Read El hombre unidimensional Online
Authors: Herbert Marcuse
Tomaré como ejemplo un «clásico» de la sociología industrial: el estudio sobre las relaciones de trabajo en los talleres Hawthorne de la Western Electric Company.
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Es un estudio antiguo, realizado hace más o menos un cuarto de siglo, y desde entonces los métodos de trabajo se han refinado mucho. Pero en mi opinión, su sustancia y función siguen siendo las mismas. Más aún, esta forma de pensamiento no sólo se ha extendido desde entonces a otras ramas de las ciencias sociales y de la filosofía, sino que ha ayudado a configurar los sujetos humanos con los que está relacionada. Los conceptos operacionales han llegado a ser métodos para mejorar el control social: han llegado a ser parte de la ciencia de manipulación, departamento de relaciones humanas. En
El trabajo visto por el trabajo
se encuentran estas palabras de un trabajador de la industria del automóvil:
La dirección «no ha podido detenernos con los piquetes, no ha podido detenernos con tácticas de mano dura, y así se han puesto a estudiar las 'relaciones humanas' en los campos económicos, sociales y políticos para encontrar la forma de neutralizar a los sindicatos».
Al examinar las quejas de los trabajadores sobre las condiciones de trabajo y los salarios, los investigadores se centran en el hecho de que la mayor parte de estas quejas fueron formuladas en declaraciones que contenían «términos vagos, indefinidos» a los que les faltaba la «referencia objetiva» a «niveles que son generalmente aceptados» y tenían características «esencialmente diferentes a las de las propiedades generalmente asociadas con los hechos comunes».
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En otras palabras, las quejas fueron formuladas en términos tan generales como «los servicios no están limpios», «el trabajo es peligroso», «la paga es baja».
Guiados por el principio del pensamiento operacional, los investigadores se propusieron cambiar y reformular estas declaraciones de tal modo que su vaga generalidad pudiera ser reducida a referencias particulares, términos que designaran la situación particular en la que se origina la queja y así delinear «con precisión las condiciones de la compañía». La forma general se disolvió en declaraciones que identificaban las operaciones y condiciones particulares de las que salía la queja y ésta fue satisfecha cambiando estas operaciones y condiciones particulares.
Por ejemplo, la declaración «los servicios no están limpios» fue cambiada a «en tal y cual ocasión yo fui al servicio y la taza estaba sucia». La investigación afirmaba entonces que esto se debía «principalmente a la falta de cuidado de algunos empleados», siendo instituida una campaña contra tirar papeles, escupir en el suelo, y otras prácticas similares, y se designó un empleado fijo para los servicios. «De este modo muchas de las quejas fueron reinterpretadas y usadas para realizar mejoras.»
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Otro ejemplo: el trabajador B hace la declaración general de que las tasas por pieza en su trabajo son muy bajas. La entrevista revela que «su mujer está en el hospital y que él está preocupado por las cuentas de doctor que debe. En este caso el contenido latente de la queja consiste en el hecho de que las ganancias actuales de B, debido a la enfermedad de su mujer, son insuficientes para atender sus actuales obligaciones financieras».
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Esta traducción cambia significativamente el sentido de la proposición real. La declaración directa formula una condición general en su generalidad («el salario es muy bajo»). Va más allá de la condición particular en la fábrica particular y más allá de la situación particular del trabajador. En esta generalización, y sólo en esta generalización, la declaración expresa una obvia acusación que toma el caso particular como la manifestación de un estado universal de las cosas, e insinúa que el último no puede ser cambiado por las mejoras del primero.
Así, la declaración directa establece una relación concreta entre el caso particular y la totalidad de la que es un caso; y esta totalidad incluye las condiciones fuera del trabajo respectivo, fuera de la planta respectiva, fuera de la situación personal respectiva. Esta totalidad se elimina en la traducción, y esta operación es la que hace posible la cura. El trabajador puede no ser consciente de ello, y para él su queja puede tener en verdad ese significado particular y personal que la traducción establece como su «contenido latente». Pero el lenguaje que él usa afirma su validez adjetiva contra su conciencia: expresa condiciones que
son
, aunque no lo son «para él». El carácter concreto del caso particular que logra la traducción es el resultado de una serie de abstracciones de su carácter concreto
real
, que se encuentra en el carácter universal del caso.
