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Authors: Andrés Ibáñez

Tags: #Fantasía, Relato

La música del mundo (15 page)

BOOK: La música del mundo
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—¿yo odiar el efecto? decía Montoliu… ¿yo, su máximo expositor, su investigador apasionado… lo que a mí me une con el efecto es una historia de amor —pero como tú sabes, las historias de amor más verdaderas son aquellas en las que los amantes han de renunciar el uno al otro… he ahí Tristán e Isolda…

—¿debemos renunciar al efecto, Agustín? preguntaba Block

—el efecto es hermoso, decía Montoliu —no, el efecto es lo hermoso, la belleza implacable de las grandes creaciones de la cultura occidental… y todas esas grandes creaciones artísticas no están ahí sino para mantener la ilusión… entonces, es sólo una cuestión de si deseamos vivir en la ilusión o deseamos abrir las alas y ascender a una esfera más real

—¿qué ilusión? preguntaban, afanosos, ¿qué ilusión, Agustín?

—la ilusión de que también nuestra vida es una obra de arte, de que también nuestra vida está regida por las leyes de la causalidad, del Tiempo, de la progresión, la idea de que la Forma de nuestra vida tiene sentido…

—pero ¿por qué deberíamos desear librarnos de todo eso, Agustín? preguntaba Block… ¿por qué deberíamos librarnos de la idea de que nuestra vida tiene sentido?

—porque, como ya decíamos, contestaba Montoliu rutinariamente, ese sentido no es un verdadero sentido, sino una sombra de la forma, un subproducto… nosotros somos seres que hemos sido creados para el infinito… hemos sido creados para la libertad, para abrir las alas… y tenemos que tener el valor de renunciar a la belleza del efecto, para buscar la belleza inimaginable de lo Real…

—pero eso, Agustín, decía Jaime reflexivamente, eso equivale casi tanto como a decir que deberíamos desear dejar de ser seres humanos

—sin duda, dijo Montoliu… sin duda… ya que lo que nos hace «humanos» es la Forma, la forma del pensamiento… me preguntarás que por qué puedo desear dejar de ser un ser humano… pero ¿qué es un ser humano? un ser humano es dolor, vejez, enfermedad y muerte… cuando tengas mi edad, verás lo que significa ser un ser humano de una forma muy diferente a como lo ves ahora…

»lo importante es descubrir lo que es el efecto, decía Montoliu, que no deseaba llevar la discusión a lejanías tan metafísicas… ése es el primer paso… lo más importante es descubrir, en primer lugar, que no estamos viviendo una verdadera vida, sino una construcción…

»estamos viviendo una obra de arte… estamos viviendo una novela, no
nuestra vida
… y tenemos derecho a vivir una vida real, una vida que no sea una obra de arte, una vida que no esté dominada y controlada por leyes de cuya existencia no tenemos la menor idea…

—pero ¿qué me dices de la belleza de esa obra de arte? decía Jaime una y otra vez… el hecho de que esté organizada formalmente le da a mi vida la belleza, la lógica implacable de una buena novela… esa lógica implacable podría hacerme incluso aceptar la muerte de buen grado, como una necesidad artística…

—¡exacto! dijo Montoliu… quizá ésa es la misteriosa función última del efecto: hacerte aceptar la muerte… es decir, quizá el efecto no sea sino una serie de leyes cósmicas o culturales destinadas a hacerte aceptar lo que debería ser absolutamente inaceptable, la idea de que vas a morir… quizá si nos libráramos del efecto nos libraríamos de la idea de la necesidad «artística», como tú decías, de la muerte…

—de ese modo sólo lograríamos sentir más y más dolor, dijo Jaime…

—no me he explicado con claridad, dijo Montoliu… lo que quiero decir es que si nos libramos de esa Forma impuesta por el lenguaje, el pensamiento, la cultura, en fin, que si nos libramos del efecto… bien, ya habíamos dicho que si nos libráramos del efecto nos libraríamos del Tiempo… pero también es lógico pensar que si nos libráramos del Tiempo, podríamos igualmente librarnos de la muerte…

»pero no hace falta llegar tan lejos… repito que lo más importante en un principio es darse cuenta de que el efecto realmente existe…

»¿cuál es el verdadero centro del efecto? quizá la noción de la teleología… el sentido, la organización del sentido en el tiempo… la necesidad constructiva: el sentido de la historia, y también el "sentido" de mi vida… necesidad constructiva: ya vemos que se trata todo el rato de categorías artísticas… siempre se ha considerado que las más grandes obras de nuestra cultura son las que mejor expresaban un sentido teleológico… así, rechazamos lo improvisatorio, lo rapsódico, lo episódico… el tiempo tiene que ir hacia adelante, lo que sucede en la página 12 ha de ser consecuencia inapelable de lo que sucedió en la página 11… éste es el efecto en uno de sus aspectos más vergonzosos, más primarios… éste es el efecto trabajando codo con codo con el Tiempo… así nació la cultura occidental, así nacieron las grandes creaciones:
Guerra y paz
, la
Novena Sinfonía

