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Authors: Maurice Nicoll

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II (56 page)

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II
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Si un hombre desea vencer el placer que siente en no gustar de una persona debe asimismo vencer su placer en pensar cómo le disgusta esa persona. El Trabajo nos enseña que debemos aprender a tratarnos rectamente los unos a los otros en el dominio de nuestros pensamientos —es decir, en nuestro mundo psicológico— del cual nos hacemos cada vez más responsables. El re-ordenamiento de nuestra vida psicológica o interior es en realidad el objeto del Trabajo. Lo que tiene más importancia en el Trabajo es cómo pensamos de los otros. Si se tiene mucho placer en pensar mal de los otros, en pensar negativamente, en lograr un sentimiento de satisfacción en esos pensamientos, entonces el mundo psicológico en el cual tiene su punto de partida la función del segundo cuerpo y del tercer cuerpo está en una gran confusión y puede cristalizar psicológicamente de un modo muy equivocado. Un hombre no es capaz durante mucho tiempo de vencer sus antipatías momentáneas que se deben a los sentidos, pero si trabaja sabe muy bien que tendrá que librarse internamente de los pensamientos y los sentimientos similares. Esto es, es preciso que se dé cuenta de que no puede complacerse en pensamientos desagradables sobre los otros y de que esta es una de las principales fuentes de nuestra vida interior tal como es. Si nuestro mundo psicológico de pensamiento y sentimiento pudiera disponerse en un orden mejor —es decir, la manera en que pensamos y sentimos a solas acerca de la gente— si pudiéramos dejar de complacernos en el odio y en las críticas negativas en general, nuestras relaciones externas de unos con otros como objetos físicos registrados por nuestros sentidos cambiarían completamente. Hay reacciones externas y reacciones más internas. Durante mucho tiempo seguiremos, reaccionando mecánicamente —esto es, reaccionaremos externamente— y no podremos cambiarlo, pero si tenemos algún discernimiento —es decir, observación de sí— no permitiremos necesariamente que nuestro lado interno concuerde con nuestro lado externo. A menos de ver que tenemos una vida interna de pensamiento y sentimiento a la cual se dirige el Trabajo con el objeto de construir un ordenamiento psicológico correcto no llegaremos a comprender de qué trata el Trabajo. El objeto de la observación de sí es dejar penetrar un rayo de luz en nuestro mundo interior, que se halla en un estado caótico. El objeto del Trabajo es construir con este caótico mundo interior un mundo ordenado. El hombre ordinario se comporta internamente tal como le gusta. Puede ser muy cortés externamente. No se le ocurre que tenga importancia cómo piensa y siente a solas acerca de las otras personas. Pero el Trabajo dice que tiene importancia y así debe empezar con la observación de sí, cuyo objeto es hacernos más conscientes de lo que tiene lugar en cada centro. Al cabo de un tiempo se suele alcanzar la etapa en que la conducta interior es mucho mejor que la exterior. No se puede cambiar lo externo mientras lo interno no haya sido cambiado. Por ejemplo, no puedo cambiar algunas reacciones negativas a menos de ver internamente qué mentiras, qué pensamientos y sentimientos equivocados se producen en mí. Entonces tal vez desee cambiar mi estado interior porque debido a la percepción interior ya no me gusta lo que tiene lugar en mí. Por el acrecentamiento de ese disgusto por mi vida interna, fortalecido gradualmente mediante la observación de sí y la sinceridad para conmigo mismo, mi estado interior puede llegar a ser lo bastante fuerte como para controlar mi vida externa, mecánica y reaccionante. Aquí es donde un hombre empieza a trabajar sobre sí sin mostrar un gran cambio externo. Por ejemplo, no puedo pretender ante mí mismo que soy capaz de cambiar las reacciones de mi Falsa Personalidad al momento, pero si las observo a la luz del Trabajo con sinceridad me disgustan. Entonces comienzo a luchar a solas con mis pensamientos y sentimientos, es decir, empiezo a trabajar sobre mí mismo, sobre mi vida interior. Quizá me complazca mecánicamente en hallar desagradable a otra persona a quien Veo materialmente ante mí, pero al cabo de un tiempo no me complace tanto
pensar
que dicha persona me es desagradable. La razón radica en, que empiezo a percibir mi vida interior o psicológica, es decir, la vida de pensamiento y de sentimiento de la que tuve percepción por medio de la observación de sí y que, por así decirlo, trato de ordenar correctamente a la luz del Trabajo. Cuando estoy en ese estado de introspección sufriré incesantemente a causa de mí mismo, de Nicoll y sus reacciones mecánicas. Entonces tendré que soportar en cierto sentido a esta persona externa, mecánica, reaccionante, a la que hasta entonces había tomado como a mí mismo pero de la cual el Trabajo me ha mostrado gradualmente que es preciso separarse. En el momento en que mi Personalidad reaccione no cabe duda de que me sentiré muy justificado, pero desde esa parte más profunda e interna de mí mismo que empieza a despertar me sentiré incómodo y por cierto no me producirá placer alguno acompañar los pensamientos o los sentimientos de Nicoll que fueron convocados por una irritación momentánea.

