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Authors: Marina Borruso

Tags: #Autoayuda

Las Enseñanzas de Eckhart Tolle (2 page)

  • El Presente es la única vida que tenemos y es el único lugar donde podemos reconocer quiénes somos realmente.
  • El interior del cuerpo es el medio para acceder al Presente.
  • La rendición hace posible permanecer presente y permite transmutar todo sufrimiento.

En la enseñanza de Tolle, sin embargo, hay algo fundamentalmente nuevo: el concepto de
cuerpo de dolor
, la acumulación del viejo sufrimiento que cada uno de nosotros acarrea interiormente y que puede ser transmutado en el Presente. La visión que él nos ofrece del ego también se vuelve un potente instrumento de liberación: el ego deja de ser algo personal para ser un estadio evolutivo de la humanidad.

Sus enseñanzas son accesibles a cualquier persona en cualquier momento y son absolutamente portátiles. No hay nada nuevo en ellas y, sin embargo, si las ponemos en práctica pueden generar en nuestra vida algo esencialmente nuevo.

La práctica de sus enseñanzas acelera admirablemente nuestro proceso de despertar, permitiéndonos acceder inmediatamente al nuevo estado de conciencia que está surgiendo en el planeta.

Las enseñanzas de Eckhart Tolle nos ayudan tangiblemente y de manera práctica para que nuestro pasado deje de influir en nuestro Presente.

♦♦♦

En ocasión de una conferencia suya, la primera vez que vino a Italia, a Florencia, en 2001, Eckhart Tolle me pidió que le tradujera simultáneamente. Intenté evadirme, consciente de no tener el conocimiento de una intérprete simultánea; pero él insistió y yo finalmente me rendí.

Fue increíble cómo aquella experiencia cambió totalmente mi comprensión de sus enseñanzas. Al traducir sus palabras directamente y dejar pasar a través de mí aquel flujo de energía que toda palabra siempre contiene, toqué una dimensión de inteligencia desconocida para mí. Experimenté con esa lucidez que viene de la Presencia, con una comprensión que no proviene de la mente, cuantos niveles diversos nos ofrece simultáneamente esta enseñanza. Puedo decir que en esa traducción percibí la vastedad de la conciencia misma. Puedo decir tal vez que tuve la experiencia de la Mente de Dios.

Capítulo I

El poder de la Presencia

1. LA PRÁCTICA DE ESTAR EN EL MOMENTO PRESENTE

El poder de la Presencia es el poder de la Vida misma; la Vida sucede en el Ahora. En realidad, Vida y Presente son sinónimos.

El Ahora es como un gran río que fluye: permanece siempre igual y, sin embargo, sus aguas siempre son nuevas.

Pero no confundamos el Presente con eso que sucede en el Presente; lo que sucede en el Presente es una forma y es temporal, como cada forma. El Presente es no-forma, es el «contenedor» en el cual las formas se mueven: se aproximan, nacen y mueren. El Presente es el fluir atemporal de la Vida.

Es posible reconocer el poder de la Presencia observando a los niños pequeños: son totales, vitales, alegres; por eso nos gusta estar con ellos. Percibimos la Presencia cuando la vemos reflejada en sus ojos; por un instante, cuando los miramos, estamos en el Ahora. Es posible reconocer la Presencia en los animales que tenemos alrededor, viendo cómo están vigilantes, cómo de un estado de completo relajamiento, desde un absoluto
estar sin hacer
, están listos para pasar rápidamente a la acción.

De la naturaleza que nos rodea es posible aprender a estar presente. Simultáneamente hay quietud y hay vida en cada árbol, en cada hoja, en cada flor, incluso en la pequeña planta de la maceta que tenemos en casa. Jesús nos lo señaló cuando habló de la belleza serena de los lirios del campo. La podemos notar cuando observamos sin poner nombres, sin etiquetar. Cuando miramos la naturaleza que tenemos alrededor, sin calificarla, ya sea un árbol o una pequeña hojita, podemos maravillarnos de cuánta vida hay allí.

Ése es el poder de la Presencia. Está rodeándonos. Siempre. También está en nosotros; los humanos somos asimismo una manifestación de la Vida.

Para acceder a ella solamente es necesario estar aquí y ahora. No se requiere nada más.

Habréis advertido que no es posible estar en el Ahora ni alcanzar el poder de la Presencia si estáis pensando.

Para estar en el Presente es necesario separarse de la voz que habla en nuestra mente. Descubriréis que, en el instante en que detengáis la identificación con esa voz y ceséis de desarrollar un pensamiento o de perderos en ellos, existe otro estado en vosotros. Es una quietud que antes no estaba, una espaciosidad que antes no percibíais, una sensación de bienestar que no tiene necesidad de nada más. Ahí está la Vida. Ésa es la única vida para vivir ahora.

Estar presente conlleva un goce íntimo. Una alegría impalpable. Una sonrisa interior. Es la misma alegría serena que vemos en los bebés, es la alegría del Ser.

