Authors: Lewis Carroll & Martin Gardner
Tags: #Clásico, Ensayo, Fantástico
¿Quién creéis
vosotros
que lo soñó?
Un bote, bajo un cielo luminoso,
navegaba moroso y soñoliento
en una tarde de julio…
Tres niñas, sentadas muy juntas,
escuchaban fascinadas un cuento
con ojos y oídos anhelantes…
Hace tiempo que palideció aquel cielo:
se apagaron y se fueron ecos y recuerdos;
los fríos otoñales mataron aquel julio.
Sin embargo, como un espectro,
Alicia aún vaga bajo el cielo,
invisible a los ojos despiertos.
Los niños, para oír un cuento,
se sentarán muy juntos
con ojos y oídos anhelantes.
En un mundo maravilloso viven,
soñando mientras pasan los días
y mueren los veranos,
navegando siempre río abajo,
demorándose en la luz dorada…
¿Qué es la vida, sino un sueño?
[1]
La siguiente bibliografía es sucinta, pero incluye todas las obras importantes a las que debo la mayor parte del material contenido en las anotaciones de este volumen (la biografía escrita por Florence Becker Lennon ha sido una fuente excepcionalmente abundante). Para una recopilación bibliográfica de las obras del rev. Dodgson, debe consultarse
A Handbook of the Literature of the Rev. C. L. Dogdson
, de Sidney Herbert Williams y Falconer Madan, 1931. En el libro de la señora Lennon puede encontrarse una excelente lista de libros y artículos sobre Dodgson.
T
HE
L
IFE AND
L
ETTERS OF
L
EWIS
C
ARROLL
,
Stuarf Dodgson Collingwood
, 1898.
Biografía escrita por un sobrino de Carroll; fuente esencial para la información sobre la vida de Carroll.
T
HE
H
ISTORY OF
L
EWIS
C
ARROLL
,
Isa Bowman
, 1899.
Recuerdos sobre Carroll escritos por una de las actrices que intervinieron en la función musical que Savile Clarke hizo de Alicia, y que llegó a ser una de las grandes amiguitas de Carroll.
L
EWIS
C
ARROLL
,
Walter de la Mare
, 1930.
T
HE
L
IFE OF
L
EWIS
C
ARROLL
,
Langford Reed
, 1932.
C
ARROLL'S
A
LICE
,
Harry Morgan Ayres
, 1936.
V
ICTORIA
T
HROUGH THE
L
OOKING
G
LASS
,
Florence Becker Lennon
, 1945.
(Ésta es la edición norteamericana. Posteriormente apareció en Inglaterra con el título:
Lewis Carroll
.)
T
HE
S
TORY OF
L
EWIS
C
ARROLL
,
Roger Lancelyn Green
, 1949.
L
EWIS
C
ARROLL
: P
HOTOGRAPHER
,
Helmut Gernsheim
, 1949.
Incluye excelentes reproducciones de 64 fotografías hechas por Carroll.
T
HE
W
HITE
K
NIGHT
,
Alexander L. Taylor
, 1952.
L
EWIS
C
ARROLL
,
Derek Hudson
, 1954.
L
EWIS
C
ARROLL
, coloquio radiofónico en el que intervinieron Bertrand Russell, Katherine Anne Porter y Mark Van Doren.
The New Invitation to Learning
, 1942.
«A Defense of Nonesense», Gilbert Chersterton en T
HE
D
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, 1901.
«Lewis Carroll» y «How Pleasant to Know Mr. Lear», Gilbert Chesterton en A H
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A
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, 1953.
T
HE
P
OETRY OF
N
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, Emile Cammaerts, 1925.
«Nonesense Poetry», George Orwell en S
HOOTING AN
E
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, 1945.
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HE
F
IELD OF
N
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, Elizabeth Sewell, 1952.
«Lewis Carroll as Logician», R. B. Braithwaite, en T
HE
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G
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, Vol. 16, julio de 1932, págs. 174-178.
«Lewis Carroll, Mahtematician», D. B. Eperson; en T
HE
M
ATHEMATICAL
G
AZETTE
, Vol. 17; mayo de 1933; págs. 92-100.
«Lewis Carroll and a Geometrical Paradox», Warren Weaver, en T
HE
A
MERICAN
M
ATHEMATICAL
M
ONTHLY
; Vol. 45, abril de 1938, págs. 234-236.
