El mundo mediterráneo en tiempo de Jonás
Fue Senaquerib quien estableció en Nínive la residencia real casi un siglo después de Jonás; y Nínive sólo continuó siendo una ciudad conquistadora del mundo durante tres cuartos de siglo. Su fama ensombrece con mucho la de Calaj, en parte porque el imperio asirio alcanzó su extensión máxima cuando Nínive era su capital; y en parte porque, cuando Nínive era capital el imperio asirio era amo de Judea, de modo que la ciudad recibió amplia mención en la Biblia.
Más adelante, el autor del libro se refiere a Nínive en pretérito:
Jonás 3.3.
Era Nínive una ciudad grande sobremanera...
El uso del pretérito es una indicación de que el libro no sólo se escribió o recibió su forma definitiva después del 612 aC, cuando Nínive fue destruida, sino mucho después, cuando su recuerdo se había debilitado y necesitaba refrescarse.
Jonás no estaba dispuesto a predicar en Nínive, y quizá podamos expresarle nuestra simpatía por ello. Si a un judío de tiempos de Hitler le hubiesen pedido que predicase arrepentimiento en la ciudad de Berlín, habría manifestado un rechazo semejante.
En consecuencia, Jonás se embarcó rumbo a Tarsis, en el extremo occidental del Mediterráneo (v. cap. 11). Hay cierto henoteísmo por parte de Jonás, porque su acto sólo puede entenderse si creía que Dios no tenía poder fuera de Israel y que cuanto más apartado estuviese de ese reino, más débil sería la mano divina.
Pero el autor no es henoteísta, y deja claro que no se puede huir de Dios mediante la simple distancia física. Una tormenta azota al barco y los marineros tratan de salvarse aligerando la embarcación y arrojando al mar la carga innecesaria. También echan a suertes para averiguar quién de ellos ha encolerizado a los dioses; la suerte recae sobre Jonás, que en seguida es arrojado por la borda
Desde entonces, a una persona u objeto que causa mala suerte a los que le rodean se le llama «jonás». Su equivalente en
slang
inglés, «jinx», no se deriva de Jonás, a pesar de que ambas palabras contengan la «j» y la «n».
Una vez en el agua, Jonás experimenta algo de lo más insólito:
Jonás 2. 1.
[236]
Yahvé había dispuesto un pez muy grande para que tragase a Jonás, y Jonás estuvo en el vientre del pez por tres días y tres noches.
Como el libro es novelesco, lo mejor sería considerará «pez muy grande» como un elemento fantástico, un monstruo mitológico y dejarlo así. Sin embargo, la popularidad de la historia y los largos siglos durante los cuales se creyó que describía una historia verdadera, han dado lugar a discusiones interminables sobre tal criatura.
Popularmente, se cree que el pez de Jonás fue una ballena. No puede discutirse esto diciendo que la ballena no es un pez, pues ello no es más que un argumento que se corresponde con la clasificación de los biólogos modernos, que describen a la ballena como un mamífero de sangre caliente y con pulmones, en lugar de un verdadero pez, de sangre fría y con branquias. Pero antes de la existencia de la biología moderna, la palabra pez se aplicaba a cualquier criatura del mar. Por tanto, en tiempos bíblicos un pez muy grande podía significar fácilmente una ballena.
La hipótesis de que el pez es una ballena se arraigó en la mentalidad cristiana por el hecho de que Jesús se refirió a ello de la siguiente manera:
Mateo 12.40.
... como estuvo Jonás en el vientre del cetáceo tres días y tres noches...
Si lo que se tragó a Jonás fue una ballena, nos encontramos con el hecho de que la única especie de ballena con una garganta suficientemente grande para tragarse a un hombre entero es el cachalote, la más voluminosa de las ballenas provistas de dientes. Hay ballenas más grandes que tienen en la boca barbas o láminas córneas. Tales barbas sirven para quebrantar a los seres diminutos con que se alimentan esos animales enormes. Esas ballenas tienen la garganta de un tamaño adecuado al de las criaturas que comen, y no pueden tragarse una mano, y mucho menos a un hombre entero.
Los cachalotes no se encuentran en el Mediterráneo v, desde el punto de vista físico, es completamente imposible que se puedan tragar a un hombre y que, además, éste sobreviva tres días y tres noches en un encierro semejante. Pero todas las dificultades desaparecen si se recuerda que el libro de Jonás es un relato fantástico.
Jonás se arrepiente y el pez lo deja en tierra firme. Se le repite la orden de marchar a Nínive y esta vez Jonás obedece. Se pasea por la ciudad, proclamando que Nínive será destruida en cuarenta días.
