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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Histórico

Guía de la Biblia. Antiguo Testamento (21 page)

Génesis 6.2.
Viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron de entre ellas por mujeres las que bien quisieron.

Génesis 6.4.
...y les engendraron hijos. Éstos son los héroes famosos muy de antiguo.

Los judíos posteriores interpretaron al pie de la letra este resto de mitología primitiva que persiste en la Biblia. Creyeron que, al rebelarse conscientemente contra Dios, los ángeles decidieron mezclarse con la humanidad corrompiéndose el deseo hacia las mujeres, y que semejante acto desencadenó el Diluvio. Algunas versiones de esta leyenda convierten a Azazel en el jefe de tales ángeles.

Demonios

En el siguiente capítulo se contiene otra reliquia del pasado, que ordena el culto centralizado bajo la dirección de la casta sacerdotal y prohíbe ritos más antiguos e independientes:

Levítico 17.7.
Y nunca más sacrificarán sus sacrificios a los demonios...
[38]

La palabra «diablo» procede del griego
diabolos
, que significa «el que desune o calumnia». Se aplica a espíritus malignos que calumnian a Dios a oídos de los hombres, urgiéndoles a la desobediencia y al pecado. También pueden calumniar a seres humanos ante Dios, como en el libro de Job se describe a Satán calumniando a Job.

En este versículo en particular, «demonios» es una traducción de la palabra hebrea
sairrim
, que literalmente significa «machos cabríos». Hay una tendencia muy extendida a considerar a los chivos como animales lujuriosos que personifican la fuerza salvaje y fructífera de la naturaleza. Los griegos imaginaban los bosques llenos de espíritus naturales en forma de hombres con cuernos, rabo y cuartos traseros de chivo, siempre en un estado de celo sexual. Los llamaban «sátiros», y esa palabra se ha incorporado al moderno vocabulario psiquiátrico para representar a los hombres que sufren de deseos sexuales insaciables.

Para los yahvistas, con sus rígidas costumbres sexuales, tales dioses de la fertilidad no eran más que espíritus malignos.

La Revised Standard Version reconoce la semejanza específica de los sátiros con los
sairrim
, y su traducción del Levítico 17.7 dice: «Así no ofrecerán sus sacrificios a los sátiros...»
[39]

La moderna concepción de Satán, con sus cuernos, rabo y pezuña hendida, demuestra que se le sigue describiendo como un sátiro.

Sangre

La ingestión de sangre queda estrictamente prohibida:

Levítico 17.10.
... yo me volveré contra el que come sangre y le borraré de en medio de su pueblo.

Se considera que la sangre contiene el principio de la vida, como resulta lógico al ver que una hemorragia continuada puede acabar con la vida de un hombre que, de otro modo, parece sano. Como creación de Dios, la vida no puede ser propiedad del hombre y, por tanto, no se puede ingerir sangre.

La prohibición se anunció antes de la revelación del Sinaí, porque se dice que, después del Diluvio, Noé recibió instrucciones al respecto. Dios le dice a Noé lo que debe comer:

Génesis 9.3.
Cuando vive y se mueve os servirá de comida...

Génesis 9.4.4.
Solamente os abstendréis de comer sangre con su alma, es decir, su sangre.

Los judíos posteriores interpretaron esto en el sentido de que aun aquellos que no recibieron la revelación en el Sinaí debían abstenerse de consumir sangre.

Así, cuando en la iglesia cristiana primitiva surgió la controversia de si los conversos gentiles debían de aceptar la normativa dietética de la ley mosaica, se llegó a la decisión de que no estaban obligados a ello. Sin embargo, su libertad no era absoluta, porque los dirigentes conservadores de la iglesia en Jerusalén insistieron en ello:

Hechos 15.20.
Sino escribirles que se abstengan de las contaminaciones de los ídolos, de la fornicación, de lo ahogado y de sangre.

Espíritus familiares

En el Levítico hay prohibiciones de todas clases. Se enumeran alimentos que no deben comerse y prácticas sexuales que no se toleran. Se prohíben los comportimientos poco éticos de diversa índole. Además, la ley mosaica prohíbe ciertas costumbres que parecen bastante inocuas. Así:

Éxodo 23.19.
...No cocerás el cabrito en la leche de su madre.

Levítico 19.27.
No os raparéis en redondo la cabeza ni raeréis los lados de vuestra barba.

Es probable que esto tuviese la intención de prevenir contra prácticas que se asociaban particularmente con paganos e idólatras. Los sacerdotes egipcios, por ejemplo, se afeitaban la cabeza y la barba.

