El interior de la
Zona gris
–construida para alojar a trescientas personas con un razonable, aunque un poco compacto, grado de confort– era en realidad bastante interesante, lo que suponía un añadido inesperado a una expedición que cada vez estaba convirtiéndose en una desilusión mayor. La nave era como un museo de la tortura y el genocidio. Estaba llena de recuerdos y souvenirs de un centenar de planetas diferentes, testimonios todos ellos de la tendencia hacia la crueldad institucional exhibida por numerosas formas de vida inteligente. Desde los estrujadores de pulgares a los agujeros negros engulle-planetas, pasando por los campos de exterminio, la
Zona gris
llevaba a bordo ejemplos de todos los mecanismos y entidades implicadas, o de sus efectos, o grabaciones documentales de su uso.
Casi todos los pasillos de la nave estaban jalonados de armas, apoyadas en el suelo las más voluminosas y encima de mesas las demás. Las piezas más grandes ocupaban camarotes enteros, salones o zonas públicas, aunque había otras aún mayores que estaban presentes con modelos a escala. Había miles de instrumentos de tortura, garrotes, lanzas, cuchillos, espadas, cuerdas de estrangulador, catapultas, arcos, pistolas de pólvora, obuses, minas, latas de gas, bombas, jeringuillas, morteros, lanzacohetes, misiles, bombas atómicas, láseres, armas de campo, cañones de plasma, lanzadores de microondas, efectores, atronadores, misiles cuchillo, armas lineares, retumbadores, gravicañones, monofilamentos de torsión, tortitadores, proyectores de AM, impulsores de fuego de red, pólarizadores de flujo ZP, unidades trampilla, dispersores de CAM y un sinfín de inventos más, diseñados para –o potencialmente modificables con este propósito– producir muerte, destrucción y agonía.
Algunos de los camarotes y espacios de mayor tamaño se habían reformado para que parecieran cámaras de tortura, prisiones de esclavos, mazmorras y cámaras de ejecución (incluida la piscina de la nave, aunque, después de que ella mencionara que le gustaba empezar el día con un chapuzón, estaban reconvirtiéndola a su uso original). Ulver imaginaba que aquellos... escenarios... se parecían un poco a los famosos cuadros que la
Servicio durmiente
se suponía que contenía, con la única diferencia de que los de la
Zona gris
no contenían cuerpos (lo que era todo un alivio, dadas las circunstancias).
Como muchas personas más, siempre había querido visitarla. Había preguntado si Churt Lyne y ella podrían subir a bordo del VGS cuando lo hiciera Genar-Hofoen, pero su petición había sido rechazada. Se quedarían en la
Zona gris
hasta que la UGC pudiera encontrar un lugar seguro y no restringido en el que desembarcarlos.
Lo que hacía que todo ello fuera, en cierto sentido, aún más frustrante, era que la
Zona Gris
tenía la intención de mantenerse en contacto con la
Servicio durmiente;
en el interior de su campo, si se le permitía. Tan cerca y al mismo tiempo tan lejos, y toda esa basura. Daba igual; parecía que no iba a poder ver los famosos cuadros vivientes de la nave y tendría que contentarse con la
Zona gris
y sus naturalezas muertas.
Puede que estas hubieran sido más impresionantes si hubieran incluido a las víctimas y los torturadores, pero no era así. Sólo contenían el potro, la dama de hierro, el fuego y los hierros candentes, los grilletes y las camas y sillas, los cubos de agua y ácido y los cables eléctricos y todos los instrumentos serrados de tortura y muerte. Si uno quería verlos en acción, tenía que mirar una de las pantallas que los acompañaban.
Era un poco chocante, pensó Ulver, pero al mismo tiempo frío. Era como si pudieras inspeccionar el material y hacerte una idea aproximada de cómo funcionaba y lo que hacía (aunque mirar las pantallas no era muy aconsejable; ella lo había hecho durante unos segundos y había estado a punto de echar el desayuno; y eso que las víctimas ni siquiera eran
humanas)
y luego apartarte. Podías aceptar que todo aquello había ocurrido y sentirte mal, pero cuando había acabado seguías allí, no te había pasado a ti y te dabas cuenta de que esa clase de basura era precisamente lo que CE y Contacto y la Cultura querían hacer desaparecer, y que tú formabas parte de esa civilización, parte de ese impulso civilizador... y eso hacía que fuera más o menos soportable. Más o menos. Si no mirabas las pantallas.
Sin embargo, tener en la mano un pequeño instrumento de hierro concebido para aplastar los dedos que lo estaban sosteniendo, mirar una cuerda cuyos nudos, una vez que la cuerda se tensaba detrás de la cabeza, estaban a la distancia justa para comprimir y reventar ojos como los que la estaban mirando... bueno, resultaba impresionante. Pasó un buen rato temblando y frotándose las partes del cuerpo que no dejaban de estremecerse.
Se preguntó cuánta gente habría contemplado aquella espeluznante colección de curiosidades. Se lo había preguntado a la nave pero la respuesta había sido imprecisa. Según parecía, ofrecía sus servicios como una especie de museo ambulante del dolor y el espanto, pero raramente recibía visitantes.
