Sasha le sujetó la mano, impidiéndole huir.
—No habéis metido la pata. Escucha… sé que esto es incómodo. Yo me sentiría igual de encontrarte con alguien. Me hace muy feliz que hayáis venido a verme. Además, Derek es una buena persona y por eso he sido muy sincero con él. Sabe que no tendremos nada, lo acepta, así que si le decimos que vosotros me cuidaréis, tendrá que entenderlo.
—De verdad que no quiero hacerlo sentir mal. Es un chico muy agradable. —Sonrió de medio lado y se corrigió—. Parece agradable, pero he tenido muy mala experiencia con tus ligues.
Sasha rodó los ojos, empezaba a cansarse de tanta indecisión.
—De acuerdo. Entonces di qué quieres hacer y lo haremos.
—¡Es que no lo sé! Yo quiero estar contigo, pero no quiero hacer que nadie se sienta mal por mi culpa. No sé… Me duele la cabeza de pensar.
Sasha se hizo a un lado para dejarle espacio y le susurró al oído:
—Entonces no pienses… sólo hazme compañía.
—De acuerdo. —Tommy se rindió y se acercó para besarle la mejilla.
El ruso lo abrazó, tratando de no pensar en nada más. Ya tendría tiempo de preocuparse luego por Derek. Ahora solamente quería abrazar a Tommy y con ese pensamiento, se quedó dormido.
Pasada la una de la tarde Richie y Derek volvieron y al entrar con la llave que éste último había cogido al salir, se encontraron con Sasha y Tommy abrazados y profundamente dormidos.
—Oh. —Fue todo lo que dijo Derek, y Richie le palmeó la espalda en un gesto de simpatía.
—Esos dos son así —expresó—. Llevo años saliendo con ellos y siempre hacen lo mismo. Están muy unidos.
—Claro. Sabía que pasaba algo… ¡qué tonto he sido!
—Se conocen desde hace años, tienen una relación muy especial. Pero no eres tonto por no haberlo sabido.
—Ya. Supongo que Tommy sabrá cuidar de Sasha. Por favor dile que tuve cosas que hacer, que lo llamaré luego.
Derek se fue apresuradamente y Richie se sentó junto a la ventana, mirando a sus amigos dormidos. Había cosas que jamás cambiarían…
Durante media hora Richie los estuvo observando dormir: cómo se aferraban el uno a otro, aun dormidos, cómo sus cuerpos parecían encajar como las piezas de un
puzzle
. Se pertenecían, no le cabía duda.
Un ligero estremecimiento le advirtió que Tommy estaba a punto de despertar.
—Hola —dijo con voz pastosa y ojos entornados.
—Hola —dijo Richie—. ¿No tienes hambre? Estaba esperando a que despertárais.
—Estoy hambriento —respondió con una sonrisa cargada de intenciones y alargó la mano hacia el pelirrojo, llamándolo a su lado. Era obvio que quería un besito.
Richie se acercó, con cuidado de no despertar a Sasha, y le dio un beso, para luego susurrar:
—Derek se fue.
—Vaya —dijo con pena y realmente la sentía—. No tenía que haberse ido, él estaba antes aquí —susurró para no despertar a Sasha. Palmeó la cama para que el pelirrojo se tumbara a su lado y poder abrazarlo también.
Al tratar de recostarse Richie, Sasha despertó, parpadeando confuso. La fiebre había bajado y tenía mucha hambre, pero no pudo evitar preguntar:
—¿Dónde está Derek?
—Por lo visto se ha ido mientras dormíamos —respondió Tommy mirando a Richie.
—Dijo que tenía algo importante que hacer —dijo Richie—. Es una suerte que Tommy y yo viniéramos, así no te quedas solo.
—Bueno, será mejor que me espabile y estire un poco las piernas. —Tommy aprovechó la excusa para salir. No sabía cómo iba a reaccionar Sasha con respecto a lo de Derek. Por si se molestaba, prefirió no estar cerca.
Sasha se incorporó un poco y frunció el ceño.
