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Authors: Jean-Christophe Grangé

Tags: #Policíaca, Thriller

Esclavos de la oscuridad (86 page)

Las preguntas pugnan por salir de mis labios. Necesito conocer toda la historia. Pero es Luc quien pregunta, en tono divertido:

—¿Te acuerdas de Kurzef?

—¿Nuestro profe de historia?

—Decía: «Se libran las primeras batallas por la patria o por la libertad. Las últimas por la leyenda». Es nuestra última batalla, Mat. La de nuestra leyenda negra. Cuando sepas la verdad, comprenderás que eres mi creación. Soy tu única razón de existir.

—Cuéntamelo todo. Y deja que juzgue por mí mismo.

En tono distante, casi ausente, relata su odisea.

Abril de 1978

Cuando el niño despierta del coma, Moritz Beltreïn está junto a él, conmocionado. Luc, de once años de edad, devuelto a la vida después de una muerte clínica; es su victoria. Su vacuna contra la rabia, su penicilina, su triterapia. La hazaña que quedará escrita en los manuales de historia de la medicina.

Durante dos años, Beltreïn aloja a Luc en su casa de Lausana, mientras paga una pensión a su madre alcohólica. Lo inscribe en la escuela, lo alimenta, lo educa. Pero, sobre todo, lo interroga.

Quiere saber lo que el niño ha visto en la otra orilla.

Desde hace años, Beltreïn esconde su juego. Soltero, sin vida privada ni otra pasión que su carrera, pasa por ser el sabio perfecto, entregado a su trabajo. En realidad es un maníaco, un pervertido obsesionado con el mal y su trascendencia. Cree que la experiencia del coma es una
camera oscura
donde se revelan imágenes que vienen de otro mundo, tanto positivo como negativo. Beltreïn está obsesionado por la vertiente negra del más allá. Quiere descubrir las fuerzas del mal en la conciencia humana. Quiere ser un pionero en las tierras de Satán.

Pero Luc no se acuerda de nada. En cambio, sus actos hablan por él. Torturas de animales. Sexualidad mórbida. Gusto por la soledad. Luc es un asesino en potencia. Un absceso a punto de reventar. Beltreïn sigue esa transformación con avidez y la alimenta, es la sombra proyectada desde las tinieblas, la fuerza oscura que regresa a la tierra para darle información.

Por fin, un día, Luc recuerda. El túnel. La luz roja. La escarcha abrasadora. El anciano albino. Beltreïn toma notas. Filma al crío. Lo estudia, escudriñándolo a fondo.

Luc es su cobaya.

Pero también su narrador, su navegante, su Homero.

Y pronto, su amo.

A los doce años, Luc mata al perro de Beltreïn como un juego, una provocación. El médico ya no alberga dudas: el chico es un mensajero del diablo. Le jura vasallaje. Está dispuesto a seguir sus órdenes, que son las voluntades de «abajo».

1981

Beltreïn decide adoptar legalmente a Luc; su madre acaba de ser internada por alcoholismo crónico. Luego cambia de idea. Presiente que el niño tendrá necesidad de una tapadera discreta, anónima. Habrá que protegerlo de las leyes, de la justicia, del estúpido sistema de los humanos.

Luc es un monstruo.

Un enviado del diablo.

Beltreïn será su sombra, su apóstol, su protector.

Inscribe al muchacho en Saint-Michel-de-Sèze.

Luc descubre su vocación católica. Se infiltra en los dominios del enemigo y le gusta. En ese momento, conoce a un joven creyente, ingenuo e idealista: yo. «Te convertiste en mi sujeto de observación —subraya Luc—. Mi sujeto de experimentación.»

El mal progresa en él. Matar animales ya no le basta, debe pasar al sacrificio humano. En cuanto puede, se escapa de Saint-Michel y merodea por los pueblos de los alrededores en busca de víctimas. Un día, conoce a Cécilia Bloch, de nueve años de edad. La lleva a un bosque y la quema viva pulverizándola con un aerosol inflamable.

