maquir podían servir de antepasados epónimos de toda la tribu.

Por tanto, seis tribus tomaron parte en la batalla: Efraím, Benjamín, Manasés, Zabulón, Isacar y Neftalí, que formaron un bloque sólido en la parte interior del norte de Canán.

Se destacan cuatro tribus por no haberse unido a la alianza:

Jueces 5.15.
... En las filas de Rubén hay grandes ansiedades de corazón.

Jueces 5.16.
[75]
¿Por qué te quedaste entre las majadas, para oír los balidos de los rebaños?

Jueces 5.17.
Galad descansaba al otro lado del Jordán. Y Dan, ¿por qué se quedó junto a sus naves? Aser a orillas del mar...

Al fin y al cabo, las inhibiciones fueron lógicas. Aser, que estaba en la costa norte, frente a los fenicios, y Dan en la costa sur, frente a los filisteos, debían de tener grandes dificultades en casa sin tener que buscar enemigos en otra parte. Rubén, que estaba indeciso y al final se pronunció por quedarse en su territorio, tenía problemas semejantes con Moab. En realidad, éste es el último capítulo de la Biblia que menciona a Rubén como tribu, así que no debió sobrevivir mucho tiempo. Gad era la única tribu fuerte que pudo incorporarse a la alianza, pero no lo hizo; quizá se sintiera segura detrás del río y no viese necesidad de arriesgar vidas.

Obsérvese que no se menciona ni a la tribu de Judá ni a su aliada de Simeón. Es muy posible que durante el período de los jueces Judá no formara parte de la coalición israelita y que, por tanto, no se la reconociera como parte de Israel.

En realidad, Judá sólo estuvo unida a Israel durante un siglo, bajo el reinado de los monarcas Saúl, David y Salomón. Judá se rebeló bajo Saúl (un aliado israelita); y se mostró tranquilo bajo David y Salomón (judaicos). Después de Salomón las dos secciones del país se dividieron y permanecieron separadas durante el resto de su historia.

Jezrael

Además del enemigo cananeo en el interior del país, los israelitas sufrían incursiones periódicas de nómadas procedentes del otro lado del Jordán, los madianitas y amalequitas. La tribu de Manasés, que habitaba en la orilla de la parte central del Jordán, era la que más sometida estaba a tales incursiones contra Israel, y Gedeón, miembro de esa tribu, fue quien se encargó de la defensa contra los nómadas. Su oportunidad llegó a la siguiente incursión:

Jueces 6.33.
Todo Madián, Amalec... se juntaron y pasaron el Jordán; vinieron a acampar en el valle de Jezrael.

Por el oeste, a unos veinticuatro kilómetros al sur del mar de Galilea, un río desemboca en el Jordán atravesando la cordillera que corre por la parte central de Israel. Es el valle de Jezrael, y representa una apertura natural hacia el corazón de la parte norte de Israel para incursores procedentes del oriente.

El valle de Jezrael está en territorio de Isacar, pero Gedeón no pensaba dejar que Isacar luchara en solitario:

Jueces 6.35.
Envió mensajeros a todo Manasés... también a Aser, a Zabulón y a Neftalí, que subieron a su encuentro.

Casi se trataba de la misma alianza que combatió a los jasoritas bajo las órdenes de Sisara, pero con la omisión fundamental de Efraím.

No sabemos por qué no contó Gedeón con Efraím, pero suponemos que fue por algo así: si Efraím se incorporaba a la coalición, sólo sería en calidad de jefe, y por orgullo militar insistiría en un ataque frontal y directo. Gedeón pensaba que tenía un plan mejor, y para llevarlo a la práctica necesitaba tener el mando en sus propias manos, lo que significaba prescindir de Efraím. Creía que su plan daría resultado contra unas huestes nómadas, más fuertes en número que en organización y disciplina.

De noche, condujo a una pequeña partida a las alturas que daban sobre el campamento madianita, atacándolo súbitamente con luces y ruidos, en vez de con armas. Agitados y estremecidos, sin saber lo que pasaba, convencidos de que los había rodeado un ejército formidable, los madianitas huyeron, presas del pánico, al Jordán, donde el ejército principal los esperaba en los vados para destruirlos.

Los efraimitas, a quienes Gedeón envió a los vados después de notificárselo con un retraso deliberado, participaron en la batalla del Jordán, pero vieron que Gedeón era el responsable de la estrategia victoriosa.

Se sintieron humillados y montaron en cólera. No solamente había Gedeón ignorado deliberadamente la jefatura de Efraím, sino que también había encabezado una coalición y logrado una victoria sin ellos. La guerra civil amenazó a los seguidores de Gedeón y a los de la tribu de Efraím, molestos y celosos:

Jueces 8.1.
Dijéronle
(a Gedeón)
los hombres de Efraím: «¿cómo has hecho con nosotros eso de no llamarnos cuando ibas a combatir con Madián?» Y se querellaron violentamente contra él.

Para calmar los ánimos, Gedeón sugirió que el momento decisivo de la batalla llegó en los vados del Jordán, donde Efraím había capturado a un grupo de jefes madianitas. Menospreció su propia intervención diciendo que había sido una incursión sin importancia. Los ofendidos efraimitas se aplacaron y se evitó la guerra civil.

