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Authors: Leandro Palencia

Hollywood queer (64 page)

Hasta 1987 la muerte de Whale fue un misterio porque no se reveló que había dejado una nota de suicidio antes de arrojarse a la piscina de su mansión: «El futuro sólo es vejez, enfermedad y dolor... Debo tener paz y ésta es la única manera». Whale, temeroso del agua, sólo utilizaba la piscina para que sus invitados —jóvenes gays— se solazasen mientras él les leía el diario íntimo que llevaba sobre sus fantasías homosexuales. Un tipo de vida hedonista que acentuó desde 1949 cuando perdió el interés de una industria cinematográfica que no le permitía tener el control creativo sobre sus proyectos y que le había dejado sin empleo. Su última película fue
The Road Back
(1937), una secuela de Sin novedad en el frente (Lewis Milestone, 1930), rehecha por otro director tras las objeciones del régimen nazi y que resultó un desastre crítico y comercial. A Whale le conocían como la reina de Hollywood, no era tan discreto y tan afortunado como otros directores tipo George Cukor y eso que en los años treinta había demostrado que un gay abierto podía tener éxito. Whale aprovechó sus últimos años para retomar su pasión por la pintura. Mucho antes, al poco de llegar a Hollywood, había conocido a David Lewis (1903-1987), un actor que más tarde fue el asistente personal del mítico productor Irving Thalberg en Metro Goldwyn Mayer. Allí Lewis se labró una carrera como productor ejecutivo o asociado en numerosas películas. Whale y Lewis vivieron juntos sin secreto, aunque con circunspección, de 1930 a 1951 en la colonia inglesa de Hollywood. Se rumoreó que Colin Clive fue amante de Whale. Cuando rompió con Lewis aún siguieron manteniendo su amistad. Whale pasó un año en Europa donde conoció a un joven francés, Pierre Foegel, a quien contrató como chófer y con el que más tarde regresó a Hollywood. Whale pertenecía a una familia numerosa de clase baja inglesa. Trabajó como caricaturista de un diario. Durante la Primera Guerra Mundial fue segundo teniente de infantería. Los catorce meses que pasó como prisionero de los alemanes le sirvieron para aprender técnicas teatrales, a las que se dedicó en Londres, colaborando con Noel Coward, John Gielgud, Charles Laughton o Laurence Olivier. En Londres estrenó "The Prisoners of War" (1925), una de las primeras obras teatrales de tema gay. Dioses y monstruos (Bill Condon, 1998) recrea sus últimos días.

WILLIAMS, TENNESSEE

Thomas Lanier Williams III

26 de marzo de 1911 en Columbus (EE.UU.) — 25 de febrero de 1983 en Nueva York (EE.UU.)

No se desarmarizó hasta que en los años setenta los gays le criticaron por no hacerlo. Fue en una entrevista televisiva mediante un chiste que hacia referencia a su promiscuidad. Louis Kronenberger ya le había practicado el
outing
en los años cincuenta en la revista "Time". Williams, en sus "Memorias" (1975) —no muy fiables— y en la novela "Moisés y el mundo de la razón" (1975) —sobre un escritor homosexual fracasado-, ofreció un retrato de sí mismo sexualmente explícito. Y también existen varios volúmenes de cartas desenfadadas que intercambió con los hombres a quienes conoció al final de su vida. De todos los dramaturgos estadounidenses del siglo XX fue al que el cine recurrió con mayor regularidad y prácticamente la totalidad de su obra está adaptada, si bien esas versiones traicionan sus alusiones a la homosexualidad. Además, el recargamiento estilístico de las mismas se solía traducir en una sobredramatización, en vez de en los aspectos camp con que las había concebido para reducir el patetismo a través de lo enfático.

A los críticos heterosexistas les gusta subrayar que su identidad sexual fue el origen de su arte. Como dirá Benjamin De Mott, el homosexual puede hablar más claro del tedio del matrimonio, de los horrores de la vida familiar, de la explotación del ser amado, de la lenta erosión de las relaciones, etc. En su obra los homosexuales que se mencionan ya están muertos antes de comenzar la representación, es decir, profundamente armarizados nunca aparecerán en escena. Lo que quizá no tenga tanto que ver con la sensibilidad gay del autor como que fueran un reflejo de su época, la de la era McCarthy, cuando escribió sus mejores textos, plenos de neurosis y decadencia. En los años cincuenta el deseo homosexual era equiparado a lo degenerado, lo enfermo y la muerte, algo que debía mantenerse en secreto. Algunos activistas consideraron a Williams un homófobo porque en sus obras los gays eran seres enfermos, desdichados y autodestructivos. Aun así, recientemente se ha planteado si el autor más que estar condicionado por esa interiorización de la homofobia en realidad no era sino subversivo. Por ejemplo, según David Bergman, en
De repente, el último verano
(Joseph L. Mankiewicz, 1958) la asociación de homosexualidad y canibalismo es algo a la vez religioso —el homosexual como mártir— y freudiano —homosexualidad como satisfacción y rebelión contra la figura paternal-.