—¿Se ha ido? Ya veo. —Sostuvo unos momentos la mirada de Richie, pero no tenía ánimo de discutir, de modo que volvió a arrebujarse entre las mantas—. Tengo hambre… espero que Tommy venga pronto.
Y se instaló entre ellos un silencio que ya se estaba haciendo frecuente.
Tommy bajó al comedor, se puso a conversar con el mesero y logró que le preparasen algo ligero para los tres. Llevando una bandeja, volvió a la habitación de Sasha.
—¡Sorpresa! —dijo al entrar y no se le escapó la tensión que había entre sus dos amigos.
Comieron en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos. Cuando terminaron, Richie se ofreció a llevar los platos al comedor. Era obvio que quería alejarse y Tommy decidió aprovechar el momento para hablar sobre ello con Sasha.
—Sasha… Eh… Richie estaba preocupado por ti. Hace tiempo que no vas a verlo y al saber que estabas enfermo…
—Ajá —dijo el ruso.
A Tommy se le cayó el alma a los pies al oír la efusiva respuesta. No sabía cómo afrontar el tema. Sasha era muy tozudo cuando quería.
—¡Oh, por favor! —dijo ya hartándose—. Es Richie, nuestro Richie. Nuestro amigo, maestro, amante… familia. ¿Cuánto tiempo vas a estar enfadado con él por esa tontería? Es doloroso, para ti… para él… y para mí.
—Yo no estoy enfadado, Tommy. Sólo cansado.
—Sasha —dijo con un suspiro—, hay tanta tensión y mal rollo en la habitación cuando estáis juntos que podría morir intoxicado por ello. Richie te quiere… y sé que tú también lo quieres a él. ¿Tan grave fue esa discusión que pesa más que vuestro cariño? ¿Es más importante que vuestra amistad? Realmente, ¿estás dispuesto a perderlo? ¿A perder todo lo que ha significado en nuestras vidas?
—No es eso. Me alegro que hayáis venido, pero yo no puedo remediar lo que pasó. Y cada vez que me mira parece que me estuviera juzgando. No estoy dispuesto a soportar eso.
—No creo que te esté juzgando. Te quiere… —Volvió a suspirar—. ¿Y qué si te juzga? Es de la familia, si alguien ha de juzgarnos son ellos. Lo que opinen los otros no importa. La opinión de los que queremos es la que vale y pesa. Puede que no nos guste pero al menos sabemos que ellos nos conocen y la dan con el peso de su cariño. Y sobre todo y más importante: no nos van a dejar de querer aunque crean que nos equivocamos.
—¿Y qué se supone que quieres que haga? Siempre soy yo el que tiene que hacer cosas para agradar a los otros, ¿verdad? Si al final soy el villano corruptor de menores.
—No te hagas la víctima. —Tommy rodó los ojos y se tumbó a su lado en la cama—. No es cuestión de hacer cosas para agradar a otros, es hacerlo para agradarte a ti. ¿O realmente estás encantado de la vida con este distanciamiento de Richie? Además, él ha venido aquí, por ti. Y para que lo sepas, tú me corrompiste un poquito cuando era menor. —Le dio un rápido beso en la mejilla—. No es que me queje.
—De acuerdo. Si te hace feliz…
—Vale. —Tommy sonrió con total inocencia—. Eso me hace muy feliz —añadió abrazándolo y recargándose todo lo encima que pudo de él sin aplastarlo. Se quedó finalmente con la cabeza apoyada en su hombro—. Ahora te tienes que poner bueno e irnos los tres de juerga, como antes. —En su voz se adivinaba una sonrisa.
La visita se prolongó hasta el domingo y Sasha, mucho mejor, fue a despedir a sus amigos a la estación.
El lunes, más repuesto, decidió ir en busca de Derek. Se sentía un tanto incómodo por lo ocurrido y, aplicando lo que Tommy había dicho, no deseaba que las cosas se quedaran así, de modo que aprovechó la hora de comer para presentarse en el pabellón de Derek llevando una rosa rosada que tomó al pasar.
Lo encontró saliendo y casi tropezó con él.
—Eh, hola —dijo Derek, un tanto cohibido—. Pensé que seguirías en cama.