»por supuesto, no tenemos por qué dejar de disfrutar de la belleza de dichas creaciones… de hecho, sólo reconociendo el papel que el efecto tiene en esas sublimes obras de arte, o, por decirlo de otra manera, sólo aprendiendo a ver dichas obras de arte como expresiones del efecto, podemos realmente disfrutar de ellas…

»en el terreno de los libros, que es el que más nos interesa, podemos trazar sin gran dificultad la historia del efecto… el origen está en la muerte de Cristo, en la singular idea de que Cristo nació realmente y murió realmente, y que su muerte sucedió sólo una vez… la muerte de Cristo instaura así una nueva concepción del tiempo, que ya jamás podrá ser cíclico (ya que la idea de que nosotros volveremos a estar aquí hablando del efecto es concebible, pero no la idea de que Dios
volverá
a encarnarse y
volverá
a morir en la cruz), y que ahora será humano, será lineal, será psicológico… de aquí nace la novela, la poesía y también la música occidental, que son todas artes del efecto, la expresión de la historia del YO en el Tiempo…

—¿la poesía, Agustín? le decían…

—Petrarca fue el inventor de la poesía, decía Montoliu taxativamente… eso que llamamos «poesía lírica», y que no es, de nuevo, más que la expresión del viaje alucinado del yo psicológico a través del Tiempo: la exaltación del tiempo humano, esa calidad del instante, ese sentimiento de que cada momento que vivimos es único e irrepetible —igual que la muerte de Cristo en la cruz: un momento único, irrepetible, el
pathos
, la agonía y la gloria del yo… así surgió en Occidente la mitología del amor: el momento del enamoramiento, la mitología del instante que cambia la vida para siempre, la mitología del
momento feliz
, y luego su pérdida, su recuerdo: la melancolía… el instante recordado: Francesca de Rimini recordando el momento de su enamoramiento, la magdalena de Proust, la delicadeza de detalles con que Tolstoi convierte cada instante del tiempo en algo completamente único (los bigotes de Sonia), la calidez del tiempo humano, la «pequeña frase» de Vinteuil, el «pasaje feliz», es decir, una y otra vez, la poesía del Yo…

—pero ¿por qué renunciar a la poesía del Yo? le decían una y otra vez… ¿por qué renunciar al tiempo humano y a la calidez del instante?

—nadie ha dicho que debamos renunciar, decía Montoliu, algo contradictoriamente… el «pasaje feliz», la pequeña frase de Vinteuil, no es sino un efecto de la teleología: nos agrada encontrar esa pequeña frase en su lugar después que se ha estimulado nuestra ansiedad, nos agrada saciar nuestro deseo, que es en realidad un deseo erótico, en esa pequeña frase… así descubrimos que todo nuestro deseo de Tiempo no es sino un deseo de saciedad, un deseo erótico… el efecto se basa en la ansiedad y en el deseo… buscamos la saciedad, pero el Tiempo sólo nos traerá melancolía, ansiedad y, finalmente, la muerte… no se trata de renunciar a la calidez del tiempo humano, se trata de poner en la balanza la belleza lancinante de nuestra melancolía y el dolor que ésta nos produce y ver qué es lo que realmente deseamos…

»por otra parte, no se trata tampoco de que el efecto sea un "error" o una deformación… el efecto es una forma… el efecto es la afirmación de la vida del individuo y de la realidad del instante, es el reconocimiento de la belleza del mundo y de la belleza de este extraño y tornasolado paso de nuestra alma a través del mundo del Tiempo… es, por decirlo de una vez por todas, la aportación de Occidente… pero no podemos olvidar que es sólo una forma… si creemos que es la "realidad" entonces estamos condenados a la infelicidad y a la ignorancia…

»no se trata de renunciar… el problema es que en el momento en que descubrimos que el efecto es, en realidad, un efecto, y no la "verdad", nuestra percepción del mundo cambia de forma irremediable… por supuesto, podemos decir que no nos importa que el efecto sea una forma y que nuestra vida sea una fantasía artística, podemos decirnos que esa fantasía nos gusta y nos hace sentirnos reales —pero el hecho es que el efecto ha terminado ya su ciclo, el hecho es que ya no funciona… Europa está en crisis, el arte está en crisis, todo nuestro sistema de valores está en crisis, toda la cultura está en crisis…

»por eso es tan importante darse cuenta de que el efecto no es la "verdad"… si el efecto fuera la verdad, la muerte del efecto nos dejaría huérfanos y desesperados, nos dejaría vacíos y sin realidad… nos haría buscar la satisfacción en el dinero y en el poder, nos convertiría en unos cínicos… si creyéramos que el efecto es la verdad, la muerte de la cultura occidental nos dejaría enfrentados a un gran vacío espiritual…

»yo no quiero destruir el efecto: el efecto se ha destruido a sí mismo… lo único que yo quiero señalar es que la muerte del efecto no debería conducirnos al vacío y al nihilismo, sino a la libertad… puesto que el efecto nunca fue la realidad ni la "verdad", sino sólo una forma, una construcción, su desaparición debería abrirnos a la posibilidad de una búsqueda…

—¿una búsqueda de qué, Agustín? le decían Jaime y Block, ¿qué puede haber, por fuera del efecto, por fuera del yo, por fuera del tiempo, por fuera de la causalidad?

