—¡Block! dijo débilmente
—Estrella, ¿qué haces tú aquí? dijo Block
—¿de dónde sales, Block? dijo Estrella intentando sonreír
salieron a la calle; estaban los dos sin saber qué hacer, en la entrada del cine…
—¿has venido sola? dijo Block
—sí… ¿tú también?
—sí… ¿qué tal estás, Estrella?
—estoy bien… ¿tienes tiempo? ¿te apetece dar un paseo?
—sí, dijo Block… claro que tengo tiempo
echaron a caminar sin rumbo por las calles del viejo Países, siguiendo la insinuación descendente de las calles, el impulso ascendente de los callejones…
—¿qué haces últimamente? preguntó Estrella… supongo que debes estar muy ocupado
—estoy intentando escribir, dijo Block… he empezado una novela… sigo yendo a las clases, he decidido terminar el curso en el Abuelo del Mar… pero la verdad es que no, no estoy muy ocupado…
—¿no? dijo Estrella… pues ¿cómo no me has llamado en todos estos días?
—tú tampoco me has llamado a mí, dijo Block
—cierto… en realidad, dijo Estrella, estaba esperando a que me llamaras tú… todos los días pensaba que me ibas a llamar, o que aparecerías de pronto por casa para irnos a algún sitio…
—el domingo te llamé… y el lunes por la mañana… pensé que estabas fuera de Países
—el domingo no dormí en casa… me invitaron a una fiesta en Soñada y me quedé allí a dormir… o sea que, finalmente, sí me llamaste…
—muy a mi pesar, sí… Estrella, la verdad es que no quería llamarte…
—lo sé, lo sé
—Estrella, dijo Block, para mí no ha sido nada fácil vivir estos meses pasados… he pasado un verdadero infierno…
—¿de verdad? dijo ella mirándole con sus ojos azules y tristes
—estaba todo el día pensando en ti… creo que por eso empecé a distanciarme de Jaime… y él también comenzó a distanciarse de mí… no ha sido algo planeado, por supuesto, simplemente ha pasado así…
—es cierto, ya no os veis tanto como antes
—estaba todo el día pensando en ti, dijo Block… te sentía por todas partes… me parecía oler el olor de tu piel en el aire… pero me dije que tenía que renunciar a ti, y renuncié… ¿te molesta que hablemos de esto?
—no, dijo ella bajando los ojos
—estaba como loco… estaba poseído por ti, pero no quería llamarte… en realidad esperaba que me llamaras tú… no quería hacer nada, no quería encontrarme contigo a espaldas de Jaime, pero lo cierto es que estaba todo el día esperando a que tú me llamaras… llegó un día en que me di cuenta de que tú nunca me ibas a llamar… que tú, simplemente, no estabas interesada… me di cuenta también que en realidad nunca había renunciado a ti, porque me gustaba esa planta rara, esa sustancia huidiza, la esperanza… y entonces decidí matar mi esperanza…
—¿matar la esperanza? dijo Estrella… ¿es posible hacer tal cosa?
—no lo sé, dijo Block… pero durante los últimos tiempos me sentía más tranquilo… pensaba que ya lo había superado, que por fin las cosas habían vuelto a la normalidad… entonces Jaime se marchó de la ciudad, y me di cuenta de que nada había cambiado…
—comprendo, dijo Estrella
habían llegado a uno de los miradores del viejo Países, el mirador de San Honorio, que tiene una pequeña iglesia del siglo XVII, una fuente, un ciprés y una ondulante barandilla de hierro suspendida sobre el paisaje de la ciudad… apoyaron los codos en la barandilla metálica… en las junturas de las piedras nacían pequeñas y humildes flores amarillas… una diminuta mariposa azul con motas moradas como diluidas gotas de tinta china se posó en una de las flores, que se balanceó suavemente bajo su peso…
—no te preocupes, Block, dijo Estrella… no te preocupes…
—he lamentado tantas veces lo que pasó aquella noche, dijo Block… si no te hubiera dicho nada esa noche, podríamos haber seguido viviendo dentro de nuestro maravilloso y embrujado tiempo fuera del tiempo… fue el Año Nuevo, ¿te das cuenta? el Tiempo, el que destruyó nuestro Invierno de zarzamora…
—pero Block… no tenías otro remedio… tenías que decírmelo…
—quizá… pero podría habértelo dicho de otra forma, en otro momento… además fue casi… ¡fue casi un intento de violación!