Y así, mediante el crecimiento de algo interno a Nicoll, en mi caso, quizás en realidad sienta que algo en mi por momentos, pero sólo por momentos, comienza a ser más fuerte que la maquinaria a la cual una persona disgusta al punto como lo hizo. Ya no
me
inclinaré a estar de acuerdo con Nicoll y con los juicios de Nicoll. Estar solo consigo mismo y entregarse a sentimientos negativos y complacerse en pensamientos desagradables acerca de otras personas ya no será para mí un modo conveniente de vivir conmigo mismo. Cuando esté solo conmigo mismo tendré que revisarme para ver lo que ha pasado en mis centros y examinarme desde el punto de vista de aquellos "Yoes" que se habían hecho cargo de mi en el momentáneo calor del comercio mecánico con la vida, cuando estaba completamente identificado con cada evento pasajero, con cada circunstancia típica. El placer de reaccionar mecánicamente ya no me satisfará más aunque pueda satisfacer mucho a Nicoll. Y cuando me examino de ese modo a solas, sólo podré hacerlo correctamente si me examino a mí mismo desde el punto de vista de todo lo que el Trabajo enseña sobre el estar identificado, ser negativo, hacer cuentas internas, juzgar, mentir, auto-justificarse y antes que nada tener presente el recuerdo de sí. Cuando me someto al Trabajo de este modo en la soledad de mi mismo, me disgustará pensar con placer en la gente a quien aborrezco. No me complaceré en mis pensamientos aunque encuentre difícil no complacerme en encontrar desagradable a dicha persona cuando la vea. Un filósofo de bastante renombre ha dicho que la religión consiste en lo que se hace en la soledad de sí mismo. Levantarse en la mañana después de haberse entregado a toda clase de pensamientos y sentimientos desagradables acerca de las otras personas no es una manera conveniente de iniciar el día. Y son muchos los que lo saben por la percepción interior. Pero el fortalecimiento de este lado interior que desea crecer si tenemos en nosotros algunos "Yoes" del Trabajo depende de la sinceridad consigo mismo de que tanto habla el Trabajo. Por ejemplo, si no me diera cuenta de haber mentido estaría de acuerdo con Nicoll —a saber, mi lado exterior, mi Falsa Personalidad— y si me justifico a mi mismo no tendré ninguna profundidad en mi observación y el lado interno de mí no podrá posiblemente crecer, en cuyo caso nunca habrá algo más fuerte que Nicoll. No quiero decir, como lo expliqué, que puedo ocuparme de Nicoll en seguida, pero quizá me haga sufrir en mi fuero interno". Y sufriré como es debido, y les ruego que reparen en esto, sufriré tan sólo si observo las reacciones de Nicoll a la luz del Trabajo. Si lo hago así, veré que me es posible separarme de gran número de pensamientos y sentimientos que complacen a Nicoll pero que no complacen en absoluto a algo mucho más profundo en mí. Malquererse a si mismo es inútil y sólo da origen a la enfermedad y la depresión. Pero en mi caso ver y hallar desagradables las reacciones de Nicoll, separarme de ellas y así no contemplarme a mí mismo como Nicoll suele dar resultado. Por eso el Trabajo hace tanto hincapié en la necesidad de dividirse en diferentes partes y en no tomarse como uno, como una unidad, parte que el "Yo" Imaginario nos obliga a asumir. No podrá cambiarse uno a si mismo si se toma como si mismo y todos los intentos para hacerlo lo llevarán a una situación peligrosa. Tiene que decirse a sí mismo; "Yo no soy este 'Yo' yo no soy aquel 'Yo'". O ser capaz de decirse: "Yo no soy este pensamiento que se me ocurre", o "Yo no me complaceré en pensar o en sentir de ese modo". Tal vez sólo le sea posible hacerlo por breve tiempo, pero le aseguro que si logra hacerlo por breve tiempo, y sólo de vez en cuando, algo más interno se desarrollará en usted en forma gradual que será capaz de hacerse cargo de usted en algunas ocasiones y controlar las reacciones del lado externo, mecánico. Algunas personas creen que el cambio es algo que tiene lugar final e irrevocablemente con algunos instantes de trabajo, y se desconciertan si no logran resultado alguno. Pero esta es una concepción muy equivocada del significado del trabajo. Todo finca en la forma en que se recobra uno de las caídas, y es siempre interesante reparar en la forma en que la gente se recobra de un mal estado porque es aquí donde comienza el Trabajo en aprender a caminar en lugar de caerse continuamente, porque somos como niñitos que aprenden a andar y si no nos cayéramos nunca podríamos aprender.

