Authors: Brian Lumley
»Yo estaré cerca, con cuatro o cinco de los miembros más fieles de tu guardia. Lo encerraremos, desnudo, en el lugar que tú digas. Un lugar especial, dentro del recinto del palacio. Entonces, cuando salga el sol, sabrás que has atrapado a un vampiro. ¡Los rayos del sol sobre su carne serán una tortura para él! Pero esto no será por sí solo una prueba suficiente. Y por encima de todo, debemos ser justos. Estando él bien atado, se le abrirán las mandíbulas. Entonces verás, oh príncipe, que su lengua es bífida como la de una serpiente, ¡y roja de sangre!
»Inmediatamente, habrá que clavar una estaca de madera dura en su corazón. Esto lo inmovilizará. Entonces será metido en un ataúd y enterrado en un lugar secreto, donde nadie pueda encontrarlo jamás, un lugar prohibido a los hombres desde aquel día en adelante.»
«¿Dará resultado?»
Aseguré al príncipe que lo daría. ¡Y lo dio! Exactamente como yo había previsto
.
Desde Targoviste hasta los montes cruciformes hay tal vez ciento sesenta kilómetros de distancia. Thibor fue llevado allí con toda la rapidez posible. Nos acompañaron hombres santos, salmodiando exorcismos hasta que creí que iba a vomitar. Llevaba el hábito negro de un monje, con la capucha levantada. Nadie había visto mi cara, salvo Mircea y un puñado de dignatarios de palacio, a todos los cuales había engañado, o si lo preferís, hipnotizado en cierto modo
.
Allí, en la montaña, se construyó enseguida un tosco mausoleo con piedras del lugar; no llevaba ningún nombre ni título, ninguna señal especial; bajo y ominoso en el sombrío claro del bosque, tal como tú lo has visto, sería suficiente para que no se acercasen los curiosos. Años más tarde, alguien grabó el emblema de Thibor en la piedra, tal vez como advertencia adicional
. O
es posible que algún szgany o szekely los siguiera y marcara el lugar, pero temiese o careciese de conocimientos suficientes para levantarlo de allí
.
Pero me he adelantado
…
Lo llevamos allí, a las estribaciones de los Cárpatos, y lo depositamos en su fosa, a cuatro o cinco pies de profundidad en la oscura tierra. Atado con fuertes cadenas de plata y de hierro, y con la estaca aún clavada, estaba seguro en su caja. Yacía pálido como la muerte, con los ojos cerrados, como un cadáver para todo el mundo. Pero yo sabía que no lo era
.
Se estaba haciendo de noche. Dije a los soldados y a los sacerdotes que yo bajaría allí, decapitaría a Thibor y encendería una fogata de ramas en su tumba para quemarlo, y que, cuando se apagase el fuego, llenaría la fosa. Era un trabajo peligroso, de hechicería, les dije, que sólo podía hacerse a la luz de la luna. Ellos debían retirarse, por el bien de sus almas. Y se fueron, se apartaron de allí y me esperaron en el llano
.
Se elevó la luna de afilados cuernos. Miré a Thibor y le hablé a la manera del wamphyri
.
«Ay, hijo mío, a esto hemos llegado. Un día triste, muy triste, para un padre que otorgó a un hijo ingrato grandes poderes que fueron malgastados. Un hijo que no cumplió las órdenes de su padre y fue maldito por eso. Despierta, Thibor, y deja que también despierte lo que hay en ti, pues sé que no estás muerto.»
El abrió los párpados una rendija al percibir mis palabras y, después, abrió mucho la boca al comprender de súbito. Eché atrás la capucha para que pudiese verme, y sonreí de un modo que él recordaba sin duda. Me miró y se sobresaltó. Después observó a su alrededor… ¡y gritó!. ¡Ay, cómo gritó!
Arrojé tierra sobre él
.
«¡Piedad!», vociferó
.
«¿Piedad? ¿Pero no eres Thibor el Valaco, que recibió el nombre de Ferenczy y la orden de cuidar de las tierras de Faethor el wamphyri, durante su ausencia? Y si lo eres, ¿qué estás haciendo aquí, tan lejos del sitio en que debías cumplir tu deber?»
«¡Piedad! ¡Piedad! Respeta mi cabeza, Faethor», gritaba
.
«¡Es lo que pienso hacer!», dije, y le arrojé más tierra
.
Comprendió lo que quería decir, mis intenciones, y se volvió loco; se sacudía, vibraba y amenazaba con desprenderse de la estaca. Introduje un largo y fuerte palo en la tumba y golpeé con él para sujetar mejor la estaca, haciendo que atravesase incluso el fondo del ataúd. En cuanto a la tapa de éste, la dejé simplemente como estaba, de lado sobre el fondo de la fosa. ¿Qué? ¿Acaso iba a taparlo y perder de vista aquella cara frenética y aterrorizada?
«Pero ¡soy un wamphyri!», chilló
,
«Hubieses podido serlo», le dije. «Sí, hubieses
podido
serlo. Ahora no eres nada.»