De
Un tranvía llamado deseo
(Elia Kazan, 1951) se eliminó la jerga gay y el elemento camp, la parodia del macho que es el bruto Stanley Kowalski. Con todo, tuvo problemas con la censura porque Blanche DuBois rememoraba que su marido se suicidó al descubrirle ella junto a otro hombre. El Código insistía en que los cambios del guión debían «establecer taxativamente que el problema del marido era otro que la homosexualidad». Ésta se transmutó en una enigmática «debilidad de carácter» con implicaciones de impotencia. Si en 1993 Kazan restauró los cincos minutos censurados sólo fue para incluir las referencias a la promiscuidad de la protagonista y a la violación por parte de su cuñado. La cinta sigue conservando este diálogo de Blanche cuando la amonestan por su falta de rectitud moral: «¡Recta! ¿Qué es rectitud? Una línea puede ser recta, o una calle..., pero ¿un corazón humano?».

En
La gata sobre el tejado de zinc
(Richard Brooks, 1958) no se menciona que los fundadores de la plantación fueran dos gays, ni las indirectas que el omnisexual, fálico Big Daddy lanza sobre que mantuvo relaciones sexuales con sus jefes para heredarla. Tampoco que si su hijo Brick se está autodestruyendo con el alcohol es porque quiere seguir los pasos de su amado amigo Skipper, muerto. A Brick le enseñaron que los hombres son para la amistad y las mujeres para el sexo. Sin embargo, él se siente sexualmente atraído por Skipper y su esposa quiere que su matrimonio tenga amistad. Brick es incapaz de enfrentarse a la complejidad de sus emociones y deseos sexuales. Como un hombre arma-rizado está obsesionado por lo que los demás puedan pensar de él. Aun más, la obra teatral invertía la típica confrontación padre-hijo sobre la homosexualidad pues Big Daddy ve en el rechazo de los sentimientos de Brick por Skipper una traición a éste, amén de que Brick se siente horrorizado porque a su padre no le desagrade sus sentimientos homosexuales. En La noche de la iguana (John Huston, 1964) Miss Fellows (Grayson Hall) es la clásica lesbiana del cine: depredadora, posesiva, dominante y vengativa, además de patética y desesperada. Ava Gardner se burla de ella y de «las tortilleras de Texas» mientras que Richard Burton apunta «Miss Fellows es una persona de altas cualidades morales. Si ella reconociera la verdad sobre sí misma podría destruirla». Con lo que Fellows se convierte en una imagen para la piedad: al no ser consciente de su lesbianismo se la debe perdonar. El guión es de Huston y Anthony Veiller, quienes añadieron un toque homófobo que no constaba en el original.

Otras de las adaptaciones sobre piezas de Williams —éstas dirigidas por gays o bisexuales— fueron:
El zoo de cristal
—Irving Rapper, 1950 (por la que Williams recibió su primer crédito como guionista)-, La primavera romana de la señora Stone (José Quintero, 1961) o La mujer maldita (Joseph Losey, 1968). Williams sólo escribió un guión expresamente para la pantalla, Baby Doll (Elia Kazan, 1956), aunque Kazan afirmó que toda la labor de estructuración la realizó él mismo ya que Williams no demostró mucho entusiasmo por el proyecto. Kazan una vez sintió curiosidad por cómo era eso del sexo gay y se lo "montó" con una mujer mientras enfrente veía como Williams hacía lo propio con un hombre. La Legion of Decency calificó C (condenada) a Baby Doll después de que el Código la hubiera otorgado el sello de aprobación, algo que nunca había ocurrido hasta entonces. La cinta relata la no consumación de un matrimonio con una joven de diecisiete años y cómo dos hombres rivales la desean.

