—Nadie será capaz de tumbar estas puertas jamás.
No tenía ni idea de que los Gray no estaban ni a mitad de camino de acabar la construcción de las puertas.
Como acordaron previamente, recibieron la ayuda de Dan Fong, los Nelson y los Layton durante la siguiente fase del proyecto. Empezaron por taladrar una hilera de agujeros de trece milímetros de diámetro alrededor del perímetro de las puertas. Después, gracias a la destreza de Fongman con el soplete de oxiacetileno, tallaron los correspondientes agujeros en las planchas de acero que Todd había encargado especialmente a la Haskins Steel Company, de Spokane. Al mismo tiempo, Dan hizo los agujeros donde irían el conjunto del picaporte y la cerradura eléctrica tipo Dead Bolt.
En un principio, Dan había sugerido planchas de acero suave de dos centímetros y medio de grosor para cubrir puertas y ventanas. Eso fue antes de darse cuenta de cuánto pesarían. Cuando volvió a Chicago, consultó uno de sus libros de tablas de ingeniería y encontró la fórmula para calcular el peso de las planchas de acero: Largo (en cm) x ancho (en cm) x grosor (en cm) x 0,00703 = Peso (en kg).
Para cubrir la mayor de las dos clases de ventanas de la casa necesitarían una plancha de 75 x 125 x 125 cm. Si su grosor fuera de dos centímetros y medio, cada una pesaría ciento setenta y cinco kilos. Sería claramente imposible instalar semejantes planchas sin la ayuda de una cuadrilla y un montacargas especial. Esto era inaceptable para Todd, pues quería mantener en secreto el proyecto «Casas y jardines más resistentes». Lo último que necesitaba es que se le etiquetara de ser el paranoico
survivalista
local.
La solución para el problema del peso también fue idea de Fong: apilarían planchas de acero más finas hasta conseguir el grosor deseado. Las planchas de metal reforzado eran más caras que el acero suave, y muy difíciles de perforar.
También era difícil encontrarlas del tamaño que requerían. Así que Todd optó por acero suave de un grosor mayor al habitual. Pese a que cuatro planchas de sesenta milímetros apiladas no proporcionarían la misma protección que una sola plancha homogénea, seguiría siendo una excelente barrera. Para mejorar su resistencia una pizca más, Mary sugirió que apilaran cinco planchas en vez de solo cuatro. Así se conseguiría un nivel de protección balística comparable o incluso superior al de una sola plancha homogénea.
Las pilas de cinco planchas para cada puerta iban sujetas con tornillos de carruaje de quince centímetros de longitud. Para conseguir una seguridad aún mayor, la cabeza de los tornillos iba soldada, así no podrían desatornillarse. A continuación, dieron dos manos de pintura Rust Oleum a las planchas externas, los cantos expuestos y el equipo. Finalmente, encolaron el tope de las planchas con una capa de un centímetro y medio de barniz de nogal. Lo tintaron y le dieron tres capas de barniz Varathane de categoría Marine.
Todd tuvo dificultades para encontrar un proveedor de cerraduras y Dead Bolts apropiados para puertas de semejante grosor, pero finalmente encontró uno en Seattle. Enviaron los cerrojos a través de UPS. Dentro, Dan Fong usó su equipo de soldador y fabricó cuatro barrotes macizos; dos para cada una de las puertas. Los soportes para estos barrotes estaban hechos de empaste denso de siete centímetros y medio de ancho y uno y medio de grosor. Los barrotes mismos eran vigas de cinco centímetros de ancho. De nuevo, Dan pensó una solución inteligente: los barrotes pivotaban sobre un tornillo por un extremo, y luego podían recolocarse mediante un pestillo de un centímetro que se deslizaba a través del soporte como un pasador transversal.
A ojos de un aficionado, las puertas parecían las típicas puertas residenciales, gracias al barniz de madera. Solo cuando se abrían se hacía obvia la robustez de su factura.
