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Authors: Herbert Marcuse

El hombre unidimensional (35 page)

¿Significa esto que la teoría crítica de la sociedad abdica y deja el campo libre a una sociología empírica, libre de toda guía teórica, excepto la metodológica, que sucumbe a las falacias de una concreción mal situada, realizando así un servicio ideológico al tiempo que proclama la eliminación de los juicios de valor? ¿O los conceptos dialécticos muestran una vez más su valor, comprendiendo su propia situación como la de la sociedad que analizan? Puede sugerirse una respuesta si se considera la teoría crítica precisamente en el punto de su mayor debilidad: su incapacidad para demostrar la existencia de tendencias liberadoras
dentro
de la sociedad establecida.

La teoría crítica de la sociedad estaba, en sus orígenes, confrontada por la presencia de fuerzas reales (objetivas y subjetivas)
en
la sociedad establecida en la que se movía (o podía ser guiada para que se moviera) hacia instituciones más racionales y libres mediante la abolición de las existentes, que habían llegado a ser obstáculos para el progreso. Éstas eran las bases empíricas sobre las que se levantó la teoría, y de estas bases empíricas se derivó la idea de la liberación de posibilidades
inherentes
: el desarrollo, de otra manera obstruido y distorsionado, de la productividad de las facultades y necesidades materiales e intelectuales. Sin la demostración de tales fuerzas, la crítica de la sociedad sería todavía válida y racional, pero sería incapaz de traducir su racionalidad a términos de práctica histórica. ¿La conclusión? «La liberación de las posibilidades inherentes» ya no expresa adecuadamente la alternativa histórica.

Las posibilidades eslabonadas de la sociedad industrial avanzada son: desarrollo de las fuerzas productivas en una escala ampliada, extensión de la conquista de la naturaleza, creciente satisfacción de las necesidades para un creciente número de hombres, creación de nuevas necesidades y facultades. Pero estas posibilidades están siendo gradualmente realizadas a través de medios e instituciones que anulan su potencial liberador y este proceso no sólo afecta a los medios, sino también a los fines. Los instrumentos de la productividad y el progreso, organizados en un sistema totalitario, no sólo determinan las utilizaciones actuales, sino también las posibles.

En su estado más avanzado, la dominación funciona como administración, y en las áreas superdesarrolladas de consumo de masas, la vida administrada llega a ser la buena vida de la totalidad, en defensa de la cual se unen los opuestos. Ésta es la forma pura de la dominación. Recíprocamente, su negación parece ser la forma pura de la negación. Todo contenido parece reducido a la única petición abstracta del fin de la dominación: única exigencia verdaderamente revolucionaria y que daría validez a los logros de la civilización industrial. Ante su eficaz negación por parte del sistema establecido, esta negación aparece bajo la forma políticamente impotente de la «negación absoluta»: una negación que parece más irrazonable conforme el sistema establecido desarrolla más su productividad y alivia las cargas de la vida. Con palabras de Maurice Blanchot:

Lo que nosotros negamos no carece de valor ni de importancia. Más bien a eso se debe que la negación sea necesaria. Hay una razón que no aceptaremos, hay una apariencia de sabiduría que nos horroriza, hay una petición de acuerdo y conciliación que no escucharemos. Se ha producido una ruptura. Hemos sido reducidos a esa franqueza que no tolera la complicidad.
194

Pero si el carácter abstracto de la negación es el resultado de la reificación total, el fundamento concreto para la negación puede existir todavía, porque la reificación es una ilusión. Por el mismo motivo, la unificación de los opuestos en el medio de la racionalidad tecnológica debe ser,
en toda su realidad
, una unificación ilusoria, que no elimina ni la contradicción entre la creciente productividad y su uso represivo, ni la necesidad vital de resolver la contradicción.

Pero la lucha por una solución ha sobrepasado las formas tradicionales. Las tendencias totalitarias de la sociedad unidimensional hacen ineficaces las formas y los medios de protesta tradicionales, quizás incluso peligrosos, porque preservan la ilusión de soberanía popular. Esta ilusión contiene una verdad: «el pueblo» que anteriormente era el fermento del cambio social, se «ha elevado», para convertirse en el fermento de la cohesión social. En este fenómeno, más que en la redistribución de la riqueza y la igualdad de clases se encuentra la nueva estratificación característica de la sociedad industrial avanzada.