Eso es el poder del Ahora.

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Práctica

Presta atención a tus pasos cuando caminas. Presta atención a las sensaciones en tus dedos cuando usas el ordenador, o cuando te lavas las manos, o cuando pasas las páginas de un libro o de un periódico. De tanto en tanto, ante cualquier cosa que estés haciendo, detente un momento. Detén todo movimiento por un brevísimo instante. ¡Sé!

2. MIRA SI PUEDES PRESTAR ATENCIÓN

Estar atento es estar presente, estar en el Ahora; es entrar en el flujo de la Vida a través de aquello que percibimos. Esta calidad de atención ya es conciencia. Cuando estamos en un estado vigilante, manteniendo una alta calidad de escucha, estamos presentes, entramos plenamente en la Vida y ella se despliega delante de nosotros de una manera completamente diferente. Entonces sentirnos vivos y disfrutar no depende de aquello que nos sucede, sino de nosotros mismos.

Al principio este estado de atención puede confundirse con la concentración, que todavía es un estado mental y tiene una finalidad, un objetivo, y eso hace que esté proyectado hacia el futuro y no esté en el Presente, generando cierto grado de tensión. La atención de la que estamos hablando es relajada; no tiene objetivos, habita el momento; es el dedo alzado del maestro zen; también es el perro siguiendo un rastro.

Podréis hacer la experiencia si seguís atentamente, por ejemplo, un sonido, un sonido cualquiera que nace y que muere, que comienza y que acaba; podréis observar que primero está el sonido y después el silencio; mientras el sonido permanece, seguidlo atentamente; después, cuando el sonido desaparece y sobreviene el silencio, continuad escuchando el silencio. Podéis seguir el sonido del motor de un coche que pasa, el gorjeo de un pájaro. En esta clase de atención hay un estado vigilante, una curiosidad sin razón alguna, similar a la de un niño pequeño que escucha algo por primera vez. Tal vez podáis percibir en esa clase de atención una cierta sorpresa.

Prestar atención a lo que está sucediendo en cada momento podrá haceros notar cuán a menudo estáis vueltos hacia el pasado o proyectados hacia el futuro. Cuán a menudo, en suma, perdéis el Presente. Pero si descubrís que a menudo estáis en el pasado o en el futuro, no os preocupéis demasiado, no hay nada personal en ello; es solamente un hábito cultural.

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Práctica

Mira si puedes prestar atención a cualquier cosa que te ofrezca el Presente, cualquier cosa que suceda en este instante. Eso significa entrar de lleno en el instante, en cualquier cosa que este instante te esté mostrando.

Para hacer esto puedes usar cualquiera de tus sentidos (por ejemplo, la vista, el oído, pero también el tacto o el gusto). Puedes saborear un bocado estando atento o atenta a la pura sensación, o beber un café estando plenamente en cada sorbo, en cada pausa, en cada variación del sabor; haz esto sin prestar demasiada atención al movimiento del pensamiento, a tus juicios o a tus expectativas; hacer esto no involucra a la mente.

Presta atención a las incomodidades o a las molestias que se manifiesten en ti. Nota cómo a menudo éstas son generadas por juicios o un no interior; observa cómo estás listo para caer prisionero de él. No hay necesidad de hacer nada. Te darás cuenta de que observarlo y volverte consciente ya genera por sí mismo un cambio.

3. ESTATE PRESENTE COMO EL OBSERVADOR

Si encaminamos la cualidad vigilante hacia nosotros mismos, apoyándola en el interior del cuerpo, entramos en el Presente y nos volvemos el observador silencioso; el observador al que se refieren tantos caminos espirituales a través de los siglos y que también nos indica Eckhart. El observador no es forma, sino esencia; la mente es forma. De la mente provienen las identificaciones con todo aquello que le es similar: el mundo de la forma, interior y exterior. Desde la atenta observación —que ya es conciencia y que siempre está en el Presente— podemos, en cambio, mirar las formas, los movimientos interiores temporales, las emociones, los pensamientos, las sensaciones, los estados de ánimo y los acontecimientos exteriores sin identificarnos con nada de todo eso.

Es decir, que podemos vivir las formas sin identificarnos con ellas. De ese modo entramos en la esencia de cada forma; regresamos a la conciencia a través de cada forma.

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Práctica

Transfórmate en el observador de tus pensamientos, de tus sensaciones, de tus emociones, pero sin desarrollar una dependencia. Sin que se vuelva un hacer. En realidad no estás haciendo nada; es un simple estar, un estar atento a eso que es, a lo que hay.

Vuélvete el observador silencioso y percibirás detrás de tu actividad mental, detrás de tus emociones, que es la conciencia misma la que está observando. Allí ya no permanece ningún yo, no queda ninguna identidad. Podemos verdaderamente decir que el observador, Eso que en ti percibe, no es ningún yo; de hecho allí no hay ningún yo; sólo un estado de Presencia, sólo Conciencia.

