Las tres ciudades restantes no son ningún misterio. Ereg corresponde a la ciudad conocida como «Uruk» en las antiguas inscripciones de la región. En 1850 se realizaron las primeras excavaciones en la ciudad, que mostraba todos los indicios de haber sido en otro tiempo una metrópolis extensa, con grandes templos y una biblioteca. Eso la remonta por lo menos al 3600 aC. Estaba emplazada sobre el río Éufrates, a unos sesenta kilómetros de su antiguo estuario. Desde entonces, el río ha modificado un poco su curso, y las ruinas de Ereg están ahora a varios kilómetros al este del curso actual del Éufrates.
El mítico Gilgamés (v. este mismo cap.) era rey de esa ciudad, que también fue regida por un conquistador histórico, Lugal Zaggisi, rey de Ereg, que gobernó poco después del 2300 aC. Conquistó otras ciudades-estado sumerias, y fue el primer hombre conocido que rigió un gran imperio en el Tigris-Éufrates. Su reino pudo llegar hasta el Mediterráneo. Pero su triunfo fue breve gracias a otro conquistador, asociado con Acad, la segunda ciudad mencionada en el Génesis 10.10.
En las inscripciones antiguas, Acad, o Akkad, es Acade. Se desconoce su emplazamiento exacto, pero es probable que también estuviera sobre el Éufrates, a unos 220 kilómetros de Ereg, corriente arriba. La ciudad dio su nombre a la parte alta de la región Tigris-Éufrates, que se conoció como Acad.
Los acadios que habitaron esas regiones aguas arriba no se identificaron con los sumerios, aunque adoptaron su cultura. Hablaban una lengua semítica, por ejemplo, mientras que la sumeria no es semítica y, desde luego, carece de parentesco lingüístico conocido.
Al principio, los acadios estuvieron sometidos al dominio sumerio, pero hacia el 2280 aC, un hombre llamado Sharrukin («rey justiciero», en acadio) llegó al poder y estableció su capital en la ciudad de Acade. Para nosotros, ese rey se convirtió en Sargón de Acade. Hacia el 2264 aC derrotó a Lugal Zaggisi y fundó el imperio acadio. El nieto de Sargón, Naram Sin, siguió extendiendo el imperio, que alrededor del 2180 aC alcanzó su punto culminante.
Pero alrededor del 2150 aC, poco después de la muerte de Naram Sin, bárbaros procedentes de las montañas orientales invadieron y conquistaron la región Tigris-Éufrates, acabando con el imperio acadio. Al cabo de un siglo de dominación bárbara, los sumerios lograron la libertad y experimentaron un último período de poder hacia el 2000 aC. Después aparece la ciudad mencionada en el Génesis 10.10.
La ciudad de Babel estaba emplazada sobre el río Éufrates, a unos sesenta kilómetros de Acade corriente abajo. Durante un milenio fue un lugar pequeño y poco notable, mientras que, más abajo del río, las ciudades-estado sumerias florecían y el imperio acadio surgía y declinaba.
Sin embargo, cuando los sumerios se encontraban en su último período de gloria, otro grupo de pueblos del medio Éufrates, los amorreos, dominaron Babel hacia el 1900 aC convirtiéndola en capital de un imperio en expansión.
Bajo el sexto rey de la dinastía amorrea, Hammurabi, que reinó hacia el 1700 aC, Babel se convirtió en una metrópolis mundial y siguió siéndolo durante dos mil años, a pesar de que fue conquistada y saqueada con frecuencia. En realidad, fue la ciudad más brillante del Oriente durante la época del Antiguo Testamento, y nosotros la conocemos mejor por la versión griega de su nombre: Babilonia. Toda la región Tigris-Éufrates se conoce comúnmente como Babilonia, que recibió su nombre de esa ciudad.
Bajo la dominación amorrea, los sumerios terminaron derrumbándose y declinaron rápidamente; perdieron su identidad, pero unos conquistadores tras otros fueron heredando y elaborando su cultura. La lengua desapareció como vehículo vivo de comunicación, pero siguió existiendo como parte de la liturgia religiosa, como el latín en la Iglesia Católica moderna, durante 1.500 años aproximadamente, hasta desaparecer por completo hacia el 300 aC.
Los amorreos no sobrevivieron mucho tiempo al esplendor de Hammurabi. Hacia el 1670 aC, los casitas o cosaenos invadieron Babilonia por el oriente y establecieron una «era oscura» que duró casi quinientos años.
De ese modo, ante la decadencia del sur de Babilonia, las ciudades del extremo norte del valle del río aprovecharon la oportunidad para lograr la supremacía. Mientras el Génesis 10.10 trata del sur de Babilonia, el versículo 10.11 vuelve al Norte.
La versión King James empieza el versículo diciendo: «De esta tierra salió Asur». En la actualidad, esto suele considerarse como una traducción errónea del hebreo. La Revised Standard Version inicia el versículo de este modo: «De esta tierra salió (Nemrod) para Asur».
