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Authors: Fernando Alberca

Tags: #Pedagogía

Todos los niños pueden ser Einstein (2 page)

BOOK: Todos los niños pueden ser Einstein
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La madre acudió a la influencia de una amistad para que le permitieran hacer el examen de ingreso en la Politécnica. La vida de Einstein habría enderezado su curso si hubiera aprobado... pero suspendió.

Una de las claves

Sacó muy mala calificación en las preguntas generales, pero des— tacó en las matemáticas y el profesor de esta materia, Heinrich Weber, le invitó a asistir a sus clases como oyente. ¡Un profesor al fin dispuesto a valorarle!

Einstein se matriculó en la división técnica de la escuela cantonal de Aarau, a veinte millas de Zurich.

Tuvo que separarse de sus padres de nuevo. Pero esta vez encontró en ello la principal clave de su vida. Una familia que supo compensar la ausencia de cariño y hacerle sentirse apreciado por su auténtica valía.

La clave principal

Albert se instaló como pensionista en la casa del profesor Jost Winteler, que daba las asignaturas de Griego e Historia en la misma escuela aunque en distinta división. Jost y su esposa Pauline acogían estudiantes en su casa. Fue tanto el cariño y la atención que Albert recibió de ellos que adoptó a aquella familia como sustituta de la suya. De hecho, su primera novia fue la hija de Jost y Pauline: Marie... Fue una de las etapas más felices en la vida de Einstein.

Jost era tranquilo y amable como el padre de Albert. Aportó a Einstein un nuevo modo de ver el mundo, mucho más humanista, y posiblemente más humano. Era un hombre extraordinariamente íntegro, que había dimitido como director de la escuela, precisamente por una cuestión de ética e integridad. Este hecho provocó en Einstein un profundo respeto.

Pauline era mucho más cariñosa que la propia madre de Einstein, indulgente y sincera. Albert la llamaba
«mamá»
.Años después de marcharse de aquella casa, seguía recibiendo cartas enormemente afectuosas y maternales de Pauline. Incluso prefirió pasar algunas Navidades con ellos antes que hacerlo con sus propios padres.

Sus compañeros en esta etapa en la Escuela Aarau le consideraban un chico solitario, que decía lo que le parecía, con independencia de a quien molestara. Un amigo, Hans Byland, le describió diciendo que
«era una de esas personalidades dobles que saben proteger, con una apariencia exterior espinosa, el remo delicado de su intensa vida emocional»
.

La causa de que Einstein cogiera confianza en su capacidad intelectual en buena parte estuvo en el sistema pedagógico de la Escuela Aarau. Un sistema educativo famoso por sus métodos avanzados.

Albert no encontró en Aarau el autoritarismo que había sufrido en Munich. En la nueva escuela a los alumnos se les trataba como individuos, personas, únicas e irrepetibles. Y se les animaba a pensar por sí mismos.

Allí descubrió que quería llegar a ser profesor de Matemáticas y física; sobre todo, según sus propias palabras:
«del aspecto teórico de las ciencias»
.

2

Como muchos niños de hoy

Einstein, además de lento, fue un niño ensimismado y gris. Que no brilló en la escuela por sus buenas notas y su docilidad. Que sacaba de sus casillas a su profesora. Que fue expulsado de la escuela. Que quiso estudiar en la Politécnica de Zurich, en la que puso su ilusión, pero
«no era buen estudiante»
, dijeron. No daba la talla y no fue admitido. Que fue dado por inútil para realizar el servicio militar en Suiza, por tener varices y por sus pies planos y sudorosos. Y que pasó desapercibido en su trabajo de funcionario en la Oficina de Patentes de Berna... antes de ser descubierto como quien siempre había sido.

Una inmensa mayoría de seres humanos se hubiera quedado ahí. Einstein podría haber sido uno más de tantos fracasados escolares. Hubiera pasado su vida a lo sumo en aquella oficina gris de Patentes. ¡Qué pena para él y la Humanidad!

La misma pena que da hoy ver en un aula a tantos alumnos inteligentes, que suspenden o no, en los que no se reconocen sus valiosas cualidades. Perdiéndose tanta grandeza.

