Authors: Chufo Llorens,Chufo Lloréns
La Barcelona medieval abriga entre sus murallas dos historias, ambas marcadas por el amor y la ambición: la de un joven campesino que logra cambiar su destino con la única esperanza de prosperar, conseguir la ciudadanía y hacerse así merecedor del anior de una joven de alcurnia, y los amores adúlteros del conde de Barcelona, que sumen a la ciudad en un peligroso conflicto político. Te daré la tierra une con maestría, ficción e historia para mostrar el fresco vívido (le una ciudad en la que los pactos, el linaje, las intrigas palaciegas, la ambición comercial y la convivencia entre diferentes religiones se tiñen con las emociones más intensas: pasión, amistad, envidia, honor y venganza. Una novela apasionante y ambiciosa que sumerge al lector en la época en que comienza la forja de una ciudad.
Chufo Llorens
Te dare la tierra
ePUB v1.0
Sirhack03.08.11
Primera edición: febrero, 2008
© 2008, Chufo Lloréns Cervera
© 2008, Random House Mondadori, S.A.
Travessera de Gracia, 47-49. 08021 Barcelona
Printed in Spain - Impreso en España
ISBN: 978-84-253-4197-7
Depósito legal: B. 2.161-2008
Fotocomposición: Lozano Faisano, S. L (L'Hospitalet)
Impreso en Limpergraf
Mogoda, 29. Barbera del Valles (Barcelona)
Encuadernado en Cairox Services
A mi mujer, Cristina, a quien debo,
además del premio de compartir sus días,
el maravilloso oficio de escribir.
A mis nuevos nietos
Santi Triginer Valentí y
Nachete Valentí Mercadal,
así como a la hermanita
de este último, Micaela,
que han aportado a mi vida
nueva savia
PROTAGONISTAS
Martí Barbany de Montgrí.
Protagonista principal de esta novela.
Bernat Montcusí.
Influyente personaje en la corte condal y padrastro de Laia.
Laia Betancourt.
Hijastra de Bernat Montcusí.
Eudald Llobet.
Soldado amigo de Guillem Barbany de Gorb, padre de Martí, y posteriormente clérigo de importancia.
Baruj Benvenist.
Primer preboste de los cambistas, depositario del testamento de Guillem Barbany. Padre de Ruth.
Ruth.
Hija menor de Baruj.
Ramón Berenguer I, el Viejo.
Conde de Barcelona y esposo de Almodis.
Almodis de la Marca.
Tercera esposa de Ramón Berenguer I y madre de tres de sus hijos.
Ermesenda de Carcasona.
Abuela de Ramón Berenguer I y enemiga acérrima de Almodis.
Guillem de Balsareny.
Director espiritual de Ermesenda de Carcasona y obispo de Vic.
Delfín.
Enano y bufón de la corte. Consejero y fiel servidor de Almodis de la Marca.
Aixa.
Esclava comprada por Martí Barbany y luego regalada a Laia.
SECUNDARIOS
Emma de Montgrí.
Madre de Martí.
Mateu Cafarell.
Viejo criado que desde siempre acompañó a Emma de Montgrí.
Tomasa
. Vieja ama de Emma de Montgrí.
Guillem Barbany de Gorb.
Padre de Martí, soldado de frontera al servicio de los Berenguer.
Don Sever.
Párroco y primer maestro de Martí.
Jofre Ermengol.
Amigo de la infancia de Martí.
Rafael Munt, llamado Felet.
Amigo de la infancia de Martí.
Corte de Barcelona
Ramón Borrell.
Conde de Barcelona y esposo de Ermesenda de Carcasona.
Ramón Berenguer II.
Hijo de Ramón Berenguer y Almodis de la Marca.
Berenguer Ramón.
Hermano gemelo del anterior, asimismo conde de Barcelona y heredero de su padre.
Pedro Ramón.
Primogénito de Ramón Berenguer I, fruto de su unión con Elisabet de Barcelona. Hermanastro de los anteriores.
Inés y Sancha.
Hermanas de los gemelos Ramón Berenguer y Berenguer Ramón.
Elisabet de Barcelona.
Primera esposa de Ramón Berenguer I y madre de Pedro Ramón.
Blanca de Ampurias.
Segunda esposa de Ramón Berenguer I, repudiada por éste para poder casarse con Almodis.
Hugo de Ampurias.
Conde de Ampurias.
Margal de Sant Jaume.
Poderoso aristócrata y amigo de Ramón Berenguer I.
Gilbert d'Estruc
. Gentilhombre de confianza de Ramón Berenguer I y fiel servidor de su esposa Almodis.
Olderich de Pellicer.
Veguer de Barcelona.
Gualbert Amat. Senescal.
Caballero de confianza de Ramón Berenguer I.
Odó de Montcada.
Obispo de Barcelona.
Guillem de Valderribes.
Notario mayor.
Ponç Bonfill i March.
Juez de Barcelona.
Eusebi Vidiella i Montclús.
Juez de Barcelona.
Frederic Fortuny i Carratalà.
Juez de Barcelona.
Lionor.
Primera dama de Almodis.
Doña Brígida y doña Bárbara.
Damas acompañantes.
Hilda.
Aya de los gemelos de Almodis.
Rivká.
Esposa de Baruj y madre de sus tres hijas: Esther, Batsheva y Ruth.
Esther.