Estrella soltó una carcajada
—no te rías, dijo Block riendo también…
—Block, no te preocupes, dijo Estrella rodeándole el brazo y acercándose a él…
—¿por qué me dices que no me preocupe?
—porque no quiero que te preocupes, dijo Estrella estrechándose contra él… Block, para mí tampoco ha sido fácil… he pasado una temporada de mucha confusión…
quedaron inmóviles… Estrella apoyó la cabeza en su hombro, y Block sintió su peso, su calor, su perfume, y de pronto se sintió poseído por una maravillosa calma… se dio cuenta de que era ella todo lo que necesitaba en el mundo… no necesitaba riquezas, ni honores, no necesitaba la belleza ni el arte, no necesitaba ser un príncipe ni un bohemio, sólo necesitaba a Estrella para entrar en parinirvana, la suave extinción del deseo… oh, amor de las tardes claras y tranquilas, con campanadas distantes, las golondrinas girando en el cielo y ella a nuestro lado… oh, paz de las tardes del sur, con los dorados racimos de dátiles de las palmeras surgiendo de los rosados muros de los jardines, oh, paz sin fronteras del amor, oh, amor, juventud, luz de las tardes transparentes, música inolvidable de nuestra vida…
—aquella noche, dijo Estrella al cabo de unos instantes, con una sonrisa divertida en el rostro, la noche de Año Nuevo…
—sí
—fue una locura total… Block, te pusiste a desnudarme, allí, en mi propia habitación y con Jaime al otro lado de la puerta…
—lo siento
—si yo no hubiera parado, ¿hasta dónde habrías llegado, Block?… estás completamente loco… tuve que saltar de la cama, tuve que huir, literalmente…
diálogos de la mariposa con la flor… la mariposa abrió las alas y se abandonó a la brisa, y la flor amarilla siguió balanceándose unos instantes…
—y después de aquella noche, dijo Estrella… ni siquiera una vez has intentado hablar conmigo…
—¿hablar? dijo Block…
«oh, pensó, pero entonces no has comprendido… no has comprendido el sentido de mi silencio… el amor de nuestro silencio compartido…»
—te he estado evitando, es cierto, dijo Block…
—no entiendo cómo has podido, dijo Estrella, dejarlo así, separarte así, sin una palabra…
quedaron los dos en silencio, con la mirada perdida en las cúpulas de Países, los tranvías azules y amarillos trepando por entre los tilos de las avenidas inclinadas, la cúpula dorada del palacio de Loidaz, la poliantea de los árboles del parque del palacio, una bandera de Verdulia, rojo amapola, azul turquesa y rampante ciervo de oro, inmóvil en su mástil blanco entre las copas de los árboles…
—Estrella, dijo Block, jamás mis ojos se han posado ni se posarán nunca sobre una criatura más radiantemente hermosa que tú… tú eres para mí la luz, la bendición y la vida; eres la mujer de mi vida, el ángel de mis sueños… pensaba que podía dejar de amarte, pero no puedo… he intentado olvidarte, pero no puedo olvidarte…
—pero yo no quiero que me olvides, Block
Block la miró a los ojos… iba a decir algo, pero no pudo siquiera despegar los labios, porque los labios de Estrella estaban unidos a los suyos… ella se separó y le miró con sus ojos ligeramente estrábicos, luego cerró los ojos y volvió a besarle…
así comenzó la transubstanciación… se sentaron en un banco, entre los evónimos del jardín de la iglesia… Block, dijo Estrella, he pasado unos meses de enorme confusión… Block, eres una especie de seductor, rio Estrella, me has seducido, me has enamorado, simplemente no puedo resistirme a ti… yo tampoco puedo resistirme a ti, dijo Block, mientras sus bocas entreabiertas se unían una y otra vez… he pasado un infierno… pensaba en llamarte, pensaba en ti y me ponía a temblar… cuéntame eso, explícame eso de que te ponías a temblar, dijo Estrella… no podía hacer nada ni concentrarme en nada, dijo Block, salía a la calle y me ponía a andar sin rumbo… sentía que tú y yo estábamos solos en Países, no podía hacer nada en todo el día, sólo podía pensar en ti… ¿pensabas en mí y me deseabas? dijo Estrella jugando… dime, Block, ¿me deseabas?