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Authors: Javier Peleigrín Ana Alonso

Tags: #Aventuras, Infantil y juvenil

Tatuaje I. Tatuaje (48 page)

En el exterior había oscurecido, y Laura estiró un brazo para encender la lámpara de la mesilla. Su mano tropezó con un libro que llevaba algún tiempo allí abandonado, junto a la lámpara. Sin mucho entusiasmo, lo abrió por el marcador que señalaba la última página leída y recorrió con los ojos algunos párrafos. Últimamente le costaba un gran esfuerzo concentrarse en la lectura. Las aventuras imaginarias de los personajes de las novelas no conseguían engancharla. Bastante tenía ya con los misterios de su propia vida…

Suspirando, cerró el libro y se quedó largo rato mirando al techo.

De pronto la luz se apagó. Al mismo tiempo, Laura notó que la oscuridad del retazo de cielo que se veía a través de la ventana era más densa que antes. Se trataba de un apagón general, estaba claro…

En ese instante sintió un cosquilleo en el dorso de las manos. Al mirárselas, comprobó asombrada que ambas emitían un suave resplandor dorado que parecía brotar de la propia piel. Al mismo tiempo, tuvo la sensación de que ese resplandor la bañaba por dentro, desterrando sus preocupaciones como si fuesen sombras. En pocos segundos, su estado de ánimo había cambiado radicalmente. Se sentía tranquila y en paz consigo misma, y a la vez experimentaba una inexplicable alegría. Mirándose el dorso luminoso de ambas manos, pensó en el milagro que suponía estar viva, en la asombrosa perfección de todos los mecanismos que le permitían ver, oír, moverse y respirar. ¿Acaso todas aquellas cosas no eran más impresionantes que la más poderosa magia? Y, sin embargo, casi todo el mundo las pasaba por alto…

Desde la calle le llegaron voces y gritos alborozados. Llena de curiosidad, se; levantó y abrió la ventana. La gente estaba saliendo de sus casas, se formaban grupos en las aceras, y todos comentaban el increíble prodigio que acababa de sucederles. Laura se echó a reír de asombro y felicidad al darse cuenta de que todo el mundo tenía aquel mismo resplandor dorado en las manos. Cientos de luces cálidas y alegres danzaban en la oscuridad, expresando con sus movimientos la maravillosa transformación que cada persona había sentido en su interior.

El suministro eléctrico se restableció enseguida, y en cuanto volvió, Laura comprobó que el resplandor de sus manos había desaparecido. Sin embargo, la luz interior que lo había acompañado seguía allí, más resplandeciente y cálida que nunca.

En ese momento oyó unos pasos precipitados en el pasillo. Un instante después, la puerta se abrió.

—¿Has visto eso? —le preguntó su madre desde el umbral.

Sonreía confiadamente, como Laura no la había visto sonreír en mucho tiempo. Su hija supo entonces con absoluta certeza que dentro de las dos brillaba la misma luz suave y aterciopelada; una luz que les decía que confiaran, que pronto volverían a ver a Álex, y que nunca habían sido tan fuertes como en ese momento.

—Vengo de la calle —dijo Helena—. Ese resplandor en la piel de la gente, y sus caras… ¡Tendrías que haberlas visto! Parecían tan contentos, tan seguros de sí mismos… ¿Qué ha pasado, Laura? Parece cosa de magia. Pero la magia no existe, he dedicado toda mi vida a la ciencia y sé de lo que hablo…

—Quizá ha existido siempre, mamá; quizá lo único que ocurre es que no hemos sabido verla.

Las dos se cogieron de las manos y se miraron sonriendo. Luego, Laura sintió el abrazo firme y acogedor de su madre. Lo había echado terriblemente de menos en los últimos meses, pero allí estaba. Y eso sí que era mágico.

—Es como si, de pronto, lo viese todo más claro, mamá —confesó—. Es como si de repente las cosas tuvieran más sentido… ¿Qué crees que ha podido pasar?

Su madre se apartó un momento y la miró una vez más con una de aquellas sonrisas esplendorosas que Laura ya casi no recordaba.

—No sé lo que ha pasado, hija —murmuró—. No sé lo que ha pasado… Pero sí estoy segura de una cosa: a partir de hoy, todo será distinto.

Ana Alonso, Bióloga de formación, es escritora y traductora. Autora de nueve poemarios, ha recibido, entre otros, el accésit del Premio Adonais de 2003 por Vidrios, vasos, luz, tardes, el Premio de Poesía Hiperión de 2005 por Atlas, por el que también recibió el Premio Ojo Crítico de 2006, y el Premio Internacional de Poesía ‘Antonio Machado en Baeza’ con su obra Rostros. También ha recibido el premio Marius Sempere por su libro Colores y el Alfons el Magnànim por Zapatos de cristal, publicado por la editorial Hiperión. Asimismo, ha publicado la novela Los cabellos de Santa Cristina (Instituto Leonés de Cultura, 2003) y numerosos libros infantiles (Versos piratas, piratas en verso, 2009, seis títulos de la colección Pizca de Sal, 2010, todos ellos con la editorial Anaya). Junto con Javier Pelegrín es coautora de la serie de fantasía y ciencia-ficción dirigida al público juvenil, La llave del tiempo, un conjunto de novelas publicadas por Anaya, que narran las aventuras de cinco jóvenes en una fantástica civilización futura, y cuya última entrega hasta la fecha es El palacio del silencio, séptimo título de la serie. En el año 2008 ambos autores obtuvieron el Premio Barco de Vapor por el libro El secreto de IF (SM, 2008). Javier Pelegrín es filólogo por la Universidad de Murcia y completó sus estudios en París y Turín. Profesor de literatura española en secundaria, es un profundo conocedor de la literatura juvenil y del género fantástico en general. Fruto de «una aventura en común y de una visión de vida compartida» son la serie La llave del tiempo y El secreto de If, escritas en colaboración con Ana Alonso.

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