Hija mayor de Baruj Benvenist.
Batsheva.
Hermana de la anterior.
Binyamin Haim.
Esposo de Esther.
Ishaí Melamed.
Novio de Batsheva.
Shemuel Melamed.
Padre del anterior.
Eleazar Bensahadon.
Segundo preboste de los cambistas.
Enosh.
Comerciante.
Avimelej.
Cochero de Baruj.
Asher Ben Barcala.
Respetado cambista.
Yuçef.
Tratante de esclavos.
Entorno de Bernat Montcusí
Conrad Brufau.
Secretario de Bernat Montcusí.
Fabiá de Claramunt.
Antiguo administrador de la masía fortificada cerca de Terrassa.
Edelmunda.
Sirvienta de Montcusí.
Luciano Santángel.
Sicario albino.
Adelaida.
Ama de cría de Laia.
Corte de Tolosa
Ponce III de Tolosa.
Esposo de Almodis de la Marca.
Robert de Surignan.
Consejero de Ponce III.
Abad Sant Genís.
Confesor de Almodis en Tolosa.
Cuerpo de casa de Martí Barbany
Omar.
Padre de familia comprado por Martí.
Naima.
Esposa de Omar.
Mohamed.
Hijo de Omar.
Amina.
Hija recién nacida de Omar.
Mariona.
Cocinera.
Andreu Codina.
Mayordomo.
Caterina.
Ama de llaves.
Viaje
Yeshua Hazan.
Preboste de los mercaderes judíos de Sidón.
Hugues de Rogent.
Explorador al mando de la expedición que va de Sidón a Persia.
Basilis Manipoulos.
Capitán del Stella Maris.
Hasan al-Malik.
Habitante de Famagusta.
Rashid al-Malik.
Hermano del anterior, residente en Mesopotamia.
Elefterios.
Cochero de Famagusta.
Nikodemos.
Cuñado del anterior. Mesonero.
Marwan.
Criado camellero de Martí.
Otros
Abenamar, Abu Bakr ibn Ammar.
Poeta famoso, ministro de al-Mutamid de Sevilla y embajador en la corte de los Berenguer.
Roger de Toëny.
Mercenario normando, yerno de Ermesenda, casado con su hija Estefanía.
Víctor II.
Papa.
Cardenal Bilardi.
Camarlengo del papa Víctor II.
Oleguer.
Centinela de palacio.
Florinda.
Curandera.
Cugat.
Ladrón y amigo de Edelmunda.
Condado de Gerona, mayo de 1052
Caía la tarde. Un grupo formado por cinco jinetes adustos y malhumorados cabalgaba por una vereda bordeada de hayas que separaba el condado de Ampurias del de Gerona. De su aspecto se deducía a la legua que no eran cazadores avezados, sino un puñado de mercenarios de los que tanto abundaban por aquellos pagos, dispuestos a alquilar su espada a cualquier señor que quisiera recurrir a aquel tipo de tropa para invadir una marca o disputar un predio al conde vecino. Habían partido muy de mañana para matar el tedio, con la idea de que asaetear un venado o cazar un gorrino salvaje sería una tarea mucho más sencilla que degollar a un prójimo en una batalla. Sin embargo, su inexperiencia los delataba: no tenían en cuenta la dirección del viento ni sabían moverse por la espesura sin partir ramas o hacer ruidos innecesarios, por lo que la cacería había resultado un fiasco. De manera que, agotados, hambrientos y ariscos, regresaban a Gerona con la sospecha de que, desde el interior de la floresta, ciervos, ardillas, jabalíes y urogallos se mofaban de ellos y proclamaban a gritos su falta de pericia.
De repente, el que parecía mandar la tropa alzó la diestra para detener al grupo. El segundo, un gigantón barrigudo de poblados bigotes, se aproximó hasta él.
—¿Qué es lo que ocurre, Wolfgang?
El así llamado señaló hacia delante y replicó:
—¡Gente!
A una indicación del jefe, todos desmontaron y siguieron a pie, sujetando a los caballos por el ronzal. Poco después, percibieron olor a humo. Se pararon en un claro del bosque y, tras atar los caballos a los árboles, avanzaron agachados y, ahora sí, poniendo mucho cuidado en no desmochar una rama, ni emitir sonido alguno. Cuando llegaron al límite de la floresta, detuvieron sus pasos y se dispusieron a observar. La escena les alegró los ojos: presentían que la fracasada partida de caza podía tener un final feliz. Ante ellos se alzaba una cuidada masía de cuya chimenea salía humo; sus habitantes estaban plenamente ocupados en las faenas del campo. Dos hombres dedicaban sus esfuerzos a herrar un percherón de hermosa planta. Estaba el animal atado por la brida a un gancho de la pared. El más joven sujetaba su pata posterior izquierda y la mantenía doblada para facilitar al otro la operación, mientras el viejo, ataviado con un mandil de cuero, golpeaba con un mazo las cabezas planas de los clavos tratando de fijar la herradura al casco del noble animal. A la derecha, una niña provista de un pequeño látigo azuzaba a un asno que, con los ojos vendados, recorría indolente el eterno camino que rodeaba la noria. En la era, una anciana cardaba lana en una rueca mientras otra mujer, en avanzado estado de gestación, tamizaba granos de trigo en un gran cedazo, removiéndolo al compás del vaivén de sus caderas.