… oh, Dios mío, dijo Block, hasta ponerme enfermo… pero cuéntamelo, explícamelo, dijo Estrella… soñaba contigo, dijo Block, soñaba despierto, todo el día… cuéntame tus sueños, dijo Estrella en susurros, ¿en qué soñabas? ¿soñabas que hacías el amor conmigo?… sí… soñaba que te desnudaba muy despacio, como aquella noche, soñaba con tu precioso cuerpo… ¿soñabas con mi precioso cuerpo? rió Estrella… mi querido Block… mi precioso cuerpo… a veces, dijo Block, estaba en medio de la calle, paseando, y de pronto me sentía tan cerca de ti —a veces era como si estuviéramos juntos, tu piel junto a la mía, como si la lluvia fueras tú… tú eras el monzón de mayo, tú llovías sobre Países, tú te abrías en el cielo… dime más cosas, Block… háblame, decía Estrella, todavía jugando, háblame de mi precioso cuerpo… ¿soy preciosa para ti?… para mí eres Venus, dijo Block… siempre lo has sido, desde el primer momento, desde el momento en que te vi aparecer por la puerta el día que volviste de Mallorca… yo también he soñado contigo, dijo Estrella, yo también he pensado en ti… Block, ¿cómo has podido estar así sin llamarme?… no lo sé, Estrella… Block, tú sabías que yo te estaba esperando… no lo sabía, dijo Block, o quizá lo sabía y no quería creerlo… Block, suspiró Estrella, ¿está muy lejos tu casa?… no, está muy cerca, dijo Block… ¿cómo de cerca?… a cinco minutos de aquí, dijo Block… vamos, dijo Estrella, vamos ahora mismo a tu casa a hacer el amor… ¿ahora mismo? dijo Block, jugando… ¿tiene que ser ahora mismo?… así comenzaba la primavera; así brotaba la flor; el niño sonreía a la sombra de una araucaria; así era la felicidad… quiero ser tuya, le susurró Estrella al oído, quiero ser tuya, Block… quiero que tomes mi precioso cuerpo… sus besos les rodeaban como serpientes enamoradas; no eran los monstruos de Sardanápalo, sino las dulces Lilith y Melusina; Block deslizaba su mano sobre las costillas de Estrella, sobre uno de sus senos, suave e insondable, como si la tela del vestido sólo guardara la curva producida por una corriente de agua, y sentía cómo toda ella se transformaba, y cómo él se transformaba también cuando ella, Lilith y Melusina, se enlazaba y le besaba en el cuello… ya que Estrella era Venus, la diosa de las mujeres, era Eva y Lilith…
más tarde, en la casa de Block, Estrella recostada en el sofá, se quitaba los zapatos cruzando un pie sobre otro… tenía el pecho desnudo, y Block besaba sus pezones rosados… Block la llamaba Diotima, su amante espiritual… no, le pidió Diotima, no te quites ese collar, quédate así, con la camisa desabrochada… Franz, el amante intelectual, besaba y mordía suavemente los pezones de Diotima, su amante espiritual… ¿quién inventaría esa forma tan graciosa? dijo Franz, esa sensación de que avanzan hacia adelante, de que se sostienen suspendidos en el aire… Dios mío, murmuraba Diotima casi en éxtasis; y luego: no creo que eso que haces sea bueno para mis pezones… ¿te duele?… me haces daño, pero también me causa placer, decía Diotima… me duele cuando me muerdes, Block, pero me produce un placer increíble… ya que para ella seguían siendo Block y Estrella, los amantes primitivos, los ingenuos dioses de la lluvia… Dios mío, murmuró Diotima quitándose la camisa… Block hubiese deseado largas horas de este parinirvana, de este diálogo contemplativo, pero Estrella quería entregarse a él inmediatamente, la pasión era más ardiente en ella, y en él más reflexiva… estaba tan excitada que hubiera deseado que, nada más entrar en la casa, se desnudaran los dos completamente y Block la poseyera, allí mismo, en la alfombra, o en la cama, pero Block, Franz, el amante intelectual, había llevado a su Diotima al sofá, había desabrochado su camisa, y se había arrodillado a su lado para cubrirla de besos y caricias… ella se había desabrochado el sujetador, pero Franz, deslumbrado ante la visión de su pecho desnudo, y deseando prolongar aquel juego lo más posible (ya que, como a todo amante intelectual, le gustaba mucho más el desnudarse de la mujer amada que la desnudez) le había impedido que se quitara más prendas de ropa…
