Durante el siglo XVII, otros países europeos, en particular Suecia, siguieron el ejemplo de Francia creando monarquías absolutas. Esta forma de gobierno acabó con muchos de los últimos vestigios del feudalismo, pero también desembocó en un poder tiránico. Fue esto lo que llevaría a la sangrienta Revolución de 1789.
OTROS DATOS DE INTERÉS
1.
El estado norteamericano de Luisiana, una antigua posesión francesa, debe su nombre a Luis XIV.
2.
El monarca asociaba su figura con la de Apolo, el dios griego del sol. Su estancia en el palacio de Versalles se denominaba el Salón de Apolo.
Martes, día 2
SEMANA 21
LITERATURA
E
l término «posmodernismo» es difícil de definir, independientemente de que se utilice para referirse a la literatura, al arte o a cualquier otro campo. Esta dificultad se debe en parte a que no es un estilo muy coherente en sí mismo, sino que se trata de una reacción frente a otro movimiento que ya existía, el modernismo. Desde un punto de vista general, la literatura posmodernista representa la mezcla confusa e intencionada de géneros y estilos diversos, la exploración de perspectivas nuevas o arrinconadas con anterioridad y la combinación de formas de arte mayor y menor, a menudo jalonado todo ello de ironía y humor. El período de tiempo que abarca este movimiento es vago, pero generalmente se considera que se inició en torno a la década de 1940.
Durante la primera mitad del siglo XX, los autores modernistas habían investigado sobre temas tales como la perspectiva y la subjetividad. Muchos de ellos llegaron a la conclusión de que las verdades absolutas no existían y que, por lo tanto, el mundo estaba fragmentado sin remedio. Numerosos autores entendieron esta característica como el resultado trágico de la alienación de la humanidad en la sociedad posindustrial. Sin embargo, muchos de los que pertenecían a una generación más joven, la generación posmodernista, tenían otra forma de ver las cosas y argumentaban que esa fragmentación ofrecía una oportunidad para explorar y buscar nuevas perspectivas.
Los autores del posmodernismo afrontaron esta oportunidad de diversas maneras. Algunos se valieron de la comedia y la ironía:
La subasta del lote 49
(1966), de Thomas Pynchon, se presenta repleta de un simbolismo vacío y una significación falsa de forma intencionada, haciendo que estos aspectos se conviertan en una fuente de humor en lugar de en una tragedia. Otros escritores difuminaran o quebraron las barreras que tradicionalmente habían existido entre los distintos géneros:
A sangre fría
(1965), de Truman Capote, es la representación de una historia real que apareció en los diarios sobre dos asesinos. Para escribirla, Capote recurre al diálogo y a la temática novelística, consiguiendo crear el nuevo género de ficción periodística. Otros muchos autores se centraron en la desafección que sufría el individuo en la sociedad moderna:
Ruido de fondo
(1985), de Don DeLillo, es un examen del absurdo del exceso de información y los excesos materiales de la Norteamérica contemporánea.
Del mismo modo otros muchos escritores adoptaron vías diversas para explorar los problemas de la perspectiva. Algunos, como Toni Morrison y Maxine Hong Kingston, pusieron voz a los puntos de vista de las minorías, que, a su entender, los modernistas habían condenado al olvido. Otros aplicaron puntos de vista nuevos para volver a narrar historias antiguas.
Ancho mar de los Sargazos
(1966), de Jean Rhys, narra la historia de uno de los personajes de la novela del siglo XIX
Jane Eyre
, de Charlotte Bronté. En la obra
Las ciudades invisibles
(1972), de Italo Calvino, se contempla la leyenda de Marco Polo a través del prisma de la teoría urbana moderna. Tom Stoppard, en su trabajo
Rosencrantz y Guildenstern han muerto
(1966), se atreve a reinterpretar
Hamlet
. Experimentos de este tipo, fascinantes y a menudo audaces, han seguido realizándose durante las últimas décadas, llevando a no pocos a afirmar que la era de la literatura posmodernista todavía no ha terminado.
Miércoles, día 3
SEMANA 21
ARTES PLÁSTICAS
L
udwig Goldscheider, historiador del arte holandés, se refirió al retrato
La muchacha de la perla
, de Jan Vermeer (1632-1675), como «
La Mona Lisa del norte
».
Pintada sobre fondo negro, la chica tiene la cabeza girada, y con los labios entreabiertos mira hacia fuera del retrato. Tanto sus ojos como su boca están resaltados con delicadeza gracias a unas pinceladas en blanco y rosa. La luz que se refleja sobre su pendiente de perla en forma de lágrima se consigue gracias a una capa gruesa de
impasto
. Su traje dorado y sencillo no ofrece ninguna pista sobre el lugar o la época a los que pertenece, pero el turbante que porta sobre la cabeza le concede un innegable toque de exotismo. Tanto uno como otro son ejemplos claros de la habilidad de Vermeer para representar los pliegues de los tejidos.