—y sobre todo, añadía Montoliu, ¿qué puede haber por fuera del Sentido? si descubrimos que el Sentido es sólo una sombra de sentido, una condición de la forma, ¿qué es eso que hay que no tiene sentido y que no tiene forma?… la muerte del efecto sólo puede tener dos efectos: o bien convertirnos a todos en hombres de negocios y en vividores, o bien convertirnos a todos en místicos, en buscadores y en magos…

2

había algunos afortunados que iban algunos fines de semana al camping de Montoliu… no estaba claro cómo habían comenzado aquellas reuniones, quién las había iniciado, si habían sido una idea de Montoliu o de sus admiradores… en el Abuelo del Mar, las reuniones eran conocidas y envidiadas; Jaime y Block nunca habían intentado ser invitados, habían mantenido su orgullo, suavemente deseosos… un día, una de esas tardes de libros y lirios, de barrancos y de bancos de piedra, caminando cerca del barranco de los lirios, charlando con Montoliu a la salida de las clases (esa tarde les había estado hablando de
Bouvard y Pecuchet
y de lo que él llamaba «el impulso del novelista enciclopédico»), éste comentó en tono ligero:

—este fin de semana voy a estar en el camping, a lo mejor os apetece pasaros el sábado después de comer…

Jaime y Block se sentían felices

el camping estaba en la llanura de Trapobana, a treinta kilómetros de Países… Trapobana, nombre de resonancias bíblicas, les aguardaba al otro lado de una curva de la autopista, pasando la fábrica de cerveza: allí comenzaba la llanura dorada, extendida hasta las montañas de Jacote, subsistema de las sierras del Labre: el autobús corría entre los campos de trigo, el tiempo no funcionaba en aquellos días como nosotros estamos acostumbrados a que funcione, no iba hacia delante ni hacia atrás, ni hacia el norte ni hacia el sur, habitaba tan sólo en sus corazones, y era el impulso del viaje. el deslizamiento por el espacio, lo que establecía la sucesión de los acontecimientos, las gradaciones de la luz y de la sombra…

el camping era una especie de oasis de álamos y praderas decorativas adosado a uno de esos lujosos restaurantes de carretera a los que los paiseños se escapan en las noches más ardientes del verano… los caminos que salían del camping se perdían tristemente en el infinito o llegaban hasta las aguas de un río color chocolate, atravesado de médanos de arena y crestas de juncos, en cuyas orillas vivían tribus de gitanos; otros, orlados de avenas locas y cardos azules, se retorcían alrededor de granjas avícolas y casas blancas rodeadas de higueras o se perdían a través de trigales infinitos…

la caravana de Montoliu estaba en una de las esquinas del camping, medio incrustada en los altos setos de aligustre que separaban el camping de las extensiones de la piscina y protegida por un enorme olmo cuyas ramas más bajas descendían hasta rozar el toldo de lona color calabaza… fue precisamente debajo de este toldo donde encontraron a Montoliu —en medio de un grupo de invitados, todos sentados en sillas de camping, alrededor de una mesa de patas plegables donde había vasos y botellas de cerveza y de refrescos… a Jaime y Block les sorprendió encontrar en el grupo a Lalene y Defonselle, que les saludaron muy efusivas; el resto de los invitados, cinco o seis en total, eran personas allegadas a la Exposición Universal y un par de viejos amigos de Montoliu, un tal Rogelio Frías, que tenía una librería en el viejo Países y Claudio Rodríguez, el poeta… habían estado comiendo con Montoliu en el restaurante de carretera, es decir, que como suele decirse en Países, «habían pasado el día» con Montoliu… al cabo de una media hora de la llegada de Jaime y Block, todos se levantaron para irse —con la graciosa excepción de Lalene y Defonselle, que inmediatamente se pusieron a recoger los vasos sucios y las botellas, charlando entre ellas en su curioso e inidentificable idioma…

se pusieron a charlar, sentados bajo el toldo color calabaza… Montoliu debía tener el día melancólico, o quizá había bebido demasiado en la comida… su obsesión era el silencio, la muerte, la muerte del sentido, la muerte de la cultura occidental, la muerte de la palabra, la muerte de la belleza, la destrucción de los palacios en el polvo, los hombres cayendo como flores en la mansión del Dios de la Vida, los tronos, los imperios, los hermosos poemas del pasado, las epopeyas, la pompa y circunstancia de la gloriosa guerra declarada entre el país de los libros y el país de la vida, vencida por la nadería fugaz de nuestra época de burócratas, premios literarios y Exposiciones Universales…

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