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Authors: Barbara Hambly

Tags: #Ciencia Ficción

Los hijos de los Jedi (29 page)

BOOK: Los hijos de los Jedi
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La búsqueda había acabado dejándole un poco más tranquilo, pero había distado mucho de resultar agradable y conociendo como conocía a los gamorreanos. Luke sabía que era perfectamente posible que hubieran preferido prescindir de los androides para encargarse personalmente del interrogatorio.

Pero no parecía que lo hubieran hecho.

Ugbuz incrustó en las costillas de Luke un codo enorme con tanta fuerza como si fuese un ariete, y señaló al gordo jabalí klagg de piel blanca que estaba inmóvil junto a la fría negrura de la visipantalla del Puesto de Justicia.

—Kinfarg —explicó bajando la voz—. Es el capitán de esos asquerosos klaggs hijos de cerda…

Después añadió varios comentarios sobre las costumbres personales del capitán Kinfarg que Luke sospechó eran puramente especulativos. Los gakfedds lanzaron gritos burlones e insultos mientras Kinfarg avanzaba con paso contoneante por el pasillo para ocupar su puesto junto al podio, pero en cuanto empezó a hablar todos se callaron como por arte de magia.

—¿Por qué se volvió contra su juramento al Servicio Imperial y se unió a los rebeldes, soldado Mingla?

Cray se irguió. Luke se preguntó dónde estaba Nichos —las cámaras sólo mostraban el Puesto de Justicia— y si se encontraba en aquel recinto con ella y seguía obligado a la inactividad por el perno de sujeción que le habían puesto.

—Todavía tiene que demostrarse que he hecho todas esas cosas, comandante Kinfarg.

Los gakfedds que rodeaban a Luke emitieron un coro de abucheos y silbidos despectivos, salvo aquellos que estaban ocupados tratando de impedir que una media docena de talz y un pequeño grupo de tripodales escaparan de la zona de la sala en la que estaban sentados.

—¡Tenéis que ver esto, idiotas cabezas huecas! —estaba gruñendo Krok—. ¡Es la Voluntad!

Los talz se rascaron las cabezas, soltaron unos cuantos trinos y probaron suerte en la otra puerta con el mismo resultado de antes. Los tripodales se limitaron a vagabundear de un lado a otro envueltos en una aureola de perplejidad general, tropezando de vez en cuando con los muebles o con las estólidas hileras formadas por los cuarenta y cinco kitonaks a los que los gamorreanos habían traído laboriosamente hasta allí y que habían colocado en formación por la mitad de atrás de la sala, alineándolos como si fuesen blandas estatuas de color harina.

Por lo menos parecía que los gakfedds se estaban tomando muy en serio las órdenes de que todos debían ver la retransmisión dadas por la Voluntad.

Luke pensó que los affitecanos seguramente estarían agrupados alrededor de una pantalla en otra sala de reunión. Había bastantes probabilidades de que se hubieran olvidado de conectar el monitor, desde luego, pero a los affitecanos les daría absolutamente igual.

—Eso se demostrará ahora —le dijo Kinfarg a Cray.

Oír un básico generalmente excelente, aunque coloquial y hablado con voz un tanto pastosa, saliendo de aquellos rostros bestiales de grandes hocicos seguía resultando indeciblemente extraño.

Hileras de letras verdes cobraron vida con una ondulación sobre la pantalla del podio negro detrás de Kinfarg.


Se sabe sin lugar a dudas que ha colaborado con otros espías y saboteadores rebeldes

• Ha ayudado a los saboteadores que operan a bordo a dañar la estructura de esta nave y, consecuentemente, ha puesto en peligro su misión

• Ha intentado emplear la violencia contra oficiales de esta nave que estaban cumpliendo con su deber

• Se la ha visto tratar de causar daños en el armamento y los vehículos de descenso necesarios para completar esta misión

—¡Eso es mentira! —gritó Cray—. ¡Todo son mentiras! Enséñenme una sola prueba…


Se sabe sin lugar a dudas que ha colaborado con otros espías y saboteadores rebeldes

1. Su nombre fue mencionado por espías rebeldes capturados durante una incursión en Algarian

2. Las huellas retinianas y los hologramas proporcionados por el gobierno de Bespin después de una incursión rebelde son idénticos a los suyos

3. Su captura se produjo durante una incursión contra un grupo de conocidos disidentes y alborotadores efectuada a bordo de esta nave

—¡Eso es total y absolutamente falso! —Cray estaba a punto de llorar de furia—. Ni una sola de esas alegaciones es correcta, y no están respaldadas por evidencias que…

—¡Silencio, soldado! —Kinfarg volvió a golpearla con la misma violencia casi distraída de antes, aunque Cray vio venir el golpe y esta vez se dejó llevar por él para que le hiciera el menor daño posible—. Por supuesto que hay evidencias. Las alegaciones no estarían en el ordenador si no hubiera evidencias.

—¡Insisto en que se presenten las evidencias!

Luke cerró los ojos. Ya sabía qué ocurriría a continuación.