basta, basta, dijo Diotima, si sigues así me vas a matar… Diotima se tendió en el sofá ondulando, y el uno al otro, «en el lecho del amor juntos trabados», tal como dijera el poeta, se entreabrían las ropas, con esa mixtura de extremada suavidad y falta de comedimiento que hace tan delicioso el amor intelectual al enlazarse con el amor espiritual… Block besó sus muslos ardientes y suaves como una seda rosa de Benarés, sedosos como dos largos pétalos de rosa; una diminuta y tensa pieza de encaje azul protegía su monte de Venus, avanzando como la proa de un barco al encuentro de su amante; a Block le sorprendió y le excitó la inesperada prominencia de esta montaña de la dicha, en la cual Tanhäuser gastó muchos de sus mejores años; cuando la rozó con los dedos, Estrella gimió y se arqueó sobre los blandos almohadones como una odalisca o como un cisne agonizante… Block la llevó a la cama —la llevó en brazos, y ella le besaba con la boca abierta, como una sirena… oh, las palabras de Diotima, su amada espiritual, su alma gemela: «Block, le decía ella al oído, quiero ser tuya, amor mío, quiero ser tuya ahora mismo…» esas palabras tenían la virtud de excitar extraordinariamente a Franz —hasta el punto de hacerle olvidar que él era un amante intelectual, y de dejarle absolutamente en brazos de su Diotima (aunque este juego que ella practicaba de expresar la excitación o el abandono sensual a través de frases murmuradas al oído de su amante, tal como ya había hecho en la glorieta de los evónimos, revelaba una inesperada faceta intelectual en el arte del amor de Diotima —en el fondo, era un diablillo…)… no podía Diotima explicar en aquellos instantes a Franz cuál era su concepto del amor sensual, y por qué seguir el impulso de sus pasiones en el orden o desorden que éstas sugirieran le parecía tan importante: el amor comenzaba para ella en los cuerpos desnudos, libres de la tiranía de las ropas… rechazaba el «desnudamiento» como un hábito morboso e intelectual, y defendía la superioridad espiritual de la desnudez edénica, la luz clara, una bandeja de frutas lavadas cerca del lecho y un poco de incienso ardiendo en un rincón… y aunque esta vez Diotima no pudo llevar a cabo su «puesta en escena» a la vez naturalista y mística, sí convenció a Franz de que descendieran o «se soltaran» de sus representaciones y torturadas caricias, para caer, directamente, en lo que un autor persa habría llamado, no muy metafóricamente, el Jardín del Amor… ya que era éste un reinado de formas frutales y florales, de humedad y perfume… ella juntó los muslos, obediente al último gesto intelectual de su amante, mientras él le sacaba sus bragas azules por debajo de las nalgas, y luego los entreabría de nuevo para recibirle, y él cubría de besos el pliegue rosado de su sexo y descubría las vagas formas de flor de su vulva… sobresalía del pliegue la pequeña cresta floral del clítoris, como un pequeño idolito rosado, y Block pasaba suavemente la lengua sobre este idolito, jugaba con él, lo despertaba, lo acariciaba… el más suave roce con aquel idolito provocaba en ella un desfallecimiento; era el principio de la transubstanciación… con murmullos casi inaudibles, Diotima iba guiando las caricias de su amado Block, más abajo, murmuró, un poco más abajo… pasando la crucecita del ídolo, una especie de bóveda rosada guiaba los pasos del iniciado hacia allí donde su cuerpo se entreabría… entonces comprendió Block el misterio de la forma de Estrella, la «clave» para interpretar su persona mística, ya que la forma de Estrella, el misterio de su belleza, consistía en que era una belleza en la que se podía penetrar, era una forma que se abría, y que ella no era una escultura o un arquetipo de la belleza, sino un ser vivo, una mujer… era una sensación dulce y delicada introducir un dedo en su vagina y sentir la calidez y suavidad del interior de Estrella; para un amante intelectual como Franz, esta sencilla caricia provocaba un placer, un «éxtasis de conocimiento», quizá más intenso que ningún otro, ya que gracias a ella
