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Authors: Federico Moccia

Tags: #Romántico

Carolina se enamora (48 page)

—Háblame del arte romano…

Cudini sonríe como diciendo: «¡Genial, ésta me la sé!». Bettoni, como no podía ser de otra forma, saca el móvil y empieza a grabar.

—El arte romano fue prácticamente «robado» de la antigua Siria, las primeras pinturas, además, pertenecían a los babilonios… ¡Y a los sumerios!

El profe Pozzi se levanta las gafas de la nariz como si eso le permitiese oír mejor.

—¿Robado por quién?

—Ah, disculpe…, por los egipcios.

—¿Por los egipcios?

—Pero ¿qué estoy diciendo? Por los franceses.

—Por los franceses…

—No, no, eso es…, ¡por los búlgaros!

En resumen, una retahíla de sandeces que, claro está, nos hacen reír a todos a carcajadas, sobre todo al imaginar que Triello habría sabido responder acertadamente y, en cambio, ahora ha quedado como uno de los más ignorantes de la clase. ¡Y eso sin estar siquiera presente!

—¡No me lo puedo creer, Triello! ¿Has perdido el juicio?

El profe Pozzi golpea la mesa con su dossier.

—¿Se puede saber de qué os reís? De su ignorancia… ¡Muy bien! ¡Me parece fantástico! No debéis reíros, ¿lo entendéis? ¿Qué te ocurre, Triello, te has enamorado? ¿Ha perdido tu equipo favorito? ¿Te ha caído un rayo en la cabeza? Tenías una media de sobresaliente. ¿Y sabes lo que pienso ponerte ahora? ¿Eh? ¿Sabes la nota que te voy a poner? Pues no, ¡no tienes la menor idea! ¡Un suspenso como una catedral!

Ya nos duele la barriga de tanto reírnos.

Cudini insiste.

—Profesor, eso no es justo, algo sí sabía.

—¿El qué?

—¿Cómo que el qué? ¿Acaso no me ha escuchado? Le he enumerado un montón de civilizaciones.

—¡Sí, incluso algunas posteriores a los romanos! ¡Triello, eres la vergüenza de este instituto!

—¡Y usted un borrico que no entiende nada!

La discusión entre ambos llega a tal punto que Cudini-Triello acaba siendo expulsado de la clase tras obtener una nota pésima.

Al día siguiente el auténtico Triello, ya recuperado de su enfermedad, vuelve a clase.

—Hola, ¿cómo estás?

—¿Cómo te sientes?

—¿Todo bien?

Triello nos mira estupefacto. Todo el mundo le pregunta por su estado de salud. La clase jamás lo ha tenido en tan alta consideración.

—¡Estábamos preocupados por ti!

Triello se dirige a su sitio. Evidentemente, nadie le cuenta nada, pero no dejamos de mirarlo y de reírnos.

Por la tarde Cudini le manda un sms: «Echa un vistazo a www.scuolazoo.com. Y… ¡gracias!». Cuando Triello entra en la web y se ve respondiendo a las preguntas del profe Pozzi pese a estar ausente, bueno, casi le da un patatús.

—Mamá…

Sobra decir que, posteriormente, la nota de Triello pasó a Cudini, que, sin embargo, permaneció entre los mejores de www.scuolazoo.com durante diez semanas. Todo un récord.

Febrero me parece el mes más guay del año. En primer lugar porque nací yo, el 3, para ser más exactos, y en segundo lugar porque durante dicho mes se celebra la fiesta de los enamorados. Quiero decir que el hecho de que un mes se elija como el período en que se festeja a los enamorados es ya de por sí importante, ¿no? En cualquier caso, he entendido que el 3 de febrero es un día especial. En esa fecha nacieron varias personas importantes: Paul Auster, escritor; Félix Mendelssohn, compositor, y Simone Weil, una socióloga francesa. No es muy conocida, pero lo que he leído de ella me ha impresionado mucho. Tenía un carácter profundo y sensible, y en eso me reconozco un poco, pero lo que me preocupa es que justo a los catorce años sufrió una crisis adolescente que la llevó a las puertas del suicidio. Cuando lo leí me quedé de piedra. He de reconocer que a mí también se me ha pasado por la mente. Lo he comentado con mis amigas.