Todas las ventanas de la casa recibieron un tratamiento similar. Primero, abrieron en cada una de las planchas hendiduras en forma de cruz. La cruz era de cinco centímetros de grosor, veinte de alto y veinticinco de ancho, lo suficiente como para poder apuntar y disparar a través de ella sirviéndose de la protección de la coraza. Mientras Dan estaba ocupado con su soplete de oxicorte, Mike se le acercó y le preguntó si había sacado la idea de las troneras en forma de cruz de su colección de libros de Kurt Saxon. Dan apagó el soplete con un sonoro chasquido y se quitó la máscara protectora. Su cara estaba cubierta de sudor.
—¡Uy! El oxi va primero. Ya la he liado —contestó con una amplia sonrisa—. No, Mikey, la idea de las chapas de metal la tomé del compendio de Kurt Saxon,
El superviviente,
sí, pero las troneras en forma de cruz las saqué de una película de Clint Eastwood,
El fuera de la ley.
Nelson negó con la cabeza sin poder creerse lo que oía y se marchó.
Durante el proceso de fabricación de las contraventanas, Dan aprovechó para explicar a los presentes los fundamentos básicos del corte y la soldadura.
Ken Layton había usado un soplete muchas veces antes, pero aprendió algunos trucos de Dan. Para los demás era una experiencia nueva. Lisa Nelson pareció cogerle el tranquillo y aprendió enseguida a trazar las cremalleras más rápido que los demás, así que junto a Ken, se convirtió en «soldadora de relevo». Mike notó enseguida lo orgullosa que estaba de su recién descubierta habilidad.
—Cuando lleguemos a casa, voy a llamar a tu oficina para decirles que dejas tu trabajo de artistilla para meterte a soldadora de precisión.
—Estás celoso, estúpido pies planos descoordinado —contestó ella con una sonrisa.
La siguiente fase del trabajo era aún más azarosa que la instalación y el cortado de las troneras en las docenas de planchas de metal. Empezaron montando bisagras extrarresistentes en los anclajes que había en los agujeros taladrados en el ladrillo a intervalos de unos veinte centímetros. Después, soldaron las primeras cinco planchas al saliente de cada bisagra. En vez de taladrar agujeros en todas las planchas, como habían hecho para los tornillos de carruaje de las puertas, decidieron soldar sucesivamente cada plancha a la que quedaba debajo.
Acabaron el combustible de los cilindros de Dan fabricando lo que denominaron «mini contraventanas». Estas contraventanas interiores consistían en tres planchas de 63 mm apiladas y soldadas a una bisagra. Estas cubiertas estaban diseñadas para tapar las rendijas en forma de cruz cuando no estaban en uso. Como toque final, pusieron pestillos deslizantes tanto a los postigos principales como a los minipostigos, para que se pudieran inmovilizar tanto en la posición abierta como en la cerrada. Construyeron una portezuela similar, pero sin troneras, para la rampa de madera de los Gray.
Después de tres días de soldar y cortar casi sin parar, Dan Fong estaba cansado como una mula y lleno de ampollas. Cuando Terry le preguntó qué pensaba del resultado final, Dan respondió arrastrando las palabras:
—Con esto bastará. Pero creo que si alguna vez me construyo un sitio para mí, lo haré un poco más robusto que estos trabajos ligeros. —Tal afirmación fue celebrada con un coro de burlas y pedorretas.
El tratamiento para las ventanas fue similar al de las puertas; las recubrieron con una capa de Rust Oleum, una de cola de barniz de madera y luego una mano de Varathane. Tapar las troneras requirió algo de ingenio. Fue Mary la que tuvo la idea de fabricar piezas de madera que encajaran a presión en cada tronera.
—Parecerán molduras decorativas —propuso ella.