sentía
de una forma intelectual (frente al hecho
actual
, naturalista y místico) lo que era penetrar a su amada… se enfrentaban así dos modos de comprender el erotismo: el
in potentia
de Franz, y el
actual
de Diotima… pero ella, cerrando los muslos, no le dejó continuar… ¿acaso quería su amado Block que todo el placer se agotara
antes
de consumarse la unión? ella no le dijo nada, no repitió de nuevo aquellas frases que tanto le excitaban; había también una escuela de ternura y de dulces besos… ahora sus bocas estaban una encima de la otra y se besaban con suavidad —había una detención, un enamorado ensimismamiento, ya que había llegado el momento en que iban a hacer el amor… él colocó uno de los almohadones de pluma debajo de su nuca, y ella se incorporó sonriendo, pero no volvió a recostarse… avanzó, le hizo incorporarse un poco empujándole con sus labios extendidos, también parecidos a flores, y luego, apartándose los cabellos que le caían por la cara y cerrando los ojos como el que necesitaba concentrarse en una tarea, conversó unos instantes con su pene… lo cogió con su mano derecha, tiró con suavidad hacia abajo y descubrió completamente el rosado mascarón; la punta de su lengua se deslizó por el frenillo del glande, y luego todo el rosado ariete se introdujo entre sus labios, y a Block le maravillaba la franqueza y la simplicidad de esta conversación, y también su ternura… era una caricia dulcísima, quizá la más dulce… era un saludo, una bienvenida y también una preparación para el amor… finalmente, ella se tendió de nuevo; sus labios brillaban… ahora, murmuró Estrella, ven, amor mío, ven… Estrella levantó los muslos; las yemas de los dedos de Block acariciaron el muslo derecho hacia arriba, y al llegar al tendón de la rodilla, empujó suavemente, de modo que las piernas de Estrella pasaron por encima de sus hombros… amor mío, ten cuidado así, dijo Estrella, penetrarás mucho y puedes hacerme daño… el camino era tan suave que Block alcanzó en seguida el cuello del útero, y ella dio un gemido de dolor… intenta hacer eso muy despacio, muy suave, dijo ella, como una caricia, y entonces será maravilloso… Franz no comprendía… el roce con el fondo de la vagina, explicó Estrella sonriendo, cuando llegas hasta el cuello del útero, pero si es demasiado fuerte, resulta doloroso… ¿como una caricia? dijo Franz encantado con la idea, ¿quieres que te acaricie allí dentro…? pero no hubo tiempo para nada de eso, el placer les sorprendió, les arrastró como un mar de verano desatado sobre sus cabezas… y de pronto, el placer era el amor… el cuerpo de Block y el cuerpo de Estrella
eran
el amor de Block y Estrella, y él sentía cómo su carne y la carne de ella se fundían… de pronto, su cuerpo exhalaba un chorro de luz brillante en el interior de ella, y el placer era tan intenso que no podía ser solamente algo físico… ¿algo metafísico, una experiencia mística? algo parecido, quizá, a una experiencia mística… la realización plena del amor, la fusión de la carne y el alma… la transubstanciación… sus almas enamoradas necesitaban del placer sensual, en el instante del placer, sus almas se fundían… la felicidad sexual era una felicidad de tipo espiritual —era como la vibración de una campana de bronce y la forma misteriosa en que la vibración perdura aún mucho después de que el sonido ha desaparecido: el bronce seguía vibrando y sus cuerpos seguían sintiendo placer; incluso cuando él ya estaba inmóvil, sentía que ella todavía estaba sintiendo placer… y con los últimos espasmos del orgasmo, ella empezó a llorar… todavía seguía vibrando el bronce de la campana, los espasmos del placer de Estrella se mezclaban con los espasmos de las lágrimas… así se consumó la transformación…