Solo los mejores pueden llegar a lo más grande; pero ¿acaso Albert no era ya, a sus 9 años, el mismo que luego fuera aclamado por iluminar la ciencia universal? ¿No era ya a su escala, uno de los mejores?

Hoy muchos de los niños y adolescentes que empiezan o terminan la escuela, al igual que Einstein, esconden un potencial que, como el de Einstein, maravillaría al mundo. También sacan malas notas y pueden seguir sacándolas si nadie interviene.

Einstein sacaba malas notas en el colegio. Era un genio decían más tarde. Su profesora lo calificó de
«mortalmente lerdo»
,lo humillaron. Fue expulsado. Pero ocurrió algo que hizo de Albert el científico más importante del siglo y uno de los grandes de la historia.

¿Que ocurrió?

Lo que ocurrió fue la secuencia de:

1º Un profesor que le dijo que valía para las Matemáticas y le dejó ir a sus clases de oyente cuando no había aprobado ni el acceso.

2º Un estudiante de Medicina agradecido a su padre le dejó libros de divulgación científica que le apasionaron.

3º Se encontró con el cariño de una familia adoptiva, que le quiso por ser simplemente una persona, sin autoritarismo ni protección. Que estimuló en él la búsqueda de la verdad, la dignidad y la excelencia del ser humano y su honradez.

4º Una escuela sin autoritarismo ni dirigismo, merecedora de todos los esfuerzos y aciertos educativos.

5° Y una esposa que, junto a su amor, le dio la motivación para trabajar por un fin más allá de él mismo, y le supo acompañar hasta el éxito.

Es decir: personas, estimulación, motivación, confianza, cariño. Eso ocurrió. Lo demás estaba todo en contra. En lo familiar, Albert fue un desastre, herencia de su madre. Que nunca lo quiso como era y no le enseñó a amar desde niño.

Hoy existen millones de
«Einsteins»
en el mundo. Yo me he encontrado en mi carrera con cientos de ellos. Este libro pretende ser, para cualquiera que lo lea, el detonante que haga a un niño aprovechar sus posibilidades reales, que con demasiada frecuencia son mayores de las que él cree.

Si la vida de Einstein nació torcida y se recondujo en buena parte, mucho más puede lograrse con la de muchos niños que aún no se han torcido del todo.

Todos los seres humanos pueden ser Einstein si, como él, encuentran la combinación que estimule su capacidad siempre desaprovechada y, en la práctica, infinita.

La clave de la resurrección de Einstein estuvo en la combinación exacta que hay detrás de muchos Premios Nobeles: amor, estímulo, confianza, motivación. Nada más... y nada menos.

3

La inteligencia del ser humano es infinita y adquirida

El ser humano es inteligente. Es un hecho. Como lo es que ningún ser humano emplea al 100% su capacidad intelectual. Por eso puede decirse que, en la práctica, todo ser humano tiene capacidad en su cerebro —aún sin explotar— de un potencial inimaginable.

El cociente intelectual real de un ser humano es un dato plenamente anecdótico. Si éste se autosugestiona de su incapacidad, no logrará nada por más tiempo que le dedique. Si, por el contrario, se estimula adecuadamente, sus logros sorprenderán a todos, incluso a él mismo. Porque el ser humano, todo ser humano —mucho más si está sano—, guarda una capacidad infinita.

Todos somos tan inteligentes como para poder resolver todos los problemas que nos planteemos. Solo precisamos tener motivación, estímulo y crearnos la necesidad de lograrlo. La destreza para poder solucionar cualquier problema se adquiere al intentar dar con la solución.

¿Qué es la inteligencia?

En general la podemos definir como la capacidad de descubrir y resolver los problemas que nos encontramos.

La verdadera prueba de inteligencia radica no en cuántas cosas sabemos hacer, sino en cómo actuamos cuando no sabemos hacerlas.

¿Es innata o adquirida?

Podríamos decir que potencialmente es una facultad genética, porque no existiría sin una determinada serie de genes. Pero desde el punto de vista práctico, de su desarrollo, lo que entendemos por el cociente intelectual o capacidad intelectual de una persona determinada, hay que considerarla adquirida, puesto que su desarrollo está en función del ambiente y de la voluntad del propio sujeto.