Sucot

Con el fin de completar la victoria, Gedeón persiguió a los restos del ejército madianita al oriente del Jordán. La persecución del enemigo también era, en parte, un asunto de venganza personal, porque según resultó, Zebaj y Salmana, dos jefes madianitas, habían sido los autores de la muerte de los hermanos de Gedeón.

Durante la persecución Gedeón pasó por el territorio de la tribu de Gad, que continuaba con su política de aislamiento. No se había unido a la coalición contra Jabín y Sisara, y tampoco se había incorporado a la alianza contra los madianitas. (Como los madianitas tuvieron que pasar por territorio gadita para llegar al Jordán de camino a Israel, hay una sólida posibilidad de que Gad ejerciese algo peor que la neutralidad; de que no se enfrentara a los madianitas y les pagase tributo para que ellos permanecieran en paz mientras la devastación asolaba el país al oeste del Jordán.)

Siguieron contemporizando incluso después de la victoria de Gedeón, buscando la seguridad en su neutralismo. Cuando Gedeón entró en Sucot, a orillas del río Jaboc, tal vez a seis kilómetros al oriente del Jordán, pidió avituallamiento y se lo negaron.

Jueces 8.6.
Respondiéronle los jefes de Sucot: «¿Acaso tienes ya en tus manos el puño de Zebaj y Salmana para que demos pan a tu tropa?».

En resumen, Gedeón podía sufrir una derrota y Sucot no iba a exponerse a la venganza de los madianitas. La cercana ciudad de Penuel, donde Jacob, luchó una vez con un ángel, adoptó la misma actitud.

Gedeón no pudo hacer nada de momento; lo primero eran los madianitas. Alcanzó a los nómadas en Carcor, cuyo emplazamiento exacto se desconoce, pero que pudo estar a unos cuarenta y ocho kilómetros al oriente del Jordán, lo que constituye una penetración hacía el oriente demasiado profunda para un ejército israelita de la época. Gedeón logró otra victoria absoluta, capturando a los jefes madianitas y ejecutándolos.

Luego tomó represalias contra los gaditas, destruyendo las fortificaciones de Penuel y ejecutando a los jefes de Sucot.

Gedeón y Abimelec.

Las victorias de Gedeón habían sido lo bastante espectaculares para darle el prestigio de la dignidad real; es decir, en sentido hereditario.

Jueces 8.22.
Entonces los de Israel dijeron a Gedeón: «Sé nuestro soberano tú, tu hijo y el hijo de tu hijo».

Jueces 8.23.
Respondióles Gedeón: «No reinaré yo sobre vosotros... Yahvé será vuestro rey.»

Esta respuesta estaba en consonancia con las concepciones de la época en que el Libro de los Jueces alcanzó su forma definitiva; es decir, después del tiempo de la monarquía. Con mucha frecuencia, los reyes de Israel y, en menor medida, los de Judá, eran antiyahvistas convencidos. A su vez, los yahvistas eran antimonárquicos, y esto aparece en varios lugares de la Biblia.

Sin embargo, lo más probable es que Gedeón aceptara la dignidad real, si no la de Israel, al menos la de Manasés. Desde luego gobernó como juez; pero después de su muerte, la cuestión decisiva es si su cargo era hereditario. Al parecer lo era, porque sus hijos le sucedieron en el poder, que una vez más se limitaba a Manasés, porque en esta parte del libro de los Jueces sólo se mencionan lugares de Manasés.

La ventaja del gobierno hereditario radica en el hecho de que la sucesión es automática, de manera que pasa de padre a hijo, o a otro pariente próximo, conforme a normas establecidas. En consecuencia, el país no se ve envuelto en disturbios ni en guerra civil a la muerte de cada gobernante.

Para que esto dé resultado, los parientes que no heredan el reino deben permanecer al margen por propia voluntad, pero esto no pasaba siempre en las monarquías antiguas. Como se practicaba la poligamia real, había un gran número de hijos nacidos de madres diferentes. Las esposas del harén intrigaban en favor de la sucesión de sus propios hijos, y éstos organizaban facciones en el interior del reino. Con frecuencia el resultado eran disturbios y guerras civiles.

Esto se muestra claramente en la historia bíblica en el caso del rey más importante de Israel, David, pero ahora se nos ofrece un pequeño anticipo. Gedeón practicaba la poligamia, y de una manera fructífera:

Jueces 8.30.
Y tuvo Gedeón setenta hijos, todos nacidos de él, pues fueron muchas sus mujeres.

Jueces 8.31.
Una concubina que tenía en Siquem le parió también un hijo, al que puso por nombre Abimelec.

Es interesante notar que «Abimelec» significa «mi padre es rey». Ese «rey» podría ser una referencia a un dios, en vez de a Gedeón, de manera que quizá no debiera tomarse en sentido demasiado literal.

La cuestión era cuál de los hijos de Gedeón tenía que sucederle. En este aspecto, Abimelec pudo sentirse al margen.

Siquem seguía siendo esencialmente una ciudad cananea, que veneraba a un dios cananeo,
Baal Berit
(«Señor de la Alianza»), y los hermanos de Abimelec, hijo de una mujer cananea, pudieron despreciarlo y rechazarlo.

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