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Authors: Paulo Coelho

La bruja de Portobello (21 page)

Jung enloqueció —dijo mi amigo, después de explicarme las cuatro etapas descritas por el psicoanalista suizo—. Cuando entró en contacto con su Viejo Sabio, empezó a decir que lo guiaba un espíritu llamado Philemon.

Y finalmente…

…llegamos al símbolo del ombligo. No sólo las personas, sino también las sociedades están constituidas por estos cuatro pasos. La civilización occidental tiene una Persona, ideas que nos guían.

“En su tentativa de adaptarse a los cambios, entra en contacto con la Sombra. Hay grandes manifestaciones de masas en las que la energía colectiva puede ser manipulada tanto para el bien como para el mal. De repente, por alguna razón, ni la Persona no la Sombra satisface al ser humano, y llega el momento de un salto, en el que hay una conexión inconsciente con el Alma.

Empiezan a surgir nuevos valores.

Lo he notado. Me he dado cuenta del resurgimiento del culto a la parte femenina de Dios.

Excelente ejemplo. Y, al final de este proceso, para que estos nuevos valores se instalen, toda la raza empieza a entrar en contacto con los símbolos, el lenguaje cifrado con el que las generaciones actuales se comunican con el conocimiento ancestral. Uno de estos símbolos de renacimiento es el ombligo. En el ombligo de Vishnú, divinidad india responsable de la creación y de la destrucción, se sienta el dios que regirá cada ciclo. Los yoguis lo consideran como uno de los chacras, puntos sagrados del cuerpo humano. Las tribus más primitivas solían poner monumentos en el lugar en el que creían que se encontraba el ombligo del planeta.

En Sudamérica, las personas en trance dicen que la verdadera forma del ser humano es un huevo luminoso que se conecta con los otros a través de filamentos que brotan de su ombligo.

“El mandala, dibujo que estimula la meditación, es una representación simbólica de eso.

Mandé toda esa información a Inglaterra antes de la fecha que habíamos marcado. Le dije que una mujer que es capaz de despertar en un grupo la misma reacción absurda debe de tener un poder enorme, y no me sorprendería que fuese una especie de algo paranormal. Le sugerí que intentase estudiarla más de cerca.

Nunca había pensado en el tema, e intenté olvidarlo inmediatamente; mi hija me dijo que me estaba comportando de manera extraña, sólo pensaba en mí mismo, ¡¡sólo me miraba el ombligo!.

Deidre O´Neill, conocida como Edda.

odo salió mal: ¿cómo has podido meterme en la cabeza que yo sabría enseñar? ¿Por qué humillarme delante de los demás?

Debería olvidar que existes. Cuando me enseñaron a bailar, bailé. Cuando me enseñaron a escribir letras, aprendí. Pero tú has sido perversa: me has pedido que intente algo que está más allá de mis límites. Por eso he cogido un tren, por eso he venido hasta aquí, ¡para que pudieras ver mi odio!

Ella no dejaba de llorar. Menos mal que había dejado al niño con sus padres, porque hablaba demasiado alto, y su aliento tenía un…un aroma a vino. Le pedí que entrase, montar aquel escándalo en la puerta de mi casa no iba a ayudar nada a mi reputación, ya bastante comprometida porque decían que yo recibía a hombres, mujeres, y organizaba grandes orgías sexuales en el nombre de Satanás.

Pero ella seguía allí: gritando:

—¡La culpa es tuya! ¡Me has humillado!

Se abrió una ventana, después otra. Bueno, quien está dispuesta a cambiar el eje del mundo también tiene que estar dispuesta a saber que los vecinos no siempre estarán contentos. Me acerqué a Athena e hice exactamente lo que ella quería que hiciese: la abracé.

Ella siguió llorando sobre mi hombro. Con mucho cuidado, le hice subir los peldaños y entramos en casa. Preparé una infusión cuya fórmula no comparto con nadie, porque fue mi protector el que me la enseñó; la puse delante de ella y se la bebió de un solo trago. Al hacerlo, me demostró que su confianza en mí todavía estaba intacta.

¿Por qué soy así?—confirmó.

Yo sabía que el efecto del alcohol se había cortado.

Tengo hombres que me aman. Tengo un hijo que me adora y que me ve como modelo de vida. Tengo unos padres adoptivos a los que considero mi verdadera familia, y serian capaces de morir por mí. Rellené los espacios en blanco de mi pasado cuando fui en busca de mi madre. Tengo el dinero suficiente como para vivir tres años sin hacer nada, sólo disfrutar de la vida, ¡y no estoy contenta!