En 1967 Williams escribió un guión basado en su relato "One Arm" (1945), sobre un boxeador que perdía un brazo en un accidente de coche y se convertía en chapero, matando a un cliente y siendo sentenciado a muerte. Quizá por su osadía nunca fue rodado. Esta obra moviliza el típico objeto sexual de Williams, el joven vagabundo. El autor, conflic-tivo con su sexualidad, sólo escribió directamente sobre el deseo homosexual en relatos cortos, poesía o en sus últimas obras. Dos relatos suceden en el decadente cine Joy Rio, "Hard Candy"
y
"The Mysteries of the Joy Rio", en el que se exhiben westerns mientras que en la oscuridad los viejos contratan sexo furtivo con jóvenes bellos. En el poemario "San Sebastiano de Sodoma" de nuevo el homoerotismo es enlazado a muerte. En la teatral "Small Craft Warnings" un artista gay se autodesprecia y se lamenta por la aspereza de la vida de la mayoría de los homosexuales. En todas ellas los homosexuales abiertos sólo comparecen para dramatizar los sentimientos negativos del autor sobre su propia orientación. Williams había declarado que «Nunca he considerado que el tema de la homosexualidad sea satisfactorio para toda una obra».

Solía manifestar que si escribía era «porque encuentro la vida insatisfactoria». Para él el arte se convertía en «una huida del mundo real en el que tan incómodo me encontraba» y por ello asume falsas identidades, las máscaras femeninas. Pero sus personajes femeninos no son tanto travestís como tantas veces se ha repetido sobre su utilización de la estrategia Albertina, en la que una pasión homosexual se disfraza de pasión heterosexual, es decir, que el homosexual se pone una máscara femenina para ir hacia los varones. Sus personajes femeninos son identidades que aún no pueden dar expresión a sus componentes femeninos, pero que tampoco han asumido del todo los roles masculinos. Es lo que le pasa a Blanche y a Karen Stone encarnadas por Vivien Leigh en
Un tranvía llamado deseo
y La primavera romana de la señora Stone, a Alexandra del Lago y Alma Winemiller de Geraldine Page en Dulce pájaro de juventud (Brooks, 1962) y Verano y humo (Peter Glenville, 1958), a Carole Cutera interpretada por Joanne Woodward en Piel de serpiente (Sidney Lumet, 1960), a Maxine Faulk y a Hannah Jelkes de Ava Gadner y Deborah Kerr en La noche de la iguana, a Flora Goforth de Elizabeth Taylor en La mujer maldita, etc.

Al igual que la de muchos autores del siglo XX la obra de Williams ofrece un tono autobiográfico y su vida puede ser conocida gracias a sus textos. Su madre era la relamida hija de un reverendo y su padre un vendedor de zapatos que llamaba a su hijo Miss Nancy. Williams estaba muy unido a su hermana Rose, a quien lobotomizaron en 1937 tras acusar a su padre de haber abusado sexualmente de ella.
El zoo de cristal, Un tranvía llamado deseo o De repente, el último verano
contarán ese destino. Publica desde muy joven y durante los años cuarenta y cincuenta se transforma en el más renombrado dramaturgo. Una vez incluso le ofreció un guión a Greta Garbo pero ésta le contestó que sólo haría otra película «si el papel no era ni femenino ni masculino».

Williams se pasó los últimos 20 años de su vida intentando recuperar su éxito anterior y luchando contra la depresión que en 1969 le obligó a ser ingresado en un hospital psiquiátrico. Su abuso de sustancias fue la causa definitiva de su ruptura en 1962 con Frank Merlo, de quien era pareja desde el verano de 1948. Antes, con el joven Kip, Williams también mantuvo una larga relación que acabó cuando Kip murió. Merlo actuaba como su representante personal y su secretario. Acudían juntos a los rodajes y se presentaban como pareja. Cuando Jack Warner le preguntó en una cena a qué se dedicaba, Merlo repuso «Me acuesto con Mr. Williams». La muerte de Merlo por cáncer de pulmón en 1963 agudizó aún más los problemas de Williams. En 1979 le golpearon cinco muchachos en un ataque homofóbico. Murió accidentalmente atragantado por el tapón de un spray nasal. John Epperson (1955), el creador de la
glamourosa
e hilarante drag queen Lypsinka, declaró que aunque el estatus de marginado pueda ser difícil él lo prefiere a la asimilación porque «Cuando veo a la gente (gay) que quiere ser asimilada dentro de la mayoría sólo puedo decir que si Tennessee Williams hubiera querido ser absorbido por la masa, posiblemente nunca hubiera escrito Un tranvía llamado deseo. Ser un marginal le hizo ser lo que fue».

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