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Authors: Kami García,Margaret Stohl

Tags: #Infantil y juvenil, #Fantástico, #Romántico

Hermoso Caos (22 page)

—Los Caster son personas.

Link cogió otra rama, inspeccionándola.

—Sí, sí. Todos somos personas, ¿verdad? Lo único que sé es que esta cosa está achicharrada.

—¿Crees que habrá sido Sarafine? El fuego es muy propio de ella. —Odiaba pensarlo, pero era posible. Sarafine no estaba muerta. Estaba en alguna parte por ahí fuera.

—Sí, seguro que es una tía muy caliente. —Advirtió que le miraba fijamente como si estuviera chiflado—. ¿Qué? ¿No puedo llamarla como la veo?

—Sarafine es la Reina de la Oscuridad, tonto del culo.

—¿Has visto alguna película últimamente? La Reina de la Oscuridad siempre está que arde. Quemaduras de tercer grado. —Se sacudió la ceniza que la rama calcinada había dejado en sus manos—. Salgamos de aquí. Hay algo alrededor que me está dando dolor de cabeza. ¿No oyes ese zumbido, como de un montón de sierras o algo así?

Los Hechizos de Vinculación. Ahora Link podía sentirlos.

Asentí, y volvimos al coche. Las oxidadas y torcidas verjas se abrieron entre las sombras, como si nos estuvieran esperando.

¿Estás ahí, L?

Metí las manos en los bolsillos y miré hacia la enorme casa. Distinguí las ventanas con sus astillados postigos de madera cubiertos de hiedra, como si la habitación de Lena no hubiera cambiado en absoluto. Comprendí que era una ilusión óptica y que, desde su dormitorio, Lena podía verme a través de las paredes de cristal.

Estoy tratando de convencer a Reece para que se quede arriba con Ryan, pero está siendo tan poco colaboradora como siempre.

Link estaba mirando al pórtico bajo la ventana de Lena.

¿Qué ha pasado con Ridley?

Le he preguntado si quería venir. Imagino que se dará cuenta de que todos vamos a aparecer. Dijo que lo liaría, ¿pero quién sabe? Últimamente actúa de forma muy extraña.

Si Ravenwood tuviera rostro, la habitación de Lena sería un ojo guiñado, y la ventana de Ridley el otro. Los desvencijados postigos estaban abiertos, si bien colgaban desiguales, y la ventana tras ellos estaba sucia. Antes de darme la vuelta, una sombra pasó tras la ventana de Ridley. O al menos pensé que era una sombra; a la luz de la luna era difícil saberlo.

No pude ver quién era. Estaba demasiado lejos. Pero la ventana comenzó a temblar, cada vez más fuerte, hasta que la hoja se salió de sus bisagras y cayó por entero justo debajo. Como si alguien estuviera tirando con fuerza de ella para abrirla, aunque eso implicara echar la casa abajo. Durante un segundo pensé que se trataba de un terremoto, pero el suelo no se movía. Sólo la casa.

Extraño.

¿Ethan?

—¿Has visto eso? —Miré a Link, pero él estaba observando la chimenea.

—Mira. Los ladrillos se están cayendo —observó.

El temblor se hizo más fuerte y una extraña energía brotó de la casa. La puerta principal se sacudió.

¡Lena!

Corrí hacia la puerta. Podía escuchar objetos cayendo y rompiéndose en el interior. Alargué la mano y empujé el dintel por el relieve Caster escondido por encima de la puerta. No sucedió nada.

Espera, Ethan. Algo va mal.

¿Estás bien?

Estamos bien. El tío Macon cree que algo está tratando de entrar.

Desde aquí fuera, parece más bien que alguien está tratando de salir.

La puerta se abrió y Lena me arrastró dentro. Sentí la gruesa cortina de energía cuando atravesé el umbral. Link se lanzó de cabeza detrás de mí, y oímos la puerta cerrarse de golpe a nuestra espalda. Después de lo que había experimentado fuera, me sentí aliviado por estar ahí. Hasta que eché un vistazo a mi alrededor.