Y después, para sorpresa de Jonás, todo Nínive se arrepiente, del rey para abajo. Todos se vistieron con sacos y ayunaron. Esto es un milagro mayor que la estancia de tres días en el vientre del pez y, por supuesto, en la historia secular no hay documentos de acontecimiento tan notable. Y lo que es más significativo, en los propios libros históricos de la Biblia no se hace referencia a tan insólita victoria yahvista. Evidentemente, se trata de otro elemento fantástico.
Pero continuemos. A consecuencia del total arrepentimiento de Nínive, Dios decide no destruir la ciudad. Nínive se salva.
Ante este giro inesperado, Jonás se pone furioso. No quiso emprender la peligrosa misión, trató de escapar y se lo tragó un pez. Y después de todo lo que ha pasado, sus esfuerzos no han servido de nada. Debe suponerse que el fin que perseguía era la destrucción de la ciudad, y no su arrepentimiento. Es probable que albergara esperanzas de que, después de todo, Dios destruyera Nínive:
Jonás 4.5.
Salióse Jonás de la ciudad y se sentó al lado oriental de ésta... hasta ver lo que era de la ciudad.
Jonás 4.6.
Dispuso Yahvé, Dios, un ricino, que creció hasta por encima de Jonás, y haciendo sombra sobre su cabeza...
«Ricino» es la traducción de la palabra hebrea
kikayon
y, según parece, es una versión deficiente. La Revised Standard Version se contenta con esta frase, más general: «Y Yahvé, Dios, suscitó una planta». Lo más probable es que
kikayon
designe a la planta del ricino, común en países tropicales y que crece hasta la altura de un árbol.
Pero Dios hace que la planta muera al día siguiente, y Jonás, al descubrir la súbita ausencia de sombra, se enfurece una vez más. Entonces viene la culminación y la moraleja de la historia:
Jonás 4.10.
Yahvé le dijo: Tú tienes lástima del ricino, en el cual no trabajaste por hacerle crecer...,
Jonás 4.11.
¿y no voy a tener yo piedad de Nínive, la gran ciudad, donde hay más de ciento veinte mil hombres que no distinguen su mano derecha de la izquierda, y además, numerosos animales?
Jonás aprende así una lección de clemencia y de piedad y el autor recalca el amor de Dios hacia todas sus criaturas, rechazando las miras estrechas de los nacionalistas. Aunque los hombres de Nínive sean pecadores, se han arrepentido; y aparte de eso, en la ciudad hay niños demasiado pequeños para distinguir entre su mano izquierda y la derecha a los que no puede considerarse pecadores ni merecedores de la muerte. Y en la frase final se recuerda a Jonás a los animales inocentes de la ciudad; prácticamente el único lugar de la Biblia donde se manifiesta un claro amor a los animales.
Esto constituye el reverso mismo de la primitiva concepción de Dios expresada por la insistencia de Samuel en el exterminio completo de los amalequitas con su ganado incluido, y su denuncia de Saúl por querer poner freno a la destrucción (v. capítulo 9).
Es evidente que el libro de Jonás, como el de Rut, forma parte de esa escuela del pensamiento judío universalista que se oponía a las concepciones nacionalistas de Esdras y de sus seguidores (v. cap. 15). La lección de Jonás es la universalidad de Dios y el atributo de la gracia divina. Los que creen que el libro no es más que la historia de un hombre y de una ballena, no lo entienden en absoluto.
Miqueas • Belén de Efratá • Isaías.
Miqueas es una forma abreviada de Micaías («¿quién es como Yahvé?»). El Micaías más importante de la Biblia es un profeta del tiempo de Acab. Antes de la batalla de Ramot Galad (v. cap. 11), Acab dispuso que los profetas de la corte vaticinaran la victoria. Su aliado, Josafat de Judá, solicitó que también se consultara a un profeta de Yahvé:
1 Reyes 22.8.
El rey de Israel respondió a Josafat: «Queda todavía aquí un hombre por quien podríamos consultar a Yahvé, Miqueas, hijo de Yemla, pero yo le aborrezco, porque no me profetiza bien alguno, me profetiza mal»...
Llaman a Miqueas, quien profetiza la derrota y el desastre. Los demás profetas se burlan de él y se ordena su encarcelamiento.
Por supuesto, no existe ninguna posibilidad de que ese Miqueas sea el autor del libro que lleva su nombre. Miqueas es un israelita, y la batalla de Ramot Galad se libró en el 854 aC. Como declara el primer versículo del libro de Miqueas, el autor es un judeo que predicó un siglo después de la muerte de Acab:
Miqueas 1.1.
Palabra de Yahvé que fue dirigida a Miqueas, de Morasti, en los días de Jotam, Ajaz y Ezequías...
