El beso de la mujer araña (26 page)

Día 13. Domingo.
Ya en posesión de informe. El gerente del Mallorquín, restaurant español en gestión desde hace casi cincuenta años, sito en la calle Salta 56, afirmó que en efecto Gabriel Armando Solé trabaja allí desde hace cinco años como mozo y no tienen la menor duda en cuanto a la honestidad de su persona. No se le conocen ideas políticas extremistas y no asiste a las reuniones de sindicato ni se le sabe que tenga amistades activas en política.

Una sola llamada en casa del procesado, a las 10.43. La misma que llamó días atrás, tía Chicha, insistió con sus palabras en media lengua, pero esta vez quedó establecido que los esperan a las 13 en su casa y que no llegaran tarde que había cocinado algo que primero refirió con un nombre confuso, pero, que después quedó claro que eran canelones. A las 12.30 salieron procesado, madre y tía, tomaron taxi en la esquina de Avenida Triunvirato y Pampa. Bajaron en el número 1998 de la calle Deán Funes, una casa de un solo piso, en el barrio de Patricios. Los recibió una señora gruesa, canosa, con demostraciones de gran cariño allí mismo en el zaguán. Salieron a las 18.55, una muchacha de edad indefinida los llevó en su Fiat 600 de vuelta a la casa. Es preciso anotar que el chofer del taxi miró varias veces hacia atrás en el largo recorrido, percatándose de que se lo seguía, y también el procesado se dio vuelta varias veces, no así las dos señoras. En el camino de vuelta la conductora del Fiat no se apercibió de nada, al parecer.

Día 14. Lunes.
A las 10.05 el procesado llamó al número ya señalado de la boutique, debidamente interceptado desde el viernes 11, y correspondiente al local de la calle Berutti, no allanado en espera de acontecimientos. Quien atendió dijo que en efecto necesitaban de sus servicios y pidió que pasara el próximo lunes 21 a discutir salario, se quejó de que el maestro mayor de obras se había pasado del presupuesto en las refecciones que terminarían dentro de la semana y por lo tanto no le podría pagar al vidrierista como debería ser. A continuación, el procesado llamó al mozo Solé al restaurant. Le dijo que no podría ir al centro porque debía permanecer con su madre. Solé se mostró displicente, no fijaron nueva cita, el procesado prometió llamar a mediados de semana. Solé resulta ya casi descartado como contacto pero recomendamos seguir interceptando teléfono del Mallorquín. A las 15 el procesado se asomó a la ventana y permaneció un rato con la mirada fija en el noroeste como de costumbre. A las 16.18 salió y fue hasta el kiosco, compró dos revistas, por las grandes letras alcanzamos a divisar que una de ellas era la revista de modas
Claudia.
En ese kiosco por otra parte no se venden revistas políticas.

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Día 20. Domingo.
Llamado de Lalo a las 11.48, propuso salir en auto con Mecha Ortiz como el domingo anterior. Se supone que es el apodo de quien manejaba el Fiat en el paseo anterior. Se dieron nombres diferentes, pero no creemos que constituyan código alguno. Esos nombres fueron Delia, Mirta, Silvia, Niní, Líber, Paulina, etc., referidos casi con seguridad a actrices del cine argentino de años atrás. El procesado rechazó la invitación por tener compromiso con su madre.

A las 15.15 se asomó a la ventana, esta vez abierta, suponemos porque había sol y no hacía casi frío, y quedó largo rato mirando en la dirección acostumbrada.

A las 17.04 salió con su madre, tomaron colectivo en la esquina de Pampa y Avenida Triunvirato, bajaron en Avenida de Mayo y Lima, caminaron dos cuadras hasta el teatro Avenida, compraron localidades para el espectáculo de zarzuela, se cruzaron a ver vidrieras mientras llegaba la hora del espectáculo, 18.15. En el intervalo el procesado fue al baño pero no habló con nadie. Después de estar en la platea sin hablar con nadie, salieron a las 20.40. En la confitería de Avenida de Mayo esquina Santiago del Estero tomaron chocolate con churros, no hablaron con nadie. Tomaron el mismo colectivo de vuelta, en la esquina de Avenida de Mayo y Bernardo de Irigoyen.