Cuando volvió a abrirlos vio que la pantalla del Puesto de Justicia acababa de mostrar una reproducción infinitesimalmente diminuta de impresos, informes, diagramas de huellas dactilares y retinianas y minúsculas holopantallas con la imagen de Cray y las imágenes de varios «rebeldes» hablando con vocecitas aflautadas y casi inaudibles sobre la participación de Cray en actividades rebeldes.

—¡Una simulación mediante ordenador no es una evidencia! —gritó Cray—. ¡Yo puedo programar una simulación como esa con los ojos cerrados! Exijo que se me proporcione asesoramiento legal…

—¿Está bromeando, soldado? —preguntó Kinfarg. Había recortado la sección facial de un casco blanco de las tropas de asalto y llevaba el cráneo del casco en la parte de atrás de su cabeza y la sección facial sobre el pecho, una extraña máscara en forma de calavera. El efecto general, en contra de todas las probabilidades, resultaba aterrador—. Ningún abogado decente es lo bastante desleal para defender a quienes colaboran con la Rebelión. ¿Qué quiere que hagamos? —Dejó escapar una risita gutural—. ¿Que busquemos a un rebelde para que venga y se encargue de su defensa?

La pantalla del Puesto de Justicia se oscureció durante unos momentos, y después volvió a llenarse rápidamente con nuevas hileras de letras verdes.


«Todas las ofensivas militares serán consideradas por ley como estados de emergencia, y estarán sometidas al Acta de Poderes Militares de Emergencia del Senado.»

Enmienda Senatorial a las Constituciones del Nuevo Orden

Decreto 77-92465-001

• «A menos que se disponga de los poderes capitales necesarios, se considera totalmente imposible mantener la estabilidad del Nuevo Orden y la seguridad del mayor número posible de civilizaciones de la galaxia.»

Acta de Poderes Capitales Prefacio, Sección II

—¿Qué se supone que he de hacer? —replicó Cray, cada vez más furiosa—. ¿Caer de rodillas y confesar?


Una confesión en posición erguida será suficiente

—¡Y un cuerno, condenado montón de chatarra oxidada!

Luke quería irse, pero sabía que no podía hacerlo ni aun suponiendo que los gakfedds hubieran estado dispuestos a permitírselo. Había venido no sólo para asegurarse de que Cray seguía viva y más o menos bien, sino también para observar el fondo de las imágenes en busca de pistas y de cualquier indicio que pudiera descubrir y que sirviera para indicarle dónde se encontraban los klaggs. La aprensión le heló las entrañas cuando la pantalla del Puesto de Justicia mostró el nuevo mensaje.


En vista de su intransigencia, la sentencia se dictará mañana a las 12 horas. Todo el personal debe reunirse para presenciar cómo se dicta la sentencia. La ausencia de la sala de visionado será considerada como un acto de simpatía con las intenciones dañinas de la parte acusada y
sentenciada

La pantalla se oscureció.

—¿Has encontrado algo?

Luke apoyó el hombro en la pared y contempló cómo el estólido androide PU-80 color bronce avanzaba unos cuantos metros pasillo abajo y reanudaba su tarea de limpiar las paredes con una esponja en un nuevo punto.

Si Cetrespeó hubiera poseído pulmones, habría producido un suspiro digno de un mártir.

—Lo he intentado, amo Luke… Le aseguro que lo he intentado, de veras. Y lejos de mí cualquier ánimo de criticar la programación de las unidades de la serie Propósito Único, porque lo que hacen siempre lo hacen admirablemente bien. Pero como ya le he dicho, son unos androides muy limitados.

—¿Existe alguna forma de que podamos alterar su programación?

Luke se rascó la mejilla. Estaba empezando a salirle una barba de un rubio castaño tan claro que apenas era visible, y los pelos hacían que las cicatrices infligidas hacía tanto tiempo por la criatura de las nieves empezaran a picarle.

—¿Crees que podríamos programarles para buscar gamorreanos, probablemente por el olor, en vez de manchas en las paredes?

—Supongo que descubrieron que dejaban de funcionar al instante en cuanto intentaban lavar a los gamorreanos —reflexionó Cetrespeó—. Y ya estamos rodeados de gamorreanos.

—No si subimos hasta la Cubierta 18 o más arriba —dijo Luke.

El registro de la Cubierta 17 llevado a cabo por Cetrespeó no había dado más resultados que las investigaciones del Bloque de Detención y sus alrededores emprendidas por Luke, aunque Cetrespeó, al igual que Luke, se había encontrado con muchas escotillas blindadas y puertas que se negaban a abrirse. Luke se preguntó si ocultaban áreas clasificadas, o si la Voluntad había estado intentando dirigir los movimientos de Cetrespeó como había hecho con los suyos.

—¿Podrías programar a un PU para que encontrara gamorreanos en una de esas cubiertas, de tal manera que nos bastase con seguir al androide? ¿Es posible extender el radio de acción de sus sensores de largo alcance hasta tan lejos?

—Por supuesto —replicó el androide—. ¡Una idea muy brillante, amo Luke! ¡Sí, es una idea absolutamente brillante! Haría falta un mínimo de…

-¡Tú!