Los judíos posteriores hicieron complejas deducciones de estos versículos. Por ejemplo, la prohibición de hervir la carne en leche se amplió hasta la abstinencia de comer carne y productos derivados de la leche en la misma comida, y de prepararlos y servirlos, en momentos diferentes, con los mismos utensilios.

Otra prohibición es:

Levítico 19.3 1.
No acudáis a los que evocan a los muertos ni a los adivinos...

Un adivino es un «hombre sabio», que posiblemente conoce el modo de doblegar a voluntad las fuerzas sobrenaturales y que sabe dominar los espíritus, esclavizándolos. Un «espíritu familiar»
[40]
es un «espíritu doméstico», concepto que proviene de la palabra latina
famulus
, «siervo».

La Biblia no afirma que no existan tales espíritus, o que los adivinos no posean el poder que dicen tener. Las objeciones se apoyan en el hecho de que los ritos practicados por los adivinos son idólatras.

«Hechicera» es la versión femenina de «adivino», y la Biblia las juzga con dureza en uno de los versículos más breves e influyentes de las Escrituras:

Éxodo 22.17.
No dejarás con vida a la hechicera.
[41]

Como consecuencia de este versículo se han producido muchas persecuciones y crueldades innecesarias contra mujeres, especialmente ancianas.

Sin embargo, debe recordarse que, de manera encubierta, a lo largo de los siglos han persistido antiguas prácticas paganas por la Europa cristiana. En ocasiones, la lucha contra la brujería era la forma que adoptaba el cristianismo para combatir una religión rival y más antigua.

Moloc

El Levítico lanza invectivas contra una forma particular de idolatría.

Desde luego, la Biblia denuncia todas las formas idolátricas; todo culto en que los seres divinos estén representados bajo forma humana, animal o de una criatura mixta. Puede argumentarse que el ídolo no es el dios venerado, sino únicamente la representación tangible de una esencia invisible y divina, pero aun así, el adorador corriente tendería a considerar al objeto visible como dios.

Los yahvistas consideraban tan grande ese peligro, que a lo largo de los tiempos bíblicos se volvieron cada vez más contra cualquier imagen, adoptando mayor firmeza en el tema. Un ídolo concreto los hizo montar en gran cólera.

Levítico 20.2.
...Quienquiera que de entre los hijos de Israel, o de los extranjeros que habitan en Israel, ofrezca a Moloc un hijo suyo, será castigado con la muerte...

En este caso, Moloc es casi con toda seguridad una versión de
melec
(«rey»). Es una forma de referirse al dios del pueblo, semejante al «señor». A medida que transcurrían los siglos, los autores bíblicos se veían cada vez más imposibilitados de hablar de ídolos como reyes o señores, y lo evitaban pronunciando la palabra
boset
(«abominación») siempre que debían referirse a un ídolo. Cuando se añadieron signos diacríticos a las palabras (v. cap. 2),
melec
recibió los signos de
boset
. De ese modo,
melec
se convirtió en Moloc.

El culto a Moloc incluía el sacrificio de niños. El hombre primitivo creía que cuanto más querido y amado fuese el objeto del sacrificio, más impresionado quedaría el dios y más dispuesto estaría a responder a la súplica. Por tanto, en épocas de grandes calamidades se ofrecería a niños en sacrificio, y quizás hasta al hijo del rey.

En los días postreros de los reinos israelitas, cuando los asuntos eran a menudo desesperados, se realizaban sacrificios de niños. Una hipótesis sugiere que se quemaban niños vivos en una hoguera en el interior del ídolo de bronce, pero quizá mataran primero a los niños para luego sacrificarlos de alguna forma más corriente.

Uno de los últimos reyes de Judá, Ajaz, sacrificó a su hijo de la manera siguiente:

2 Reyes 16.3.
... y hasta hizo pasar a su hijo por el fuego, según las abominaciones de las gentes...

Sin duda, muchos hombres de la época aplicaban a Yahvé la palabra
melec
, y creían ofrendar sacrificios a Dios en forma correcta, al igual que Abraham estuvo dispuesto a sacrificar a Isaac. Desde luego, los que desaprobaban los sacrificios humanos indicaron en seguida que el sacrificio de Isaac fue evitado. Aun así, los profetas debieron sufrir grandes molestias para afirmar específicamente que Yahvé no los aprobaba. Los versículos del Levítico son firmes y rotundos, y al repetir las quejas de Dios contra los judíos, Jeremías pone en boca de Dios:

Jeremías 7.31.
...para quemar allí sus hijos y sus hijas, cosa que ni yo les mandé, ni pasó siquiera por mi pensamiento.

El año jubilar

En el Levítico se menciona una festividad que, como ideal sacerdotal, jamás se ha llevado por completo a la práctica:

Levítico 25.8.
Contarás siete semanas de años...