«¡Viejo bastardo! ¡Cuánto te odio!», rugió con sangre en los ojos, en la nariz, en la boca torcida y abierta
.
«El sentimiento es mutuo, hijo mío.»
«Tienes miedo. Me tienes miedo. ¡
Ésta
es la razón!»
«¿La razón? ¿Quieres saber la razón? ¿Qué ha sido de mi castillo en el Khorvaty? ¿Y de mis montañas, mis bosques umbríos, mis tierras? Yo te lo diré. Los khanes los han tenido durante más de un siglo. ¿Y dónde estabas tú, Thibor?»
«¡Es verdad!», gritó él, a través de la tierra que yo arrojaba sobre su cara. «¡Me
tienes
miedo!»
«Si esto fuese verdad, seguro que te decapitaría.» Sonreí
. «No;
simplemente, te odio más que a nadie. ¿Recuerdas cómo me quemaste? Te maldije por cien años, Thibor. Ahora te toca a ti maldecirme… para el resto de los tiempos. O hasta que te conviertas en piedra en la oscura tierra.»
Y sin decir más, llené su fosa
.
Cuando ya no pudo gritar con la boca, lo hizo con la mente. Yo me regocijé con cada uno de sus alaridos. Entonces encendí una pequeña fogata, para engañar a los soldados y a los sacerdotes, y me calenté durante una hora, pues la noche era fría. Y por fin bajé al llano
.
«
Adiós, hijo mío», dije a Thibor
.
Y lo borré de mi mente, como lo había borrado del mundo, para siempre
…
Y así te vengaste de Thibor
, dijo Harry tras una pausa de Faethor.
Lo enterraste vivo, o no-muerto, para siempre. Bueno, esto pudo servir para tus crueles fines, Faethor Ferenczy, pero, por cierto, no hiciste un gran favor al mundo al dejar que conservase la cabeza. Corrompió a Dragosani y sembró en él su semilla de vampiro y, entretanto, infectó al feto de Yulian Bodescu, que es ahora un vampiro por derecho propio. ¿Sabías estas cosas?
Harry
, dijo Faethor,
en vida fui maestro en telepatía, y en la muerte… Oh, los muertos no quieren hablar conmigo, y no los censuro por ello; pero nada me impide escuchar sus conversaciones. En cierto modo, podría incluso decir que soy un necroscopia, como tú. Oh, he leído los pensamientos de muchos. Y hubo algunos que me interesaron en gran manera, en especial los de aquel cerdo de Thibor. Sí, desde mi muerte, he vuelto a interesarme en sus cosas. Sé lo de Boris Dragosani y Yulian Bodescu
.
Dragosani está muerto
, le dijo Harry, innecesariamente,
pero le he hablado y me ha dicho que Thibor tratará de volver, a través de Bodescu. Pero ¿cómo puede ser? Quiero decir
, estando
Thibor muerto. No no-muerto, sino muerto totalmente, disuelto, acabado
.
Todavía conserva algo de él
, dijo Faethor.
¿Quieres decir materia de vampiro? ¿Protoplasma sin inteligencia, oculto en la tierra, rehuyendo la luz, desprovisto de voluntad consciente? ¿Cómo puede Thibor emplearlo, si ya no puede mandar en ello?
, preguntó Harry.
Una pregunta interesante
, respondió Faethor.
La raíz de Thibor, su enredadera de carne, un seudópodo extraviado, desprendido y dejado atrás, parece ser exactamente lo contrario de ti y de mí. Nosotros somos incorpóreos: mentes vivas sin cuerpos materiales. Y aquello es… ¿qué? ¿Un cuerpo vivo sin mente?
No tengo tiempo para acertijos ni juegos de palabras, Faethor
, le recordó Harry.
No estaba jugando, sino que contestaba a tu pregunta
, dijo Faethor.
Al menos en parte. Tú eres un hombre inteligente. ¿No puedes deducirlo tú mismo?
Esto dio que pensar a Harry; sobre los polos opuestos. ¿Faethor quería decir que Thibor crearía un nuevo hogar para él en un ser compuesto? ¿Una cosa constituida por la forma física de Yulian y el espíritu de vampiro de Thibor? Mientras debatía este problema, Faethor no era excluido de los pensamientos de Harry.
¡Bravo!
, dijo el vampiro.
Confías demasiado en mí
, le dijo Harry.
Todavía no tengo la respuesta. Y si la tengo, no la comprendo. No veo cómo puede gobernar la mentalidad de Thibor el cuerpo de Yulian. No, mientras esté controlado por la mente de éste
.
¡Bravo!
, dijo de nuevo Faethor.
Pero Harry permaneció a oscuras.
Explícate
, dijo el necroscopio, confesando su impotencia.
Si Thibor puede atraer a Yulian Bodescu a los montes cruciformes
, dijo Faethor,
y puede hacer que su enredadera superviviente, la protocarne de la que se desprendió tal vez para este fin, se una con Bodescu
…
¿Podría crear un híbrido?
, se adelantó Harry.