A estas alturas ya estaba acostumbrado a los constantes cambios en el interiorismo de la mansión Ravenwood. Había visto de todo en esa habitación, desde antigüedades históricas de la época de las plantaciones al estilo gótico de película de terror, pero no estaba preparado para esto.

Era una especie de búnker sobrenatural, el equivalente Caster a la bodega de la señora Lincoln en la que acumulaba víveres en previsión de cualquier cosa, desde huracanes al apocalipsis. Los muros estaban cubiertos con lo que parecía un blindaje —chapas de duro metal plateado de suelo a techo— y el mobiliario había desaparecido. Las estanterías de libros y los sillones de terciopelo habían sido sustituidos por enormes bidones de plástico y cajas de velas y cinta adhesiva. Había un saco con comida para perro que obviamente era para
Boo,
aunque nunca le había visto comer otra cosa más que solomillos.

Vi una fila de jarras blancas de aspecto sospechoso, como el acopio de lejía que la madre del Link guardaba para «evitar que la infección se extendiera». Me acerqué hasta ellas y levanté una de las jarras.

—¿Qué es esto? ¿Alguna clase de desinfectante Caster?

Lena me la quitó de las manos y la dejó alineada junto a las otras.

—Sí, se llama lejía.

Link golpeó en uno de los bidones de plástico.

—A mi madre le encantaría este lugar. Sin duda sumaría varios tantos a favor de tu tío. Olvídate del paquete de supervivencia de treinta y seis horas y del de setenta y dos. Ésos son para pesos ligeros.

Esta preparación es para catástrofes de importancia. Yo diría que tenéis suficientes reservas para tres semanas. Salvo que no tenéis una palanca.

Le miré sin entender nada.

—¿Una palanca?

—Para sacar los cuerpos de los escombros.

—¿Cuerpos? —La señora Lincoln estaba más loca de lo que pensaba.

Link miró a Lena.

—Y tampoco tenéis comida.

—Ahí es donde los Caster se diferencian, señor Lincoln. —Macon estaba en la puerta del comedor, con aspecto totalmente relajado—. Cocina es capaz de surtirnos con cualquier cosa que necesitemos. Pero es importante estar preparado. Esta tarde es una buena muestra de ello.

Hizo un gesto hacia el comedor y le seguimos hasta allí. La mesa negra con patas de garra había desaparecido, sustituida por una de brillante aluminio que parecía sacada de algún laboratorio médico de investigación. Link y yo debimos de ser los últimos en llegar porque sólo había dos sitios vacíos en la mesa.

Si se ignoraba la extraña mesa de laboratorio y los paneles metálicos de las paredes, aquello recordaba al Encuentro, cuando conocí por primera vez a la familia de Lena. Cuando Ridley todavía era Oscura y me engañó para que la llevara a Ravenwood. Ahora casi resultaba gracioso. Un mundo donde Ridley era la mayor amenaza.

—Por favor, tomen asiento, señor Wate y señor Lincoln. Estamos tratando de averiguar el origen de los temblores.

Me deslicé en una de las sillas vacías al lado de Lena y Link ocupó la otra. A juzgar por el número de personas congregadas, yo no era el único en tener algo en mente, pero no dije nada. No a Macon.

Lo sé. Es como si nos hubiera estado esperando. Cuando le dije que ibas a venir, no pareció sorprendido. Y todo el mundo ha ido apareciendo.

Marian se inclinó hacia delante, bajo el haz de luz que el candelabro más próximo arrojaba sobre la mesa.

—¿Qué ha pasado ahí fuera? Hemos podido sentirlo desde el interior.

Escuché una voz detrás de mí.

—No lo sé, pero también hemos podido sentirlo afuera.

Pude ver que Macon hacía un gesto hacia la mesa desde las sombras.