—Tuve un buen enfermero —dijo Sasha con una radiante sonrisa y le tendió la rosa—. Gracias por estar allí.
Derek la tomó, ruborizándose.
—¿Tus amigos volvieron a Londres?
—Ayer —dijo Sasha—. Te enviaron saludos. Vine a invitarte a almorzar.
—Eh… yo… —Derek lo pensó un momento y decidió ser sincero—. Escucha, Sasha, lo del sábado fue muy incómodo. Ya sé que hemos hablado y que las cosas están más o menos claras, pero no quiero volver a hallarme en una situación así. Tampoco quiero servirte de consuelo.
El ruso sopesó las palabras. Derek tenía mucha razón, pero ¿cómo explicarle lo que sentía por Tommy? No lo entendía ni él mismo y no quería pasarse la vida preocupado por una fidelidad que dudaba que Tommy pudiese mantener.
—No me sirves de consuelo. Me gustas —dijo, sujetando a Derek por los hombros y mirándolo con intensidad—. ¿Qué dices? ¿Me acompañas a comer?
Derek dudó un breve instante, pero la mirada de Sasha era tan intensa que, decidiéndose, tomó el brazo del ruso y juntos echaron a andar por el pasillo.
—Vamos, quita esa cara de puchero —riñó Tommy. Era el 3 de marzo y había aprovechado la visita de Sasha para llevarlo a casa de Richie que acababa de volver de un viaje de una semana a Manchester. Sabía que el ruso no estaba cómodo con la idea, pero aún tenía la esperanza de que se todo volviera a ser como antes.
—No tengo cara de puchero —se quejó Sasha arrugando el labio. Estacionaron el auto y subieron al apartamento de Richie.
—No, no tienes. —Tommy puso cara de puchero a su vez pero con una sonrisa de burla—. ¿Cómo vas a tenerla? Con lo maduro y serio que eres —añadió riendo y lo besó antes de que se enfadara también con él.
Sasha optó por ignorarlo. Simplemente detestaba que Tommy creyese poder interpretar siempre lo que él sentía. Se apresuró en subir al ascensor y llamar a la puerta de Richie.
Tommy hizo un mohín real. Sasha a veces no pillaba sus bromas y le acababa de matar su humor juguetón. Medio mosqueados, llegaron al apartamento.
El pelirrojo abrió la puerta y se quedó mirando a los dos alternativamente. Sasha lucía sumamente serio y Tommy tenía un mohín. Era evidente que habían discutido por algo. Esperaba que no fuera por él.
—¿Hola? —saludó tentativamente.
—¡Hola! —Tommy cambió su mohín por una sonrisa radiante, lo abrazó con fuerza y se apartó para dejarle sitio a Sasha—. Te echamos de menos.
—Hola —dijo él, abrazándolo también.
El grupo se acomodó en el salón y Richie se las arregló para sonsacar a sus amigos todo lo que habían estado haciendo durante ese tiempo.
—… y Derek me volvió a invitar al campo, pero preferí venir aquí —finalizó Sasha.
—¿Y tú? ¿Cómo estuvo tu viaje? —preguntó Tommy.
—No puedo quejarme: sexo, licor y diversión en cantidades iguales; todos son muy liberales allí, os habría encantado. Pero os eché de menos, por eso os invité esta noche. Quería veros antes de que Sasha tuviera que volver a Oxford —dijo Richie, sonriendo—. ¿Queréis beber algo?
—Whisky —dijo Tommy levantándose—, pero deja, ya lo sirvo yo. ¿Cerveza y vodka? —preguntó señalándolos alternativamente mientras iba hacia la cocina por vasos y hielo.
—Ajá —dijo Sasha. Richie asintió.
La mirada de Sasha fue tras Tommy cuando entró en la cocina.
—Menos mal que has venido —dijo Richie con cierto reproche, nada más quedarse solos—. Tommy andaba como alma en pena, siempre esperándote en vano.
—Tú sabes… el estudio y el trabajo… A veces no es tan sencillo venir —dijo Sasha, encendiendo un cigarrillo.
