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Authors: James Joyce

Tags: #Narrativa, #Clásico

Ulises (11 page)

T
ÉCNICA
:
Diálogo en forma teatral
.

R
EFERENCIA HOMÉRICA
:
Circe (la bella hechicera que transforma en cerdos a los compañeros de Ulises: éste los salva con ayuda de una droga que le ha dado Hermes contra los encantos de Circe)
.

3 (Nostos, el retorno a Ítaca)

[
16
]

De 12 a 1 de la madrugada. El capítulo (ya en la secuencia de las primeras horas del viernes 17, con su temprano amanecer de junio irlandés) contrasta con el aquelarre del anterior; desarrollándose en tono deliberadamente aburrido y retardado. Bloom acompaña y ayuda a Stephen a recuperar el equilibrio, llevándole al Refugio del Cochero —una especie de café no-alcohólico para socorro de noctámbulos—: al acercarse allí, ve a un guarda de una cantera dormido en su garita —un conocido de su padre. Otro conocido llama a Stephen; un pobre echado a perder, que le saca algún dinero ponderando su mala situación. Bloom pregunta a Stephen sobre su propia situación inmediata: está demasiado lejos de su albergue y tampoco quiere volver con su padre y hermanas. Bloom le habla mal de Mulligan: pasan junto a unos italianos que discuten: Bloom elogia la lengua italiana, por poética, pero Stephen le advierte que están peleando por dinero. Llegan al Refugio del Cochero, a cargo de un tipo que tiene fama de ser Fitzharris el Desuellacabras, famoso por su complicidad en un crimen aludido en [
7
]. Entre los tipos del refugio, destaca un viejo farsante que afirma ser marinero y haber navegado por todo el mundo, con increíbles cuentos exóticos. Bloom medita sobre el mar, y se esconde tras un periódico cuando asoma al Refugio la prostituta mencionada en el final de [
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]. Stephen está reacio a la conversación que le ofrece Bloom: cuando surge un tema de cierta altura, se hace evidente que Bloom no entiende bien y no puede estar al nivel de Stephen. Los demás hablan de naufragios. El Desuellacabras ensalza los recursos naturales de Irlanda —lo que hace que Bloom mencione a Stephen su encuentro con el Ciudadano y plantee el tema judío, elogiando la tolerancia: luego se lanza a sus utopías sociales y económicas, que no interesan a Stephen, enemigo de todo trabajo y amigo de las paradojas. Bloom, desconcertado, piensa en casos de demencia juvenil, a veces con aberraciones sexuales —incluso entre personas de la realeza: luego lee el periódico de la tarde, edición deportiva, con el triunfo de
Por Ahí
. Los demás hablan del inevitable tema Parnell, el autonomismo irlandés, y el escándalo conyugal que hundió al líder. Bloom, a propósito de sangre caliente y de españoles, exhibe a Stephen una apetitosa foto de Molly, años atrás. De ahí, reflexiones sobre
ménages-à-trois
: otra vez el tema Parnell: Bloom recuerda cómo él le devolvió a Parnell el sombrero caído en una refriega, y con qué cortesía se lo agradeció el jefe. Preocupado por Stephen y sus disipaciones, se entera con horror de que no ha comido desde —propiamente— anteayer, el miércoles. Es hora de marchar. Bloom se lleva a Stephen para, al menos, invitarle a tomar algo en su casa: no a quedarse, por no estar seguro de la aprobación de Molly. En marcha ya, encuentran un tema de afinidad, la música, por más que sus gustos sean muy diferentes: los de Bloom., entre vulgares y confusos: los de Stephen, refinados y snobs. Observan despacio un caballo que tira de una barredera —mientras Bloom sugiere a Stephen la grandiosidad de su porvenir si cultiva su voz profesionalmente. Stephen no responde: el caballo lanza unas boñigas mientras ellos se alejan.