«The Mathematical Manuscripts of Lewis Caroll», Warren Weaver, en P
ROCEEDINGS OF THE
A
MERICAN
P
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S
OCIETY
, Vol. 98,15 de octubre de 1954, págs. 377-381.
«Lewis Carroll: Mathematician», Warren Weaver, en S
CIENTIFIC
A
MERICAN
, abril de 1956.
«Mathematical Games», Martin Gardner, en S
CIENTIFIC
A
MERICAN
; marzo 1960, págs. 172-176. Examen de los juegos y acertijos de Carroll.
«Alice in Wonderland: the Child as Swain», Willian Empson; en S
OME
V
ERSION OF
P
ASTORAL
, Chatto and Windus, 1935. La edición norteamericana lleva el título de E
NGLISH
P
ASTORAL
P
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. Reedición en A
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P
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, preparada por William Phillips. Criterion Books, 1957.
«Alice in Wonderland Psycho-Analyzed», A. M. E. Goldschmidt; en N
EW
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. Mayo, 1933.
«Psychoanalyzing Alice», Joseph Wood Krutch; en T
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ATION
; Vol. 144, 30 de enero de 1937; págs. 129-130.
«Psychoanalytic Remarks on "Alice in Wonderland" and Lewis Carroll», Paul Schilder; en T
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; Vol. 87, págs. 159-168.
«About the Symbolization of Alice's Adventures in Wonderland», Martin Grotjahn; en A
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; Vol. 4,1947; págs. 32-41.
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WIFT AND
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, Phyllis Greenacre, International Universities Press, 1955.
«All on a Golden Afternoon», Robert Bloch; en F
ANTASY AND
S
CIENCE
F
ICTION
, junio 1956. Breve relato en el que parodia la interpretación psicoanalítica de Alicia.
Enchanting Alice! Black-and-white
Has made your charm perennial;
And nought, save «Chass and old Night»
Can part you now from Tenniel.
de un poema de Austin Dobson
C
REATORS OF
W
ONDERLAND
, Marguerite Mespoulet, 1934.
Este libro defiende la teoría de que Tenniel estuvo influido por el artista francés J. J. Grandville.
S
IR
J
OHN
T
ENNIEL
,
Frances Sarzano
, 1948.
«The Life and Works of Sir John Tenniel», W. C. Monkhouse; en el A
RT
J
OURNAL
; Número de Pascua, 1901.
C
HARLES
L
UTWIDGE
D
ODGSON
, Matemático y escritor británico (Daresbury, Cheshire, 1832-Guildford 1898). Profesor de matemáticas en la Universidad de Oxford (1855-1881), publicó diversas obras científicas:
Fórmulas de trigonometría plana
(1861),
Tratado elemental de los determinantes
(1867),
Euclides y sus rivales modernos
(1879). Con el seudónimo
Lewis Carroll
ha publicado numerosas obras para los niños, llenas de fantasía y humor, como
Alicia en el país de las maravillas
(Alice’s adventures in Wonderland), que apareció en 1865, ilustrada por sir John Tenniel,
A través del espejo
(Through the looking-glass, 1871),
Una historia complicada
(A tangled tale, 1885),
Silvia y Bruno
(1889-1893). Es autor también del poema corto
La caza de la Snark
(The hunting of the Snark, 1876).
M
ARTIN
G
ARDNER
, nació en Tulsa, Oklahoma (Estados Unidos), el 21 de octubre de 1914. Estudió filosofía y después de graduarse se dedicó al periodismo. Falleció el 22 de mayo de 2010 en Normal, Oklahoma.
Saltó a la fama gracias a su columna mensual
Juegos matemáticos
, publicada en la revista de divulgación científica Scientific American entre diciembre de 1956 y mayo de 1986. A lo largo de esos treinta años trató los temás más importantes y paradojas de las matemáticas modernas, como los algoritmos genéticos de John Holland o el juego de la vida de John Conway, con lo que se ganó un lugar en el mundo de la matemática merced a la evidente calidad divulgativa de sus escritos. Su primer artículo llevaba el título de
Flexágonos
y trataba en concreto sobre los hexaflexágonos; el de más reciente aparición tuvo como tema los árboles de Steiner minimales.