Día 21. Lunes.
El procesado salió a las 8.37, tomó colectivo hasta Avenida Cabildo, de allí otro a Santa Fe y Callao, de aquí caminó las cinco cuadras hasta el local de la calle Berutti 1805. Habló con dos señores, miraron los espacios dedicados a vidrieras, le sirvieron café. Salió y repitió el mismo viaje en dos colectivos hasta su casa. A las 11.30 llamó a su amigo Lalo, al Banco de Galicia donde trabaja, hablaron con seriedad, seguramente por estar el individuo en su trabajo. El procesado solamente comunicó que había arreglado para empezar a trabajar al día siguiente, a pesar de que no habían definido el salario. El otro llamado del día fue de la tía Lola, habló con la madre del procesado, se alegraron con la noticia del empleo.

Día 22. Martes.
El procesado salió de casa a las 8.05, y llegó a la boutique casi a las 9, corriendo las dos últimas cuadras. A las 12.30 salió a almorzar, en una lechería de la calle juncal entre Ayacucho y Rio Bamba. Allí hay un teléfono público, de allí realizó una telefoneada. Es preciso señalar que marcó el número tres veces y colgaba inmediatamente, luego habló por espacio de unos tres minutos. Esto resulta extraño considerando que en el local donde trabaja el procesado hay teléfono, y allí en la lechería tuvo que hacer cola para conseguir el teléfono libre. Se controlaron inmediatamente los teléfonos de la casa del procesado, del restaurant Mallorquín y del Banco donde trabaja su amigo, y se constató que no era con ninguno de ellos que hablaba. El procesado salió del empleo a las 19 y llegó a su casa minutos después de las 20.

Día 23. Miércoles.
El procesado salió de casa a las 7.45 y llegó al empleo a las 8.51. Habló desde allí a su amigo Lalo a la casa de éste, a las 10, le agradeció su recomendación y luego pasó el tubo a uno de los dueños quien habló con Lalo a quien lla- mó siempre Soraya, y en un momento de la conversación se pudo saber el por qué del apodo, ya que el individuo le dijo «te llamás para siempre así, porque sos una mujer que no puede tener hijos», palabras textuales. El otro, Lalo, a su vez lo llamó Reina Fabiola, por la misma razón. Cabe señalar que el modo en que constantemente cambian nombres hace pensar que es todo no premeditado, juego que no oculta código.

A las 12.30 el procesado salió, tomó taxi y llegó a la casa matriz del Banco Mercantil, se dirigió a la ventanilla de ahorros, retiró una suma y de allí tomó taxi a la calle Suipacha 157 y entró en una escribanía donde fue imposible seguirlo por causas obvias. Salió 18 minutos más tarde y tomó taxi hasta el local de la calle Berutti. Allí desenvolvió un sandwich que había traído desde la mañana de su casa, y lo comió de pie mientras tomaban medidas de telas con uno de los dos dueños. Salió a las 19.20 y llegó a su casa mediante los medios de transporte habituales a las 20.15. A las 21.04 volvió a salir, tomó un colectivo hasta la esquina de Federico Lacroze y Álvarez Thomas, allí tomó otro hasta Avenida Córdoba y Medrano. De allí caminó hasta Soler y Medrano. Se detuvo cerca de la esquina, sobre Medrano, allí esperó cerca de una hora. Cabe señalar que la esquina esa, siendo confluencia pocos metros más allá, de otra calle, Costa Rica, permite una vigilancia total por parte de quien acude a la cita desde cuatro puntos de vista diferentes, y por consiguiente se deduce que fue elegida por alguien experto en eludir la vigilancia policial. El procesado esperó sin hablar con nadie, pasaron varios coches pero ninguno paró. El procesado volvió a su casa, según parece sin apercibirse de la vigilancia. La suposición del Consejo es que se dio cita con alguien que se percató de la vigilancia.