T
ÉCNICA
:
El estilo del capítulo está basado en innumerables clisés y circunlocuciones sólo útiles para alargar lo que se dice; comparaciones manidas, recursos de periodismo aburrido, retórica administrativa y burocrática: una exhibición de vulgaridad en la expresión
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EFERENCIA HOMÉRICA
:
Eumeo (cuando volvía ya a Ítaca, Ulises, disfrazado de mendigo, llegó a la cabaña del porqueriza Eumeo. Aparecido allí Telémaco, Ulises se le dio a conocer y el padre y el hijo planearon juntos la destrucción de los pretendientes de Penélope)
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17
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De 1 a 2 de la madrugada. En este capítulo —el predilecto de Joyce, el «patito feo»— Bloom llega a su casa en compañía de Stephen, el cual, tras de tomar una taza de cacao, y sin aceptar quedarse a dormir, se va sin destino —no puede volver a la torre, privado de la llave y peleado con Mulligan: no quiere volver con su familia. El capítulo está escrito en forma de catecismo —preguntas y respuestas, en tono objetivo y exhaustivo, con impersonalidad científica: como dijo Joyce, «una sublimación matemático-astronómico-físico-mecánico-geométricoquímica de Bloom y Stephen». Se pregunta primero el itinerario de los noctámbulos y sus temas de conversación, más algo sobre el sentir general de Bloom sobre la vida: al llegar, Bloom no tiene la llave —dejada en otro traje, según advirtió él mismo en [
4
]—, así que entra saltando la verja al semisótano. Abre la puerta a Stephen y, en la cocina, pone agua a hervir —largas respuestas sobre las conducciones de aguas y las virtudes generales del agua. Hervida ya el agua —que podría haber servido para afeitarse— Bloom prepara el cacao, dando ocasión a un inventario de la cocina: unos tíquets rotos de apuestas de caballos —dejados por Boylan— le hacen recapitular los hechos del día. Compartiendo el cacao con Stephen, se examina la mente literaria de éste y sus propios escasos intentos literarios: la relación entre sus edades, la época en que conoció a Stephen niño, sus diferencias de carácter, sus problemas de la publicidad, ideas publicitarias de Bloom —y lo que una de ellas sugiere a Stephen—, la anécdota de las solteronas en la columna de Nelson, en [
7
]; ciertos aspectos de la relación de Bloom con Molly, tratando de educarla, grandes figuras de la raza judía… En un momento dado, se ven uno a otro como pasado y futuro, y —teológicamente— como Padre e Hijo: Bloom evoca sueños y proyectos de juventud; Stephen, por su parte, canta una horrible balada sobre un niño muerto por una judía —lo que perturba a Bloom, judío. Bloom pasa a pensar en estados propicios al crimen, tales como alucinaciones, y de ahí, a su hija, a la que recuerda con cariño. Luego ofrece albergue por esa noche a Stephen, que no lo acepta; piensa Bloom que Stephen podría interesar a Molly —incluso distraerla de Boylan; se esboza en su mente, sin disgusto, la posibilidad de que su «hijo adoptivo» establezca una
liaison
con Molly y/o con su hija. Bloom expone sus ideales sobre mejoras de la sociedad (pero la humanidad será siempre frívola y vana): Stephen responde con sofisticación excesiva para Bloom, disponiéndose luego a salir. Reflexiones de Bloom ante el espectáculo de la noche estrellada, al abrir la puerta. Hay luz en la ventana de Molly. Los dos orinan a la vez, y se despiden. Primeros indicios de amanecer en el cielo. Bloom, al entrar, se da un golpe: los muebles del cuarto de estar han cambiado de sitio (sabremos luego que Molly se los ha hecho cambiar a Boylan). Bloom enciende un cono de incienso, y observa la habitación modificada. Empieza a desvestirse: se arranca un trozo de uña del pie y lo huele antes de tirarlo. Ese olor desencadena en él recuerdos infantiles, con todas las ilusiones que no ha realizado: sobre todo, la casa que le gustaría tener —y que es descrita en minucioso inventario— y la posición social que le gustaría alcanzar, con medios adecuados. Bloom abre sus cajones personales: inventario. Recuerdos de su padre suicida. Temores sobre desgracias y ruina. Fatigado, va a la cama. Inventario mental del día. Molly en la penumbra: huella de un cuerpo anterior junto a Molly: catálogo de —posibles o reales— amantes de Molly; envidia a Boylan: resignación.