La traducción relaciona la declaración general con la experiencia personal del trabajador que la hace, pero se detiene en el punto en el que el trabajador individual se experimentaría a sí mismo como «el trabajador», y donde su trabajo aparecería como «el trabajo» de la clase trabajadora. ¿Es necesario señalar que, en sus traducciones, el investigador operacional sigue meramente el proceso de la realidad y probablemente incluso las propias traducciones del trabajador? La experiencia aislada no entra en sus propósitos y su función no es pensar en términos de una teoría crítica sino preparar supervisores «en términos más humanos y efectivos en su trato con sus trabajadores»
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(sólo el término «humano» parece no ser operacional y pide un análisis).
Pero conforme esta forma de pensamiento e investigación (
managerial
) se extiende sobre otras dimensiones de la tarea intelectual, los servicios que rinde se hacen cada vez más inseparables de su validez científica. Dentro de este contexto, la funcionalización tiene un efecto verdaderamente terapéutico. Una vez que el descontento personal es separado de la infelicidad general, una vez que los conceptos universales que se oponen a la funcionalización son disueltos en referencias particulares, el caso se convierte en un accidente tratable y de fácil solución.
Desde luego, el caso permanece como el incidente de un universal —ninguna forma de pensamiento puede evitar lo universal— pero de un género muy diferente del que se implica en la declaración directa. Una vez que ha resuelto el problema de sus cuentas de médico, el trabajador B reconocerá que, generalmente hablando la paga
no
es demasiado baja y que sus sentimientos sobre ella se debían tan sólo a su situación individual (que puede ser similar a otras situaciones individuales). Su caso ha sido incluido dentro de otro género: el de los casos de dificultad personal. Ya no es un «trabajador» o «empleado» (el miembro de una clase), sino el trabajador o empleado B en la planta Hawthorne de la Western Electric Company.
Los autores de
La dirección y el trabajador
eran muy conscientes de esta implicación. Ellos dicen que una de las funciones fundamentales que deben realizarse en una organización industrial es «la función específica del trabajo personal», y esta función exige que, al tratar las relaciones entre empresario y empleado, uno debe estar «pensando en qué es lo que está en la mente de algún empleado particular en términos de un trabajador que tiene una historia personal particular» o «en términos de un empleado cuyo trabajo está en algún lugar particular en la fábrica que lo asocia con personas y grupos de gentes particulares…» En contraste, los autores rechazan, como incompatible con la «función específica del trabajo personal» una actitud que se dirige al empleado «general» o «típico», o «lo que está en la mente del trabajador en general».
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Resumiremos estos ejemplos contrastando las declaraciones originales con su traducción dentro de la forma funcional. En ambos casos tomamos las declaraciones tal como aparecen, haciendo a un lado el problema de su verificación.
1) «El salario es muy bajo.» El sujeto de la proposición es «salario», no la remuneración particular de un trabajador particular en un empleo particular. El hombre que hace la declaración puede pensar sólo en su experiencia individual pero, en la forma que le da a su declaración, trasciende esta experiencia individual. El predicado «muy bajo» es un adjetivo relacional que exige una referencia que no se designa en la proposición: ¿muy bajo para quién o para qué? Esta referencia puede ser otra vez el individuo que hace la declaración con sus compañeros en el trabajo, pero el nombre general (salario) lleva consigo todo el movimiento de pensamiento expresado por la proposición y hace que los otros elementos proposicionales compartan el carácter general. El referente permanece indeterminado: «muy bajo, en general» o «muy baja para todo aquel que es asalariado, como el que hace la declaración». La proposición es abstracta. Se refiere a condiciones universales que no puede sustituir ningún caso particular; su sentido es «transitivo» tanto como contra cualquier caso individual. La proposición pide en realidad ser «traducida» a un contexto más concreto, pero éste debe ser uno en el que los conceptos universales no pueden ser definidos por ningún aparato
particular
de operaciones (tal como la historia personal del trabajador B y su función especial en la planta W). El concepto «salario» se refiere al grupo de «asalariados» que abarca todas las historias personales y los trabajos especiales en un universal concreto.
