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Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

Efecto Mariposa (26 page)

—Supones bien. —Alex entrecerró los ojos, sin apartar su mirada de la de Sasha—. Fue tu consejo.

—¿Y por qué son tan importantes los medicamentos homeopáticos, si puede saberse? —preguntó Tommy.

—Básicamente porque están al alcance de un mayor número de personas. La homeopatía es una herramienta útil y eficaz para ciertos tipos de enfermedades —dijo Angel.

Tommy puso cara de no entender.

—El tratamiento de un producto homeopático es distinto al de los medicamentos convencionales —intervino Alex—. Para lanzar un producto homoeopático al mercado no se exigen ciertos requisitos que son obligatorios en otro tipo de medicamento y no requieren receta médica para venderse; eso acorta el tiempo en el que un producto puede estar en el mercado y por ende, reduce los costos de fabricación.

—¿No es eso peligroso? —quiso saber Tommy.

—Existen hospitales integrados al Sistema Nacional de Salud Británico que se dedican a la investigación de esos medicamentos; los laboratorios privados ponen a su disposición todas las pruebas necesarias. Nosotros tenemos un equipo médico del más alto nivel dedicado al desarrollo de estos productos, que se ocupa rigurosamente de las pruebas clínicas y poseemos veinte investigadores.

—La FDA hace algo similar, querido —dijo Angel—. Se flexibiliza para fomentar la investigación.

—Ya veo.

Sasha sonrió sin dejar de mirar a Alex.

—La política estatal de los conservadores es controlar el gasto sanitario público. ¿Recuerdas lo que dijo Fauntleroy en la cena de Navidad el año pasado? Buscan evitar que las farmacéuticas lucren en exceso, pero los acuerdos de regulación de beneficios no incluyen medicamentos genéricos ni medicina homeopática y el Estado no posee los suficientes recursos para competir con las empresas privadas. En otras palabras, si Thot Labs apuesta ahora por la homeopatía, el mercado estatal será suyo. ¿Verdad, Alex?

—Así es —respondió el aludido—. Es una inversión a futuro.

—Entiendo. —Tommy se levantó, optando por no ahondar en un tema que no entendía—. Voy a ducharme y cambiarme de ropa.

—Yo voy a ir a despertar a Ariel para contarle que iremos al museo —dijo Angel y se fueron los dos cuchicheando. Era obvio que querían dejarlos solos.

—Muy astuto —dijo Alex—. Imagino que estuviste leyendo el British Medical Journal.

—Todas las semanas —dijo Sasha—. Desde que conocí a Fauntleroy. Me intrigaba su presencia aquí y até cabos.

—Es por eso que te necesito con nosotros, Sasha.

El ruso entrecerró los ojos, evaluando a su interlocutor.

—Vinieron a visitarme de Chemical United. Me hicieron una oferta interesante. En Londres.

—Ya veo. ¿Aceptaste?

—Aún no. Me quieres en Thot Labs, pero en Birmingham. Ellos me quieren aquí. Negociemos.

—¿Qué es lo que quieres?

—Veinte mil libras más de lo que me has ofrecido, libertad de acción y un contrato que especifique que el próximo año estaré en Londres, con iguales condiciones.

—Veinte meses.

—Dieciocho.

—Hecho.

Sasha sonrió.

—¿Sabes, Alex? No pensé que fueras a aceptar. Creo que realmente me necesitas. —Y antes de que su interlocutor pudiera replicar, se retiró.

9

La excursión al museo sirvió para que la tensión se disipara. Alex y Sasha estuvieron discutiendo la situación de Birmingham hasta que Angel los hizo callar.

—No habléis de trabajo. Hemos venido a divertirnos.

El reproche tuvo su efecto y Sasha tomó a Ariel en brazos para explicarle, junto con Tommy, todo lo que recordaba sobre las momias egipcias.

—Aquí dice que esta tarde habrá una conferencia sobre los textos funerarios del Egipto faraónico, a cargo de Chantalle Khader.

—El nombre me suena —dijo Alex.