Entra en la cama por los pies, con la cabeza junto a los pies de Molly. Besa las nalgas de Molly, desahogándose sexualmente en ellas. Molly despierta: interrogatorio a Bloom, que éste responde a su manera. Molly piensa en el largo tiempo en que no ha querido ella tener plena relación sexual con Bloom: él piensa en la falta de comunicación mental en que han estado desde que Milly se hizo mujer: desde entonces, se siente acosado y vigilado por su mujer, aunque lo lleva con paciencia. El navegante ha vuelto y va a dormir: como Simbad el Marino, está en su punto de partida. (Punto final.)

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ÉCNICA
:
Catecismo de preguntas y respuestas
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EFERENCIA HOMÉRICA
:
Por una vez obvia, Ítaca
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De 2 a 3 de la madrugada. Este capítulo final, o apéndice, es el monólogo interior de Molly Bloom en duermevela, después que se ha dormido Bloom. Consta de ocho grandes fases cuya ausencia de puntuación corresponde al fluir vago de esa mente —tan libre de inhibiciones morales—. Joyce dijo de ella que, al contrario que el Mefistófeles goethiano, «espíritu que siempre niega», era «la carne que siempre afirma».

1. Molly está asombrada porque Bloom, antes de dormirse, le ha encargado que, al revés de lo habitual, ella le traiga a la cama el desayuno, y con un par de huevos: recuerdos de Bloom haciéndose el enfermo: sospechas de que haya tenido un enredo sexual el día antes: recuerdos de la criada con quien Bloom quiso tener que ver: Boylan: sin duda Leopold lo sospecha: ¿y seducir a algún muchacho?: placeres y límites del acto sexual: detesta confesarse: Boylan con ella esa tarde, poderoso y grosero: luego ella se durmió, y la despertó la tormenta, como voz celeste amenazando castigo: detalles de la potencia sexual de Boylan: destino de ser mujer: ¿y tener otro hijo? —no de Boylan, mejor de Leopold—: Leopold y su antiguo amor, Josie Powell, hoy esposa del chiflado Breen: Bloom sabe muchas cosas: ¿y un triángulo con Josie?: mujer desgraciada: Bloom no es tan malo como Breen.

2. Primer encuentro con Boylan, que la miraba a los pies: aventura con el tenor Bartell d’Arcy: Bloom cortejando, obseso por bragas, de ella o no: primeros avances mutuos: Bloom no besaba tan bien como el teniente Gardner: ¿volverá Boylan el lunes a las 4?: visitantes que no avisan: dentro de una semana, gira de conciertos, con Boylan: menos mal que sin Bloom: recuerdos de viajes: perspectivas eróticas de la gira: cómo engañó Bloom a los curas, aunque masón, para que ella cantara en la iglesia: no le interesa la guerra: el teniente Gardner, muerto en la Guerra de los Bóers: el padre de Boylan en negocios de guerra: posibles regalos de Boylan, buen amante, irritado por su pérdida en las apuestas: consejo de Lenehan, que la admiró: un banquete con Lenehan: qué mal anda de trajes: se está poniendo gorda: Bloom le compra cosas: mejor sería dinero propio: su edad, 33 años —de hecho, 34—: mujeres que se conservan bien: incapacidad de Bloom para tener un buen empleo: cómo ella trató de ayudarle: su jefe, impresionado por el busto de Molly…

3. Belleza de su busto: fealdad de los órganos masculinos: los exhibicionistas: Bloom, torpe: su propio busto, otra vez: Bloom lactando de él: vuelta a Boylan: impaciencia hasta el lunes.