Sin embargo, bajo la base popular conservadora se encuentra el sustrato de los proscritos y los «extraños», los explotados y los perseguidos de otras razas y de otros colores, los parados y los que no pueden ser empleados. Ellos existen fuera del proceso democrático; su vida es la necesidad más inmediata y la más real para poner fin a instituciones y condiciones intolerables. Así, su oposición es revolucionaria incluso si su conciencia no lo es. Su oposición golpea al sistema desde el exterior y por tanto no es derrotada por el sistema; es una fuerza elemental que viola las reglas del juego y, al hacerlo, lo revela como una partida trucada. Cuando se reúnen y salen a la calle sin armas, sin protección, para pedir los derechos civiles más primitivos, saben que tienen que enfrentarse perros, piedras, bombas, la cárcel, los campos de concentración, incluso la muerte. Su fuerza está detrás de toda manifestación política en favor de las víctimas de la ley y el orden. El hecho de que hayan empezado a negarse a jugar el juego puede ser el hecho que señale el principio del fin de un período.

Nada permite suponer que sea un buen fin. Las capacidades económicas y técnicas de las sociedades establecidas son suficientemente grandes para permitir ajustes y concesiones a los parias, y las fuerzas armadas están suficientemente entrenadas y equipadas para ocuparse de las situaciones de emergencia. Sin embargo, el espectro está ahí otra vez, dentro y fuera de las fronteras de las sociedades avanzadas. El fácil paralelismo histórico con los bárbaros amenazando el imperio de la civilización crea un prejuicio sobre el tema; el segundo período de barbarie puede ser el imperio continuado de la misma civilización. Pero existe la posibilidad de que, en este período, los extremos históricos se encuentren otra vez: la conciencia más avanzada de la humanidad y la fuerza más explotada. No es más que una posibilidad. La teoría crítica de la sociedad no posee conceptos que puedan tender un puente sobre el abismo entre el presente y su futuro: sin sostener ninguna promesa, ni tener ningún éxito, sigue siendo negativa. Así, quiere permanecer leal a aquellos que, sin esperanza, han dado y dan su vida al Gran Rechazo.

En los comienzos de la era fascista, Walter Benjamin escribió:

Nur um der Hoffnungslosen willen ist uns die Hoffnunggegeben.

[Sólo gracias a aquellos sin esperanza nos es dada la esperanza.]

NOTAS

1
Naturalmente, existe asimismo una oposición en el interior de la clase obrera americana: contra las condiciones de trabajo, contra el trabajo parasitario, embrutecedor, contra la jerarquía en la fábrica, contra el descenso de calidad. Pero esta oposición está aislada del contra-movimiento político, tanto en el interior de los Estados Unidos, como internacionalmente. Sólo esta solidaridad podría apuntar a la totalidad del sistema. Mientras subsista el aislamiento —a menudo efectivamente organizado—, la oposición de la clase obrera permanece como «economicista», es decir, que sirve de base al control de la administración del sistema. Así, el sistema puede «administrar» toda oposición.

2
Los términos «trascender» y «trascendencia» son usados a lo largo de este libro en el sentido crítico y empírico: designan tendencias en la teoría y en la práctica que, en una sociedad dada, «disparan» el universo establecido del razonamiento y la acción hacia sus alternativas históricas (posibilidades reales).

3
El término «proyecto» subraya el elemento de libertad y responsabilidad en la determinación histórica: liga la autonomía con la contingencia. En este sentido se emplea el término en la obra de Jean Paul Sartre. Para una discusión más amplia ver
infra
, capítulo VIII.

4
Ver Capítulo "Perspectivas de contención" en este mismo libro.

5
Ver Capítulo "Perspectivas de contención" en este mismo libro.

6
El cambio en la función de la familia juega aquí un papel decisivo: sus funciones «socializantes» están siendo cada vez más absorbidas por grupos externos y medios de comunicación. Véase mi
Eros y civilización
, Ed. Seix Barral; Barcelona, 1968; págs. 97 ss.

7
Theodor W. Adorno.
Prismen. Kulturkritik und Gesellschaft
. Frankfurt: Suhrkamp. 1955, pág. 24. (Edición castellana, Barcelona: Ariel, 1962.)

8
P. W. Bridgman,
The Logic of Modern Physics
(Nueva York: Macmillan, 1928), pág. 5. La doctrina operacional ha sido refinada y delimitada desde entonces. El propio Bridgman ha extendido el concepto de «operación» hasta incluir las operaciones de «papel y lápiz» de los teóricos (en Philipp J. Frank, The Validation of Scientific Theories [Boston: Beacon Press, 1954], Cap. II). El impulso principal sigue siendo el mismo: es «deseable» que las operaciones de papel y lápiz «sean capaces de un contacto eventual, aunque quizá indirectamente, con las operaciones instrumentales».