En resumen: es en nuestros pensamientos, en cómo pensamos y sentimos donde se sitúa el centro de gravedad de nuestro trabajo, y si nos complacemos en pensar que las cosas nos desagradan, es lo mismo que complacerse en no gustar del objeto transmitido por nuestros sentidos. Al estar confrontados con algún objeto que nos complace no gustar se produce una reacción mecánica que no podremos impedir, pero se pueden impedir los pensamientos que después se refieren a no gustar de ese objeto. Es aquí, en este punto, donde está todo el Trabajo. Aquí, por ejemplo, descansan pensamientos tales como: "¿Puede hallar algo similar en sí mismo a lo que tanto le complace no gustar en otra persona? ¿Ha notado cómo se comporta? ¿Ha notado qué impresiones produce en las otras personas?", y así inacabablemente. Tratamos de construir un orden interno psicológico en nosotros con ayuda de las influencias del Trabajo, un delicado organismo levantado, por así decirlo, por nuestros pensamientos y sentimientos, por las conexiones correctas, por las asociaciones justas, un organismo psicológico que nos ponga en contacto con los Centros Superiores —un cuerpo psicológico—. Cuando empecemos a concebirlo ya no podremos entregarnos a cosas tales como el complacerse en pensar que otras personas nos disgustan mucho ¿Por qué? Porque en este caso construimos un organismo psicológico negativo que llevará todo por un camino equivocado, en el cual no hay verdad ni nada de bueno. Muchas gentes cristalizan en sus emociones negativas. Les aconsejo que eviten a tales personas.

Es preciso entonces ver claramente la diferencia que hay entre una sensación y un pensamiento. Usted tiene frente a sí una persona que no le gusta a causa de su atavío, de su voz, o de sus modales y se complace en encontrar desagradable ese objeto mientras lo mira —esto es, mientras sus sentidos le transmiten esa imagen—. Después, cuando ya no ve más a dicha persona, se complace en pensar cuánto ella le disgusta. El maestro sufí dice que el
efecto
sobre usted es el mismo. Las dos cosas son diferentes, siendo una un objeto y la otra un pensamiento sobre el objeto, porque ver a una persona que está presente y pensar acerca de una persona que está ausente no es la misma cosa —se emplea un centro diferente— pero el desagrado en ambos casos es el mismo.