Día 24. Jueves.
Según informe aparte, el procesado retiró del Banco todos sus ahorros, dejando la cifra mínima requerida para no cerrar la cuenta. Tenía ese dinero desde antes de ser encarcelado. En la escribanía «José Luis Neri Castro» dejó un sobre lacrado a nombre de su madre, no otra cosa que el dinero retirado, según declaración del titular del estudio citado. Las actividades del procesado fueron mínimas, salió de mañana a su empleo, comió un sandwich allí mismo con café, que toman varias veces al día hecho allí mismo en el local. Volvió a su casa directamente, a las 20.10. Anotamos también, según orden superior, que se ha resuelto no hacer trascender por conducto de prensa la confesión imaginaria de Arregui al procesado Molina y la intervención de éste como agente de inteligencia. La resolución fue tomada porque se considera posible e incluso inminente el contacto del procesado con los allegados de Arregui.

Día 25. Viernes.
El procesado acudió a su empleo por la mañana, salió a las 12.30 y fue a almorzar solo a algunas cuadras de allí, en la pizzería de Las Heras 2476. Antes habló por teléfono público repitiendo las tres llamadas y colgando, como la vez anterior. Habló breves minutos. Comió solo, o mejor apenas probó la comida, que dejó casi íntegramente en el plato. Volvió a su trabajo. Salió a las 18.40, tomó en Callao un colectivo hasta Congreso donde tomó el tren subterráneo hasta estación José María Moreno. Caminó hasta Riglos y Formosa. Allí esperó treinta minutos, el espacio de tiempo ordenado por la Dirección para detenerlo en caso de que antes no viniera nadie a su encuentro, y proceder a interrogarlo. Los dos agentes de la CISL, ya en contacto con la patrulla, procedieron a la detención. El procesado exigió que le mostraran credenciales. En ese momento dispararon desde un auto en movimiento, cayendo heridos el agente Joaquín Perrone, del CISL, y el procesado. La llegada de la patrulla, pocos minutos después, no logró dar caza al vehículo de los extremistas. De los dos heridos, Molina expiró antes de que la patrulla pudiera aplicarle primeros auxilios. El agente Perrone resultó con herida en un muslo y seria contusión por la caída. La impresión de Vásquez y de los integrantes de la patrulla, por el desarrollo de los acontecimientos, es que los extremistas prefirieron eliminar a Molina para que no pudiese confesar. Además, la acción previa del procesado concerniente a su cuenta bancaria, indica que él mismo temía que algo le podía suceder. Más aún, si estaba a sabiendas de que era vigilado, su plan, en caso de ser sorprendido en actitud comprometida por las fuerzas del CISL, pudo haber sido uno de los dos siguientes: o pensaba escapar con los extremistas, o estaba dispuesto a que éstos lo eliminaran.

El presente informe se ha redactado en original y tres copias, a ser distribuidas a las reparticiones correspondientes.

XVI

—¿Cuál es la herida que le duele más?

—Ah… ah… ah…

—No hable, Arregui… si le duele tanto.

—Po… por a… cá…

—Tiene quemaduras de tercer grado, qué animales.

—Ah… ay, no… por favor…

—¿Y cuántos días lo tuvieron sin comer?

—T… tr… tres…

—Qué bestias…

—Escuche… no vaya a decir nada, prométame.

—…

—Mueva la cabeza si quiere o no. Porque lo que le han hecho es una brutalidad, y va a sufrir mucho unos cuantos días. … Escúcheme, voy a aprovechar que no hay nadie en primeros auxilios y le doy morfina, así descansa. Si está de acuerdo mueva la cabeza. Pero nunca lo vaya a contar, porque me echan a la calle.

—…

—Bueno, en un minuto se le va a pasar.

—…

—Así, un pinchacito de nada, y se va a aliviar.

—…

—Cuente hasta cuarenta.

—uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince

—Los golpes que le han dado son de no creer. Y la quemadura en la ingle… Va a tardar semanas en cicatrizar. Pero usted no vaya a contar esto porque estoy listo. Ya mañana le va a doler menos.

