Números 25.3.
Israel se fue tras Baal Fogor...
Baal Fogor, «el señor del monte Fogor», era, probablemente, Camos.
Según el relato bíblico, la apostasía de los israelitas fue castigada con una plaga y con medidas firmes tomadas por Moisés, que ordenó la muerte de los idólatras. Si comparamos los dioses nacionales con las emociones inspiradas en nuestros días por las banderas nacionales, el horror de los autores bíblicos ante estos hechos podría igualarse a nuestros sentimientos si descubriéramos que buena parte de nuestros compatriotas se reunía en tiempo de guerra para saludar a la bandera contraria y cantar el himno del enemigo.
Y la transgresión con respecto a Camos tampoco se consideró un accidente. Se pensó que la utilización de sus mujeres para atraer a los israelitas a la apostasía era una política deliberada por parte de los moabitas, que seguían el consejo de Balam. Así, Moisés dice de las mujeres extranjeras en un versículo posterior:
Números 31.16.
Fueron ellas las que por consejo de Balam arrastraron a los hijos de Israel a ser infieles a Yahvé...
El recuerdo de este incidente reforzó la postura de los yahvistas posteriores, más intransigentes, contra el matrimonio con mujeres extranjeras.
Tras el episodio de Balam y el incidente de la seducción de los israelitas por Moab, podría esperarse que se describiera la guerra entre Israel y Moab. En cambio, es a Madián a quien atacan los israelitas., Se dice que las tribus madianitas del desierto oriental mantenían una alianza con Moaben contra de Israel, que contribuyeron a la llegada de Balam y que las mujeres madianitas también sedujeron a los israelitas.
Sin embargo, la historia de la guerra contra los madianitas tiene sus dificultades, y suele considerarse antihistórica. Tal vez sea una piadosa invención de épocas posteriores para ocultar una guerra contra Moab que no llegó a ganarse. Después de todo, Moab mantuvo durante siglos el dominio del territorio al oriente del mar Muerto. Al no mencionar guerra alguna con Moab, los autores bíblicos podían seguir manteniendo que los israelitas no atacaron a ninguna tribu hebrea.
Sin embargo, a pesar de la existencia de Moab, los israelitas siguieron ocupando la mayor parte de la región al oriente del Jordán y del mar de Galilea. Parte de ese territorio pertenecía a los amonitas en este período. No dice que los israelitas atacaran a los amonitas, un pueblo hebreo, pero en su territorio pronto se asentaron las tribus israelitas. En realidad, parte de la alianza tenía puestos los ojos en el territorio incluso en vida de Moisés, cuando aún no se había iniciado propiamente el plan de la conquista de Canán:
Números 32.1.
Eran muy numerosos los rebaños de los hijos de Rubén y de los hijos de Gad; extraordinariamente numerosos;
Números 32.2
[56]
Y viendo que la tierra... del Galad sería una tierra muy a propósito para apacentarlos...
Las fronteras de Galad son poco precisas, pero en sus límites más amplios abarcan toda la región al oriente del río Jordán: la «Transjordania», podríamos llamarla.
Galad ya había aparecido antes en el relato bíblico. Cuando Jacob se despidió de Labán para volver a Canán, este último fue tras él y lo alcanzó en Galad para mantener una entrevista final:
Génesis 31.23.
y... le persiguió durante siete días, hasta darle alcance en el monte de Galad.
El «monte Galad» podría referirse a la cadena de montañas que corre por la orilla oriental del Jordán, o a un pico especialmente prominente de esa sierra justo al sur del río Jaboc y a unos dieciocho kilómetros al oriente del Jordán. Tiene unos 1.080 metros de altura.
Las tribus que solicitaban el territorio tuvieron que convencer primero a Moisés de que no se proponían abandonar la alianza. Participarían en la conquista de Canán y sólo volverían a sus posesiones de Transjordania cuando la conquista estuviera asegurada. Una vez que eso quedó claro, Moisés permitió la distribución de la tierra.
En consecuencia, Galad se repartió entre las tribus ganaderas de Rubén y de Gad. Rubén tomó la zona al sur de Hesebón y al norte de Moab, mientras que Gad recibió prácticamente toda la orilla oriental del Jordán. Basán recayó en el territorio de la tribu de Manasés, parte de la cual ocupó el territorio de Canán propiamente dicho.
En cierto sentido, Transjordania era un buen emplazamiento, porque la zona se describía como rica y deseable. Sin embargo, también se encontraba al descubierto. Rubén estuvo continuamente ensombrecido por Moab y en seguida desapareció de la historia israelita, probablemente absorbida por la cultura moabita. Gad y Manasés sufrieron incursiones de amonitas y madianitas, y en los últimos días del reino israelita debieron soportar el primer impacto de los más serios ataques de los ejércitos sirio y asirio.