Cuando Mike Nelson se situó detrás de una ventana finalizada para probarlas con su HK, funcionaron a la perfección. Todo lo que tuvo que hacer fue abrir el cristal de la ventana, retirar la placa protectora de la tronera y hacer saltar la pieza de madera con la boca de su rifle.
—¡Muy bien! —exclamó—.Venid si os atrevéis, saqueadores de mierda. ¡El plato especial de hoy es plomo caliente!
Cuando Kevin compró su casa en Idaho, decidió a su vez hacer algunas mejoras. Pese a que su casa tenía calefacción de leña y ventanas de doble cristal, no tenía verdadero «potencial de refugio» en caso de confrontación seria. Tenía varios defectos. Para empezar, era una construcción con armazón de madera, revestimiento de cedro y tejado de madera sin cepillar. Unos cuantos cócteles molotov y sería historia.
El suministro de agua venía de un pozo de sesenta metros de profundidad, capaz de producir cuarenta y cinco litros por minuto. Kevin decidió mejorar el potencial de supervivencia de la casa con la instalación de una bomba modelo Solarjack tipo G para reemplazar la actual bomba sumergible que funcionaba a través de las cañerías normales. En la mayoría de escenarios, la corriente eléctrica sería una de las primeras cosas en interrumpirse. Desde el exterior, la bomba parecía una torre petrolífera en miniatura. La bomba Solarjack se alimentaba de la energía proporcionada por sus paneles solares fotovoltaicos, sin que hubiese ningún tipo de batería implicada en el sistema. Cuando el sol brillaba, el motor de corriente continua accionaba la bomba. Cuando el sol se ocultaba, la bomba dejaba de trabajar. Kevin compró la Solarjack a Sam Watson, el propietario de Northern Solar Electric Systems, cerca de Sandpoint, Idaho.
Durante varios fines de semana sucesivos, los Gray ayudaron a Kevin a instalar la plataforma para la bomba, la tubería de extracción, el cilindro de bombeo, las varillas de bombeo (hechas de fibra de cristal), la bomba, y el poste para el panel solar. El ensamblaje del rastreador solar sedujo su instinto de ingeniero. El rastreador, fabricado por la Zomeworks Corporation de Albuquerque, Nuevo México, usaba un marco de metal cargado con freón para inclinar la tabla del panel según el ángulo de los rayos solares. Su funcionamiento se basaba en el simple principio de la dilatación térmica. Dos laterales del marco constaban de sendas sombrillas de aluminio; en consecuencia, una parte quedaba expuesta al sol, mientras la otra quedaba a la sombra. En el lado del marco que recibía calor, el freón se dilataba conforme el sol aumentaba su temperatura. De esta forma se alteraba la inclinación del marco y, por tanto, la de la placa solar, igualándose aproximadamente al ángulo del sol. Según Watson, el rastreador proporcionaría un incremento del veinticinco por ciento en el suministro de los paneles. Pese a que no había contado con esta necesidad, Kevin compró un rastreador capaz de sostener hasta seis placas solares, pese a que su sistema solo iba a usar tres módulos modelo Kyocera de 48 W. La posibilidad de aumentar la capacidad de suministro simplemente enchufando más paneles fue lo que convenció a Kevin.
La instalación de la nueva bomba de agua obligó también al cambio del sistema de almacenaje de la casa. Tal como estaba configurada cuando la compró, la casa usaba un depósito a presión de ciento trece litros conectado a la bomba sumergible. Kevin decidió poner toda la carne en el asador en el lado de la ecuación del almacenaje del agua. Pidió presupuesto a diversos fabricantes de cisternas de la zona, así como a distribuidores de tanques de fibra de cristal y polietileno. Finalmente se decantó por Adam Holton, de Lenore, Idaho, a unos cien kilómetros de distancia, para que le construyera una cisterna de hormigón. Holton ofrecía el increíble precio de «dos mil cincuenta dólares con todo incluido» para construir una cisterna de trece mil litros. Esto era aproximadamente la mitad del precio que costaba instalar un par de tanques de fibra de cristal con una capacidad de cinco mil quinientos litros. También duraría mucho, mucho más.