—¿En serio? ¿Y por qué?

Clod me mira sin saber muy bien qué decir.

—Me refiero, es absurdo… ¿Cómo se te puede haber ocurrido una cosa así?

—Bah, no lo sé, quizá sea porque todo me parece muy difícil, el mundo de los adultos parece tan… alejado del nuestro que, cuando pienso en lo que nos espera y a lo que deberemos enfrentarnos, preferiría desaparecer.

Alis permanece durante un momento en silencio. Luego nos mira sonriente.

—Yo lo pienso con frecuencia. —Se calla y a continuación prosigue—: Quizá porque me aburro.

Y nos mira con fijeza adrede, de esa forma que sabe perfectamente que nos hace enfadar.

—¡En una ocasión incluso lo intenté!

—¿Y qué hiciste?

—Bebí ginebra para envalentonarme.

—¿Y después?

—Pues luego no sabía muy bien qué hacer, la cabeza me daba vueltas, me sentía fatal. Al final vomité muchísimo. Mi madre se enfadó porque le manché su alfombra preferida, imagínate… En cualquier caso, ahora que ha pasado todo, no puedo soportar la ginebra ni tampoco la alfombra de mi madre… ¿Salimos?

Ese día se compró de todo y compró también cosas para nosotras. Le habían regalado una tarjeta de crédito no sé por qué extraño motivo. Quizá porque le había contado a su madre esa historia y ella, como no sabía qué decir o qué hacer, le había dado la tarjeta en cuestión. Sea como sea, el hecho de que Simone Weil pensase también en el suicidio me hizo sentir mejor. A una se le ocurren una infinidad de cosas y cree que sus pensamientos son extraños y únicos cuando, en realidad, no es así. Todos pensamos determinadas cosas, pero son pocos los que las cuentan. De manera que la tal Simone Weil debió de decírselo a alguien porque, de lo contrario, no figuraría escrito en su biografía, ¿no? ¡En cualquier caso, me encanta esa Simone! Quiero decir que primero era profesora, luego abandonó la docencia, se convirtió en obrera y escribió sus
Cuadernos
, donde figuran todas sus poesías y reflexiones que, según leo, son «de una rara integridad existencial». Bueno, eso me encanta, porque, si bien no acabo de entender del todo lo que significa, es inusual. Creo que se refiere al hecho de que siempre trató de hacer lo correcto y que, por aquel entonces, quizá no resultaba tan fácil, y, además, la circunstancia de que naciese el mismo día que yo o, mejor dicho, yo el mismo día que ella (dado que vino al mundo mucho antes que yo) nos hace muy similares. Al igual que debo de tener grandes afinidades con el escritor Paul Auster y con el compositor Mendelssohn, dos personas profundas y sensibles, famosas en el mundo porque son o fueron capaces de expresar lo que sentían a través de las palabras y de la música.

Un tipo con el que no me identifico en absoluto es, sin embargo, el director de cine Ferzan Özpetek. También nací el mismo día que él, pero de no haber sido porque Rusty lo adora y me llevó al cine, quizá no habría visto jamás una de sus películas. Ahora, en cualquier caso, no, porque sus películas son… ¿cómo decirlo?, dolorosas, eso es. Y hay ya tantas cosas dolorosas en este mundo que a uno se le quitan las ganas de pagar los 7,50 euros que cuesta la entrada para que alguien te cuente durante dos horas cuánto se sufre. Ya lo sé por mí misma…, ¡y a mí no me paga nadie! Pero, dado que Rusty me había regalado la entrada y que él estaba deseando ver la peli, pues fui, aunque he de decir que después de dos días había olvidado ya
No basta una vida
y ni siquiera la mencioné en mi agenda como un «recuerdo negativo». Quizá tenía razón Rusty cuando me dijo: «Oh, Caro…, algún día lo entenderás».