El nombre de Galad puede ser una corrupción de Gad, que ocupó la mayor parte del territorio, o viceversa. Por otro lado, las genealogías bíblicas presentan a Galad como nieto de Manasés:
Números 26.29.
[57]
Hijos de Manasés: de Maquir... Maquir engendró a Galad...
Debe existir alguna relación entre este antepasado epónimo del pueblo llamado «galaditas», el propio territorio y el hecho de que una parte de la tribu de Manasés ocupar a una zona de Galad.
Al igual que Basán era especialmente conocido por su ganado, Galad era famosa por las resinas de algunos de sus árboles y arbustos; productos que podían convertirse en ungüentos olorosos y tranquilizantes y emplearse como suavizantes de la piel, cosméticos, perfumes e incienso.
Este ungüento o bálsamo de Galad era muy apreciado. Cuando los hermanos de José planeaban vender a éste como esclavo, se dirigieron a un grupo de mercaderes que:
Génesis 37.25.
...venía de Galad, y sus camellos traían aromas y bálsamo y mirra,
[58]
e iban a llevarlo a Egipto.
Cuando el profeta Jeremías trataba de convencer al pueblo para que volviera a Yahvé, señalando que el remedio a todos sus males estaba entre ellos, esperándolos, utilizó una pregunta metafórica y retórica:
Jeremías8.22.
¿Por ventura no había bálsamo en Galad...?
La pregunta tiende a una respuesta evidente: ¡sí! Así, razona Jeremías, está presente Dios para aliviar a su pueblo.
Deuteronomio • Líbano • Caftor • Monte Hermón • Rabat • Monte Garizim • Belial • Santos Bendiciones de Moisés.
El quinto libro de la Biblia empieza así:
Deuteronomio 1.1.
Éstas son las palabras que dirigió Moisés...
En hebreo, la frase inicial es
Elleh haddebarim
, que en su forma abreviada, «Debarim», es el nombre hebreo de este libro.
El libro no trata la historia de Israel, sino que pretende reseñar una serie de sermones pronunciados por Moisés en vísperas de su muerte y la entrada de los israelitas en Canán. Los discursos sirven de resumen a los acontecimientos del Éxodo y exponen de nuevo partes fundamentales de la ley tal como fue dictada en el Sinaí.
Podría suponerse que, por ese motivo, los traductores griegos de la Septuaginta lo llamaran «Deuteronomion», que se convirtió en nuestro «Deuteronomio» y que significa «segunda ley».
Sin embargo, el nombre griego surgió a través de un mal entendido. En sus discursos, Moisés ordena una obediencia estricta a la ley por parte de los futuros reyes de Israel:
Deuteronomio 17.18.
En cuanto se siente
(el rey)
en el trono de su realeza, escribirá para sí... una copia de esta ley...
Deuteronomio 17.19.
La tendrá consigo y la leerá... para que aprenda... y a guardar todas las palabras de esta Ley...
En el versículo 18, la frase «una copia de esta Ley» se tradujo incorrectamente en la Septuaginta por
deuteronomion
, «segunda ley», y de ahí es de donde se deriva el nombre del libro.
El cuerpo del Deuteronomio no es ni J, ni E ni S, sino que representa una cuarta fuente fundamental del Hexateuco. Parece bastante probable que el Deuteronomio sea el único libro del Hexateuco que existía esencialmente en su forma definitiva antes del Exilio.
Al menos, al Deuteronomio, o a parte de él, se le suele identificar con «el libro de la Ley» descubierto en el Templo en el 621 aC, durante el reinado del rey Josías:
2 Reyes 22.8.
Entonces Helcías, el sumo sacerdote, dijo a Safán, secretario: «He encontrado en el templo de Yahvé el libro de la Ley».
Esto se produjo en una época en que existía en el reino una rivalidad continua entre el poder espiritual y el temporal, y cuando los yahvistas acababan de sufrir dos reinados desastrosos para su causa. Por otro lado, en el trono se sentaba un rey joven e impresionable, Josías.
Tal vez se les ocurriera a algunos sacerdotes preparar y organizar una exposición de las leyes que, a ojos de los yahvistas, debían gobernar al rey y al pueblo, confiriéndoles un carácter de clara supremacía espiritual. Tal escrito, el «libro de la Ley», fue providencialmente «descubierto» en el Templo y llevado ante el rey. La doctrina, colocada en labios de Moisés, considerada de gran antigüedad y expuesta en forma muy elocuente, tenía la intención de causar impresión al rey.
Se la produjo, y el plan de los sacerdotes triunfó plenamente. Hasta entonces, el yahvismo había constituido una secta minoritaria, frecuentemente perseguida y a veces en peligro de extinción total. Entonces, por primera vez, logró cierta influencia y, gracias a la colaboración entusiasta de Josías, se convirtió en la religión oficial del país.