¿Por qué no? Bodescu tiene ya algo de Thibor en él. Está ya influido por él. El único obstáculo, como has indicado, será la mente del joven. Solución: en cuanto esté en él el tejido de Thibor, éste se comerá sin más la mente de Yulian, para hacer espacio para la de Thibor
.
¿Se la comerá?
Harry sintió náuseas.
¡Literalmente!
, exclamó Faethor Ferenczy.
Pero… un cuerpo sin una mente debe morir muy deprisa
, argüyó Keogh.
Un cuerpo humano, sí, si no es mantenido vivo artificialmente. Pero el cuerpo de Bodescu ya no es humano. Sin duda, ésta es la esencia de tu problema. El es un vampiro. Y en todo caso, la transición de Thibor requeriría un breve instante. Yulian Bodescu subiría a los montes cruciformes y aparentemente bajaría enseguida de ellos. Pero en realidad
…
¡Sería Thibor!
, exclamó Harry.
¡Bravo!
, dijo Faethor por tercera vez, aunque no sin ironía.
Gracias
, dijo Harry, sin reparar en el sarcasmo del otro,
pues ahora sé que estoy en el buen camino y que la acción elegida por unos amigos míos es la adecuada. Ahora sólo me queda por hacer una última pregunta
.
¡Oh!
El humor negro había vuelto a la voz de Faethor, con cierto tono malicioso.
Deja que vea si puedo adivinarla. Deseas saber si yo, Faethor Ferenczy, como Thibor el Valaco, he dejado algo de mí mismo atrás, para que se encone en la tierra negra. ¿Estoy en lo cieno?
Sabes que sí
, dijo Harry.
Que yo sepa, es una precaución que toman todos los wamphyri, contra la posibilidad de que la muerte los sorprenda
.
Harry, tú has sido franco conmigo, y te lo agradezco. Ahora lo seré yo también. No, esto ha sido inventado por Thibor. Sin embargo, debo admitir que quisiera haber sido el primero en haber pensado en ello. En cuanto a mis «restos de vampiro», sí, creo que algo volverá. Tal vez varias cosas. Salvo que «volver» no es quizá la palabra adecuada, pues los dos sabemos que no habrá retorno
.
Y aquella cosa, sea lo que fuere, ¿está en tu castillo del Khorvaty que arrasó Thibor?
, preguntó Harry.
Una deducción bastante sencilla
, dijo el Ferenczy.
Pero ¿no deseas tú usar aquellos restos, como Thibor, para levantarte de nuevo?
Eres ingenuo, Harry. Si pudiese, es probable que lo hiciera. Pero ¿cómo? Morí aquí y es posible que no logre salir de este lugar. Y de todos modos, sé que destruirás todo lo que dejó Thibor enterrado en aquel castillo hace mil años, si es que se ha conservado algo. Pero ¿sabes lo que son mil años, Harry? Ni siquiera yo sé si el protoplasma de un vampiro puede vivir tanto tiempo, en aquellas circunstancias
.
Sin embargo, podría haber sobrevivido. ¿Acaso no te… interesa?
Harry percibió algo que parecía un suspiro.
Harry, te diré una cosa: puedes creerlo o no creerlo, pero estoy en paz. Al menos conmigo mismo. He tenido mi tiempo y estoy satisfecho. Si tú hubieses vivido mil trescientos años, lo comprenderías. Tal vez me creerás si te digo que incluso tú has sido una molestia. Pero no debes molestarme más. Mi deuda con Ladislau Giresci está pagada con exceso. Adiós
…
Harry esperó un momento y después respondió:
Adiós, Faethor
.
Y cansado ahora, extrañamente fatigado, encontró una puerta de espacio-tiempo y volvió al continuo de Möbius.
La conversación de Harry Keogh con Faethor Ferenczy no había terminado demasiado pronto; Harry hijo estaba despierto y llamaba a la mente de su padre. Arrancado del continuo de Möbius hacia el «ello» cada vez más poderoso del niño, Harry tuvo que esperar durante el período de vigilia de su hijo, que se prolongó hasta el domingo por la tarde. Eran las siete y media en Inglaterra cuando al fin volvió a dormirse el pequeño Harry; pero, en Rumania, era dos horas más tarde y se había hecho ya de noche.
Los cazadores de vampiros tenían una
suite
en una posada de las afueras de Ionesti. Allí, en un cómodo salón con paneles de pino, terminaron de trazar sus planes para el lunes y bebieron un poco antes de acostarse temprano. Sólo Irma Dobresti estaba ausente, pues había ido a Pitesti para concretar la entrega de ciertos materiales. Había querido asegurarse de que el pedido sería servido puntualmente. Todos los hombres estaban de acuerdo en que Irma compensaba con su eficacia lo que le faltaba en belleza y atractivo personal.
Cuando se materializó Harry Keogh, los encontró con los vasos en las manos, delante de un fuego de leña. El único aviso de su llegada lo tuvieron cuando Carl Quint se irguió de pronto en su sillón, derramando
slivovitz
sobre la falda. Palideció visiblemente y miró a su alrededor con unos ojos como platos antes de levantarse; pero incluso en pie parecía que se había encogido dentro de sí mismo.