Y él no lo dice como nuestro padre, que parece estar llamándome imbécil cuando lo hace, sino con afecto, eso es, igual que el abuelo Tom. En fin, que me hizo entender que no hay que tener prisa para ciertas cosas, que son sensaciones, emociones que maduran con el tiempo, al igual que ciertas clases de fruta, que resulta maravilloso morder cuando llega el momento adecuado. ¡Pero lo que me vuelve realmente loca es que yo nací el mismo día que «Carosello», el mítico programa televisivo! A ver, no es algo que conozca bien o que haya visto, pero mi madre siempre me ha dicho que era fantástico. La abuela Luci le decía siempre: «Acuéstate después de “Carosello”. »

Y a mi madre le gustaba esta idea. Después de cenar se lavaba los dientes a toda prisa para poder verlo. Que, a fin de cuentas, era simplemente un conjunto de anuncios como los que hacen hoy, sólo que, por aquel entonces, y según me contaba mi madre, estaban protagonizados por los actores más importantes. Y eran sólo anuncios divertidos, con melodías alegres, con muchos dibujos animados, en fin, que por eso mi madre siempre dice: «¡Yo soy hija de “Carosello” y de su buen humor!».

Quizá se deba a eso su manera de saber tomarse la vida con una sonrisa en cualquier caso, incluso cuando está agotada, ha tenido un día complicado, corriendo para volver a casa, con el tráfico y todo lo demás, para prepararnos la cena.

Pero si mi madre es «hija» de «Carosello»… y yo soy hija de mi madre…, ¿no será por eso que me llamó Carolina? ¡A veces tengo unas paranoias realmente absurdas! ¡Sea como sea, mañana es mi cumpleaños y ya no tendré que mentirle al Lore o al Lele de turno, que consideran tan importante el hecho de tener catorce años!

Pero yo digo… ¿será posible que, de repente, mi visión del mundo, lo que opino de mi padre, de Rusty, de la escuela, de los hombres en general y de cualquier otra cosa que pueda habérseme pasado por la cabeza hasta ahora cambie mañana? No. Yo seguiré siendo la misma, con catorce años en lugar de trece, lo que, en el fondo, quizá incluso me traiga suerte.

Sólo hay algo que me da mucha rabia: Dakota Fanning. ¿Sabéis quién es? Una joven actriz estadounidense que cumple catorce años el 23… Bueno, ella ya es mucho más famosa que yo, pese a que vino al mundo veinte días después, de manera que yo soy mayor que ella. Aprendió a leer a los dos años, sí, pero mi madre me ha contado que yo empecé a escribir a los cuatro, de modo que tampoco me quedo corta ¿no? Y, en cualquier caso, no cuenta, porque ella ha tenido la suerte de poder relacionarse en seguida con personas que los demás tal vez no conozcamos en toda nuestra vida: Sean Penn, Robert de Niro, Denzel Washington, Tom Cruise, Steven Spielberg, Paris Hillton, Michelle Pfeiffer… En pocas palabras, si frecuentas a gente mayor sueles aprender algo. Si, además, la gente en cuestión es ésa, ¡no es ningún mérito que aprendas a leer a los dos años!

Sea como sea, tengo que reconocer que es realmente buena. Una noche Rusty trajo a casa
El fuego de la venganza
, y, dado que mi madre no quería que la viese, simulé que me iba a la cama y la vi entera con mi hermano.

¡Es genial! Rusty dijo que Dakota Fanning llega a emocionar en esa película, y que Denzel es único, y yo la verdad es que estoy de acuerdo con él y pienso que mi madre se equivocaba al no querer que yo la viera.