Tras la muerte de Josías se produjo un retroceso, pero el yahvismo poseía la fuerza suficiente para enfrentarse con el desafío del Exilio, que tuvo lugar poco después. Durante el Exilio, a medida que escribían las antiguas tradiciones y codificaban las leyes, los sacerdotes yahvistas incorporaron el Deuteronomio, prácticamente intacto, al Hexateuco.
Después del Exilio, el yahvismo, la secta minoritaria, se convirtió en el judaísmo, la religión nacional del pueblo. A través de sus religiones hermanas, el cristianismo y el Islam, el yahvismo llegó a dominar la vida religiosa de más de un billón
[59]
de personas en el tiempo que ha transcurrido desde entonces. Si en este libro se trata del Deuteronomio con brevedad porque no se ocupa fundamentalmente del aspecto histórico, ello no significa que en cierto sentido no constituya la parte más importante de las Escrituras; o quizás, el escrito más importante de la literatura universal.
Moisés inicia su recapitulación de los acontecimientos del Sinaí con las instrucciones divinas de que los israelitas salgan hacia Canán. Se dan los límites del territorio que Dios les asigna en Canán; estos constituyen las fronteras ideales que, especialmente en el norte, sólo se lograron temporalmente en la breve culminación del poderío israelita dos siglos después de la conquista:
Deuteronomio 1.7.
... al Líbano, hasta el gran río, el Éufrates.
Deuteronomio 1.8.
Yo os entrego esa tierra...
El Líbano se circunscribía originalmente a las dos cadenas que corren en sentido paralelo a las costas mediterráneas; una, a unos treinta y dos kilómetros al interior, y la otra a sesenta y cuatro kilómetros hacia el interior, con una longitud de unos ciento sesenta kilómetros cada una. Son más altas que las montañas de Canán, y tienen cumbres de más de tres kilómetros y doscientos metros de altitud. Por tanto las montañas libanesas son más notables por sus cimas nevadas que cualquiera de las cumbres de Canán, y al parecer es por ese motivo por lo que las montañas y el país en que se hallaban recibieron tal nombre. «Líbano» procede de una palabra hebrea que significa «blanco».
Los griegos deformaron un tanto el nombre, y llamaron «Libanus» a la sierra más cercana al mar, dando el nombre de «Antilíbano» a la más interior. En medio hay un valle de unos dieciséis kilómetros de ancho, que los griegos denominaron «Coele-Siria». Literalmente, significa la «hondonada siria» y, en traducción libre, «el valle de Siria».
En épocas postbíblicas, la zona que rodeaba las cordilleras libanesas era la sede de una secta cristiana, los maronitas, que sobrevivieron, a veces bajo severas persecuciones, durante los largos siglos de dominación mahometana. Cuando la región quedó liberada del dominio turco, los franceses (que ocuparon Siria bajo el mandato de la Sociedad de Naciones) establecieron el Líbano como un distrito separado del resto de Siria, gracias a su diferencia religiosa. En 1944, cuando la independencia acabó con el mandato, la región se convirtió en un estado separado y autónomo, la República del Líbano.
El Líbano moderno es una nación pequeña, de doble tamaño que Delaware, y tiene una población de unos 2.200.000 habitantes
[60]
. Está situado justo al norte del moderno Israel, y estas dos naciones constituyen las únicas potencias no musulmanas en un océano de Estados árabes.
Igual que Basán era famosa por sus toros y encinas, y Galad por su bálsamo, Líbano era conocido por sus bosques de cedros. La madera de cedro es olorosa y constituye un excelente material de construcción. Salomón construyó gran parte del Templo de su palacio con madera de cedro:
1 Reyes 7.2.
Construyó la casa
(su palacio)
«Bosque del Líbano»... sobre tres
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filas de columnas de cedro y capiteles de cedro sobre las columnas.
Se consideraba el cedro como un árbol particularmente magnífico y suntuoso, que rivalizaba con la encina por el título del rey del bosque.
Durante el tiempo de los jueces, Jotán, el único sobreviviente de una familia exterminada, se dirige a quienes colaboraron en la matanza con una fábula que indicaba que los dirigentes del país eran de la peor ralea. A éstos los representaba por una zarza espinosa, y llegó a señalar que, a pesar de su baja categoría, su jactancia no le haría dudar en atacar a objetos superiores y mejores que ella. Dice la zarza:
Jueces 9.15.
...y si . no, que salga fuego de la zarza espinosa y devore a los cedros del Líbano.
De modo semejante, al advertir Isaías a los presuntuosos y arrogantes que temieran el juicio de Dios (en «el día de Yahvé»), utiliza los cedros del Líbano y las encinas de Basán como metáfora de la soberbia desdeñosa.