Una de las salas de exhibición que había descubierto, hacia el final de sus vagabundeos, no la entendía. Era un pequeño montón de lo que parecían finas hebras de un azul cegador, metidas en un cuenco poco profundo. Una red, como la que cualquiera podría colocar al otro extremo de una caña para ir a pescar pececillos en un arroyo. Trató de cogerla; era imposiblemente resbaladiza y el material se le escurría entre los dedos como si estuviera hecho de aceite. Los agujeros de la red eran demasiado pequeños para meter el dedo. Al fin, tuvo que coger el cuenco y verter la malla azul en la palma de su mano. Era muy liviana. Algo en ella despertó un vago recuerdo en su interior, pero no pudo atraparlo del todo. Preguntó a la nave lo que era a través de su randa neural.
~ Es una randa neural –le informó esta–. Aún está por inventarse un método más exquisito y económico de torturar criaturas como tú.
Ulver tragó saliva, volvió a temblar y estuvo a punto de dejarla caer.
~ ¿En serio? –envió, tratando de parecer despreocupada–. Ja. Nunca lo había pensado.
~ No es una posibilidad que suela subrayarse, la verdad.
~ Supongo que no, replicó ella, y volvió a dejar el pequeño y fluido artefacto en el cuenco y sobre la mesa.
Regresó al camarote que le habían asignado, pasando entre una colección de armas y aparatos de tortura. Decidió informarse sobre la marcha de la guerra, de nuevo a través de la randa. Al menos eso le quitaría de la cabeza toda esa mierda sobre la tortura.
La Afrenta declara la guerra a la Cultura
> Acontecimientos hasta el momento, ordenados por fecha/importancia.
> Límites probables.
> Acontecimientos detallados hasta la fecha.
> ¿El mayor conflicto desde la Guerra Idirana?
> Posible relación con la Excesión de Esperi.
> La Afrenta: ¿Un caso que requiere tratamiento?
>
Así
se sentían los bárbaros: la experiencia de la guerra a través del tiempo.
La Afrenta se apodera del almacén de naves de Miseria. Cientos de naves robadas.
> ¿Cómo pudo ocurrir?
> ¿Garantes de nuestra seguridad o puntos débiles?
> Paraíso de Pundit: apuestan sobre el futuro.
> La sicología de las naves de guerra.
Movilizadas las naves de otros depósitos
> Hubo una movilización parcial anterior: ¿Quién sabía qué y desde cuándo?
> Aspectos técnicos. Montones de datos interesantes para los armamentófilos.
Iniciativas de paz
> La Cultura quiere hablar. La Afrenta solo quiere luchar.
> El Consejo Galáctico envía representantes a todas partes. Parecen atareados.
> Por Dios, ¿podemos ayudar? Ríase un poco a costa de los tristes supersticionistas.
En peligro: los habitas capturados, las naves abordadas.
> Cinco Orbitales y once naves de crucero Afrentadas.
> Es la hora de Schadenfreude: ¿Quién está en peligro ahora mismo?
> Grada se enfada un poco.
Rápido, ahora que no están mirando.
> Una oportunidad excitante para los primitivos.
¿Qué puedo sacar yo?
> Diseña tu propia guerra; detalles y consejos útiles.
> El lado bueno: nueva tecnología, inspiración para el arte, historias de heroísmo y mejor sexo... la guerra es un chollo [solo para optimistas incurables y gente que esté buscando quien arruine sus conversaciones]
Más noticias:
> El Conglomerado Blitteringueh actúa en la Aerosfera Abuereffe –últimos datos.
> S3/4 arrasado por nova en Ytrillo.
> Lineares de Campo Estelar barren de nuevo el dominio de Ailisinerih.
> Pactistas Cherdilide ante el dilema Sublimador de Phaing-Ghrotassit.
> La tela Imorchi: endeble, endeble y más endeble.
> Deportes.
> Arte.
> Directorio de DiaGlifos.
> Directorio de Informes Especiales
> Índice.
Ulver Seich examinó la pantalla que la randa neural proyectaba en el campo de visión de su ojo izquierdo mientras caminaba. La mitad de su cerebro se preocupaba de andar y la otra mitad de prestar atención a la pantalla virtual. No había una sola palabra sobre ella. No sabía si sentirse insultada o aliviada. Vamos a probar:
···> Grada se enfada un poco...
No, no era nada más que noticias generales sobre la expulsión del personal de la Cultura y la Afrenta. No se mencionaban nombres.
···>
Índice
.
P... Ph... Phage, Roca.
> De nuevo esa guerra: ¿Era Roca Phage una especie de almacén de naves pequeñas?
> Grada sobreestimada; Roca Phage da la vuelta. Una nueva dirección pero, ¿cuál exactamente?
> Koodre gana la copa Estallido Gélido.
> La nueva exposición de Ledeyueng abre en T41.
> Subdirectorio de DiaGlifos.
> Subíndice.
···>
Subíndice
.