“Me siento miserable, culpable, porque Dios me bendijo con tragedias que he conseguido superar y milagros que he honrado, ¡y nunca estoy contenta! Siempre quiera más. No debería haber ido a aquel teatro y añadir una frustración más a mi lista de victorias!

¿Crees que has hecho mal?

Ella paró y me miró, atónita.

¿Por qué lo preguntas?

Yo simplemente esperé la respuesta.

Hice lo correcto. Estaba con un periodista cuando entré allí, sin tener la menor idea de lo que iba a hacer, y de repente las cosas empezaron a surgir como si viniesen de la nada. Sentía la presencia de la Gran Madre a mi lado, guiándome, instruyéndome, haciendo que mi voz tuviese una seguridad que, en lo más íntimo, yo no poseía.

¿Entonces por qué te quejas?

¡Porque nadie lo entendió!

¿Y eso es importante? ¿Tan importante que te hace venir hasta Escocia a insultarme delante de todo el mundo?

¡Claro que es importante! Si eres capaz de todo, si sabes que estás haciendo lo correcto, ¿cómo es que no consigues al menos ser amada y admirada por eso?

Ése era el problema. La cogí de la mano y la conduje a la habitación en la que, semanas antes, había contemplado la vela. Le pedí que se sentase y que intentase calmarse un poco, aunque estaba segura de que la infusión estaba surtiendo efecto. Fui a mi habitación, cogí un espejo circular y lo puse delante de su cara.

Lo tienes todo, y has luchado por cada pulgada de tu territorio. Ahora mira tus lágrimas. Mira tu cara, y la amargura que refleja. Intenta mirar a la mujer que está en el espejo; esta vez no te rías, intenta comprenderla.

Le di el tiempo suficiente para que pudiera seguir mis instrucciones. Cuando noté que estaba entrando en el trance deseado, seguí adelante:

—¿Cuál es el secreto de la vida? Llamémosle “gracia” o “bendición”. Todo el mundo intenta estar satisfecho con lo que tiene.

Menos yo. Menos tú. Menos unas cuantas personas que, desgraciadamente, tendremos que sacrificarnos un poco, en nombre de algo mayor.

“Nuestra imaginación es mayor que el mundo que nos rodea, vamos allá de nuestros límites. Antiguamente, lo llaman “bujería”, pero menos mal que las cosas han cambiado, o ahora ya estaríamos en la hoguera. Cuando dejaron de quemar a las mujeres, la ciencia encontró una explicación, normalmente llamada “histeria femenina”; aunque no cause la muerte por el fuego, acaba provocando una serie de problemas, sobre todo en el trabajo.

“Sin embargo, no te preocupes, pronto la llamarán “sabiduría”. Mantén los ojos fijos en el espejo: ¿a quién ves?

A una mujer.

¿Y qué más, además de la mujer?

Ella vació un poco. Yo insistí, y acabó respondiendo:

A otra mujer. Más verdadera, más inteligente que yo. Como si fuese un alma que no pertenece, pero que forma parte de mí.

Eso mismo. Ahora te voy a pedir que pienses en uno de los símbolos más importantes de la alquimia: una serpiente que hace un círculo y devora su propia cola. ¿Eres capaz de visualizarlo?

Ella asintió con la cabeza.

Así es la vida de las personas como tú y como yo. Se destruyen y se construyen todo el tiempo. Todo en tu vida ha ocurrido de esa manera: del abandono al encuentro, del divorcio al nuevo amor, de la filial del banco al desierto. Sólo una cosa permanece intacta: tu hijo. Él es el hilo conductor de todo, respétalo.

Empezó a llorar de nuevo. Pero era un tipo diferente de lágrimas.

Viniste hasta aquí porque viste un rostro femenino en la hoguera. Ese rostro es el mismo que está en el espejo ahora, procura honrarlo. No te quejes oprimir por lo que piensen los demás, ya que, dentro de algunos años, o de algunas década, o de algunos siglos, ese pensamiento va a cambiar. Vive ahora lo que la gente no vivirá hasta el futuro.