Gardner también escribió una columna en la revista Skeptical Inquirer, dedicada a la investigación científica de los fenómenos paranormales, con el objetivo de poner en evidencia los fraudes científicos. Además de sus libros sobre pasatiempos matemáticos y divulgación científica, escribió sobre filosofía (
Los porqués de un escriba filosófico
) y una versión comentada del clásico de Lewis Carroll
Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas
(Alicia anotada), así como numerosas revisiones de libros de otros autores.
[1] En estos versos preliminares Carroll evoca aquella «tarde dorada» de 1862 en que él y su amigo el reverendo Robinson Duckworth (entonces miembro del consejo rector del Trinity College de Oxford, después canónigo de Westminster) llevaron a las tres encantadoras hermanas Liddell a una excursión en barca por el Támesis. «Prima» era la hermana mayor, Lorina Charlotte, de trece años. Alicia Pleasance, de diez, era «Secunda»; y la hermana más pequeña, Edith, de ocho, era «Tertia». Carroll tenía entonces treinta años. Era el 4 de julio, «día tan memorable para la historia de la literatura», comenta W. H. Auden, «como lo es para la historia americana».
El recorrido de la excursión fue de unas tres millas, empezó en Folly Bridge, cerca de Oxford, y terminó en el pueblo de Godstow. «Tomamos el té allí, en la orilla», consigna Carroll en su diario, «y no estuvimos de regreso en el
Christ Church
hasta las ocho y cuarto; entonces las llevamos a mis habitaciones para que viesen mi colección de microfotografías, y las devolvimos a la residencia del decano poco antes de las nueve». Siete meses más tarde añade a esta anotación el siguiente comentario: «En esa ocasión les conté el cuento de las aventuras de Alicia bajo tierra…»
Veinticinco años después (en su artículo «Alicia on the Stage»,
The Theatre
; abril, 1887), escribe Carroll:
«Muchos días habíamos remado juntos por ese río tranquilo —las tres jovencitas y yo—, y muchos fueron los cuentos improvisados para beneficio de ellas —tanto si en ese momento el narrador estaba «en vena» y le venían en tropel fantasías no buscadas, o era un momento en que había que espolear a la agotada Musa para que trabajase, y seguía penosamente, más porque tenía que decir algo que porque tuviera algo que decir…—. Sin embargo, de toda esa cantidad de cuentos, ninguno llegó a ser escrito: nacieron y murieron, como minúsculas moscas de verano, cada uno en su correspondiente tarde dorada; hasta que llegó un día en que, por casualidad, una de mis pequeñas oyentes me pidió que le escribiese el cuento. Eso fue hace muchos años, pero recuerdo claramente, mientras escribo esto, cómo, en un desesperado intento por iniciar una nueva vía del cuento fabuloso, empecé metiendo a mi heroína por una madriguera de conejo, sin la menor idea de lo que iba a suceder después. Así que, para complacer a una niña a la que quería (no recuerdo otro motivo), escribí, e ilustré con mis dibujos rudimentarios —dibujos que se rebelaban contra toda ley de la Anatomía o del Arte (pues jamás he recibido una sola lección de dibujo)—, el libro que acabo de publicar en facsímil. Al escribirlo, añadí muchas ideas nuevas que parecían surgir espontáneamente del conjunto original; años más tarde vinieron a sumarse muchas más, al volver a redactarlo para su publicación…
«Emerge, pues, de las sombras del pasado, "Alicia", hija de mis sueños. Son muchos los años que han volado desde aquella "tarde dorada" que te dio el ser; sin embargo, puedo evocarla casi con tanta claridad como si hubiese sido ayer: el azul limpio en lo alto, el espejo acuoso abajo, la barca deslizándose perezosamente, el sonido de las gotas que caían de los remos al agitarse soñolientos adelante y atrás (único destello luminoso de vida en todo el paisaje amodorrado), las tres caritas anhelantes, ávidas de noticias del país maravilloso, las cuales no consentían que se les dijese que no; y de cuyos labios broto: "Cuéntenos un cuento por favor", ¡con toda la severa inexorabilidad del Destino!»