Asur es la región que se extiende por el curso superior del Tigris-Éufrates, en lo que ahora es el norte de Irak. La ciudad de Asur, que da su nombre a la región, estaba emplazada sobre el río Tigris a unos 365 kilómetros al norte de Babilonia, y fue fundada, tal vez por colonos sumerios, hacia el2700 aC. Asur es más conocida por la versión griega de su nombre: Asiria.
Asiria formaba parte del imperio acadio y luego del imperio amorreo. Sin embargo, los habitantes asirios de la región mantuvieron su identidad y conocieron períodos de gran prosperidad. La capital de la región se trasladó de Asur a ciudades situadas aguas arriba del Tigris; primero, a Calaj, y finalmente a Nínive. (El emplazamiento de la ciudad de Resen, que en el versículo 10.12 se dice que está entre esas dos ciudades, no se conoce; pero la palabra, al igual que Calne, puede no indicar una ciudad.)
El momento crucial de la historia asiria pudo llegar durante el reinado de Salmanasar I, hacia el1250 aC. Se le atribuye la construcción de Calaj y el haber presenciado la introducción en Asiria de la fundición del hierro a través de Asia Menor, donde parece que se inició ese arte.
El uso de armas de hierro daba a un ejército una gran ventaja sobre otro que sólo dispusiera de armas de bronce. Aquel metal es más fuerte que el bronce, y los filos de hierro son más cortantes y se mellan con menor facilidad. El hijo de Salmanasar, Tukulti Ninurta I, se valió de sus guerreros, provistos de armas de hierro, para convertirse en el primero de los monarcas conquistadores asirios.
Pese a derrotas ocasionales, Asiria fue haciéndose cada vez más fuerte, desplazó a los casitas y estableció su dominio por toda Babilonia para extenderse luego más allá de sus fronteras. En la época en que las tradiciones del Génesis recibieron forma escrita, Asiria era la nación más poderosa que el mundo había conocido jamás.
Entonces, parecería que los versículos 10.8.-12 son un breve resumen de 2500 años de historia de la región Tigris-Éufrates, desde el período de las ciudades-estado sumerias, pasando por los imperios acadio y amorreo, hasta llegar al imperio asirio.
¿Y dónde podemos situar a Nemrod en esta larga historia?
Parece que el pasaje bíblico que a él alude, condensa las hazañas de Lugal Zaggisi, de Sargón de Acade, de Hammurabi y de Salmanasar I (y tal vez hasta de Gilgamés), para hacer que esa sola persona refleje la grandeza de sumerios, acadios, amorreos y asirios.
Sin embargo, para los autores del Génesis, los asirios constituían el último y mayor de los imperios del Tigris-Éufrates, y su esplendor tendía a oscurecer el recuerdo de los que habían existido antes. Por consiguiente, al primer monarca conquistador asirio corresponde no sólo el mérito de asentar el poderío asirio, sino también el de realizar todas las hazañas de los reinados precedentes.(Es como si un niño que recibiese una información confusa sobre la primitiva historia de Norteamérica, pero entendiendo perfectamente bien que George Washington fue el primer presidente de los Estados Unidos, escribiera: «George Washington cruzó el océano Atlántico en el Mayflower, descubrió América, conquistó Méjico, construyó la ciudad de Washington y llegó a ser el primer presidente de los Estados Unidos».)
El primer conquistador asirio de fama fue, como ya he dicho, Tukulti Ninurta. Parece muy probable que sirviese de inspiración original a la leyenda griega de Nino. (Si quitamos unas letras a «Ninurta» y le añadimos la «s» que los griegos utilizan de manera invariable en los nombres propios, la palabra se convierte en «Ninus».) En la leyenda griega, Nino funda Nínive sin ayuda de nadie, conquista toda Babilonia y Armenia (Urartu), así como las regiones nómadas hacia el oriente, y funda el imperio asirio.
Parece bastante probable que, de manera análoga, «Ninurta» se convirtiera en «Nemrod» para los redactores del Génesis. En realidad, la breve descripción de Nemrod en estos versículos bíblicos parece señalar a un monarca asirio en particular. El arte asirio era bárbaro y vigoroso, y uno de sus temas retratísticos preferidos era la representación de los reyes en persecución de una pieza de caza mayor. La caza era indudablemente un deporte favorito de aquellos monarcas, que lo divulgaban ampliamente, y no cabe duda de que esa es la razón de que se describa a Nemrod como un «robusto cazador».
Luego, los asirios también sucedieron a los cusitas (Cus) como la potencia dominante en Babilonia, por lo que resulta lógico que se describa a Nemrod como hijo de Cus.
Una vez despachado Nemrod, los autores del Génesis continúan con la genealogía de Came numerando a los descendientes de los hijos de éste, Misraím (Egipto) y Canán. Algunos de ellos no tienen interés especial y de otros trataremos más adelante, en lugar más oportuno.
El Génesis pasa luego a enumerar la descendencia de Sem:
Génesis 10.22.
Son hijos de Sem: Elam, Asur, Arfaxad, Lud, Aram...
Génesis 10.24.
Arfaxad engendró a Salaj, y Salaj a Heber.