“¿Qué quieres? No puedes querer ser feliz, porque eso es fácil y aburrido. No puedes querer sólo amar, porque eso es imposible. ¿Qué quieres? Quieres justificar tu vida, vivirla de la manera más intensa posible. Eso es una trampa y al mismo tiempo, produce un estado de éxtasis. Intenta estar atenta al peligro, y vive la alegría, la aventura de ser la Mujer que está más allá de la imagen reflejada en el espejo.

Sus ojos se cerraron, pero yo sabía que mis palabras habían penetrado en su alma y permanecerían allí.

Si quieres arriesgarte y seguir enseñando, hazlo. Si no quieres, que sepas que ya has llegado mucho más lejos que la mayoría de la gente.

Su cuerpo empezó a relajarse. La agarré por los brazos antes de que se cayese, y durmió con su cabeza apoyada en mis senos.

Intenté susurrarle algunas cosas, porque yo ya había pasado por las mismas etapas, y sabía lo difícil que era (así me lo había dicho mi protector), y así lo había experimentado yo en mis propias carnes). Pero el hecho de ser difícil no hacía que esta experiencia fuese menos interesante.

¿Qué experiencia? Vivir como ser humano y como divinidad. Pasar de la tensión a la relajación. De la relajación al trance. Del trance, al contacto más intenso con la gente. De ese contacto, de nuevo a la tensión, y así sucesivamente, como la serpiente que se muerde su propia cola.

Nada fácil, sobre todo porque exige un amor incondicional, que no teme el sufrimiento, el rechazo, la pérdida.

Pero al que bebe una vez de esta agua le es imposible volver a matar su sed en otras fuentes.

Andrea McCain,actriz

l otro día hablaste de Gaia, que se creó a sí misma, y que tuvo un hijo sin necesidad de un hombre. Dijiste, con toda la razón, que la Gran Madre acabó cediéndoles lugar a los dioses masculinos. Pero olvidaste a Hera, una de las descendientes de tu diosa favorita.

“Hera es más importante, porque es más práctica. Gobierna los cielos y la tierra, las estaciones del año y las tempestades. Según los mismos griegos que citaste, la Vía Láctea que vemos en el cielo es la leche que salió de su pecho. Un hermoso pecho, dicho sea de paso, porque el todopoderoso Zeus cambió de forma, se convirtió en pájaro, sólo para poder besarla sin ser rechazado.

Caminábamos por un gran centro comercial de Knightsbridge. La llamé y le dije que me gustaría charlas un poco, y ella me invitó a ir a las rebajas de invierno; habría sido mucho más agradable tomar un té juntas o comer en un restaurante tranquilo.

Tu hijo puede perderse entre esta multitud.

No te preocupes. Sigue con lo que me estabas contando.

Hera descubrió el truco, y obligó a Zeus a casarse. Pero, después de la ceremonia, el gran rey del Olimpo volvió a su vida de
playboy
, seduciendo a todas las diosas o humanas con las que se cruzaba. Hera permaneció fiel: en vez de echarle la culpa a su marido, decía que las mujeres deberían comportarse mejor.

¿No es eso lo que hacemos todas?

No sabía adónde quería llegar, así que seguí como si no la hubiera oído:

—Hasta que decidió pagarle con la misma moneda, encontrar un dios o un hombre y llevárselo a la cama. ¿No podríamos parar un rato y tomar un café?

Pero Athena acababa de entrar en una tienda de lencería.

¿Te gusta? —me preguntó, enseñándome un provocativo conjunto de braguita y sujetador de color carne, hecho de encaje.

Mucho. Cuando lo uses, ¿va a verlo alguien?

Claro, ¿o acaso crees que soy una santa? Pero sigue con lo que me estabas contando de Hera.

Zeus se asustó con su comportamiento. Pero ahora, ya independiente, Hera se preocupaba poco por su matrimonio.

¿Tienes novio?

Ella miró a un lado y a otro. Hasta que vio que el niño no podía oírnos, no me respondió de forma monosilábica:

Sí.

Nunca lo he visto.

Fue hasta la caja, pagó la lencería y la metió en el bolso.

Viorel tiene hambre y estoy segura de que no le interesan las leyendas griegas. Acaba la historia de Hera.

Tiene un final medio loco: por miedo a perder a su amada, fingió que se casaba de nuevo. Cuando Hera lo supo, se dio cuenta de que las cosas estaban yendo demasiado lejos: aceptaba amantes, pero el divorcio era impensable.

Nada original.

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