Alicia ha escrito dos veces sus recuerdos de aquella ocasión. Stuart Collingwood cita de ella las siguientes líneas en
The Life and Letters of Lewis Carroll
:
«La mayoría de los cuentos nos los contó el señor Dodgson durante nuestras expediciones en barca a Nuneham o a Godstow, cerca de Oxford. Mi hermana mayor, hoy señora Skene, era "Prima". Yo era "Secunda"; y "Tertia", mi hermana Edith. Creo que el principio de Alicia lo contó una tarde de verano en que el sol quemaba tanto que tuvimos que desembarcar en los prados junto al río, abandonando la barca para buscar refugio en el único trocito de sombra que encontramos, al pie de un almiar recién hecho. Aquí surgió de las tres la sempiterna petición de "cuéntenos un cuento"; y así empezó el delicioso cuento. A veces, para hacernos rabiar —y quizá porque estaba verdaderamente cansado—, el señor Dodgson terminaba de repente, diciendo: "Y colorín, colorado, hasta la próxima vez". "¡Ah, ya es la próxima vez!", exclamábamos las tres; y tras insistirle un poco, lo reanudaba nuevamente. Otras veces, a lo mejor empezaba el cuento en la barca; y el señor Dodgson, en medio de su emocionante aventura, fingía quedarse dormido para consternación nuestra».
El hijo de Alicia, Caryl Hargreaves, en un artículo que publicó en la
Cornhill Magazine
en julio de 1932, cita estas palabras de su madre:
«Casi la totalidad de
Alice's Adventures Underground
nos las contó aquella calurosa tarde de verano, con la ardiente calma temblando por encima del prado donde había desembarcado el grupo para protegerse un rato en la sombra que formaban los montones de heno cercanos a Godstow. Creo que los cuentos que nos contó aquella tarde fueron mejores de lo normal, porque guardo un recuerdo muy claro de la excursión, y también recuerdo que al día siguiente empecé a insistirle que me escribiese el cuento, cosa que nunca había hecho yo anteriormente. Fue mi "venga, venga" y mi pesadez lo que, después de decir que lo pensaría, le movió a hacer la vacilante promesa que le obligó a escribirlo».
Finalmente, tenemos el testimonio del reverendo Duckworth, que se puede consultar en
The Lewis Carroll Picture Book
, de Collingwood:
«Yo iba de
popel
y él de
proel
en la famosa excursión a Godstow, durante las Vacaciones de Verano, con las tres señoritas Liddell como pasajeras nuestras; y el cuento se compuso y se contó literalmente
sobre mi hombro
, en atención a Alicia Liddell, que iba de «patrón» de nuestra canoa. Recuerdo que me volví y le dije: "Dodgson, ¿es una de sus historias improvisadas?" y me contestó: "Sí, la estoy inventando mientras navegamos". También recuerdo perfectamente que, al volver a dejar a las tres niñas en la residencia del decano, Alicia dijo al despedirse de nosotros: "Señor Dodgson, quisiera que me escribiese las aventuras de Alicia". Él contestó que lo intentaría; después me contó que había permanecido en vela casi toda la noche, pasando a un manuscrito lo que recordaba de las extravagancias con que había alegrado la tarde. Le añadió ilustraciones de su propia mano, y le regaló el libro, que solía verse a menudo sobre la mesa que hay en el salón de la residencia del decano».
Siento tener que añadir que, al efectuarse en 1950 una comprobación en el departamento meteorológico de Londres (como nos informa Helmut Gernsheim en
Lewis Carroll: Photographer
), los datos registrados indican que el tiempo meteorológico en las proximidades de Oxford el día 4 de julio de 1862 fue «frío y bastante lluvioso». Hay poca probabilidad de que dicho informe sea erróneo. Tampoco es posible que Carroll fechase incorrectamente su anotación sobre el paseo en barca a Godstow, ya que su diario contiene una anotación para cada día de esa semana. La explicación más verosímil de esta lamentable contradicción es que Carroll, y más tarde Duckworth y Alicia, confundieran el memorable día con alguna otra ocasión soleada en la que efectuaron una excursión parecida en barca, durante la que se contaron cuentos parecidos. No importa. El día fue bastante dorado.
(Para una defensa sólidamente argumentada, pese a las conclusiones de Gernsheim, de que ese día pudo ser seco y soleado, véase «The Weather on Alice in Wonderland Day, 4 July, 1852», de H. B. Doheny, del Aeropuerto de Dublín, en
Weather
, vol. XXIII, febrero de 1968, págs. 75-8. Fue el lector Williams Mixon quien me llamó la atención sobre dicho artículo.)
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