Birdlip, 17 de marzo, 1945
Comentario sobre las emociones negativas

Cuando se leyó aquí la última disertación sobre "La diferencia que hay entre el objeto y el pensamiento del objeto", se hizo la siguiente pregunta: "¿Es provechoso tratar de no expresar la antipatía que se siente por una persona aun cuando se tenga antipatía hacia ella en nuestros pensamientos?"

Creo que sería provechoso hablar sobre este particular una vez más. Pero ante todo es preciso volver a examinar de qué trata el Trabajo y qué estamos intentando hacer en el Trabajo. Es inútil obrar sobre una frase del Trabajo a no ser que se entienda cuál es su sentido. Por ejemplo, ¿por qué no habría de expresar mis emociones negativas libremente? En la vida esta es una conducta legítima, pero en el Trabajo no lo es. Si está bajo la vida, con sus reducidas posibilidades de desarrollo, donde, por así decirlo, los dados están cargados contra usted en lo que respecta a su desarrollo interior, no hay razón ninguna para que no reaccione mecánicamente a todo de acuerdo con su nivel de ser. Pero si entra en el Trabajo se pone bajo otro orden de cosas completamente diferente. Tiene otras responsabilidades y no puede comportarse como le gusta. Cuando este momento sobreviene, cuando llega a concebir el significado del Trabajo, ya no podrá hacer las cosas como le gustaba hacerlas desde su voluntad de sí o terquedad. Esto quiere decir que ya no podrá reaccionar mecánicamente como siempre lo hizo. Se siente responsable de otro sistema de conducta, al cual debe obedecer. De otro modo el Trabajo no producirá ningún efecto sobre usted. ¿Cómo pueden las ideas del Trabajo producir algún efecto sobre usted si sigue comportándose como siempre lo hizo, lo cual significa que reacciona mecánicamente? El objeto que el Trabajo tiene en vista es cambiar esta mecanicidad. Cuando se tiene un objeto en el Trabajo al principio se sentirá incómodo si se comporta mecánicamente. Esta continua reacción a todos los eventos, a toda la gente, en suma a todo, le disgusta, y cuando esto ocurre en usted, es que está pasando a estar bajo las leyes del Trabajo. Comprende que ya no puede vivir más como lo hacía antes. Se da cuenta de que es preciso que usted mismo se ocupe del asunto. ¿Qué tiene que hacer? Empeñarse en hacer lo que el Trabajo le enseña. Esta es una experiencia extraordinaria: no sólo debe comportarse de una manera diferente sino que debe pensar y sentir diferentemente. Es preciso recordar aquí que todo hombre o toda mujer cree que se comporta correctamente. Se necesita bastante tiempo para darse cuenta que uno no se comporta rectamente y de que nunca lo ha hecho, esto es, que nuestra manera ordinaria de comportarnos interna y externamente no es lo que el Trabajo desea. Y así se llega gradualmente al decisivo instante en que se comprende que lo que el Trabajo siempre enseñó se aplica a uno mismo y a la manera en que uno se comporta y piensa y siente. Tal vez pasen años antes de que llegue ese instante de realización. Se puede hablar sobre el Trabajo, se puede interesarse por el Trabajo y en cierto sentido sentir que se está en el Trabajo y empero no advertir que no se vive el Trabajo en la vida cotidiana. Son muchas las razones y de peso por las cuales el momento de comprensión no es alcanzado en poco tiempo. Una de ellas es que a nadie le está permitido comprender el Trabajo a menos de estar pronto para comprenderlo. Pero cuando las ideas del Trabajo se hacen emocionales y se relacionan con usted mismo y todo cuanto ha observado en sí mismo, entonces quizá tenga un instante de comprensión de cuanto significa el Trabajo en la práctica.

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