2) «Las ganancias actuales de B, debido a la enfermedad de su mujer, son insuficientes para cubrir sus obligaciones normales». Adviértase que en esta traducción de (1) el sujeto ha sido separado. El concepto universal «salario» se cambia por «las ganancias actuales de B», cuyo significado es totalmente definido por el conjunto particular de operaciones que B tiene que realizar para comprar para su familia comida, ropa, habitación, medicinas, etc. La «transitividad» del significado ha sido abolida: el colectivo «asalariados» ha desaparecido junto con el sujeto «salario» y lo que queda es un caso particular que, separado de su sentido transitivo, se hace susceptible de los niveles de tratamiento aceptados por la compañía a la que el caso atañe.
¿Qué está mal aquí? Nada. La traducción del concepto y la proposición como totalidad es ratificada por la sociedad a la que el investigador se dirige. La terapia funciona porque la planta o el gobierno pueden permitirse cargar por lo menos con una parte considerable de los costes, porque están dispuestos a hacerlo así y porque el paciente está dispuesto a someterse a un tratamiento que promete tener éxito. Los vagos, indefinidos conceptos universales que aparecen en la queja sin traducir, eran en realidad remanentes del pasado; su persistencia en el lenguaje y el pensamiento eran en realidad un obstáculo (aunque un obstáculo menor) para la comprensión y la colaboración. En tanto que la psicología y la sociología operacional han contribuido a aliviar condiciones infrahumanas, son parte del progreso, intelectual y material. Pero también son la prueba de la ambivalente racionalidad del progreso, que es satisfactorio en su poder represivo y represivo en sus satisfacciones.
La eliminación del transitivo ha permanecido como un aspecto de la sociología empírica. Caracteriza incluso un gran número de estudios que no están designados para cubrir una función terapéutica en algún interés particular. El resultado es que una vez que el exceso de sentido «no realista» es abolido, la investigación se encierra dentro del vasto confinamiento en el que la sociedad establecida da validez e invalida proposiciones. En virtud de su metodología, este empirismo es ideológico. Para ilustrar su carácter ideológico, veamos un estudio sobre la actividad política en los Estados Unidos.
En su ensayo «Presión competitiva y consentimiento democrático». Morris Janowitz y Dwaine Marvick quieren «juzgar el grado en el que una elección es una expresión efectiva del proceso democrático». Tal juicio implica una evaluación del proceso electoral «en términos de las exigencias necesarias para mantener una sociedad democrática» y esto a su vez requiere una definición de «democracia». Los autores ofrecen la elección entre dos definiciones alternativas; las teorías del «mandato» y las «competitivas» de democracia:
«Las teorías del 'mandato', que tienen su origen en las concepciones clásicas de la democracia, postulan que el proceso de representación se deriva de un claro conjunto de directrices que el electorado impone a sus representantes. Una elección es un procedimiento de conveniencia y un método para asegurar que los representantes cumplen con las instrucciones de sus constituyentes.»
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Pero esta «preconcepción» ha sido «rechazada de antemano como no realista, porque asume un nivel de opinión articulada y de ideología de los problemas de la campaña que no es probable encontrar en los Estados Unidos». Esta franca declaración de hecho se alivia de algún modo por la consoladora duda sobre «si alguna vez ha existido tal nivel de opinión articulada en cualquier electorado democrático desde la extensión del derecho de voto en el siglo XIX». En cualquier forma, los autores aceptan en vez de la concepción rechazada, la teoría «competitiva» de la democracia, de acuerdo con la cual una elección democrática es un proceso «de seleccionar y rechazar candidatos», quienes están «en competencia por los cargos públicos». Para ser verdaderamente operacional, esta definición requiere «criterios» por medio de los cuales el carácter de la competencia política debe ser definida. ¿Cuándo produce la competencia política un «proceso de consentimiento» y cuándo un «proceso de manipulación»? Un grupo de tres criterios se ofrece:
1. Una elección democrática requiere la competencia entre candidatos opuestos que cubra toda la circunscripción. El electorado obtiene el poder de su habilidad para escoger entre al menos dos candidatos competitivamente orientados, cualquiera de los cuales se cree que tiene una razonable oportunidad de ganar.
2. Una elección democrática requiere que ambos [!] partidos se entreguen a un balance de fuerzas para mantener los grupos de votos establecidos, para reclutar votantes independientes y para ganar conversos de los partidos de oposición.
3. Una elección democrática requiere que ambos [!] partidos se entreguen vigorosamente a un esfuerzo para ganar la elección actual, pero, ganando o perdiendo, ambos partidos deben estar buscando también ampliar sus probabilidades de éxito en la siguiente y las subsecuentes elecciones…
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