—… veintinueve, treinta, treinta y uno, treinta y dos, treinta y… tres treinta y… ¿qué número sigue?, ya no se oye ninguna pisada, ¿será posible que no me sigan más?, está tan oscuro que si no juera por usted que sabe el camino y va adelante, yo no avanzaría, de miedo a caerme en algún pozo, ¿y cómo es posible que haya recorrido tanto trecho si estoy agotado, sin comer?, y si de a ratos me quedo dormido, ¿cómo es posible que camine y no me caiga?, «no tengas miedo, Valentín, el enfermero es buena persona y te va a cuidar», Marta…, ¿dónde estás?¿cuándo llegaste?, yo no puedo abrir los ojos porque estoy dormido, pero por favor acercate a mí, Marta… no dejes de hablarme, ¿no me podrías tocar?, «no tengas miedo, te estoy escuchando, pero todo con una condición, Valentín», ¿cuál?, «que no me escondas nada de lo que pienses, porque en ese momento, aunque te quiera oír ya no voy a poder», ¿no nos oye nadie?, «nadie», Marta, he estado muy mal…, «quiero saber como estás ahora», ¿y no habrá alguien escuchando, alguien esperando que delate a mis compañeros?, «no», Marta querida, te oigo hablar adentro mío, «porque estoy adentro tuyo», ¿es cierto?, ¿y así va a ser siempre? «no, eso será mientras yo no tenga secretos para vos, como vos no los vas a tener para mí», entonces te cuento todo, porque este enfermero tan bueno me está llevando por un túnel larguísimo hasta una salida, «¿está muy oscuro?», sí, él me dijo que al fondo se ve una luz, muy lejos, pero yo no sé si es cierto porque estoy dormido y por más que me esfuerce no puedo abrir los ojos, «¿en qué pensás en este momento?», tengo tan pesados los párpados que me es imposible abrirlos, tengo tanto sueño, «yo oigo correr agua, ¿y vos?», el agua que corre entre piedras siempre es limpia y si pudiera alcanzar con la mano hasta donde corre el agua, me mojaría la punta de los dedos y después las pestañas para despegarlas, pero tengo miedo, Marta, «tenés miedo de despertarte y estar en la celda», ¿entonces no es cierto que alguien me va a ayudar a escaparme?, no me acuerdo, pero este calorcito que estoy empezando a sentir en las manos y la cara es como el que da el sol, «es posible que se esté haciendo de día», no sé si el agua está limpia, ¿me animo a tomar un sorbo?, «siguiendo la dirección del agua seguramente se podrá llegar hasta donde desemboca», es verdad, pero me parece que es un desierto lo que estoy viendo, no hay árboles, ni casas, nada más que los médanos que siguen y siguen hasta donde me llega la vista, «¿en vez de desierto, no será mar?», sí, es mar, y hay un trecho de playa muy caliente, tengo que correr para no quemarme la planta de los pies, «¿qué más estás viendo?», ni de un lado de la costa ni del otro se ve el velero pintado en cartón, «¿y qué se oye?», nada, no se oyen maracas, el ruido de las olas y nada más, a veces son olas más grandes que rompen con fuerza y llegan hasta cerca de donde empiezan las palmeras, Marta… me parece que cayó una flor en la arena, «¿una orquídea salvaje?», si las olas llegan se la van a llevar mar adentro, ¿y cómo es posible que el viento se la lleve justo en el momento en que yo iba a agarrarla?, y la lleva hasta mar adentro, y no importa que desaparezca debajo del agua porque sé bucear y me zambullo, pero en el mismo lugar donde yo estoy seguro de que cayó la flor… lo que se ve ahora es una mujer, una nativa, podría alcanzarla si ella no se me escapara nadando tan rápido, no la alcanzo, Marta, y es imposible gritarle debajo del agua y decirle que no tenga miedo, «debajo del agua se oye lo que se piensa», me mira sin miedo, se ha atado al pecho una camisa de hombre, pero ya estoy tan cansado, no tengo más oxígeno en los pulmones después de nadar debajo del agua, pero Marta, la nativa me toma la mano y me lleva hasta