—Leah, ¿por qué no ocupas la silla de la izquierda de Ethan? —Cuando me giré, una silla vacía había aparecido entre Link y yo, y Leah Ravenwood estaba en ella.

—Hola, Leah —saludó Link. Los ojos de ella se abrieron como platos cuando notó el cambio en él. Me pregunté si podía sentir a los de su propia clase.

—Bienvenido, hermano. —Su pelo negro se soltó de la coleta de su cuello, y durante un segundó visualicé a la enfermera de la Residencia del Condado.

—Leah. Tú eras la que estaba con la tía Prue.

—Chist. Tenemos cosas más importantes que discutir. —Estrujó mi mano y me hizo un guiño, en lo que era su forma de dar una respuesta. Había sido ella la que cuidaba de mi tía por mí.

—Gracias.

—No es nada. Sólo hago lo que se me dice. —Estaba mintiendo. Leah era tan independiente como Lena.

—Tú nunca haces lo que se te dice.

Se rio.

—Vale, entonces hago lo que quiero. Y me gusta echar una mano a mi familia. Mi familia, tu familia, es todo lo mismo.

Antes de que pudiera decir nada más, Ridley irrumpió en la habitación, llevando algo que me pareció más ropa interior que otra cosa. Las velas llamearon durante un instante; Ridley aún lograba producir un cierto efecto en la habitación.

—No veo mi nombre en ninguna de las tarjetas de la mesa. Pero sé que estaba invitada a la fiesta. ¿No es así, tío M?

—Eres más que bienvenida a unirte a nosotros. —Macon parecía sereno. Probablemente ya estaba acostumbrado a esas irrupciones de Ridley.

—¿Y qué es exactamente lo que llevas puesto, cariño? —Tía Del se llevó una mano a los ojos como si tuviera problemas para distinguir si Ridley llevaba alguna prenda puesta sobre su cuerpo.

Ridley desenvolvió un chicle y tiró el papel sobre la mesa.

—Así que, ¿qué es lo que soy? ¿Bienvenida o invitada? Me gustaría saber la magnitud del desaire. Me enfado mejor cuando lo sé.

—Ridley, ahora Ravenwood es tu casa. —Macon tamborileó impaciente en la mesa, pero sonrió como si tuviera todo el tiempo del mundo.

—De hecho, Ravenwood pertenece a mi prima, tío Macon, dado que se lo dejaste a ella y nos borraste a todos los demás. —Esta noche parecía estar más enrabietada que nunca—. ¿Qué? ¿No hay rancho? Oh, está bien. Cocina ya no es la misma. Ninguno de vosotros, sobrenaturales, lo sois. Irónico, ¿no es cierto? Estoy en una habitación llena de gente superpoderosa, y ni siquiera conseguís tener la cena en la mesa.

—Qué boca tiene esta chica. —La tía Del sacudió la cabeza.

Macon le hizo un gesto a Ridley para que se sentara.

—Te agradecería que fueras más respetuosa con los pequeños… inconvenientes que todos estamos sufriendo.

—Lo que sea. —Ridley rechazó a Macon con un ademán de sus uñas pintadas de rosa fuerte—. Que empiece la fiesta —dijo subiéndose el tirante de lo que quiera que llevaba puesto que, incluso para los estándares de Ridley, no era demasiado.

—¿No tienes frío? —susurró la tía Del.

—Es
vintage
—replicó Ridley.

—¿De qué? ¿Del
Moulin Rouge?
—Liv estaba en el umbral con los brazos llenos de libros.

Ridley dio un ligero golpecito a la trenza de Liv cuando pasó por delante de ella para ocupar el sitio vacío.

—De hecho, Pipi…

—Por favor. —Macon las silenció a ambas con una mirada—. Estoy impresionado con tu puesta en escena, Ridley, aunque no tanto con el vestuario. Ahora, si tomas asiento — suspiró Macon—. Olivia, gracias por unirse a nosotros.

