Star Wars Episodio V El imperio contraataca (23 page)

BOOK: Star Wars Episodio V El imperio contraataca
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En el centro mismo de la habitación apareció Darth Vader erguido y triunfante.

—Estas derrotado —se jacto el Oscuro Señor del Sith—. Es inútil que te resistas. ¡Te unirás a mí o te reunirás con Obi-Wan en la muerte! Mientras Vader hablaba, un ultimo fragmento pesado voló por el aire, golpeó al joven jedi y lo arrojó a través de la ventana rota. Todo se convirtió en una inmensa niebla mientras el viento le arrastraba, hasta que logró sujetarse a un saliente con una mano.

Cuando el viento amainó y su visión se aclaró, Luke se dio cuenta que colgaba del caballete del eje del reactor exterior a la sala de controles. Miró hacia abajo y vio lo que parecía ser un abismo infinito. Le acometió un mareo y se frotó los ojos cerrados en un esfuerzo por evitar ser victimas del pánico.

En comparación con el reactor en forma de vaina del que colgaba, Luke era una mancha en comparación con el resto de la enorme cámara.

Firmemente sujeto al saliente con una sola mano, Luke logró sujetar el sable en el cinturón para luego aferrarse con ambas manos. Se alzó, trepó al caballete y se irguió justo a tiempo para ver a Darth Vader que se acercaba andando sobre el eje.

Mientras Vader se aproximaba a Luke, a través de las cavernosas habitaciones se oyó el eco de una transmisión del sistema de altavoces:

—Los fugitivos se dirigen hacia la plataforma 327. Bloquead los transportes. Todas las fuerzas de seguridad deben estar alerta.

Avanzando amenazador hacia Luke dijo:

—Tus amigos jamás lograrán escapar y tú tampoco.

Vader dio otro paso; Luke levantó instantáneamente su sable, dispuesto a reanudar la batalla.

—Estás derrotado —afirmó Vader con horrible seguridad y tono irrevocable—. Es inútil que resistas.

Pero Luke resistió, se abalanzó sobre el Oscuro y asestó un violento golpe con su fulminante rayo láser, que le atravesó la coraza y le abrasó la carne. Vader se tambaleó y Luke tuvo la sensación de que estaba terriblemente dolorido. Pero fue una impresión pasajera. Una vez más, Vader avanzó en su dirección.

Mientras daba otro paso, Vader le advirtió:

—No te dejes destruir como Obi-Wan.

Luke respiraba con dificultad y su frente estaba perlada de sudor frío. Pero la mención del nombre de Ben le infundió una repentina resolución.

—Calma... —se recordó a sí mismo—. Mantén la calma.

Pero el sonriente espectro avanzó a zancadas por el estrecho caballete, con la aparente intención de quitarle la vida al joven jedi.

O peor aún, su frágil alma.

Lando, Leia, Chewbacca y los androides cruzaron deprisa por un pasillo. Dieron la vuelta en una esquina y vieron que la puerta de la plataforma de aterrizaje estaba abierta. Al otro lado vieron el
Millennium Falcon
, que les esperaba para la fuga. Pero súbitamente la puerta se cerro. Se ocultaron, agachados en un hueco, desde el que vieron la llegada de un pelotón de soldados de asalto con sus armas láser en pleno funcionamiento. Estallaron fragmentos de suelo y de pared que volaron por los aires con el impacto del rebote de los rayos de energía.

Chewbacca rugió en tanto devolvía el fuego con salvaje ira wookie. Cubrió a Leia, que aporreaba, desesperadamente el panel de control de la puerta, pero ésta no se movió.

—¡Artoo! —gritó Threepio—. El panel de control. Tú sabes anular el sistema de alarma.

Threepio hizo un gesto al pequeño robot a darse prisa; Al mismo tiempo señaló un enchufe de computadora en el tablero de controles.

Artoo-Detoo corrió hacia el panel de controles emitiendo bips y silbando en su prisa por ayudar.

Lando, contorsionándose el cuerpo para evitar los ardientes rayos láser, operó febrilmente para conectar su intercomunicador con el intercomunicador del panel.

—Soy Calrissian —anunció por el sistema de comunicación—. El Imperio está tomando el control de la ciudad. Os aconsejo que la evacuéis antes de la llegada de las tropas imperiales.

Apagó el comunicador. Sabía que había hecho lo posible por advertir a su pueblo; ahora su tarea consistía en sacar a sus amigos sanos y salvos del planeta. Entretanto, Artoo quitó la cubierta de un conector e insertó un brazo de computadora en el enchufe. El androide emitió un breve bip, que de repente se convirtió en un atroz aullido robótico.

Empezó a temblar mientras sus circuitos se encendían en un delirante despliegue de brillos destellantes y todos los orificios de su casco escupían humo. Lando lo apartó violentamente del enchufe de energía. Cuando el androide empezó a apaciguarse lanzó unos débiles bips en dirección a Threepio.

—La próxima vez debes prestar más atención —respondió Threepio a la defensiva—. Se supone que yo no tengo por que conocer la diferencia entre un enchufe de energía y un alimentador de computadoras. Sólo soy un interprete...