Cécilia Bloch.

La niña que me ha obsesionado tanto.

El crimen que hostiga mis noches desde hace veinte años. Por tanto, Luc Soubeyras es el autor del asesinato fundador. Mentira absoluta que rige mi destino. Me siento arrastrado por un torrente de lodo y pierdo el hilo de su relato. Debo hacer un esfuerzo sobrehumano para concentrarme nuevamente en su voz.

Esa noche, después del auto de fe, Luc desaparece. El rector del colegio previene a Beltreïn. Desesperado, el médico viaja al lugar y peina los bosques vecinos, conoce la preferencia de Luc por los lugares salvajes, las tinieblas, la soledad. No lo encuentra. Finalmente baja a la sima de Genderer y descubre al niño, postrado en la gruta de los dibujos. Hambriento, perdido, Luc confiesa su crimen, pero es demasiado tarde para hacer limpieza. El cuerpo es descubierto. Por fortuna, no se sospecha de Luc. ¿Quién podría sospechar que un niño sea el autor de semejante asesinato?

Los años pasan. Luc continúa con sus homicidios. En cada ocasión, Beltreïn se hace cargo de los cuerpos y limpia la escena del crimen. Luc es a la vez su amo y su criatura.

Para el niño, cada crimen es un rito de pasaje.

Un nuevo anillo de serpiente, antes de la mutación total.

1986

Luc se establece en París. Tiene dieciocho años. Sigue matando esporádicamente. Sin coherencia ni hilo conductor. Todavía no ha captado la lógica interna de su destino.

Para su cumpleaños, Beltreïn le hace una terrible revelación. Luc no es el único caso. El médico suizo le habla de los Sin Luz, sobre los que ha realizado investigaciones. Luc comprende que tiene una «familia». También presiente que ha heredado una misión de mayor envergadura.

No solo hacer el mal sino engendrarlo, multiplicarlo.

Crear otros Sin Luz.

Convertirse en un polo de luz negativa.

1988

Beltreïn, jefe de servicio en el CHUV de Lausana, salva a otra criatura: Manon Simonis. Al día siguiente, su madre, conmocionada, le revela que la niña estaba poseída. Beltreïn la hace entrar en razón, pero se dice que, quizá, también Manon es una Sin Luz. Convence a Sylvie para que no revele que la niña ha sobrevivido. Inscribe a Manon en un pensionado suizo bajo un nombre falso y trata de reproducir la historia de Luc.

Pero la niña no muestra ninguna señal de posesión; no tiene pulsiones negativas. Beltreïn no acepta que haya podido equivocarse. Manon ha vuelto de entre los muertos. Está marcada por el diablo. Debe ser paciente, la pulsión maléfica se revelará más adelante. Entonces, sellará los esponsales del mal: Luc y Manon.

Durante ese tiempo, Luc prosigue su aprendizaje.

1991

Primero Sudán; luego, y sobre todo, Vukovar.

En la ciudad sitiada, la violencia está por todas partes. Mujeres embarazadas quemadas vivas, fetos arrancados a cuchillo de los vientres maternos, niños con los ojos reventados. Una letanía de horrores que Luc vive de forma exultante. Participa en esas orgías sangrientas, con una embriaguez y una alegría sin límites. ¡Satán es, efectivamente, el Amo del mundo!

Luc vuelve a África. Unos meses en Liberia, después del asesinato de Samuel K. Doe. Adquiere una nueva afición: el disfraz. Se confunde con los asesinos que se esconden detrás de máscaras grotescas. Él mismo lleva caretas de abuela o de zombi cuando mata, viola, roba.

«Me llamo Legión porque somos muchos…»

1992

Nueva metamorfosis. Luc se convierte en madero. Siembra el terror, la corrupción, la violencia con total impunidad. A veces, se hace cargo de la investigación de sus propios crímenes. Otras, acosa a sus competidores: los asesinos. Si son mediocres los detiene. Si poseen algún vicio particular, algo original, los deja libres. Es un período fastuoso. Luc tira de los hilos. Menoscaba el sistema judicial desde dentro. Está en primera fila para amañar, robar, matar y debilitar a la sociedad.