Ridley se deslizó en la silla que había aparecido al lado de Link y trató de ignorarle con todas sus fuerzas. Él parpadeó.

—No sé qué tipo de tienda es Moo Landrews, pero si hay una en el centro comercial de Summerville, pienso comprarte el regalo de cumpleaños allí. —Ridley mantuvo los ojos fijos al frente, fingiendo no notar que él había advertido su presencia.

Macon empezó.

—Olivia, ¿ha sentido los temblores?

Mantuve los ojos fijos en el rostro de Macon. Pero escuché cómo Liv se sentaba y dejaba lo que supuse que era su libreta roja en la mesa, para después dar cuerda a los engranajes de su selenómetro. Conocía todos sus ruidos, igual que conocía los de Link, Amma o Lena.

—Si no le importa, señor Macon. —Liv empujó hacia él una pila de libros y papeles por la mesa—. Con ese último, he querido asegurarme de que tenía las mediciones exactas.

—Continúe, Olivia. —Lena se tensó cuando Macon dijo el nombre de Liv. Pude sentir cómo llegaba en oleadas hasta mí.

Liv continuó hablando ajena a todo.

—Por decirlo sencillamente, está empeorando. Si los números son ciertos, hay una singular energía atraída hacia esta casa. —Genial. Sólo me faltaba que Liv empezara a hablar de atracción.

—Interesante —asintió Macon—. ¿Y se está haciendo más fuerte como sospechábamos?

Ese «nosotros» debía de haber irritado a Lena.

Estoy tan harta de ella.

—¿Liv? —Mierda. Había dicho sin darme cuenta el nombre en alto. ¿Qué me estaba sucediendo? Ni siquiera podía mantener el kelting y hablar correctamente. Lena me miró fijamente, sorprendida.

—¿Sí, Ethan? —Liv estaba esperando a que le hiciera la pregunta.

Toda la mesa se volvió en mi dirección. Tenía que inventar algo rápido. ¿De qué estaban hablando?

Atracción.

—Me estaba preguntando…

—¿Sí? —Liv me miraba expectante. Me alegré de que Reece no estuviera en la habitación, incluso si sus poderes estaban estropeados. Una Sybil hubiera visto lo que estaba sintiendo.

Y no necesitaba un selenómetro para probar o medirlo por mí. A pesar de que nunca seríamos más que amigos, Liv y yo siempre significaríamos algo el uno para el otro.

Mi estómago se contrajo. Esta vez no eran abejas asesinas, sino más bien un tropel de Vex royendo mis órganos internos.

—Vex —dije no sé cómo. Todo el mundo seguía mirándome.

Liv asintió paciente, esperando a que dijera algo que tuviera sentido.

—Sí. Últimamente ha habido mucha más actividad de la usual.

—No. Quiero decir, ¿qué pasa si estamos suponiendo que algo intenta entrar en Ravenwood debido a todo lo que Abraham ha estado lanzando sobre nosotros?

Marian me miró sin comprender.

—Mi biblioteca prácticamente ha ardido hasta los cimientos. La casa de tus tías ha sido destruida. ¿No crees que eso es algo más que una suposición?

Todo el mundo en la habitación me miraba como si fuera idiota, pero proseguí.

—¿Y si estuviéramos equivocados? ¿Qué pasaría si alguien estuviera haciendo esto desde dentro?

Liv levantó una ceja.

Ridley alzó las manos.

—Ésa es la cosa más estúpida…

—La verdad es que es brillante —intervino Liv.

—Por supuesto que
lo
crees, Mary Poppins —Ridley puso los ojos en blanco.

—Lo creo. Y salvo que tengas datos que demuestren lo contrario, tendrás que callarte y escucharme por una vez. —Liv se giró hacia Macon—. Ethan podría tener razón. Hay una anomalía en las cifras que no he sido capaz de justificar. Pero si tuviera que descartar todo y empezar de cero, tendría todo el sentido.

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