De ese modo, Miqueas es el cuarto de los grandes profetas del siglo VIII aC, contemporáneo de Isaías, de Oseas y de Amós. Mientras Oseas era norteño e Isaías un aristócrata de Jerusalén, Miqueas, como Amós, era un judeo provinciano. Su filiación de morastita le señala como natural de Morasti Gat, ciudad a unos cuarenta kilómetros al sudoeste de Jerusalén, cerca de las fronteras del territorio filisteo.
El hecho de que Miqueas empiece con el anuncio de la destrucción de Samaria, indicaría que los primeros pasajes del libro son anteriores a la destrucción de esa ciudad por Sargón en el 722 aC. Más adelante, denuncia la corrupción de los sacerdotes de Judá y cita las siguientes palabras de Dios:
Miqueas,3.12.
Por eso, por vosotros será Sión arada como un campo, y Jerusalén se convertirá en ruinas...
Un siglo después, este versículo se citó en el libro de Jeremías, cuando el profeta estuvo a punto de ser linchado por su Sermón del Templo. Los que le defendieron, señalaron que Miqueas, como Jeremías, predijo la destrucción del Templo y no fue ejecutado.
Jeremías 26.19.
¿Le hicieron
(a Miqueas)
acaso matar a Ezequías? ... ¿No temieron más bien a Yahvé? ...
La profecía de Miqueas, que el versículo sitúa concretamente en tiempo de Ezequías, debió de referirse al próximo asedio de Jerusalén por Senaquerib. Si es así, no se cumplió enteramente, porque Jerusalén no fue destruida. El uso de la cita en el momento del Sermón del Templo de Jeremías tal vez sirviese también al propósito de calmar al pueblo indignado, recordándole que las profecías de destrucción no debían tomarse muy en serio.
Tras las visiones de destrucción, Miqueas pasa, como es habitual en los profetas, a describir el Estado ideal del futuro y a predecir la llegada del Mesías. Hay algunas hipótesis de que los capítulos mesiánicos de Miqueas son adiciones posteriores a las sentencias del profeta en tiempo de Ezequías; y que los añadidos datan de la época del Exilio, siglo y medio después. Al fin y al cabo fue durante el Exilio cuando cobraron intensidad los deseos y esperanzas mesiánicos.
Prueba de ello es una referencia a Babilonia como lugar de exilio para «la hija de Sión»:
Miqueas 4.10.
... llegarás hasta Babilonia..., allí te redimirá Yahvé
...
En vida de Miqueas, el enemigo era Nínive, y no Babilonia. Si esta referencia no se acepta como una visión profética del futuro inspirada por Dios, entonces debe admitirse que indica, al menos por este versículo, un origen más tardío que la época de Miqueas.
Miqueas se refiere al Mesías en un versículo que se hizo famoso en siglos posteriores:
Miqueas 5.2.
Pero tú, Belén de Efratá, pequeño entre los clanes de Judá, de ti me saldrá quien me señoreará en Israel, cuyos orígenes serán de antiguo, de días de muy remota antigüedad.
Si este versículo es de origen exiliar, es posible que se utilice a Belén de Efratá como un símbolo para referirse a la casa de David por medio de su ciudad ancestral. Cualquier mención directa del advenimiento de un nuevo rey de la dinastía davídica habría hecho sospechar a los babilonios de intento de traición. Si es así, sería la predicción de un reino ideal representado por el linaje de David que, tras su destronamiento y cautividad, se habría convertido en «pequeño entre los clanes de Judá», como dice la Revised Standard Version. (La versión King James dice: «pequeña entre las miles de Judá».)
Los «orígenes» que son «de antiguo, de muy remota antigüedad», se referirían a que el linaje se remontaba a los comienzos de la monarquía, siglos atrás. El término «de muy remota antigüedad» da la impresión de existencia eterna y, por consiguiente, de un Mesías que existiera al mismo tiempo que Dios.
Pese a la interpretación que aquí sugiero, el caso es que Miqueas 5.2 puede interpretarse literalmente como la descripción del lugar donde nacería el Mesías. Llegó a esperarse que el Mesías, como su antepasado David, naciera en Belén.
En su visión del futuro mesiánico, Miqueas vaticinó un tiempo en que las espadas se convertirían en rejas de arado y las guerras cesarían, casi con las mismas palabras de Isaías (v. cap. 23). Como ambos profetas son contemporáneos, es difícil argumentar que Isaías cita a Miqueas o que Miqueas cita a Isaías. Tal vez sea el pasaje una sentencia exiliar pronunciada por algún personaje anónimo que redactores posteriores colocaron en la Biblia de maneras diferentes; uno se lo atribuye a Isaías y otro a Miqueas, con la discrepancia subsiguiente que nunca se ha aclarado.