Es, al mismo tiempo, el espíritu del Maligno y su instrumento.

Luc se encarga también de casarse y de tener dos hijas. Otra máscara. Infalible. ¿Quién sospecharía de un honesto padre de familia, madero íntegro, católico practicante?

Pero Luc no ha olvidado su proyecto: crear sus propios Sin Luz.

A mediados de la década de los noventa, Beltreïn oye hablar de la iboga negra. Ya conoce las sustancias químicas que pueden reproducir estados cercanos a la muerte, pero nunca ha estudiado las propiedades de la planta africana. Beltreïn se informa en París. Conoce a Massine Larfaoui, que le proporciona la planta psicoactiva.

Sin vacilar, Luc se inyecta el veneno, pero solo consigue una decepción. La iboga negra es una impostura. Nada que ver con lo que él vivió en el fondo de la caverna. Sin embargo, la raíz puede permitirle «preparar» a sus Sin Luz, introduciendo algunos ajustes.

Abril de 1999

Beltreïn es llamado a la cabecera de un chico salvado milagrosamente en Estonia: Raïmo Rihiimäki. El caso es perfecto. Un joven intérprete de música gótica que ha mamado rock satánico, colocado hasta las cejas. Su padre, un borracho, ha intentado matarlo a bordo de su barco de pesca.

Luc se encuentra con Beltreïn en Tallinn. Raïmo está todavía ingresado en el hospital. Desde la primera noche, Beltreïn le inyecta el producto africano asociado a otras sustancias psicotrópicas. El estonio empieza su viaje. Abandona su cuerpo, ve el pasillo, las tinieblas con sus reflejos rojizos, pero permanece en un estado semiconsciente.

Luc aparece entonces en la habitación, de rodillas, disfrazado de niño. Se ha confeccionado un morro roído, lleno de tajos, que chorrea sangre. Raïmo está horrorizado, pero también subyugado. Luc le habla. Raïmo bebe sus palabras. El Juramento del Limbo según Luc Soubeyras.

Cuando sale del hospital, el músico está convencido de que actúa en nombre del diablo. De ahora en adelante, tiene que sembrar el mal y la destrucción. Paralelamente, Luc y Beltreïn se encargan del padre de Raïmo. Luc ha elaborado un protocolo. Obsesionado por la descomposición de los cuerpos, corrompe a voluntad el organismo de su víctima. Secundado por su padrino, le inyecta ácidos, insectos; disfruta contemplando el proceso de la degeneración a la luz del liquen con el que unta el abdomen de su víctima. Degrada sus carnes hasta el punto de desgarrarlas. Las corta con dentelladas de fiera. Secciona la lengua del anciano.

Luc es a la vez Satán, Belcebú, Lucifer.

Finalmente ha encontrado su método.

El modus operandi que lo hace gozar hasta el vértigo.

Abril de 2000

Beltreïn propone otros casos a Luc; entre ellos, el de Agostina. Las apariciones se multiplican, los asesinatos se refinan. Luc extiende su círculo de terror y de podredumbre sobre la tierra. Es Pazuzu, el que infecta la tierra.

Ha llegado la hora de unirse con su «prometida».

2002

Para hacer los honores al acontecimiento, Luc y Beltreïn deciden, primero, vengar a Manon. Luc procede al sacrificio en una granja del Jura. El martirio de Sylvie dura una semana. Luego, Luc se le aparece a Manon disfrazado como si estuviera desollado vivo. Pero nada resulta como estaba previsto. A pesar de las inyecciones, a pesar de los montajes de Luc, la joven no conserva ningún recuerdo de sus «visitas».

Decididamente, Manon no está dotada para los menesteres del diablo.