En el resultado de la inteligencia el peso de la genética no es tan importante. La carga genética: el cociente intelectual apenas cambia a lo largo de la vida, la inteligencia no deja de crecer si se estimula —si se aprende—. Por eso en la inteligencia lo que importa no es con qué potencial nacemos, sino qué hacemos con él. En este sentido podemos decir que la inteligencia es adquirida, no innata.

Cada día convivimos y nos enfrentamos a una serie de falsas creencias, muy extendidas, sobre la inteligencia. Que, además, obstaculizan su desarrollo de una forma práctica. Las más recurrentes son:

·
Se nace inteligente o torpe, sin que el medio externo ni la voluntad del sujeto pueda modificar significativamente ese hecho, ES FALSO.

·
La capacidad intelectual permanece invariable a lo largo de su existencia, FALSO.

·
La capacidad intelectual de un sujeto crece hasta alcanzar un máximo a una determinada edad, en torno a los 18 años, a partir de la cual su

·
A partir de cierta edad, con el envejecimiento, disminuye la capacidad intelectual, como consecuencia de la muerte de las neuronas, FALSO.

·
Desde el nacimiento el niño está, por así decir, predestinado a estudiar ciencias o letras. Es decir, sus aptitudes varían de unos a otros, dependiendo de la genética, ES FALSO.

·
El aprendizaje es una consecuencia de la inteligencia. ES FALSO. En realidad ocurre justo lo contrario.

·
Para que la inteligencia actúe con destreza es preciso haber aprovechado una edad propicia, lo que algunos llaman un periodo sensitivo. En términos generales, FALSO.

·
El aprendizaje está relacionado con el coeficiente intelectual que se tiene. Aprende más el más inteligente, FALSO.

Veamos una a una:

“Se nace inteligente o torpe”

No es cierto. Todos los niños, salvo en excepciones ambientales provocadas por hambre crónica, traumatismos craneales, un parto con muchas complicaciones u otras causas, pueden presentar un desarrollo intelectual menor que el de sus iguales. Lo mismo puede ocurrir por causas genéticas, como en el caso del síndrome de Down, Turner y otros, aunque incluso en el caso de estos niños, una estimulación extraordinaria de su inteligencia los hace mucho más inteligentes, capaces de resolver problemas más complejos, de aprender cada vez más, hasta resultados igualmente extraordinarios.

El potencial del cerebro humano es, a efectos prácticos, ilimitado.

Todos los niños nacen con un potencial intelectual suficiente para lograr cuanto se propongan.

Se calcula que en nuestra vida no usamos más del 20% del poder de nuestro cerebro, desperdiciando un 80%, bien por falta de medios o por falta de voluntad.

En realidad, no hay ninguna diferencia entre la capacidad craneal de los primeros Homo sapiens de hace decenas de miles de años y la de los Homo sapiens que habitamos en el siglo XXI, pero sin duda el uso del cerebro sí ha variado mucho.

La inteligencia se vuelve más eficaz cuanto más se utiliza, y la capacidad de adaptación o de resolver problemas crece en virtud de la ejercitación.

El desarrollo del potencial genético de todo niño está en manos de los padres y allegados, de los educadores y, excepcionalmente, en manos del ambiente, del modelo que propone la sociedad donde vive y del propio niño.

— DE LOS PADRES. Como consecuencia de la estimulación adecuada y temprana, en los primeros años de vida.

— DE LOS EDUCADORES en la escuela. Como responsables, junto a los padres a partir de la edad escolar, de la construcción y conservación de lo adquirido.

— DEL AMBIENTE. En cuanto puede facilitar las oportunidades educativas.

— DEL PROPIO NIÑO. Porque no se desarrollará nunca su inteligencia sin su propia cooperación en la educación e instrucción.

«La capacidad intelectual permanece invariable a lo largo del tiempo»:

Tampoco es cierto. Lo contrario, sí. Junto al crecimiento en edad del niño, su inteligencia aumenta también, y al mismo ritmo que aumenta su aprendizaje.

Lo que permanece más constante es su Cociente Intelectual, pero la inteligencia en sí va aumentando conforme crece el aprendizaje.

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