—¿Recordáis a lord Fauntleroy? —dijo Angel—. Su hija Blanche se casó hace poco con Louis Khader y Chantalle es su madre. La conocimos en la boda.

—Es cierto —recordó Alex—. Una mujer muy agradable.

—Ha dedicado su vida a Egipto y es muy reconocida. Trabaja como conservadora en el Museo de El Cairo —dijo Angel sin ocultar su admiración.

«Es la misma admiración que siente por Barbara Elion. Me pregunto si se estará arrepintiendo de haber sacrificado su carrera por Alex», se dijo Sasha.

Pasaron la mañana en el museo y merendaron en el restaurante que Tommy había propuesto.

—Está delicioso —declaró Sasha—. Pero prefiero algo más casero. —Guiñó un ojo—. Me he acostumbrado a la mano de Tommy.

Se hizo un momentáneo silencio mientras los Andrew interpretaban el evidente doble sentido de la frase. Finalmente Alex celebró la ocurrencia, aceptando tácitamente la relación que unía a sus amigos por primera vez delante de ellos.

—Como Tommy insiste en quedarse este verano en Londres, quizá pueda seguir algún curso de Alta Cocina —sugirió Angel para cambiar de tema.

—Para esos cursos necesitas una recomendación. No admiten a cualquiera. —Tommy torció el gesto.

—¿Y eso es problema? Podemos pedirle a Gastón, el chef del Ritz, que te recomiende. O a Henri, que prepara las cenas de Thot Labs —dijo Alex.

—¿Crees que querrán? —preguntó Tommy tratando de no hacerse muchas ilusiones.

—Por supuesto.

—Entonces queda resuelto —dijo Angel—. Así estarás entretenido, aunque quisiéramos que vinieras con nosotros.

—¿A dónde iréis? —preguntó Sasha.

—Iremos quince días a Grecia y luego Ariel y yo nos iremos a Cornualles mientras Alex trabaja —dijo Angel que no había olvidado las duras críticas de McAllister en el laboratorio cuando Alex estuvo fuera un mes—. ¿Recuerdas a lady Miranda? Nos ha invitado a la playa este verano.

—Ah, la playa. ¡Hace tanto que no voy! Pero por clases con un reconocido chef me sacrificaré —dijo Tommy con una radiante sonrisa.

Sasha se quedó en silencio pensando que él estaría en Oxford haciendo su tesis. Todavía no habría vacaciones en su vida pero confiaba en que eso pudiera cambiar pronto.

En en el camino de regreso, Ariel quiso sentarse con sus tíos y terminó dormido en el regazo de Sasha.

—Mira qué bien duerme —susurró Tommy—. Verlo dormir así hace creer que no hay ningún mal en el mundo. Ojala fuera así.

Sasha lo miró de reojo y acarició el cabello de Ariel.

«¡Qué deprisa has crecido! Pensar que cuando vuelva de Birmingham tendrás seis años.»

Apartó el pensamiento. No quería pensar en Birmingham hasta que estuviera allí. Birmingham sería el recordatorio permanente de su error, el efecto de su impulsividad. Cerró los ojos.

—Hey, ¿no irás a quedarte dormido tú también? —murmuró Tommy.

—Shh, estoy pensando.

El resto del trayecto lo hicieron en silencio y cuando llegaron a Greenshaw Hall, Angel bajó del auto y miró su reloj.

—Por favor, Sasha, lleva a Ariel a su habitación —pidió—. Temo que lady Margaret vendrá a tomar el té a las cuatro y tengo que cambiarme.

—Claro.

Sasha tomó a Ariel en brazos y subió a su habitación seguido por Tommy, que preparó la camita donde acostaron al pequeño. El ruso se quedó mirándolo largo rato y apartó el cabello de la rosada carita, sonriendo.

—El diablillo se divirtió —dijo en voz baja.

—Tiene fascinación por las momias, sus padres deberían llevarlo a Egipto unas vacaciones. Se volvería loco en El Cairo.