La muchacha de la perla
es uno de los tres o cuatro retratos de tamaño busto que realizó Vermeer. Lo más probable es que fuera concebido como un
tronie
, un tipo de pintura que también ejecutaba Rembrandt, en el que una característica o una expresión determinada se anteponía a la fidelidad del parecido con el individuo en cuestión. También es probable que se pintara como obra secundaria, o pieza de acompañamiento, para
Retrato de una mujer joven
, de Vermeer, conocido como
La muchacha Wrightsman
, actualmente en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
Algunos han hecho conjeturas sobre si la modelo del cuadro era la hija mayor de Vermeer, Maria. Otros, sin embargo, consideran que se trata de Magdalena, la hija del jefe de Vermeer, Pieter van Ruijven. Tracy Chevalier, la autora del best-seller
La joven de la perla
, imaginó que la chica era Griet, una sirvienta de la que Vermeer se enamoró. La versión cinematográfica de la novela de Chevalier se estrenó en 2003.
El misterio que rodea la identidad de la mujer también ha contribuido a incrementar en gran medida el aura que rodea el trabajo, que salió a la luz en 1881, cuando el coleccionista de arte Arnoldus Andries des Tombes lo compró en una subasta por dos florines. En su testamento legó la obra al Mauritshuis, en La Haya, donde ha estado expuesto desde su muerte en 1902.
Como señaló con agudeza el crítico de arte Jan Veth, es como si el cuadro de
La muchacha de la perla
se hubiese «hecho a partir del polvo de perlas aplastadas».
OTROS DATOS DE INTERÉS
1.
Marilyn Chandler McEntyre escribió una colección de poemas basados en las obras de Vermeer que se tituk
Quiet Light;
en ella se incluye un poema titulado «Chica con pendiente de perla».
2.
En 1994 se realizó una restauración a fondo del cuadro antes de enviarlo a Washington para una importante retrospectiva sobre la obra de Vermeer.
Jueves, día 4
SEMANA 21
CIENCIA
L
as vacunas preparan el cuerpo para luchar contra las enfermedades. Generalmente están compuestas de gérmenes debilitados o muertos, es decir, formas menores de la propia enfermedad. Cuando el sistema inmunológico se encuentra con el germen debilitado produce anticuerpos específicos que vencen sin problemas a la enfermedad. Más adelante, si el cuerpo se ve afectado por el mal, «se acuerda» de los anticuerpos que creó en su momento y puede sanar con mayor facilidad.
Las vacunas se inventaron en 1796 cuando la epidemia europea de la viruela estaba en plena expansión. Un médico de pueblo inglés llamado Edward Jenner (1749-1823) se dio cuenta de que las lecheras a veces contraían la viruela bovina, una forma inferior de viruela, debido a su habitual proximidad con el ganado. Estas mismas mujeres parecían resistirse a contraer la viruela. Jenner sacó fluido infectado de la mano de una lechera y se lo inyectó a un joven granjero de 8 años. El joven cayó enfermo de viruela bovina pero se recuperó rápidamente. Entonces Jenner le inyectó la viruela y el muchacho no enfermó. Jenner llegó a la conclusión de que la viruela bovina protegía de la viruela, y de hecho la primera vacuna fue el virus de la viruela bovina. La palabra «vacuna» viene del latín
vacca
o vaca.
Las vacunas han protegido a los seres humanos de algunas de las, enfermedades más mortíferas, como por ejemplo el sarampión, las paperas, la rubeola, la tuberculosis, la tos ferina y la viruela. Y lo que es aún más interesante, no todo el mundo tiene que vacunarse para protegerse frente a una enfermedad. El principio de la inmunidad colectiva establece que si dentro de una población hay un número suficiente de personas que han recibido una vacuna, éstas actuarán como barreras que evitarán la expansión de la enfermedad. Aunque el número de especímenes varía según la enfermedad de la que estemos hablando, la vacunación del 90% de una población, es, en la mayoría de los casos, equivalente a vacunar a toda la población.
Algunos grupos son más propensos a propagar enfermedades que otros. En Estados Unidos, los niños en edad escolar tienen muchas probabilidades de propagar una enfermedad debido a que se mueven en un entorno muy próximo los unos a los otros. Un estudio de la Universidad de Emory reveló que con tan sólo inocular a un 30% de los niños en edad escolar se reducían las posibilidades de que toda la comunidad acabara infectada con una epidemia de gripe de un 90% a un 63%. Si se vacunaba a un 70% de los niños, entonces las posibilidades de que se propagara la epidemia se reducían al 4%.
OTROS DATOS DE INTERÉS
1.
En un principio tanto la Iglesia católica como la protestante se opusieron a las vacunas. Timothy Dunght, que fue presidente de la Universidad de Yak, dijo en una ocasión: «Si Dios ha decretado desde la eternidad que una persona determinada debe morir de viruela, sería un pecado horroroso evitarlo y anular ese decreto mediante el truco de la vacunación».
2.
La inmunidad colectiva sólo es aplicable a enfermedades que se transmiten de persona a persona. No protege, por ejemplo, frente al tétano, que se contrae cuando una herida abierta entra en contacto con material contaminado.
Viernes, día 5
SEMANA 21
MÚSICA