Levítico 25.9.
Haréis resonar el sonido de la corneta, el sonido de la expiación...

Levítico 25.10.
Y santificaréis el año cincuenta...

Durante ese año la tierra debía permanecer en barbecho; la tierra arrendada tenía que devolverse a sus dueños originales; había que liberar a los esclavos. En cierto modo, era un medio de empezar las cosas de nuevo cada medio siglo, para prevenir la acumulación de la injusticia económica. Era una idea hermosa, pero poco práctica.

Sin embargo, la palabra «jubileo», derivada de un término hebreo que significa «corneta», ha venido a representar una festividad celebrada cada cincuenta años.

Hacia el 100 aC, un judío o judíos anónimos escribieron un libro con la intención de relatar la historia primitiva de la humanidad. Tomaron al Génesis como modelo, pero añadieron muchos detalles legendarios que se habían originado después de que el Génesis recibiera su forma definitiva, unos tres siglos antes. Incluye muchos detalles relativos a los ángeles, por ejemplo, y remonta costumbres posteriores a los tiempos primitivos. Como ordena la historia en una serie de capítulos, y cada uno de éstos trata un período de cincuenta anos, se le llama el «Libro de los jubileos».

4. Números

Números • El censo de la asamblea • La mujer etíope • Caleb • Sin • Cades • Coré, Datán y Abirón • El abismo • El monte Or • La serpiente de bronce • Seón • Camos • Hesebón • Basán • Balam • Baal • Fasga • El unicornio • Las hijas de Moab • Galad.

Números

El cuarto libro de la Biblia empieza así:

Números 1.1.
...habló Yahvé a Moisés en el desierto...

El nombre hebreo que se toma del primer versículo es «Bemidbar», que significa «en el desierto». Sin embargo, los traductores de la Septuaginta quedaron impresionados por el hecho de que el libro incluyera los resultados de dos censos de los soldados de las tribus israelitas. En consecuencia, llamaron al libro «Aritmoi», «Números».

El censo de la asamblea

Se menciona el primer censo al comienzo del libro:

Números 1.2.
Haz un censo general de toda la asamblea...

Números 1.3.
De veinte años para arriba, de todos los aptos para el servicio de las armas...

El segundo censo se llevó a cabo cuarenta años después, poco antes de la entrada en Canán:

Números 26.26.
Haced el censo... de veinte años para arriba, de los hábiles para el servicio de las armas...

Las cifras ofrecidas por el libro de los Números son las siguientes:

Tribu
Primer censo
Segundo censo
Rubén
46.500
43.730
Simeón
59.300
22.200
Gad
45.650
40.500
Judá
74.600
76.500
Isacar
54.400
64.300
Zabulón
57.400
60.500
Efraím
40.500
32.500
Manasés
32.200
52.700
Benjamín
35.400
45.600
Dan
62.700
64.400
Aser
41.500
53.400
Neftalí
53.400
45.400
Total
603.550
601.730

Sólo se trata, por supuesto, de los varones adultos. Si incluyéramos a las mujeres, a los niños ya la «multitud mezclada» o merodeadores mestizos a quienes de cuando en cuando se refiere la Biblia, tendríamos una imagen de unos dos millones de personas vagando por la península del Sinaí Esta cifra parece poco plausible, si consideramos que es mayor que la del número de israelitas en la época de plenitud del reino de David. Es de sospechar que tal cifra represente una tradición posterior de exactitud dudosa.

Sin embargo, aparte de la precisión de las cifras, pueden señalarse dos aspectos que reflejan la historia posterior. En primer lugar, se dice que las tribus más numerosas eran las de Judá y de José. (Si Efraím y Manasés se cuentan de manera conjunta, las tribus de José suman 72.200 en el primer censo, casi el número que se le da a Judá; y 85.200 en el segundo censo, cifra más alta que la de Judá.) Esto parece reflejar la situación de cuatro siglos después, cuando el reino davídico se escindió en dos, con las tribus de José dominando en el norte y las de Judá en el sur.

En segundo lugar, la diferencia más sorprendente entre las cifras es la de Simeón, que entre el primer y el segundo censo pierde más de tres quintas partes. Ninguna otra tribu sufre pérdida semejante, y en los acontecimientos descritos en el libro de los Números no hay nada que la justifique. Parece ser una indicación de que, en la época de la conquista de Canán, Simeón ya estaba considerablemente debilitada, y esto explica el hecho de que no desempeñara un gran papel en la historia posterior de Israel. Ello puede ser consecuencia del desastroso ataque a Siquem de Simeón y Leví, descrito en el Génesis (v. cap. 1) y que allí se hizo aparecer como si fuese una victoria de los tiempos patriarcales.

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