Luke giró sobre sí mismo. Ugbuz estaba inmóvil detrás de él con la baba chorreando de su enorme hocico, y le contemplaba con una pétrea sospecha en la mirada.

—Eres el amigo de ese saboteador rebelde, ¿verdad?

Los dedos de Luke trazaron el pequeño círculo del foco, y fueron haciendo acopio de la Fuerza para lanzarla junto a su voz.

—No —murmuró con dulzura—. Era otra persona. Yo nunca he estado cerca de un saboteador rebelde.

Ugbuz frunció el ceño como si estuviera intentando hacer encajar dos piezas de un rompecabezas dentro de su mente.

—Oh.

Se dio la vuelta y empezó a caminar hacia la puerta de la sala —los talz estaban saliendo lentamente, intercambiando trinos y resoplidos y meneando sus mullidas cabezas blancas, para dirigirse en masa hacia el comedor que se encontraba unas cuantas puertas más abajo—, y después volvió a girar sobre sus talones.

—Pero eras el chico que hizo que dejáramos de interrogar a ese otro saboteador, ¿no?

—No —dijo Luke, envolviéndose en la Fuerza y proyectándola en la limitada y bastante dividida mente de Ugbuz. Descubrió que incluso aquel ejercicio tan pequeño y simple resultaba difícil de llevar a cabo bajo los efectos del dolor y la fatiga—. Ése también era otra persona.

—Oh. —El fruncimiento de ceño de Ugbuz se volvió un poco más profundo—. La Voluntad dice que está ocurriendo algo raro a bordo de esta nave.

—Así es —admitió Luke—, pero no tiene absolutamente nada que ver conmigo.

—Oh. De acuerdo.

Ugbuz volvió a desaparecer en la sala, pero antes de hacerlo Luke vio que se daba la vuelta en el umbral y le miraba por encima del hombro, como si estuviera formulándose nuevas preguntas sobre aquellas piezas que se negaban a encajar entre sí.

«Justo lo que necesitaba —pensó—. Otra cosa de la que preocuparme…»

—Salgamos de aquí —dijo en voz baja—. Quiero reprogramar un PU-80 de la Cubierta Dieciocho, y luego quiero probar algo que se me acaba de ocurrir en la Cubierta Quince.

—¡Grandes galaxias, capitán, hay centenares de ellos!

El affitecano que interpretaba el papel de segundo al mando dio la espalda a la pantalla apagada —esta vez se encontraban en la sala central de la Cubierta 15, inclinados con solemne concentración sobre las consolas muertas de los sistemas de juego y los visilectores— y agitó velozmente todos sus zarcillos y ramificaciones en una aparatosa demostración de horror.

—¡Nos estaban esperando escondidos detrás de cada asteroide del campo!

—¡Artillería! ¿Cuál es nuestra situación actual?

Era un capitán distinto, una criatura ligulada de un delicioso color rosado que se iba oscureciendo poco a poco hasta el magenta envuelta en una auténtica extravagancia de tallos y borlas. El capitán anterior estaba a cargo de una consola de luminvol en el otro extremo de la sala.

—Hemos descendido hasta el cincuenta por ciento, capitán —informó una masa tubulada de tonos azul marino y topacio—. ¡Pero aún tenemos la potencia de fuego suficiente para hacer que se lo piensen dos veces!

—¡Así me gusta, muchachos! No os dejéis abatir —gritó el capitán—. Antes de que hayamos acabado con ellos, todavía conseguiremos que llamen a gritos a sus mamas. ¿Puedo ayudarle en algo?

Las floraciones y delicados encajes del capitán se volvieron hacia Luke cuando Luke y Cetrespeó fueron hacia los dos sillones colocados uno encima del otro que constituían el puente de mando improvisado por los affitecanos.

—Mayor Calrissian, Servicios Especiales.

Luke saludó, y el capitán le devolvió el saludo con veloz marcialidad. Todas las pantallas y consolas estaban inactivas —incluidas, sospechaba Luke, el visor principal en el que se suponía que los affitecanos habían contemplado el juicio de Cray—, pero por lo menos las luces todavía funcionaban. Luke no podía estar seguro, pero pensó que había más affitecanos que la vez anterior.

—Se trata de una nueva misión que tiene prioridad sobre todas las órdenes anteriores, señor.

Mientras hablaba Luke fue acumulando la Fuerza y la proyectó sobre la mente —si es que había una mente— oculta dentro de esa masa de color y abigarradas protuberancias.

—Se ha producido una avería menor en la biblioteca de esquemas —siguió diciendo—. Creemos que ha sido un acto de sabotaje. No es nada de lo que debamos preocuparnos, pero necesitamos averiguar la situación y el estado de todos los vehículos de transporte que hay a bordo. Es una misión muy dura… y peligrosa. —Luke hizo que su rostro adoptara una expresión lo más solemne y seria posible—. Tendría que pensármelo muy bien antes de encomendársela a unos hombres sin experiencia, pero ustedes… Bien, son nuestros mejores soldados. ¿Cree que podrá conseguirlo?

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