—¿A nadie se le ocurre una solución? —gritó Leia sin dejar de disparar a los soldados atacantes.

—Probaremos otro camino —contestó Lando por encima del fragor de la batalla.

El viento que ululaba a través del eje del reactor absorbía por completo los sonidos del choque de los sables de luz.

Luke atravesó ágilmente el caballete y se refugió debajo de un enorme instrumento para escapar de su enemigo. Pero Vader le alcanzó en un instante y utilizando su sable, a la manera de una guillotina, desprendió el instrumento. El complejo instrumento empezó a caer pero bruscamente quedó atrapado por el viento e inició un movimiento ascendente.

Un instante de distracción era todo lo que Vader necesitaba. Cuando el instrumento empezaba a flotar, Luke le dirigió una involuntaria mirada. En ese segundo el rayo láser del Oscuro Señor cortó la mano del joven Luke, cuyo sable de luz también voló por los aires.

El dolor era atroz. Luke percibió el repugnante olor de su propia carne chamuscada y se apretó el antebrazo debajo de la axila para aplacar el dolor. Retrocedió por el caballete hasta llegar al otro extremo, acechado en todo momento por la aciaga visión del manto negro. El viento amainó brusca y amenazadoramente. Luke comprendió que ya no tenía dónde huir.

—No hay salida —le advirtió el Oscuro Señor del Sith desde la enormidad de su figura del ángel negro de la muerte—. No me obligues a destruirte. Eres vigoroso con la Fuerza. Ahora debes aprender a utilizar el lado oscuro. Únete a mí y juntos seremos más poderosos que el emperador. Completaré tu entrenamiento y regiremos juntos la galaxia. Luke se negó a ceder a las insinuaciones de Vader.

—¡Jamás me uniré a usted!

—¡Si conocieras el poder del lado oscuro! —prosiguió Vader sin hacer caso de sus palabras—. Obi nunca te habló de lo que le ocurrió a tu padre, ¿verdad?

La mención de su padre estimuló la furia de Luke.

—¡Me dijo lo suficiente! —chilló—. Me contó que usted lo mató.

—No —replicó Vader serenamente—. Yo soy tu padre.

Atónito, Luke contemplo incrédulo, al guerrero vestido de negro y retrocedió ante semejante revelación.

Los dos guerreros, padre e hijo se miraron a los ojos.

—¡No, no! Eso no es verdad... —dijo Luke, negándose a creer lo que acababa de oír—. Es imposible.

—Analiza tus sentimientos —Vader parecía la versión maligna de Yoda— y sabrás que es verdad.

Vader apagó su sable de luz y extendió una mano firme y tentadora a Luke. Desconcertado y horrorizado por las palabras de Vader, Luke gritó:

—¡No! ¡No!

Vader continuó con tono persuasivo:

—Tú puedes destruir al emperador, Luke. Él lo ha previsto. Es tu destino. Únete a mí y juntos podremos gobernar la galaxia como padre e hijo. Ven conmigo. Es tu única salida.

La mente de Luke era un remolino. Finalmente todo empezaba a encajar en su cerebro. ¿O no? Se preguntó si Vader estaría diciendo la verdad... si el entrenamiento de Yoda, las enseñanzas del santo anciano Ben, su propia lucha por el bien y su odio al mal, si todo aquello por lo que se había esforzado sólo era una mentira.

No quería creer a Vader o intentaba convencerse a sí mismo de que era éste quien le mentía, pero de algún modo sentía la verdad en las palabras del Oscuro Señor. ¿Pero si éste decía la verdad, se preguntó por qué le había mentido Ben Kenobi? ¿Por qué? Su mente se agitaba con mayor fuerza que cualquier viento que el Oscuro Señor pudiese arrojar sobre él.

Las respuestas ya no parecían tener importancia. Su Padre.

Con la serenidad que el propio Ben y Yoda el maestro jedi, le habían enseñado, Luke Skywalker tomó una decisión que podía ser la última de su vida.

—Jamás —exclamó mientras daba un paso hacia el vacío abismo que se abría a sus pies, tan inconmensurable era la profundidad que podía haber estado cayendo en otra galaxia.

Darth Vader avanzó hasta el extremo del caballete para observar cómo se hundía Luke. Empezó a soplar un fuerte viento que hizo ondular el manto negro a sus espaldas mientras permanecía asomado al borde del precipicio. El cuerpo de Skywalker descendió rápidamente.

En su caída de cabeza, el herido jedi buscó desesperadamente algo a lo que cogerse para interrumpir la caída.

El Oscuro Señor observó hasta ver el cuerpo del joven Luke tragado por un enorme tubo de escape de un costado del eje del reactor. Luke desapareció; Vader se volvió rápidamente y avanzó a zancadas por la plataforma.

Luke atravesó a toda prisa por el eje de escape, tratando de sujetarse a los costados para amortiguar la caída. Pero las suaves y lustrosas paredes del tubo no tenían asideros ni bordes.