4. Silbido de un tren: calor: Gibraltar: recuerdos de allí, una corrida, una amiga, libros, aburrimiento, su padre militar: intento de seducir a un estudiante: aburrimiento de la vida en general: falta de cartas: una amiga escribió que se casaba: Boylan, emoción en su vida: posibilidad de correspondencia con él.

5. El teniente Mulvey en Gibraltar: cartas, experiencia erótica ante el mar —pero dejándole a medias—: dónde estará ahora: despedida, misa con sermón contra las faldas-pantalón (
bloomers
), de ahí, a ser señora Bloom: no es mal nombre: otra vez Mulvey: su anillo, luego regalado al teniente Gardner: silbido del tren: la «vieja canción de amor»: éxitos de amor: próximos conciertos: reformas de un vestido…

6. Digestión, recuerdos infantiles: Bloom va demasiado con estudiantes: menú para mañana: idea de un picnic —con Boylan—: fallos de Bloom: casa destartalada en que viven: proyectos de Bloom para usarla mejor: Milly, echada de menos, pero estaba de más, interfería con Boylan: celos de Molly, irritación por la creciente personalidad de Milly: escasez de servicio doméstico. Interrumpen sus pensamientos las molestias menstruales —que interferirán en la cita del lunes. Molly se levanta de la tintineante cama —con Boylan, prefirió el suelo—, y usa la bacinilla.

7. Período antes de tiempo: temores de alguna dolencia: recuerdo de su visita a un médico: se excitaba a sí misma con las cartas de Bloom: primer encuentro con Bloom: incomodidad de la bacinilla: paños: otra vez a la cama: cuántas mudanzas de casa en esos años: dan las dos en la iglesia: por qué llegaría tan tarde Bloom: ahora duerme: enredándose con otras: recuerdos de un banquete: Simon Dedalus: Stephen Dedalus: recuerdos de éste, niño: su visita acompañando a Bloom: lo presintió echando las cartas: valor de Stephen para un amor romántico: comparación con la estatuilla de la sala de estar.

8. Comparado con Stephen, Boylan es un grosero: conciencia de lo deseable de su propio cuerpo: envidia a los hombres por poseer mujeres: Bloom no sabe tratarla, y pide el desayuno en la cama: Stephen irá camino de su casa: pensamientos sobre su hijito que murió: posibles lecciones con Stephen:
ménage-à-trois
: quizá reanudar vida sexual con Bloom: comprarle algo del mercado, excitarle, revelarle que es un cornudo, incitarle a suciedades: pero ahora la menstruación: suena el reloj: la gente de todo el mundo se levantará: preparar posible visita de Stephen —flores—: belleza del mundo: primera unión con Bloom, en el monte Howth, recordando Gibraltar, pero abrazándole, aceptándole, diciéndole «sí» —la misma palabra con que empezó el capítulo.

T
ÉCNICA
:
Según se ha indicado, palabra interior en Molly
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EFERENCIA HOMÉRICA
:
Penélope (no sin sarcasmo, si se piensa en la infidelidad de Molly)
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ULISES
1
[1]

Solemne, el gordo Buck Mulligan avanzó desde la salida de la escalera, llevando un cuenco de espuma de jabón, y encima, cruzados, un espejo y una navaja. La suave brisa de la mañana le sostenía levemente en alto, detrás de él, la bata amarilla, desceñida. Elevó en el aire el cuenco y entonó:


Introibo ad altare Dei
.

Deteniéndose, escudriñó hacia lo hondo de la oscura escalera de caracol y gritó con aspereza:

—¡Sube acá, Kinch! ¡Sube, cobarde jesuita!

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