la superficie, se lleva un dedo a los labios en señal de que no le hable, los nudos mojados atados tan fuerte que no puede deshacerlos si no es con mi ayuda y mientras desato los nudos ella mira para otro lado, …yo no me acordaba que estaba desnudo y la estoy rozando, la isleña roja de vergüenza se abraza a mí, mi mano está caliente y la tocay la seca, le toco la cara, el pelo largo hasta la cintura, las nalgas, el ombligo, los senos, los hombros, la espalda, el vientre, las piernas, los pies, otra vez el vientre, «¿puedo pedirte que pienses que ella soy yo?», sí, «pero a ella no le digas nada, no le hagas el menor reproche, dejala que crea que soy yo, aunque falle en algo», con un dedo en los labios la nativa me hace seña de que no diga nada, pero a vos Marta yo te cuento todo, que siento lo mismo que sentía con vos, porque estás conmigo, y que ya pronto me sale un chorro blanco y caliente de adentro, la voy a inundar, ay, Marta, qué felicidad, yo te cuento todo así no te vas, para que estés conmigo en todo momento, sobre todo ahora, en este instante, ¡que no se te ocurra irte en este preciso instante! el más lindo de todos, ya, sí, no te muevas, callada es mejor, ya, ya, y después, al rato, también te cuento que la nativa cierra los ojos porque tiene sueño, quiere descansar, y si yo cierro los ojos quién sabe cuándo los volveré a abrir, los párpados me pesan tanto, si se hace de noche no me voy a dar cuenta porque estoy con los ojos cerrados, «¿y no tenés frío?, es de noche y estás durmiendo destapado, el aire del mar está fresco, ¿no sentiste frío en toda la noche?, tenés que contarme», no, no sentí frío, mi espalda toca esta sábana tan lisa y tibia sobre la que dormí todas las noches desde que llegué a la isla, y no sé cómo explicarte, mi amor, pero la sábana me parece… que es en realidad una piel muy suave y tibia, de mujer, y no se ve más nada en este lugar que esa piel que llega hasta donde la vista me alcanza, no se ve más que la piel de mujer acostada, soy como un granito de maíz en la palma de su mano, ella está acostada en el mar y levanta la mano y desde aquí arriba puedo ver que esta isla es una mujer, «¿la nativa?», la cara no alcanzo a verla, está allá lejos, «¿y el mar?», como siempre, voy nadando debajo del agua y no se ve el fondo de tan profundo que es pero debajo del agua mi madre oye todo lo que pienso y estamos hablando, ¿querés que te cuente lo que me pregunta?, «sí», bueno… me pregunta si es cierto todo eso que sacaron los diarios, que murió mi compañero de celda, en un tiroteo, y si fué culpa mía, y si no me da vergüenza de haberle traído tanta mala suerte, «¿qué le contestaste?», que fue culpa mía, y que estoy muy triste, pero que no hay que ponerse triste porque el único que sabe es él, si estaba triste o estaba contento de morirse así, sacrificándose por una causa buena, eso solamente lo habrá sabido él, y ojalá, Marta, de veras lo deseo con toda mi alma, ojalá se haya muerto contento, «¿por una causa buena? uhmm… yo creo que se dejó matar porque así se moría como la heroína de una película, y nada de eso de una causa buena», eso lo sabrá él sólo, y hasta es posible que ni él lo sepa, pero yo en la celda no puedo dormir porque él me acostumbró a contarme todas las noches películas, como un arrorró, y si alguna vez salgo en libertad no lo voy a poder llamar e invitarlo a una cena, él que me invitó tantas veces, «¿y en este momento qué es lo que más te gustaría comer?», voy nadando con la cabeza afuera del agua así no pierdo de vista la costa de la isla, y estoy muy cansado al llegar a la arena, no quema más porque el sol ya no está tan fuerte y antes que se haga de noche tengo que buscar alguna fruta en la selva, no sabés qué linda es esta mezcla de palmas, de lianas, a la