Finalmente llegó al extremo del túnel, cayendo pesadamente de pie contra una parrilla circular que daba a un hueco aparentemente sin fondo y se movió de su lugar por el impacto del impulso de Luke, cuyo cuerpo empezó a deslizarse a través de la abertura. Frenéticamente aferrado al liso borde interior del tubo, Luke pidió socorro.

—Ben... Ben, ayúdame —imploró desesperadamente, mientras gritaba, sintió que sus dedos se deslizaban por el interior del tubo mientras su cuerpo se acercaba más aún a la enorme abertura.

En Ciudad de las Nubes reinaba el caos.

En cuanto los residentes de toda la ciudad oyeron la transmisión de Lando Calrissian se sintieron presas del pánico. Algunos reunieron algunas de sus pertenencias y otros se precipitaron a las calles sin recoger nada con la intención de escapar. En breve las calles de la ciudad se vieron llenas de seres humanos y no humanos que corrían desordenadamente. Los soldados imperiales de asalto cargaron tras los fugitivos, e intercambiaron con ellos rayos láser en furiosa y clamorosa batalla.

Lando, Leia y Chewbacca, en uno de los corredores centrales de la ciudad, rechazaban a un pelotón de soldados mediante fuertes y constantes descargas de rayos láser. Era indispensable que Lando y sus acompañantes no cejaran pues habían llegado a otra entrada que les daría acceso a la plataforma de aterrizaje... si Artoo lograba abrir la puerta.

Artoo se esforzaba por quitar la placa del panel de control de la puerta, pero debido al ruido y a la distracción que significaban las descargas de rayos láser que le rodeaban, al pequeño androide le resultaba difícil concentrarse en su tarea. Mientras trabajaba emitía refunfuñones bips para sus adentros, lo que hizo pensar a Threepio que su compañero parecía un borracho.

—¿De qué hablas? —le preguntó a Artoo—. No nos interesa la hiper transmisión del
Millennium Falcon
, está reparada. Limítate a decirle a la computadora que abra la puerta.

En el momento en que Lando, Leia y el wookie llegaban a la puerta esquivando los rayos láser de los guerreros imperiales, Artoo empezó a lanzar bips triunfantes y la puerta se abrió de par en par.

—¡Lo lograste, Artoo! —exclamó Threepio, que de haber tenido colocado el otro brazo hubiera aplaudido—. Ni un solo instante dudé de ti.

—¡Si no nos damos prisa no lo conseguiremos! —gritó Lando.

La servicial unidad R2 resultó útil una vez más. Mientras los demás cruzaban la entrada, el regordete robot esparció una espesa bruma —densa como las nubes que rodeaban ese mundo— que ocultó a sus amigos de la mirada de los soldados de asalto invasores. Antes de que la nube se dispersara, Lando y los demás avanzaban a toda carrera hacia la Plataforma 327.

Los soldados imperiales siguieron disparando contra la reducida banda de fugitivos que corría en dirección al
Millennium Falcon
. Chewbacca y los robots abordaron el carguero mientras Lando y Leia los cubrían con sus armas abatiendo a más guerreros del Imperio.

Al iniciarse el agudo rugido de los motores del
Falcon
, que luego se convirtió en un ensordecedor gemido, Lando y Leia descargaron unos cuantos rayos más de brillante energía. A continuación corrieron a todo correr rampa arriba. Entraron en la nave pirata y la escotilla principal se cerró a sus espaldas. Cuando el carguero empezó a moverse, oyeron una cortina de fuego láser imperial que sonó como si la totalidad del planeta se estuviera haciendo trizas desde la base.

Luke ya no podía frenar su inexorable deslizamiento por el tubo de escape.

Se deslizó unos pocos centímetros más y luego cayó a través de la neblinosa atmósfera. Su cuerpo giraba y sus brazos aleteaban con la esperanza de sujetarse a algo sólido. Después de lo que pareció un siglo logro aferrarse a una veleta electrónica que sobresalía de la superficie inferior de Ciudad de las Nubes, en forma de proa, Firmemente sujeto de la veleta se sintió abofeteado por el viento y las nubes que giraban a su alrededor. Pero su fortaleza empezaba a decaer; no creía que pudiera permanecer mucho más tiempo suspendido por encima de la gaseosa superficie.

Todo era silencio en la carlinga del
Millennium Falcon
.

Leia se dedicaba a recuperar el aliento después de la carrera, sentada en el asiento de Han Solo.

En su mente giraban imágenes del coreliano, pero hizo todo lo posible por no preocuparse por él, por no echarle de menos.

Detrás de la princesa y mirando por encima del hombro de ella hacia el cristal delantero, se veía a un silencioso y exhausto Lando Calrissian.

La nave empezó a moverse lentamente y cobró velocidad mientras recorría la plataforma de aterrizaje.

El gigantesco wookie, en su asiento de copiloto, movió una serie de llaves que produjeron una serie de danzantes luces en el panel principal de control de la nave. Chewbacca tiró del regulador y empezó a guiar la nave hacia lo alto, hacia la libertad.

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