Read Por qué fracasan los países Online
Authors: James A. Daron | Robinson Acemoglu
La dinámica institucional que hemos descrito, en última instancia, determinó qué paÃses iban a aprovechar las grandes oportunidades que surgieron a partir del siglo
XIX
y qué paÃses no lo iban a hacer. Las raÃces de la desigualdad mundial que observamos hoy en dÃa pueden encontrarse en esta divergencia. Salvo contadas excepciones, los paÃses ricos actuales son aquellos que se embarcaron en el proceso de industrialización y cambio tecnológico que empezó en el siglo
XIX,
y los pobres, los que no lo hicieron.
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La Ley Negra
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El castillo de Windsor, situado al oeste de Londres, es una de las grandes residencias de la realeza de Inglaterra. A principios del siglo
XVIII
, estaba rodeado por un gran bosque, lleno de ciervos, aunque actualmente se haya conservado poco. Uno de los guardias del bosque en 1722, Baptist Nunn, se vio envuelto en un conflicto violento. El 27 de junio, anotó:
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Los Negros llegaron durante la noche, me dispararon tres veces dos balas a la ventana de mi habitación y acordé pagarles cinco guineas en Crowthorne el dÃa 30.
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Otra entrada en el diario de Nunn decÃa lo siguiente: «Una sorpresa nueva. Uno apareció disfrazado con un mensaje de destrucción».
¿Quiénes eran aquellos misteriosos «Negros» que amenazaban, disparaban a Nunn y exigÃan dinero? Los negros eran grupos de lugareños que se pintaban la cara de negro para ocultarla de noche. Aparecieron y se extendieron por todo el sur de Inglaterra en este perÃodo; mataban y mutilaban ciervos y otros animales; prendÃan fuego a pajares y graneros, y destruÃan vallas y estanques de peces. Aparentemente, eran grandes disturbios ilegales; sin embargo, se trataba de algo más. La caza ilegal (furtiva) de ciervos en tierras propiedad del rey o de otros miembros de la aristocracia hacÃa mucho tiempo que se producÃa. A partir de 1640, durante la guerra civil, mataron a toda la población de ciervos del castillo de Windsor. Tras la restauración de 1660, cuando Carlos II llegó al trono, se repobló el parque de ciervos. No obstante, los negros no se limitaban a la caza furtiva de ciervos para comer, sino que también se dedicaban a la destrucción sin sentido. ¿Con qué propósito?
Un pilar crucial de la Revolución gloriosa de 1688 fue la naturaleza plural de los intereses representados en el Parlamento. Ninguno de los comerciantes, industriales, miembros de la
gentry
o aristócratas aliados con Guillermo de Orange y con los monarcas de la Casa de los Hannover, que sucedieron a la reina Ana en 1714, era lo suficientemente fuerte para imponer su voluntad de forma unilateral.
Los intentos de restaurar la monarquÃa de los Estuardo continuaron durante gran parte del siglo
XVIII
. Tras la muerte de Jacobo II en 1701, su hijo, Jacobo Francisco Eduardo Estuardo,
el
Viejo Pretendiente
, fue reconocido como heredero legÃtimo a la Corona inglesa por Francia, España, el Papa y los partidarios de la monarquÃa de los Estuardo en Inglaterra y Escocia, los denominados jacobitas. En 1708, el Viejo Pretendiente intentó recuperar el trono con el apoyo de las tropas francesas, pero no lo consiguió. En las décadas siguientes, habrÃa varias revueltas jacobitas, las principales fueron en 1715 y 1719. En 1745-1746, el hijo del Viejo Pretendiente, Carlos Eduardo Estuardo,
el
Joven Pretendiente
, intentó recuperar el trono, pero sus fuerzas fueron derrotadas por el ejército británico.
El partido polÃtico
whig
, que, como vimos (capÃtulo 7), fue fundado hacia 1670 para representar los nuevos intereses mercantiles y económicos, era la organización principal que habÃa tras la Revolución gloriosa, y los
whigs
dominaron el Parlamento desde 1714 hasta 1760. Una vez que llegaron al poder, tuvieron la tentación de utilizar su nueva posición para atacar los derechos de los demás, para quedarse con todo. No eran distintos a los reyes Estuardo, pero su poder distaba mucho de ser absoluto. Estaba limitado por grupos competidores en el Parlamento, sobre todo el partido
tory
,
que se habÃa formado para oponerse al
whig
, y por las mismas instituciones que ellos habÃan logrado introducir para reforzar el Parlamento y evitar la aparición de un nuevo absolutismo y la vuelta de los Estuardo. La naturaleza plural de la sociedad que apareció a partir de la Revolución gloriosa también significó que se confiriera poder a la población en general, incluso a los que no tenÃan representación formal en el Parlamento, y el movimiento de los negros fue precisamente una respuesta de la gente corriente a la percepción de que los
whigs
estaban explotando su posición.