noche está todo plateado, porque la película es en blanco y negro, «¿y la música de fondo?», maracas muy suaves, y tambores, «¿no será una señal de peligro?», no, es música que anuncia, al iluminarse un foco muy fuerte, la aparición de una mujer muy rara, con vestido largo que brilla, «¿de lamé plateado, que le ajusta la figura como una vaina?», sí, «¿y la cara?», tiene una máscara, también plateada, pero… pobrecita… no puede moverse, ahí en lo más espeso de la selva está atrapada, en una tela de araña, o no, la telaraña le crece del cuerpo de ella misma, de la cintura y las caderas le salen los hilos, es parte del cuerpo de ella, unos hilos peludos como sogas que me dan mucho asco, aunque tal vez acariciándolos sean tan suaves como quien sabe qué, pero me da impresión tocarlos, «¿no habla?», no, está llorando, o no, está sonriendo pero le resbala una lágrima por la máscara, «¿una lágrima que brilla como un diamante?», sí, y yo le pregunto por qué es que llora y en un primer plano que ocupa toda la pantalla al final de la película ella me contesta que es eso lo que no se sabe, porque es un final enigmático, y yo le contesto que está bien así, que es lo mejor de la película porque significa que… y ahí ella no me dejó seguir, me dijo que yo quería encontrarle explicación a todo, y que en realidad hablaba yo de hambre, aunque no me animase a admitirlo, y me miraba, pero cada vez más triste, y le caían más lágrimas, «más diamantes», y yo no sabía qué hacer para quitarle la tristeza, «yo sé lo que le hiciste, y no estoy celosa, porque nunca más la vas a ver en la vida», es que ella estaba muy triste, ¿no te das cuenta? «pero te gustó, y eso no tendría que perdonártelo» pero nunca más la voy a ver en la vida, «¿y es cierto que tenés mucho hambre?», sí, es cierto, y la mujer-araña me señaló con el dedo un camino en la selva, y ahora no sé por dónde empezar a comer tantas cosas que me encontré, «¿son muy sabrosas?», sí, una pata de pollo al espiedo, galletitas con pedazos grandes de queso fresco y rodajas arrolladas de jamón cocido, y un pedazo tan rico de fruta abrillantada, de zapallo, y con una cuchara al final me como todo el dulce de leche que quiero, sin miedo de que se termine porque hay mucho, y me está viniendo tanto sueño, Marta, no te podés imaginar qué ganas tengo de dormir después de comer todo lo que me encontré gracias a la mujer-araña, y después de que me coma una cucharada más de dulce de leche y después de dormir… «¿ya te querés despertar?», no, mucho mucho más tarde, porque de tanto comer estas cosas ricas me ha venido un sueño muy pesado, y voy a seguir hablando con vos en el sueño, ¿será posible?, «sí, éste es un sueño y estamos hablando, así que después también, no tengas miedo, creo que ya nadie nos va a poder separar, porque nos hemos dado cuenta de lo más difícil», ¿qué es lo más difícil de darse cuenta?, «que vivo adentro de tu pensamiento y así te voy a acompañar siempre, nunca vas a estar solo», claro que sí, eso es lo que nunca me tengo que olvidar, si los dos pensamos igual vamos a estar juntos, aunque no te pueda ver, «eso es», entonces cuando me despierte en la isla te vas a ir conmigo, «¿no querés quedarte para siempre en un lugar tan lindo?», no, ya está bien así, basta de descanso, una vez que me coma todo y después de dormir ya voy a estar fuerte otra vez, que me esperan mis compañeros para empezar la lucha de siempre, «eso es lo único que no quiero saber, el nombre de tus compañeros», ¡Marta, ay cuánto le quiero!, eso era lo único que no te podía decir, yo tenía miedo de que me lo preguntaras y de ese modo sí te iba a perder para siempre, «no, mi Valentín querido, eso no sucederá, porque este sueño es corto pero es feliz»

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