Esto es el famoso "acortamiento del espacio" y la "dilatación del tiempo" de la teoría de la relatividad.
Lo común es que
v
sea muy inferior a
c
, lo cual reduce los efectos relativistas hasta la insignificancia; pero, al alcanzar velocidades suficientes, las longitudes medidas desde un sistema en movimiento llegan a reducirse y los intervalos de tiempo a alargarse tanto como se desee.
Debo insistir en que ambos efectos constituyen sistemas absolutamente simétricos, así que mientras los pasajeros de un tren que se mueve velozmente se asombrarán de la delgadez y lentitud de movimientos de los que ocupan un tren detenido, otro tanto pensarán estos últimos de los viajeros del tren en movimiento.
Otra consecuencia importante de la existencia de una velocidad máxima afecta a las
masas
de los cuerpos en movimiento. De acuerdo con los fundamentos mismos de la mecánica, la masa de un cuerpo determina la dificultad con que se tropieza para ponerlo en movimiento o para acelerar un movimiento ya existente; cuanto mayor es su masa tanto más difícil es incrementar su velocidad en un valor determinado.
El hecho de que, en ninguna circunstancia, ningún cuerpo puede exceder en velocidad a la luz, nos conduce directamente a la conclusión de que su resistencia a la aceleración o, en otras palabras, su masa, debe incrementarse ilimitadamente conforme su velocidad se aproxima a la de la luz. El análisis matemático conduce a la fórmula de esta dependencia, que es análoga a las fórmulas anteriores. Si
m
0
es la masa a velocidades muy pequeñas, la masa
m
a velocidad
v
será
y la resistencia a la aceleración tiende al infinito cuando
v
se acerca a
c
.
Es fácil observar experimentalmente esta modificación relativista de la masa en las partículas muy veloces. Por ejemplo, la masa de los electrones emitidos por las sustancias radiactivas (a velocidad igual al 99% de la velocidad de la luz) es varias veces mayor que la observada en las partículas en reposo. Y las masas de los electrones que constituyen los rayos llamados cósmicos, tan rápidos que alcanzan sin dificultad el 99.98% de la velocidad de la luz, son 1 000 veces mayores que la masa del electrón en reposo. Por lo que toca a tales velocidades, la mecánica clásica resulta del todo inútil y entramos en los dominios de la pura teoría de la relatividad.
George Gamow
fue un físico y astrónomo ucraniano, que trabajó en casi todos los campos de astrofísica. Comenzó a trabajar en la universidad de George Washington en 1934, donde publicó trabajos con Edward Teller, Mario Schoenberg, y Ralph Alpher. Gamow trabajó después en ciertos establecimientos antes de huir de la opresión creciente en Rusia y se trasladó a los Estados Unidos en 1934, nacionalizándose estadounidense en 1940. Después del descubrimiento de la estructura de la ADN, Gamow propuso que la secuencia de nucleótidos formaba un código. Estuvo de acuerdo con los investigadores sobre este concepto. Permaneció en Washington hasta 1954, trabajando en la universidad de Berkeley, California, en la universidad de Colorado en Boulder (1956-1968). En 1956 la Unesco le concedió el premio Kalinga, por su trabajo en ciencia con la serie de libros del Sr. Tompkins (1939-1967), Un dos tres..., El infinito, y otros trabajos.