9
P. W. Bridgman, The Logic of Modern Physics, loc. cit., pág. 31.

10
A. Zworikine, «The History of Technology as a Science and as a Branch of Learning; a Soviet view»,
Technology and Culture
. (Detroit: Wayne State University Press, invierno de 1961), pág. 2.

11
Ver Capítulo "Perspectivas de contención" en este mismo libro.

12
Gilbert Simondon,
Du mode d'existence des objets techniques
(París: Aubier, 1958), pág. 103, nota.

13
Ver Charles Denby, «Workers Battle Automation (
News and Letters
, Detroit, 1960).

14
Charles R. Walker,
Toward the Automatic Factory
(New Haven: Yale University Press, 1957), pág. XIX.

15
Ibíd.
, pág. 195.

16
Se debe insistir en la estrecha relación entre los conceptos marxianos de explotación y de depauperación, a pesar de las nuevas definiciones posteriores, en las que la depauperación llega a ser un aspecto cultural o hasta tal punto relativo, que puede aplicarse también al hogar suburbano con automóvil, televisión, etc. «Depauperación» connota la
absoluta necesidad
y
exigencia
de subvertir condiciones de vida
intolerables
, y tal necesidad absoluta aparece al principio de toda revolución contra las instituciones sociales básicas.

17
Charles R. Walker,
loc. cit.
, pág. 104.

18
ibíd.
, págs. 104 s.

19
Jean-Paul Sartre,
Critique de la raison dialectique
, tomo I, (París: Gallimard, 1960), pág. 290.

20
Automation andMajor Technological Change
: Impact on Union Size, Structure, and Function. (Industrial Union Dept. AFL-CIO, Washington, 1958), pp. 5 ss. Solomon Barkin,
The Decline of the Labor Movement
(Santa Barbara, Center for the Study of Democratic Institutions, 1961), págs. 10 ss.

21
Ver final del capítulo "Nuevas formas de control" de este mismo libro.

22
Gilbert Simondon,
loc. cit.
, p. 146.

23
Serge Mallet, en
Arguments
. núms. 12-13. París, 1958, pág. 18.

24
Automation and Major Technological Change, loc. cit., Pág. 8.

25
Ibíd.

26
Charles R. Walker,
loc. cit.
, págs. 97 ss. Ver también Ely Chinoy,
Automobile Workers and the American Dream
(Garden City. Doubleday, 1955),
passim.

27
18. Floyd C. Mann y L. Richard Hoffman,
Automation and the Worker. A Study of Social Change in Power Plants
(Nueva York, Henry Holt: 1960), pág. 189.

28
Charles R. Walker,
loc. cit.
, págs. 213 s.

29
Serge Mallet, «Le Salaire de la Technique», en
La Nef
, n. ° 25. París, 1959, pág. 40. Respecto a la tendencia integradora en los Estados Unidos poseemos una sorprendente declaración de un líder sindical de la United Automobile Workers: «Muchas veces, nos reunimos en la sala del sindicato y hablamos de las quejas que los trabajadores presentan y de lo que podemos hacer con ellas. En el momento en que ya he acordado una reunión con la dirección para el día siguiente, el problema ha sido resuelto ya y el sindicato no puede apuntarse la solución de la queja. Esto se está convirtiendo en una batalla de lealtades… La empresa les da a los trabajadores todas las cosas por las que peleamos. Lo que tenemos que encontrar es otras cosas que los trabajadores quieran y que el patrón no esté dispuesto a darles… Estamos buscando. Estamos buscando.»
Labor Looks at Labor. A Conversation
(Santa Barbara: Center for the Study of Democratic Institutions, 1963), páginas 16 ss

30
¿Es necesario todavía denunciar la ideología de la «revolución de los
managers
» La producción capitalista procede mediante la inversión de capital privado para la extracción privada y apropiación de la plusvalía, y el capital es un instrumento social para la dominación del hombre por el hombre. Los aspectos esenciales de este proceso no se alteran por la difusión de las acciones, la separación de la propiedad y la gestión, etc.

31
Ver inicio del capítulo "Las nuevas formas de control" de este mismo libro.

32
Francois Perroux,
La Coexistence pacifique
(París Presses Universitaires, 1958), Vol. III, pág. 600.

33
Stewart Meacham,
Labor and the Cold War
(American Friends Service Committee, Philadelphia, 1959), pág. 9.

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