Nunca será una Sin Luz.

En esa resistencia, Luc ve una señal. Ha llegado la hora de consumar el primer ciclo de su obra. La hora de eliminar a Manon. La hora, también, de deshacerse de su primera piel: la de madero burgués, casado y padre de dos niñas. Luc decide matar a su familia y cargarle los asesinatos a Manon. Decide también revelarle la grandeza de su reino a su «apóstol», a su doble a la inversa.

—Tú siempre has sido mi san Miguel —murmuró Luc—. Yo, ángel del mal, debía encontrar un arcángel del bien.

—No te he servido para nada.

—Te equivocas. El mal solo existe verdaderamente cuando triunfa sobre el bien. Quería que te enfrentaras con la realidad del diablo, con su inteligencia. Has estado perfecto. Has seguido paso a paso mi plan, dándome la medida de mi fuerza. Yo he sido tu Apocalipsis y tú has sido mi victoria sobre Dios.

Las revelaciones de Luc confirman mis certezas. Luc Soubeyras y Moritz Beltreïn, dos dementes lanzados al abismo de la violencia, prisioneros de sus propios fantasmas.

Pero hay todavía detalles que me atormentan.

Sea cual sea el desenlace de estas confesiones, debo ponerlo todo en orden.

—Ese suicidio fue muy arriesgado, ¿no?

—Salvo por el hecho de que no intenté suicidarme. Beltreïn estaba conmigo en Vernay. Él me inyectó Pentotal para provocarme un coma artificial. A continuación, estuvo presente en el Hôtel-Dieu para arreglar el problema de las inyecciones. Y fue él quien me despertó, llegado el momento.

Es tan evidente que no me perdono, retrospectivamente, no haberlo imaginado. Un especialista como Beltreïn podía simular y organizarlo todo. Un falso suicidio y un coma reversible.

—¿Y cómo sabías que había llegado el momento de despertar?

—Tú me diste la señal. El día que llamaste a la puerta de Beltreïn. Eso significaba que habías comprendido que Manon estaba viva. Casi habías recorrido todo el camino. Podía renacer para representar el último acto. Simular mi posesión y desviar las sospechas hacia Manon por el asesinato de su madre. Ella era de los nuestros. ¡Era culpable! Sabía que Manon terminaría por ser detenida. Que proclamaría a gritos su odio hacia mí. Solo tenía que eliminar a mi familia y luego cargarle la culpa del triple asesinato. El caso se cerraba por sí solo.

—¿Cómo lo hiciste para congelar los cuerpos?

—Eres un buen poli, Mat. Sabía que también descubrirías eso. Hay un gran congelador en el sótano de mi casa. Había que desplazar los cuerpos, eso es todo. También pensé en la posibilidad de extraerles la sangre y congelarla, por aquello de la perfección del montaje. Pero de lo que me siento realmente orgulloso es de las huellas dactilares. Beltreïn había preparado un molde adhesivo de las huellas dactilares de Manon. No tenía más que aplicarlo por todas partes. Era la técnica que había utilizado para Agostina en la obra abandonada.

—Tú no perteneces al mundo de los hombres.

—Esa es la lección de tu investigación, Mat. ¡Ahora empiezas a medir las fuerzas que están en juego! ¡No pertenezco a vuestra lastimosa lógica! —De golpe se calmó y prosiguió—: La técnica de la congelación funcionaba a dos velocidades. Me daba una coartada pero también era mi firma. Satán siempre respeta sus propias reglas. Como cuando Beltreïn mató a Sarrazin. Había que manipular su cuerpo, pervertir su cronología natural.

En ese momento, me doy cuenta de un detalle fatal. Luc tiene una pistola automática en la mano. Volvemos al terreno de las fuerzas triviales. No tengo la menor posibilidad de desenfundar mi arma antes de que él apriete el gatillo. Cuando lo sepa todo, cuando haya podido admirar la grandeza de su «obra», Luc me matará.

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