La película no me dio miedo en absoluto. Era un poco violenta, eso es cierto, pero he visto cosas peores con Alis y Clod. La relación entre Dakota y Denzel se parece un poco a la que tenemos Rusty y yo, ambos nos sentimos protegidos. Tal vez sea por ese motivo por lo que, a pesar de que la fama que tiene ya a los catorce años, en realidad no me importaría ser amiga suya, y estoy incluso segura de que nos llevaríamos muy bien.

Bueno, ahora me voy a dormir.

El abuelo Tom me dice siempre que «el secreto para vivir mejor es reír y soñar».

No sé si me reiré o si soñaré cosas bonitas, lo único cierto es que me voy a la cama. Considero que no hay nada mejor que pasar el tiempo esperando una fecha que sabes de antemano que te hará feliz. Y mañana será así. El mero hecho de pasar de los trece a los catorce años y de no verme obligada a contar más mentiras me parece lo más. Bueno, ya no tendré que seguir mintiendo… ¡sobre mi edad! Buenas noches.

A la mañana siguiente. El aroma es fabuloso.

—¡No me lo puedo creer! ¡Mamá! Pero si has preparado el roscón de crema y chocolate…, ¡lo adoro, no hay nada mejor para empezar el día! ¡Gracias!

El desayuno es fantástico.

—¡Felicidades, Caro!

Incluso Ale me parece más simpática. Me ha dado un beso por detrás, un abrazo muy fuerte, y he de decir que jamás habría esperado algo así de ella. Pero lo mejor llega cuando salgo de casa.

—¡Noooo!

Están todos ahí: el abuelo Tom, la abuela Luci, Rusty y, detrás de mí, aparecen mis padres y también Ale.

—¿Te gusta?

—Es preciosa…

Camino con los ojos anegados en lágrimas, conmovida por su regalo: una Vespa 50 Special último modelo, de color negro.

Dios mío, la miro con más detenimiento, tiene algunos arañazos y el sillín beis claro, un color un poco gárrulo. Por lo visto, la han comprado de segunda mano. Camino alrededor de ella, sí, tiene también alguna abolladura… A decir verdad me habría gustado que me regalaran uno de esos cochecitos, un Aixam, para cuando llueve, o un Chatenet gris oscuro con los cristales ahumados como el de Raffaelli… Pero quizá costaba demasiado incluso usado.

De manera que, después de haberla observado con detenimiento, me detengo y, como una consumada actriz, cierro los ojos conmovida.

—Es realmente preciosa…, en serio.

—Me alegro de que te guste, Caro.

Mi madre me da un beso en la frente.

—Tengo que irme pitando a trabajar.

—Yo también, he pedido una hora de permiso para poder asistir a la sorpresa, pero ahora debo marcharme.

—Gracias, papá. Es un regalo verdaderamente bonito.

—Oh.

Hace un gesto con la mano como si pretendiese decir: «Basta, no digas nada más…». Ese tipo de cosas que se hacen cuando no sabes exactamente por qué has hecho algo.

—Ten, esto es para ti.

Ale me da un paquete, lo abro. Es un casco rosa oscuro con un número en lo alto.

—¡14! Genial…

Luego Rusty se acerca y me da otro.

—Y éste por si debes llevar detrás a una de tus amigas… —y añade, alusivo—: o a uno de tus amigos.

—Monísimo, el mismo casco con otro número encima, ¡14 bis!

—Nosotros hemos pensado en la cadena, así no te la robarán…

—No lo digas ni en broma, abuelo, ¡que trae mala suerte!

—¡Carolina!

—Y este llavero…

—¡Es ideal! Ahora mismo meto las llaves…

Han elegido uno con la letra K que es todo de acero, justo como a mí me gusta, como cuando soy Karolina, con K de Kamicaze. En fin, mi yo de cuando intento hacerme la dura y parecer segura de mí misma… y luego… ¡luego no lo consigo! Y la abuela Luci lo sabe de sobra.

Mi madre intenta poner un poco de orden.

—Venga, Rusty, acompaña a tu hermana al colegio o llegará tarde.

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