—Hablaba de otro diablillo —dijo Sasha, haciéndole una seña para que lo siguiera y se dirigieron a su habitación—. Tommy, acepté.

—¿Me alegro?

—Sí, supongo que te alegras. Va a costarle a Alex más de lo que había calculado, pero finalmente le daré gusto.

Tommy asintió y se sentó en los pies de la cama. Tras un suspiro, se dejó caer hacia atrás. No quería decir nada que pudiera estropear el ambiente. Sasha parecía contento y esperaba que siguiera así mucho tiempo.

—Ayer estuve con Richie —dijo Sasha, recostándose a su lado.

—Lo sé, me llamó por teléfono.

—Oh. —Sasha se preguntó si el pelirrojo le habría dicho algo más, pero decidió no indagar en el tema. Su preocupación más inmediata era sacar a colación lo que haría Tommy en los próximos meses—. ¿Por qué no quieres ir a Grecia con Alex y Angel? Te mereces un descanso luego de terminar la carrera. Tus padres estarán satisfechos. ¿Vendrán a buscarte?

—No, este año también estarán fuera todo el verano y prefiero quedarme aquí que ir con ellos —mintió Tommy—. Haré ese curso de chef y buscaré trabajo. Realmente quiero trabajar, quiero sentir que hago algo de provecho.

—Pero son tus vacaciones. ¿Para qué quieres buscar trabajo tan pronto?

—Ya te lo dije el otro día, quiero ser autosuficiente. No quiero volver a depender de nadie nunca más. ¿Qué harás tú?

—Terminar mis asuntos en Oxford, visitar Birmingham, ambientarme. Quizá tú y Richie podríais ir conmigo un par de días...

El rostro de Tommy se iluminó.

—Claro. Claro que sí. —Acomodándose sobre Sasha comenzó a darle un beso de los suyos, pero se apartó de repente—. Además, necesitarás un
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de confianza. —Rió—. Si Richie no puede recomendarte uno, tendremos que buscarlo. —Volvió a besarlo con una sonrisa en sus labios.

Capítulo 13
1

Al finalizar junio, Richie hizo la llamada que Sasha había estado esperando desde que descubrió que traspasaba el
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. Tomó el tren de las seis de la tarde y a las ocho llamaba a la puerta del pelirrojo, esperando que Tommy ya se encontrara allí.

—Hola —dijo Richie. Se veía un poco tenso y Sasha sabía de sobra por qué. No debía ser fácil para él decir lo que el ruso intuía. Sobre todo decírselo a Tommy, que estaba semirecostado en el sofá, mirando videos en la tele mientras sostenía una copa de whisky.

—Hola, Tommy —saludó, besándolo brevemente en los labios.

—Hola. Te estábamos esperando. ¿Cuál es la gran noticia, Richie? —Se inclinó hacia Sasha para decirle con fingido disimulo—. No ha querido decirme nada hasta que tú llegaras.

—Ya veo. —Sasha se sentó a su lado. Richie le alcanzó un vaso de vodka y se sentó frente a ellos, bajando el volumen del televisor.

—Creo que ambos adivináis lo que voy a anunciaros —empezó, buscando la mirada de Sasha para encontrar valor y seguir—. Voy a casarme. Sois los primeros en saberlo.

—Oh… ¡Felicidades! —Era algo que Tommy sabía que ocurriría, pero no esperaba que fuera tan pronto—. Me alegro por ti —añadió sinceramente.

—Gracias. —Richie sonrió.

—A tu salud. —dijo Sasha alzando su vaso y lo entrechocó con el del pelirrojo—. También me alegro por ti. —Lo miró fijamente a los ojos—. De verdad.

—¿Y cuando va a ser el acontecimiento? —preguntó Tommy y dio un largo trago levantándose luego para servirse otro vaso. Lo necesitaba.

—A fines de agosto —dijo Richie—. Sé que es un poco pronto, pero Cindy tiene una oferta importante de trabajo y no quiere rechazarla.

—¿Que tiene que ver una oferta de trabajo con que os caséis aprisa y corriendo? —preguntó Tommy sentándose otra vez con el vaso nuevamente lleno.