La cisterna estaba situada en una ladera, a ciento cuarenta metros de distancia de la casa y veinte metros de altura. Esto proveería un suministro de agua abundante y estable alimentado por la fuerza de la gravedad. Como la bomba solar funcionaba de forma ininterrumpida durante las horas diurnas, la cisterna siempre estaría llena. En vez de instalar un interruptor de boya para apagar la bomba cuando la cisterna estuviese a rebosar, Kevin decidió excavar un estanque en la base de la colina. El exceso de agua de la cisterna bajaría por una tubería para mantener el estanque lleno. Incluso en momentos de máximo consumo, como cuando regaba su jardín y su pequeño huerto, el estanque permanecía siempre lleno.
Durante la instalación de la bomba y la cisterna, Mike decidió renovar las tuberías y hacerlo con unas de primera calidad. Contrató a la Underwood Pump Supply de Lewiston para la instalación de las tuberías y la apertura de zanjas. Como Bovill estaba a una altura relativamente alta, Kevin optó por enterrar las tuberías a un metro veinte de profundidad para descartar el riesgo de congelación. Pese a un par de averías inesperadas de la máquina excavadora, la Bruja de las Zanjas, que causaron cierto retraso, Chuck Underwood hizo un trabajo admirable, cavando zanjas limpias y profundas. Gracias al increíblemente hondo manto de Palouse, apenas encontraron algunas rocas.
Pensando de nuevo en la longevidad del sistema, Kevin seleccionó tuberías Schedule 40 de PVC. Optó por un grosor de dos pulgadas para la línea de servicio y por uno de tres cuartos de pulgada para la línea auxiliar. Underwood también le vendió una docena de grifos a prueba de congelación de la marca Merrill. A consecuencia de su deseo de poner varios surtidores alrededor de la casa, varios en el jardín y dos en el huerto, Kevin tuvo que comprar unos doscientos cincuenta metros de tubería y que cavar unos doscientos diez metros de zanjas. Para instalar los surtidores y unirlos a la tubería, Kevin no necesitó la ayuda de un contratista. Hizo la mayor parte del trabajo él mismo, y solo contó con un poco de ayuda de Todd para las partes más inclinadas del terreno, justo debajo de la cisterna.
La otra mejora que hizo Kevin en la casa durante el primer verano que permanecieron en ella también tenía que ver con el agua. Instaló una hilera de aspersores en lo más alto del tejado, y otra alrededor de la casa. Cuando funcionaban a máxima potencia, los aspersores del suelo empapaban completamente casi todas las paredes de la casa, mientras que los aspersores del tejado hacían un buen trabajo empapando las tejas de madera de cedro. Pese a que no estaba completamente a prueba de las bandas de saqueadores pirómanos que preveía, Kevin se quedó algo más tranquilo con respecto a la seguridad contra incendios de la casa.
—Además —pensó—, si las cosas se ponen realmente feas, siempre puedo ir a quedarme con el cerdito que construyó su casa de cemento.
Todd y Mary estaban tan impresionados con el sistema acuífero de Kevin que decidieron mejorar el suyo siguiendo las mismas directrices. Primero, hicieron que Underwood desenterrara las tuberías de su casa. Una vez vieron lo que salió a la luz, se alegraron de haberlo hecho: la tubería parecía tan antigua como la casa. Estaba oxidada, tenía pequeñas fugas, y su media pulgada de diámetro la hacía deplorablemente pequeña. Reemplazaron la tubería por una Schedule 40 de PVC de dos pulgadas. Al mismo tiempo, extendieron el alcance de sus tuberías para adecuarse a sus planes para un huerto y un jardín mayores. De nuevo siguiendo el ejemplo de Kevin, reemplazaron todos los grifos por los «a prueba de congelación» de Merrill.