Los dos primeros hijos de Sem son Elam y Asur, epónimos de los elamitas y de los asirios, que en la época en que el Génesis recibió forma escrita eran las naciones más poderosas del mundo«semítico». Pongo «semítico» entre comillas porque Elam no era propiamente semita en sentido moderno; su lengua no pertenecía a la familia semítica y era de raíz incierta. Sin embargo, su proximidad a la Babilonia y Asiria semíticas, junto con su larga relación con ambas (aunque sólo fuese a través de una guerra continua), satisface el criterio bíblico del término. Casi al final del período asirio, Elam era el gran adversario invicto de Asiria, de manera que merecía mencionarse como un hijo independiente de Sem. Y como sin duda era el más antiguo, le correspondía ocupar el lugar del primogénito.
Es concebible que los otros tres hijos de Sem representen otras áreas de las fronteras del imperio asirio, aún sin conquistar en el siglo octavo aC.
Sin duda, Aram es el epónimo de las tribus arameas, que surgieron del norte de Arabia hacia el siglo doce aC y se introdujeron en las regiones fértiles de alrededor. Las incursiones arameas contribuyeron a debilitar al imperio asirio tras su primera serie de conquistas bajo los reinados de Tukulti Ninurta I y de Teglatfalasar I, el último de los cuales murió hacia el 1100 aC. Durante los dos siglos siguientes, el imperio asirio permaneció casi en un estado de muerte aparente. El Asía Occidental ganó un respiro y los Estados pequeños pudieron establecerse de manera independiente.
Sin embargo, cuando el imperio asirio se recobró y, después del 900 aC, empezó a expandirse de nuevo, un reino arameo mantuvo su independencia al norte de Canán hasta el 732 aC. Por tanto, para los autores del Génesis merecía mencionarse como un hijo independiente de Sem.
Lud es mucho más polémico. La semejanza fonética hace pensar que Lud sea el epónimo de Lidia, ya mencionada en relación con Magog (v. cap. l). Lidia, al oeste de Asia Menor, mantuvo su independencia frente a Asiria aunque a veces pagó tributo.
Lo que nos excluye a los pequeños reinos de Israel y Judá, que en la época en que el Génesis recibió forma escrita también mantenían una independencia precaria. Como fue en Israel y en Judá donde se recopilaron las dos series principales del Génesis, sin duda los autores los enumeraron como hijos independientes de Sem.
Y lo eran, en cierto sentido. Desde el punto de vista lingüístico, Arfaxad (mejor, «Arpachsad»,como lo cita la Revised Standard Version) es un completo rompecabezas, y ni siquiera parece ser un nombre semítico. Sin embargo, el Génesis 10.24 afirma que Arfaxad era abuelo de Heber, y Heberes el epónimo del pueblo hebreo, que incluiría tanto a los habitantes de Israel como a los de Judá (al igual que a otros pueblos afines).
Una vez terminadas las genealogías, el libro del Génesis continúa relatando la último historia centrada en Babilonia.
Mientras los descendientes de Noé seguían siendo un grupo relativamente pequeño que hablaba la misma lengua, llegaron a Senaar (Sumeria) y decidieron construir una torre gigantesca con la cual «llegar al cielo».
Sin embargo, Dios malogró su propósito dando a cada hombre un lenguaje diferente y haciendo imposible que se entendieran los unos a los otros. Incapaces de proseguir su compleja actividad constructora, tuvieron que abandonarla, y esta historia se utiliza para explicar el nombre de la ciudad en que se construyó la torre:
Génesis 11.9
Por eso se llamó Babel, porque allí confundió Yahvé la lengua de la tierra toda...
En otras palabras, los autores del Génesis derivaron «Babel» de la palabra hebrea
balal
, que significa «mezclado», «confuso» o «confundido». Sin embargo, tal derivación es falsa, porque en lengua babilónica el nombre de la ciudad es «Bab-ilu», que significa «puerta de Dios». De ahí se deriva el hebreo «Babel» y el griego «Babilonia».
Da la casualidad de que en Babel había una torre; en realidad, había torres en la mayoría de las ciudades sumerias y babilónicas. En tales urbes, los templos a los dioses tomaban la forma de pirámides empinadas que ascendían mediante planos inclinados en el exterior. Se les llamaba zigurats.
Un rey sumerio comenzó a construir un gran zigurat, y lo dejó sin terminar tal vez como consecuencia de los desórdenes que llevó aparejados la marcha hacia el sur de Sargón de Acade. El zigurat siguió incompleto durante muchos siglos, y quizá adquiriese fama a causa de su imperfección(como la torre inclinada de Pisa y la Sinfonía Inacabada de Schubert). Es de suponer que sirviera de inspiración para el relato bíblico de la torre inacabada de Babel.
Sin embargo, en el siglo VI aC Nabucodonosor, rey de Babilonia, concluyó la edificación del zigurat más grande que hubiera existido jamás. Estaba formado por siete plantas decrecientes, una por cada planeta. La plataforma inferior medía 92 por 92 metros, y toda la estructura se remontaba a 100 metros de altura.