—Oh, es que el trabajo no es en Londres —dijo Richie, buscando desesperadamente la mirada de Sasha.

El ruso frunció el ceño, atando cabos. Ahora la razón para traspasar el
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parecía muy clara.

—¿Dónde es? —preguntó Tommy empezando a temerse algo.

Sasha se incorporó como si no quisiera perderse una palabra de lo que dijera el pelirrojo. Él pareció muy incómodo y bebió un largo trago. Luego se dirigió a Tommy.

—En Nueva York.

—¡Oh, joder! —Tommy se levantó de golpe—. ¿Te vas a ir a otro país? ¿Al otro lado del mundo? ¿Estás loco?

—Calma, Tommy. — Richie se levantó a su vez—. Sasha… No será tan malo, ya veréis. No puedo truncar el futuro de Cindy. —Imploró ayuda con la mirada.

—Nunca dijiste que te irías —murmuró Sasha—. Sólo dijiste que pondrías un restaurante…

—Lo siento… No sabía cómo decíroslo…

—Pero Richie, si te vas… Tal vez no nos volvamos a ver. ¿Te das cuenta…? —dijo Tommy con expresión dolida—. Además, ¿qué pasará con Sextasis? Tienes que quedarte aquí. Tienes tu tienda, tu familia, a nosotros.

—Richie vendió Sextasis —dijo Sasha—. La semana pasada.

—¿¡Qué!? ¡Joder! ¿Por qué no me lo habéis dicho? —Se giró hacia Sasha—. ¿Por qué no me lo has dicho? ¡Maldita sea! ¿Por qué habéis jugado así conmigo?

—A mí tampoco me lo había dicho —replicó Sasha—. Lo descubrí por accidente y luego me dijo que nos diría todo a ambos. No tenía idea de que se iría a Nueva York.

—Por favor, calmaos —pidió Richie—. No será por mucho tiempo, tampoco tengo intenciones de establecerme definitivamente allí. Por favor, entendedme, quiero hacer esto. Quiero una oportunidad de ser feliz.

—Pero… —comenzó a decir Tommy, pero finalmente se dejó caer en el sofá en medio de un silencio derrotado. Por supuesto que quería que Richie fuera feliz, pero ¿por qué demonios tenía que serlo al otro lado del océano?

—Tendré que devolverte tu colección de ropa interior —dijo Richie—. ¿Tienes dónde guardarla?

—No… sí. —Tommy esbozó una triste sonrisa—. La dejaré en casa de Alex… Al bueno de Perkins le dará algo cuando la descubra. Pero da igual, todos ellos ya saben lo puto que soy.

Sasha y Richie intercambiaron una mirada.

—No digas eso, Dragón. Y no estés triste. Podremos hablar por teléfono y escribirnos —dijo Richie intentando confortarlo. Se sentó a su lado y lo atrajo en un estrecho abrazo—. Sólo será un año o dos, ya veréis… Antes de que lo imaginéis, estaré de regreso.

—No va a ser lo mismo —murmuró Tommy. Con Sasha en Birmingham y Richie al otro lado del mundo se iba a sentir muy solo. Todo el mundo lo abandonaba. Era como si todo el mundo subiera a un tren y él se quedara en el andén sin billete, viéndolos partir.

Sasha se sentó del otro lado y rodeó a ambos con sus brazos. Había pensado que su partida abatiría de un modo así a Tommy, pero en su caso era como si no le importase. En cambio se veía destrozado por la partida de Richie.

—Os quiero mucho y eso jamás va a cambiar —dijo Richie sin dejar de abrazarlo—. Pero vosotros también tenéis una vida, debéis pensar en eso.

Tommy lo miró intensamente como diciéndole: «Tú sabes qué vida poseo, no tengo nada que sea mío y todo el mundo me deja tirado».

Richie enrojeció y no atinó más que a darle besos en el rostro, sin querer soltarlo. Fue Sasha quien, preocupado por la situación que se había generado, expresó:

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