4. EL CAMPO ENERGÉTICO INTERIOR

Eckhart Tolle indica a menudo el campo energético interior, el interior del cuerpo, como una clave importante para la práctica, como el medio para entrar en el Ahora.

¿Qué es?

En lugar de buscar conocerlo mentalmente, experiméntalo en este

preciso instante, mientras estás leyendo, simplemente mueve la atención que está en la mente dirigiéndola hacia el interior del cuerpo; detén allí tu atención; siente el cuerpo por dentro; siente la vitalidad, siente la Vida dentro del cuerpo, siente el cuerpo interior invisible y ¡ya estás en el Ahora!

La mente siempre pretende negar el Ahora, trata de esquivarlo; el cuerpo y sus sensaciones siempre están honestamente en el Ahora.

El cuerpo como forma física es una percepción errónea de nuestra verdadera naturaleza. Tenemos una percepción ilusoria de nuestro cuerpo; solamente vemos el aspecto externo, perdiendo de vista que es en el interior y no en el exterior donde reside la verdad de quiénes somos. Todo indica que el cuerpo es una realidad diferente de lo que aparenta ser; aparenta ser sólido pero es líquido antes que sólido; parece pertenecer al plano material y a un nivel elemental es un conjunto de partículas vibrando en el vacío; en esencia no es sólido, no es líquido, está vacío y ¡está vivo! Es un campo energético vibracional.

De este modo, si nos adentramos profundamente en el cuerpo, trascendemos el cuerpo.

Cuando nuestra atención se dirige al interior del cuerpo, hacia el campo energético interno, entonces nos conocemos a nosotros mismos por lo que verdaderamente somos, nos conocemos más allá de la forma exterior; más allá de la forma del cuerpo y más allá también de la forma-pensamiento de
quién soy
, de la idea que tengo sobre
yo mismo.

El cuerpo es el punto de acceso al reino sin tiempo y sin forma del Ser.

¿Cómo entramos allí?

Sencillamente basta dirigir la atención hacia el interior del cuerpo; puedes hacerlo, por ejemplo, siguiendo la respiración y deteniendo la atención allí donde la respiración se detiene. Cuando la exhalación lleve el aire nuevamente hacia fuera, deja que tu atención permanezca dentro.

¿Qué observamos?

Cuando permaneces apoyado en el espacio interno, atento y sin expectativas, después de unos instantes puedes comenzar a notar un movimiento ligero, una sutil vibración; a veces comienza como un calor o un hormigueo y poco a poco se vuelve una vibración. Ésa es la percepción de la Vida que fluye debajo de la piel; es la Vida que somos. Esa vibración es el campo energético vital interior. Allí no hay un
yo
. Solamente hay vida inteligente.

¿Hay algo que hacer?

No, solamente hay que ser. Mantienes tu atención dirigida al campo energético interior y observas su vitalidad.

El observador silencioso —la conciencia que en ti observa—, después de un momento puede
descender
al campo energético y fundirse con él. Si esto sucede fácilmente, bien; si no sucede, permaneces observando el campo energético.

No hay nada que hacer, nada que comprender, ni analizar, ni dirigir.

De esta manera, y gracias al cuerpo, no solamente tenemos acceso al Presente, sino que entramos sin un
yo
, entramos siendo lo que en esencia somos: vida inteligente. Estamos presentes, en la Vida misma, totalmente en ese instante y libres de la identificación con el mundo virtual de las ideas. Estamos en la Vida sin el condicionamiento colectivo egoico.

Cuando nos movemos de este modo, más allá de lo personal, nuestra dimensión individual se libera de la idea de quiénes somos, se expande y se pacifica. Se enriquece para volverse más verdadera y más espontánea. Nuestra mente comienza a relajarse, a alcanzar un conocimiento más vasto, comienza a volverse plenamente creativa. Somos entonces el Yo Soy, el Atman, la Esencia; somos la luz que hay en nosotros, encarnamos la esencia de lo que somos.

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Práctica

Pon la atención en una parte cualquiera del cuerpo, observa el interior y espera atenta o atento hasta que percibas la vitalidad. Luego abandona ese lugar, lleva tu atención a cualquier otra parte del cuerpo y repite la experiencia. Practica hasta que puedas percibir la vitalidad en todo el cuerpo. Poco a poco alcanzarás a percibirlo en su totalidad como un campo de energía vital unificado y vibrante, y verás que la percepción que tienes de él se hará más y más intensa.

Durante el día crea el hábito de dirigir tu atención hacia el interior del cuerpo y mantenerla allí por algún tiempo. Mientras estés ocupado con tus tareas o implicado en tu trabajo, mantén una parte de tu atención dirigida al interior, apoyada en el campo energético. Permanece enraizado en tu cuerpo. Observa cómo esta forma de estar cambia la calidad de tu vida y también la calidad de lo que haces.

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