El caso de William Cadogan, un general de éxito en la guerra de Sucesión española entre 1701 y 1714 y en la supresión de las revueltas jacobitas, ilustra el tipo de usurpación de los derechos de la gente corriente por parte de los
whigs
que condujo al movimiento de los negros. Jorge I nombró a Cadogan barón en 1716 y conde en 1718. También fue un miembro influyente del Consejo de Regencia de Jueces Lores, que presidÃa asuntos de Estado importantes, y actuó como comandante en jefe provisional. Compró una gran propiedad de unos mil acres en Caversham, a unos treinta kilómetros al oeste de Windsor. AllÃ, construyó una gran casa y jardines ornamentales y diseñó un parque con ciervos de doscientos cuarenta acres. Sin embargo, esta propiedad se habÃa consolidado usurpando los derechos de las personas de alrededor de la finca. Se expulsó a la gente de sus casas y se revocaron los derechos tradicionales que les permitÃan recoger turba y leña y llevar allà a sus animales para que pastaran. Cadogan se enfrentó a la ira de los negros. El 1 de enero de 1722, y de nuevo en julio, el parque fue asaltado por negros armados y a caballo. En el primer ataque, mataron dieciséis ciervos. El conde de Cadogan no fue el único afectado, sino que los Negros asaltaron también las fincas de muchos terratenientes y polÃticos notables.
El gobierno
whig
no estaba dispuesto a tolerarlo. En mayo de 1723, el Parlamento aprobó la Ley negra, que creaba la extraordinaria cifra de cincuenta nuevos delitos que eran castigados con la horca. La Ley negra convertÃa en delito no solamente el hecho de llevar armas, sino también pintarse la cara de negro. De hecho, pronto se enmendó la ley para hacer que el movimiento de los negros también fuera castigado con la horca. Las élites
whig
procedieron a implantar la ley con entusiasmo. Baptist Nunn estableció una red de informadores en el bosque de Windsor para descubrir la identidad de los negros. Pronto detuvieron a varios de sus integrantes. La transición desde la detención hasta la horca debió ser bastante directa. Al fin y al cabo, la Ley negra ya se habÃa promulgado, los
whigs
estaban al frente del Parlamento, éste estaba al frente del paÃs y los negros estaban actuando directamente en contra de los intereses de algunos
whigs
poderosos. Incluso participó sir Robert Walpole, secretario de Estado, entonces primer ministro (y, como Cadogan, miembro influyente del Consejo de Regencia de Jueces Lores). Ãl tenÃa un interés directo en el parque Richmond, al suroeste de Londres, que habÃa sido creado a partir de tierras comunales por Carlos I. Este parque también usurpaba los derechos tradicionales de los residentes locales a que sus animales pastaran, a cazar liebres y conejos y a recoger leña. Sin embargo, el fin de aquellos derechos parece haber sido bastante permisivo y no obligado, ya que se continuó pastando y cazando, hasta que Walpole hizo que su hijo fuera nombrado guardabosques. A partir de aquel momento, el parque se cerró, se construyó una muralla nueva y se instalaron trampas para hombres. A Walpole le gustaba cazar ciervos, e hizo que le construyeran una cabaña para él en Houghton, dentro del parque. Y eso exasperó a los negros del lugar.
El 10 de noviembre de 1724, un residente local de fuera del parque, John Huntridge, fue acusado de ayudar a los ladrones de ciervos y a los conocidos como negros. Ambos delitos eran castigados con la horca. El procesamiento de Huntridge se organizó desde las altas esferas, y fue iniciado por el Consejo de Regencia de Jueces Lores, dominado por Walpole y Cadogan. Walpole incluso llegó a obtener pruebas personalmente para demostrar la culpabilidad de Huntridge a través de un informador, Richard Blackburn. La condena deberÃa haber sido una conclusión decidida de antemano, pero no lo fue. Tras un juicio de ocho o nueve horas, el jurado declaró a Huntridge inocente, en parte por razones de procedimiento, ya que hubo irregularidades en la obtención de las pruebas.
Pero no todos los negros o quienes simpatizaban con ellos tuvieron tanta suerte como Huntridge. Algunos también fueron absueltos o consiguieron que se les conmutaran las penas, pero muchos fueron ahorcados o deportados a la colonia penal que habÃa entonces, Norteamérica; de hecho, la ley continuó vigente hasta que fue revocada en 1824. De todas formas, la victoria de Huntridge es llamativa. El jurado no estaba compuesto por iguales de Huntridge, sino por miembros de la
gentry
y grandes terratenientes, que deberÃan haber simpatizado con Walpole. Sin embargo, ya no estaban en el siglo
XVII
, cuando el tribunal de la Cámara Estrellada simplemente seguÃa los deseos de los monarcas Estuardo y actuaba como una herramienta de represión contra sus adversarios, y los reyes podÃan eliminar a los jueces cuando no les gustaban sus decisiones. En aquel momento, también los
whigs
debÃan respetar el Estado de derecho, el principio de que las leyes no deben aplicarse de forma selectiva ni arbitraria y de que nadie está por encima de la ley.