S... Seich, Ulver
>
"Oh, Ulver, ¿dónde estás?"
–Nuevo PoeGlifo de Zerstin.
> Uau.
`
Se quedó mirando la entrada. Dios, ¿eso era todo? Un patético poema gráfico, obra de un fracasado incurable del que apenas había oído hablar (y cuando lo había hecho, había descubierto que cambiaba regularmente su apariencia para parecerse al novio que tuviera en cada momento). ¡Ugh! Volvió a revisar el subíndice, con la remota y triste esperanza de que hubiera algo en lo que no se hubiera fijado. No lo había. Eso era todo. Si quería algo más, tendría que buscar en Registros.
Se detuvo en seco y se quedó mirando el mamparo más próximo, boquiabierta.
Ya no figuraba en Noticias de Phage.
No tendría que haber supuesto tanta diferencia, pero lo hizo. Los tres invitados se quedaron dos noches más y fueron a nadar con los 'Ktik el segundo día. Byr y Aist volvieron a verse aquella noche. Al día siguiente se marcharon en el módulo que la
Comportamiento inaceptable
había enviado para ellos. La nave se disponía a rodear una proto-nova situada a varios miles de años de distancia. Regresaría dos semanas después para llevar a Byr y Dajeil los suministros que necesitaran. El bebé nacería dos semanas después. La siguiente nave en pasar por allí no llegaría hasta un año más tarde, y puede que para entonces hubieran doblado la población humana del planeta. Se encontraban los dos en la playa. Dajeil tenía a Byr cogida de la mano mientras el módulo ascendía hacia las nubes de color teja.
Aquel mismo día, más tarde, Byr encontró a Dajeil mirando las pantallas de la habitación superior de la torre. Corrían lágrimas por su rostro.
No había sistemas de vigilancia en la torre. Debía de haber sido una de las cámaras dron independientes. Seguramente habría aterrizado en la torre y, al encontrarse dos mamíferos grandes, había empezado a grabar.
Dajeil se volvió hacia Byr con el rostro lleno de lágrimas. Byr sintió un ataque de furia. En la pantalla había dos personas acariciándose, abrazándose en el tejado de la torre, bajo los rayos de la luna, y se oían suaves jadeos y susurros.
–Sí –dijo Byr con una sonrisa irónica mientras se quitaba el traje empapado–. La vieja Aist, ¿eh? Menuda chica. No deberías llorar, ¿sabes? Eso arruina el equilibrio de los fluidos corporales y es malo para el niño.
Dajeil le tiró un vaso. Reventó en la escalera de caracol, detrás de ella. Un pequeño dron de servicio se escabulló entre sus pies y empezó a bajar los escalones enmoquetados para limpiar el destrozo. Byr miró a su amante a la cara. Los pechos de Dajeil subían y bajaban detrás de la camisa y tenía el rostro colorado. Byr siguió quitándose el traje mojado.
–Solo ha sido un pequeño respiro sin importancia –dijo con voz templada–. Un polvo amistoso. Algo sin importancia. Es...
–¿Cómo has podido hacernos esto? –gritó Dajeil.
–¿El qué? –protestó Byr, tratando todavía de no levantar la voz–. ¿Qué es lo que he hecho?
–¡Follarte a mi mejor amiga, aquí! ¡Ahora! ¡Después de todo!
Byr conservó la calma.
–¿Cuenta como follar, técnicamente hablando, cuando ninguno de los dos tiene pene? –Imitó una expresión dolorida y confusa.
–¡Cabrón! ¡No te rías! –chilló Dajeil. Su voz era áspera. Byr nunca la había oído así–. ¡No te rías, hijo de puta! –Se levantó de un salto y se lanzó sobre él con los brazos en alto.
Byr la cogió por las muñecas.
–¡Dajeil! –dijo, mientras la otra mujer se debatía y sollozaba y trataba de liberarse–. ¡Estás poniéndote en ridículo! Yo siempre me he acostado con otros. Joder,
tú
te acostabas con otros mientras me largabas toda esa mierda de ser mi "punto estable". Ambos lo sabíamos, no es como si fuéramos unos críos o estuviéramos en un estúpido culto monogámico o algo así. Mierda. Sí, le he metido los dedos en el coño a tu amiga. ¿Y qué, joder? Se ha ido. Yo sigo aquí. Tú sigues aquí. El puto niño sigue en tu vientre. El tuyo está en el mío. ¿No dijiste que eso era lo único que importaba?
–¡Bastardo, bastardo! –gritó Dajeil, y se desplomó. Byr tuvo que sostenerla mientras ella se derrumbaba, sollozando incontrolablemente.
–Oh, vamos, Dajeil, no es nada importante. Nunca prometimos sernos fieles, ¿verdad? Solo ha sido un polvo amistoso... por
educación
, por el amor de Dios. Ni siquiera pensé que mereciera la pena mencionarlo... Vamos, sé que lo estás pasando mal con todas esas hormonas y esas mierdas en tu cuerpo, pero esto es una locura. Estás reaccionando... de forma exagerada...