—Esas son excusas y tú lo sabes —replicó Richie. Parecía que iba a añadir algo más, pero Tommy apareció con una bandeja y las bebidas.
—Bueno, ¿qué os apetece que hagamos esta noche? No tengo muchas ganas de salir por ahí, pero si queréis… —dijo Tommy mientras servía y se sentaba con su vaso al lado de Sasha.
El ruso se bebió el vodka de un trago y depositó el vaso en la mesita. Miró a sus amigos entrecerrando los ojos. A veces lo abrumaban, siempre pensando que sabían lo que pensaba, creyéndose con autoridad a decirle lo que debía hacer.
—Podemos salir —dijo Richie tratando de romper la mala atmósfera que se había formado—, aunque yo había pensado más bien en cenar viendo una película de video. Una noche tranquila.
—Por mí está perfecto. ¿Cocinaré yo? No lo digo por que tú lo hagas mal, Richie. —Tommy trató de bromear al notar que que el ambiente se había enrarecido.
—Pediré la cena. Ya la había dejado encargada. No pensarás que iba a hacerte cocinar después de casi dos semanas sin verte, ¿verdad, bebé?
—No me llames bebé —respondió Tommy—. Y ya sabes que no me importa cocinar para vosotros. Para mí cocinar es un placer y más para la gente que quiero.
—Mejor elige una película, bebé —dijo Sasha con un amago de sonrisa.
—Vale —respondió con un suspiro y se fue a mirar la estantería repleta de películas que tenía Richie. Pasó directamente de las que ya tenía vistas y las clásicas, y se dedicó a ver las últimas adquisiciones—. ¿Os apetece ver «Beetlejuice»?
—Vale —dijo Sasha—. Algo de humor negro, para variar.
—Por mí también vale, aún no la he visto —añadió el pelirrojo y se levantó para coger el teléfono—. He encargado comida china, pero si no os apetece aún estamos a tiempo.
—No, por mí está bien. —Tommy sacó la película y la metió en el reproductor—. Pide ración doble de pan de gambas para mí, me encanta.
Sasha se sirvió otro vodka y se acomodó en el sofá, entre Richie y Tommy.
Apenas llevaban media hora de película cuando llegó la cena. Tommy dijo que no hacía falta ensuciar platos, que podían comer de las cajas, y trataron de demostrar su maña con los palillos, aunque Richie acabó yendo a por un tenedor, harto ya de que se le escurriera el arroz.
—Me encanta Michael Keaton, yo no entiendo como pueden decir algunos críticos que sólo sabe interpretar un mismo tipo de personaje aburrido y que tiene cara de palo. Aquí está que se sale y el personaje es totalmente histriónico —comentó Tommy, estirándose cuando acabó la película—. Además, en Batman está buenísimo.
—Tú piensas que todos los superhéroes están buenísimos —dijo Sasha con retintín mientras ayudaba a Richie a recoger lo que quedó de la cena.
—Es lo que tiene un buen cuerpo embutido en mallas. —Tommy sonrió con picardía mientras se tumbaba en el sofá que habían dejado libre.
—A mí me gustó mucho en aquella peli donde se quedaba en el paro y cambiaba el rol con su esposa en casa. Fue muy divertido ver a un «macho» haciendo de amo de casa —comentó Richie mientras terminaba de recoger—. Dame. —le pidió a Sasha las cajas de comida vacías—. Yo lo llevaré a la cocina.
Cuando Richie desapareció, Sasha se acercó al sofá en el que Tommy estaba repantingado.
—Hum, ¿monopolizando el sofá?
—Eh, sí. —Tommy volvió a estirarse. La camiseta que llevaba se le subió y a Sasha se le fue la vista hacia su ombligo. Ahora que no pasaban tanto tiempo juntos, era obvio que Tommy se había abandonado un poco y ya no iba al gimnasio con la misma asiduidad. Aunque seguía estando muy delgado, sus abdominales no estaban tan marcados como siempre y la tripita había tomado cierta suave redondez. Cosa que, sorpresivamente, no le desagradó nada.