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Los acontecimientos que rodeaban a la Ley negra mostrarÃan que la Revolución gloriosa habÃa creado el Estado de derecho y que esta noción era más fuerte en Inglaterra y Gran Bretaña y las élites estaban mucho más limitadas por el Estado de derecho de lo que se imaginaban. Cabe señalar que
rule of law
, Estado de derecho, no es sinónimo de
rule by law
, aplicación de la ley. Aunque los
whigs
pudieran aprobar una ley dura y represiva para anular obstáculos de la gente corriente, tenÃan que lidiar con lÃmites adicionales debido al Estado de derecho. Su ley violaba los derechos de la Revolución gloriosa y los cambios de las instituciones polÃticas que se produjeron tras ésta ya se habÃan establecido para todos al eliminar los derechos «divinos» de reyes y los privilegios de las élites. El Estado de derecho implicaba que tanto los que pertenecÃan a las élites como los que no se resistirÃan a su implantación.
El Estado de derecho es un concepto muy extraño si se considera desde una perspectiva histórica. ¿Por qué deberÃan aplicarse las leyes a todos por igual? Si el rey y la aristocracia tienen poder polÃtico y el resto no, lo natural es que lo que sea justo para el rey y la aristocracia deba ser prohibido y pueda ser objeto de castigo para el resto. De hecho, el Estado de derecho no es imaginable bajo instituciones polÃticas absolutistas. Es una creación de instituciones polÃticas pluralistas y de las coaliciones amplias que dan apoyo a dicho pluralismo. Solamente cuando muchos individuos y grupos tienen voz en las decisiones y el poder polÃtico para sentarse en la mesa, empieza a tener sentido la idea de que todos deben ser tratados con justicia. A principios del siglo
XVIII
, Gran Bretaña empezaba a ser lo suficientemente pluralista, y las élites
whig
descubrirÃan que, consagrado en la noción del Estado de derecho, las leyes y las instituciones también las limitarÃan.
Pero ¿por qué los
whigs
y los parlamentarios respetaron dichas limitaciones? ¿Por qué no utilizaron su control en el Parlamento y el Estado para forzar la implantación inflexible de la Ley negra y derrocar los tribunales cuando las decisiones no eran las que ellos querÃan? La respuesta revela mucho de la naturaleza de la Revolución gloriosa (¿por qué no sustituyó un viejo absolutismo con una versión nueva?), la relación entre el pluralismo y el Estado de derecho y la dinámica de los cÃrculos virtuosos. Como vimos en el capÃtulo 7, la Revolución gloriosa no fue el derrocamiento de una élite por parte de otra, sino una revolución por parte de una amplia coalición formada por
gentry
, comerciantes y fabricantes y grupos de
whigs
y
tories
. La aparición de instituciones polÃticas plurales fue consecuencia de esta revolución, y el Estado de derecho también fue un producto derivado de este proceso. Como habÃa muchas partes en la mesa que compartÃan el poder, era natural que hubiera leyes y lÃmites que fueran aplicables a todos. Pero una parte empezó a acumular demasiado poder y, finalmente, socavaba la propia base del pluralismo. Por lo tanto, la idea de que habÃa lÃmites y restricciones sobre los gobernantes, la esencia del Estado de derecho, era parte de la lógica del pluralismo generado por la amplia coalición que formaba la oposición al absolutismo de los Estuardo.
Por consiguiente, no es de extrañar que el principio de Estado de derecho, junto con la idea de que los monarcas no tenÃan derechos divinos, de hecho fuera un argumento clave contra el absolutismo estuardiano. Tal y como dijo el historiador británico E. P. Thompson, en la lucha contra los monarcas Estuardo:
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Se hicieron esfuerzos inmensos [...]. Para proteger la imagen de una clase dirigente que a su vez estaba sujeta al Estado de derecho y cuya legitimidad descansaba en la equidad y universalidad de aquellas formas legales. Y los gobernantes, en sentidos serios, voluntaria o involuntariamente, eran prisioneros de su propia retórica; jugaban a juegos de poder de acuerdo con reglas que les iban bien, pero no podÃan romper aquellas reglas o todo el juego se echarÃa a perder.
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Descartar el juego significarÃa desestabilizar el sistema y dar paso al absolutismo por parte de un subconjunto de la coalición amplia o incluso se correrÃa el riesgo de que volvieran los Estuardo. En palabras de Thompson, lo que hizo que el Parlamento no creara un absolutismo nuevo fue que